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1991 – Grupo de los Siete – Saddam Hussein.

1991: integración de la Unión Soviética en la economía mundial.

Repudio a Sadamm Hussein y declaraciones sobre armas químicas.

Mandela y el camino hacia la libertad.

Hussein rechaza el bloqueo.

Liberación de opositores y prisioneros kurdos.

Acusación contra Occidente.

Saddam Hussein: referencias biográficas.

Estados Unidos ante la invasión a Kuwait.

Incertidumbre: Felipe González, Naciones Unidas.

14-01-1991: ultimátum de Bus.

“Tormenta del desierto”.

Adhesión de Francia Y Bagdad despoblada.

Cohetes sobre Tel Aviv.

Astucia de las fuerzas iraqíes: falsas rambas de cohetes.

Bombardeo sobre el sur del Líbano.

1991: integración de la Unión Soviética en la economía mundial…

Era el día de la celebración de Nuestra Señora del Carmen -en 1991, entre los católicos, apostólicos, romanos- y en Londres se reunía el denominado G7 -Grupo de los Siete- para aprobar “la integración de la Unión Soviética en la economía mundial” y su “acceso a la condición de país asociado al Fondo Monetario Internacional, que le permite recibir asesoramiento técnico”.

Repudio a Saddam Hussein y declaraciones sobre armas químicas…

En otro documento de quince folios, se expresaba: “el repudio total al presidente iraquí, Saddam Hussein” -quien el día siguiente celebraba el vigésimo tercer aniversario de la llegada al poder del partido Baas, en árabe Renacimiento.  Ese legajo también incluía “la propuesta de creación de un registro del comercio de armas, bajo los auspicios de la ONU” y “el establecimiento de una convención internacional, con poderes ejecutivos, sobre la prohibición total de armas químicas y biológicas” al mismo tiempo que celebraban “el desmantelamiento del apartheid en sudáfrica; los acuerdos de paz en Yugoslavia y “la apuesta por la iniciativa de paz estadounidense para Oriente Próximo.”

Mandela y el camino hacia la libertad…

Más allá y más acá de esas declaraciones, sigue la humanidad conmovida por las noticias de las cruentas guerras que todavía se desarrollan en esos lugares y aunque Nelson Mandela logró despejar el camino hacia la libertad tras décadas de persecución y cárcel, hay todavía otras formas de discriminación y de esclavitud que siguen acosando a diferentes pueblos.

Hussein rechaza el bloqueo…

Desde Bagdad al día siguiente, Saddam Hussein -líder del renacentista partido Bass- celebró que desde 1968 estuvieran ejerciendo el poder; rechazó el bloqueo económico Internacional considerándolo “un complot para destruir Iraq y su gente”.  Prometía por enésima vez desde la finalización de la guerra del Golfo, conducir hacia un sistema multipartidista, decisión que se concreta con la promulgación de una ley autorizando “los partidos políticos de oposición, excepto en el seno del ejército, donde únicamente podrá actuar el partido gubernamental Bass”.  Según esa ley “los partidos deberán defender la soberanía y la unidad de Iraq, así como sentirse orgullosos de las revoluciones de 1958, que derrocó a la monarquía e instauró la república, y a la de 1968, que aupó al poder al partido Baas.”

Liberación de opositores y prisioneros kurdos…

Finalizaba el año 1991; Hussein percibía que era necesario descomprimir la presión que ejercían algunos sectores opositores y optó por la liberación de algunos prisioneros kurdos y por la incorporación del médico kurdo Uamid Mehak Mubarak -titular de Trabajo y Asuntos Sociales- como ministro de Sanidad.

Dijo Saddam Hussein en aquel memorable miércoles 17:

“Trabajaremos todos juntos para continuar la marcha de la reconstrucción de un Iraq grande y próspero, dentro del marco de la democracia y de la unidad nacional, y bajo los principios del patriotismo, el nacionalismo y otros grandes objetivos”. 

