Opiniones sobre “la vocación del escritor”.
“Divagación – Imaginación – Ensueño”.
Títulos de algunas obras editadas:
Gustavo Martínez Zuviría (Córdoba, 1883- Buenos Aires, 1962)
Sabido es que Gustavo Martínez Zuviría en sus trabajos literarios prefirió usar el seudónimo Hugo Wast para publicar la mayor parte de su obra literaria. Cursó estudios de Derecho y de Economía Política en Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Santa Fe y egresó en 1907. Fue profesor en esa institución. Diputado nacional en 1941 e Interventor en la provincia de Catamarca. Director de la Biblioteca Nacional (1931-1955) y presidente de la Comisión Nacional de Cultura. Designado Miembro de la Academia Argentina de Letras. En 1943, siendo Ministro de Justicia e Instrucción Pública, impulsó la enseñanza de Religión y Moral en todas las escuelas argentinas. El 31 de diciembre de ese año tras la firma del decreto Nº 18.411 comenzaron las polémicas y lo criticaban por ser un destacado militante católico. El 30 de julio de 1946 se manifestaron con protestas diversos grupos y comenzó la “Campaña Popular en Defensa de la Ley 1.420 de enseñanza laica y obligatoria”, sancionada por iniciativa del sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento.
Actitud en junio de 1943…
Producido el movimiento militar del 4 de junio de 1943, el Dr. Ramón S. Castillo siendo titular del Poder Ejecutivo tras el alejamiento del presidente electo Dr. Roberto M. Ortiz decidió renunciar y se retiró de la sede de Balcarce 50 con sus ministros. En las calles de Buenos Aires ya se estaban manifestando diversos grupos con gritos e intentos de incendio en editores de diarios, mientras reiteraban la consigna ¡Soberanía! Destruyeron varias unidades de la Corporación de Transportes de Buenos Aires.
Sabido es que la Marina cumplió su cometido trasladando a Castillo hasta el rastreador “Drummond”, acompañado por los senadores Matías Sánchez Sorondo y Antonio Santamarina y el escritor Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Wast). En la Dársena “D” del puerto de Buenos Aires estaban sus hijos; Patrón Costas, Manuel María Iriondo y otros amigos. Algunos ministros abordaron el buque de la carrera a Colonia, optando por el exilio voluntario… [1]
Opiniones sobre “la vocación del escritor”…
Es oportuno recordar lo expresado por el destacado escritor Hugo Wast acerca de la vocación de escritor y sus observaciones sobre algunos desarrollos:
“Nada más saludable para el cuerpo y el alma que un viaje. El ver otros paisajes, otras escenas, renueva en nosotros la energía y la sensibilidad.
La