 

Acusación contra Occidente…

Días después, ante una “delegación de familias de mártires de Nayef -al sur de Bagdad, una región eminentemente chií, acusó a Occidente de buscar ‘la perdición de este pueblo de 18 millones de habitantes.  Mientras en el Consejo de Seguridad de la ONU estudiaba un levantamiento parcial del embargo, Saddam advirtió que ‘incluso si nos permiten comprar pan y medicamentos por valor de mil millones de dólares -de una venta de cinco mil millones-, se quedarán con cuatro mil. Son unos ladrones, concluye.  Ante esta delegación de chiíes, Saddam acusa a Irán de haberse alineado con ‘los imperialistas durante su agresión contra Iraq”, mientras Jaber Al-Ahmed Al-Sabah -emir de Kuwait- “se gastó millones en financiar a Saddam Hussein”.

En torno a esas relaciones, se suelen difundir conclusiones divergentes, ya que el miércoles 14 de agosto de 1991, mientras el Consejo de Seguridad de la ONU aprobaba una resolución condenando a Iraq por “violar sus compromisos de cooperar en las inspecciones… de acuerdo con la Resolución 687”, “a la misma hora, los 16 miembros de la misión de expertos balísticos de las Naciones Unidas abandonan la capital iraquí asegurando que ‘aparentemente’ el régimen de Saddam Hussein ha respetado esta Resolución 687, que además le obliga a destruir sus misiles tierra-tierra de corto y medio alcance.”

Saddam Hussein: referencias biográficas…

Es interesante conocer parte de la trayectoria de este controvertido líder, “presidente de Iraq, que, contra todo pronóstico, tras ser expulsado de Kuwait por las fuerzas de la coalición internacional liderada por los Estados Unidos, se mantuvo en el poder”.

Nació a orillas del río Tigris, en Takrit, el 28 de abril de 1937, hijo de un humilde campesino fallecido unos meses antes; criado por su madre hasta que contrajo matrimonio por tercera vez y quedó al cuidado de un tío materno.  En 1955 comenzó los estudios de bachillerato en Bagdad y su actividad política integrando grupos “de oposición a la dominación británica, sobre todo con los del movimiento panarabista Baas” que había “atentado sin éxito contra el rey Faisal II, monarca dócil a las órdenes de Londres, que sería asesinado en julio de 1958, como consecuencia del golpe de estado que lideró el jefe del ejército Abdul Karim Kassem”, cuyo gobierno también fue censurado. En octubre de 1959, diez jóvenes bassistas  intentaron matar al presidente pero detuvieron a la mayoría mientras Saddam con una pierna herida, alcanzó a huir hacia Siria.  En el mismo rumbo pudo seguir luchando, porque mientras en Bagdad lo condenaron a muerte, llegó a El Cairo y allí consiguió “la protección del presidente Gamal Abdel Nasser, quien lo coloca en la dirección de Bass de Egipto y lo beca para estudiar derecho en la Universidad de El Cairo.”  Al ser derrocado y ejecutado Kassem, quedó el camino libre para el regreso de Saddam, que fue recibido en “Iraq con honores de héroe nacional” aunque un contragolpe de Estado coloca al Bass en la clandestinidad.  En 1964 Saddam fue arrestado tras un violento tiroteo y  al año siguiente, siendo el presidente de ese partido, huye del penal y colabora en la elaboración de estrategias para lograr en julio de 1968, el objetivo de ejercer el poder para poder modernizar el país.  Hasta entonces el líder bassista era un pariente lejano suyo, el general Ahmed Hassan al-Bakr, quien enseguida lo nombró presidente del Consejo Revolucionario y así lo reconoció como el verdadero hombre fuerte del régimen.  En 1979, cuando Saddam tenía 41 años y  tras jubilarse Al-Bakr, asumió la presidencia de Iraq, acumulando los cargos de presidente del Consejo Revolucionario; comandante en jefe de las fuerzas armadas y secretario general del partido Bass.  En ese tiempo en su país -y hasta en el extremo sur de América, a juzgar por algunos retratos- se lo consideraba como un “presunto mesías de la unificación árabe”.  [1]

Saddam Hussein, “inunda el país de enormes murales, en los que aparece junto a Nabucodonosor, el rey de Babilonia que destruyó Jerusalem y sojuzgó a los judíos en el siglo VI a. de J.C.  En agosto de 1979, bajo la cobertura de una supuesta conspiración, Hussein purga profundamente su partido: 21 baasistas negativamente críticos mueren en el paredón, tras un juicio que incluyó una confesión televisada.”

Al año siguiente, el 11 de septiembre, Saddam Hussein atacó a Irán con la ambición de conquistar una valiosa zona petrolera y durante esa guerra que duró ocho años, murieron aproximadamente un millón de personas.  [2]

Era el tiempo en que los países occidentales -Alemania, Francia, Italia e incluso los Estados Unidos-, “lo ven como alternativa moderna y laica y le venden tecnología necesaria para sentar las bases de su poderío militar.  Más paradójico aún es que durante aquel conflicto el emir de Kuwait fue incondicional aliado de Hussein, apoyándolo con dinero y petróleo: era la hermandad sunní contra el terror chií.  En aquel momento el presidente baasista sirio Hafez al-Assad estaba con Saddam, segregando al pronorteamericano rey Hussein de Jordania, exactamente al contrario de lo que iba a suceder en 1990 tras la ocupación de Kuwait, el 2 de agosto.”

Estados Unidos ante la invasión a Kuwait…

Es interesante tener en cuenta la actitud de Estados Unidos ante aquella invasión al emirato de Kuwait, ya que cinco días después “desplegaron el grueso de la fuerza internacional de disuasión que comenzó a emplazarse en la frontera de Arabia Saudí”, a las órdenes del general Norman Schwarzkopf -comandante en jefe de las tropas estadounidenses y de las aliadas- y durante cinco meses y medio se “desplegó el impresionante dispositivo” que necesitaba para afrontar la “madre de todas las batallas” anunciada por Hussein mientras afirmaba: “Dios está de nuestro lado”.

El despliegue norteamericano era “el mayor” desde la segunda guerra mundial, que incluía “poderío aéreo, naval y terrestre, armado con los sofisticados ingenios desarrollados para la ‘guerra de las galaxias’ y un total de setecientos mil combatientes de 28 países; medio millón de ellos norteamericanos”. Resultó estéril el diálogo entre el secretario de Estado norteamericano James Baker III, protestante, amigo personal de Bush y el cristiano nestoriano Tarek Aziz, ministro de Asuntos Exteriores y confidente de Saddam Hussein porque era inaceptable la carta que Bush le enviaba al presidente iraquí.

Incertidumbre: Felipe González, Naciones Unidas…

Es interesante tener en cuenta que en 1991 el presidente Felipe González Márquez ejercía el gobierno español en su tercer período consecutivo.

Tras los anuncios de Baker, reaccionó el presidente del gobierno español don Felipe González y aunque anticipó que no atacaría a Iraq anunció su apoyo a las fuerzas aliadas.  En ese momento -como en tantas otras oportunidades relacionadas con latinoamérica-, era necesaria la intervención de Javier Pérez de Cuéllar, secretario de la Organización de las Naciones Unidas, quien viajó a Bagdad, se entrevistó con Saddam -no hizo declaraciones-; se trasladó a París para abordar el Concorde que lo llevó a Nueva York.

Mientras tanto, Saddam “anunciaba al mundo islámico que la guerra santa, yihad, es obligatoria para todo musulmán”.

14-01-1991: ultimátum de Bus…

El 14 de enero logró que el Parlamento iraquí le confiriera plenos poderes para encarar una guerra”.  Era evidente que todos los frentes estaban más convulsionados cuando se difundió el ultimatum del 15 de enero de 1991, expresado por el presidente estadounidense George Bush y “en las primeras horas de la madrugada del día 17 de enero, la aviación estadounidense, secundada por la de Gran Bretaña, Arabia Saudí y las fuerzas exiliadas de Kuwait, bombardearon con proyectiles de gran tonelaje posiciones militares iraquíes en el territorio del emirato ocupado”.

“Tormenta del desierto”

Así fue como “22 toneladas de bombas, penetraron en el espacio aéreo de Iraq y vertieron su mortífera carga sobre los arrabales de Bagdad y se creía que la guerra había comenzado aunque en realidad se habían percibido los primeros relámpagos, truenosdescargas de lo que fue la “Tormenta del Desierto”, ese múltiple ataque con “decenas de miles de misiones de bombardeo, con las que Schwarzkopf esperaba quebrar la espina dorsal de su enemigo” mientras “la defensa iraquí se mostró inoperante”, aplicando una estrategia que le asegurara la menor pérdida posible.

Adhesión de Francia y Bagdad despoblada…

Un día después del primer ataque aéreo, el presidente de la República Francesa Francios Mitterand anunciaba “su decisión de integrar el contingente militar galo bajo el mando estadounidense”, con lo cual estaba implícita la resignación de un designo propio como corresponde a una gran potencia y es posible intuir que la presencia de Pérez Cuellar en París no fue sólo para observar una vez más al aeropuerto…

Así fue como la imaginada “madre de todas las batallas” -“larga y costosa”-, iniciada en realidad el 23 de febrero duró apenas “cien horas”.  Aproximadamente “poco más de un centenar de bajas” ya que cuatro días después se dispersaba la Guardia Republicana y tras ese éxodo, comprobó Norman Schwarzkopf que estaban llegando a las puertas de Bagdad y que a nadie hallaron en la capital, de modo que el presidente Bush anunció que la guerra había terminado”.  [3]

Más que como una tormenta en algunas latitudes esa lucha parecía un sismo porque tras el anuncio de Mitterand vibraron los cimientos de la Defensa de la comunidad europea que todavía no habían fraguado -salvo como un esbozo teórico- organización de una “autoridad militar supraeuropea” imaginada con sede en Bruselas.

Hay que tener en cuenta que hacía dos años que se había unificado Alemania; que como sucedió en otras oportunidades Gran Bretaña especulaba con el poderío estadounidense y evaluaba la posibilidad de conquistar ese mercado económico-financiero, pero al mismo tiempo por la gravedad de los hechos era necesario hablar en un mismo idioma, que una sola voz diera todas las órdenes.

Cohetes sobre Tel Aviv…

En la última década del siglo XX, con la misma velocidad con que se producen los bombardeos se pueden transmitir las noticias en distintos continentes, así fue como el 18 de enero se supo que habían explotado sobre Tel Aviv y Haifa los primeros cohetes modificados por ingenieros iraquíes que alcanzaban distancias más largas y ante el temor de que se pudieran usar otras armas químicas, el gobierno israelí distribuyó máscaras contra gases tóxicos que también se usaron en los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania, ocupados ya por Israel.  La consecuencia inmediata fue la reiteración de la voluntad de estar aliados con Estados Unidos.

Días antes hubo actitudes aparentemente contradictorias, porque ese gobierno no había vetado la resolución de la ONU para investigar sobre el terreno, como habían sido los hechos en la sagrada explanada de Al-Aqsa -en Jerusalem-, donde “la policía israelí disparó a mansalva contra personas indefensas y causó 24 muertos y decenas de heridos”.  Estados Unidos pidió a Israel que no contraatacara, de modo que se utilizaron por primer primera vez en su territorio, los cohetes antimisiles del tipo Patriot, con un “sofisticado sistema de detección por rayos láser”, de modo que podían “neutralizar en vuelo cohetes enemigos en períodos muy reducidos de tiempo”.

El 31 de enero, distintos medios informaron que desde la base andaluza de Morón de la Frontera habían despegado bombarderos estadounidenses con misiones, mientras en otra dirección se indicaba que la semana anterior Iraq había enviado al vecino territorio de Irán “decenas de sus mejores aviones de caza, bombarderos y transportes”.  [4]

Ahí se observó otra aparente contradicción porque sabido es que ambos países eran “enemigos jurados” al límite de haber iniciado Husseim entre 1980-1988, la guerra que causó “un millón de víctimas, dos millones de refugiados e hipotecas sin cuento sobre el futuro económico de los dos países vecinos”.  En aquellas circunstancias, hasta los soviéticos hablaron, considerando que “Saddam había depurado la cúpula de sus Fuerzas Aéreas”.

Astucia de las fuerzas iraquíes: falsas rampas de cohetes…

La astucia de los iraquíes quedó demostrada una vez más cuando se comprobó que “para distraer a la aviación enemiga sobre objetivos aparentemente reales pero realmente trucados”, es habían ubicado en distintos lugares “falsas rampas de cohetes, aviones de combate de cartón y otros sucedáneos”.  También resultó evidente el propósito de los aliados: bombardear “el territorio de Iraq al completo, como sucedió en forma masiva a partir de entonces. Aeródromos, estaciones de ferrocarril, vías de comunicación, puentes, recintos oficiales, depósitos, industrias y todo tipo de instalación susceptible de ser utilizada por el mando iraquí en cometidos militares, sufrieron desde las primeras horas el bombardeo de la aviación estadounidense, británica, italiana, francesa o saudí.”

Los poderosos guerreros demostraban una vez más que “la unión hace la fuerza” y que la confluencia de potentes fuerzas paradójicamente puede determinar una aniquilación de energía y de resistencia.

Declaraciones desde la OTAN…

El 29 de enero de 1991, el ministro del gabinete socialista Pierre Chévènement, renunció con carácter irrevocable. Dos días después de esa renuncia, atacaban las columnas de blindados de infantería los bombarderos B-52 que despegaban de la cercana España y entonces fueron más las voces de protesta contra Felipe González; se anunció la pérdida en combate de un avión Hércules “de contramedidas electrónicas” junto con “sus catorce tripulantes”.  El domingo 3 de febrero cayó sobre el mar de Omán un bombardero B-52 y se rescataron los tres tripulantes.  Más muertes, se derivaron distintos aviones y un helicóptero con misiles.  En distintas localidades se sucedieron diversas manifestaciones en las calles -como sucedió en la agotadora guerra de Vietnam- y “el 4 de febrero el acorazado estadounidense Missouri, sobre cuya cubierta se firmó la rendición japonesa al finalizar la Segunda Guerra Mundial, bombardeó las instalaciones militares del ejército iraquí en el territorio costero de Kuwait.

Esta información fue difundida por distintos medios, a los fines de esta síntesis se ha tenido en cuenta lo editado en El País de España y también en El Litoral de la capital santafesina, en distintas radioemisoras y en diferentes canales de televisión de la República Argentina.

Bombardeo sobre el sur del Líbano

El 5 de febrero de 1991, Israel “lanzó sobre el sur del Líbano un intenso bombardeo, el de mayor importancia sufrido por este país desde la invasión israelí en 1982, y que costó siete muertos”.  [5]

Entró en combate la artillería siria contra un “destacamento militar iraquí que intentaba adentrarse en el territorio de Arabia Saudí”.  Fue entonces cuando “el rey Hussein de Jordania acentuó su alineamiento con Saddam Hussein, mientras fuerzas palestinas desplegadas en territorio jordano afirmaban su disposición a combatir contra la fuerza multinacional bajo el mando hachemita.”

Apuntes de Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

[1]) La talentosa artista santafesina Doris Blaser, expuso un conjunto de retratos con auspicios de la Embajada de aquel país.  En el diario El Litoral de Santa Fe difundieron tal información, incluyendo fotografía de la autora frente a una de sus obras.

[2]) El 11 de septiembre de 2002, en Estados Unidos cayeron las Torres Gemelas de Nueva York, tras un atentado con dos aviones secuestrados en vuelo y que impactaron en la parte central de esos edificios.  Inmediatamente se intentó encontrar a los responsables: las investigaciones se orientaron hacia el Grupo Al Qaeda dirigido por Bin Laden.

[3]) En ese momento el memorioso duende Amarillo recordó que en el siglo XIX en la Argentina tierra, hubo otro éxodo –el éxodo jujeño– y que para evitar el combate con las fuerzas realistas españolas, los soldados del ejército nacional se trasladaron hacia el norte de la provincia de Jujuy seguidos por los habitantes aquella ciudad y se ha reiterado que vistieron con uniformes los cardones para que parecieran alertas centinelas diseminados sobre el rojizo desierto…

[4]) 31 de enero… fecha memorable: en 1962 nació Nidia Marta Susana Fontanini Orbea, luego señora de Rubén Alfredo Fernández, residentes en Cataluña desde el 11 de diciembre de 1986.

[5] ) Otra fecha memorable en nuestra familia: 5 de febrero de 1954: firma de las actas de matrimonio civil de Nidia Aurora Guadalupe Orbea Álvarez y de Eduardo Rodolfo Fontanini Doval.  Testigos: María Teresa Álvarez Ramos y Carlos Baudilio Fontanini Doval.  Al día siguiente, a las 21: celebración religiosa en la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, San Martín esquina La Rioja, en la capital santafesina. Ceremonia a cargo de Monseñor Antonio Biagioni, párroco.  Esa Iglesia ha sido reconocida como Basílica.

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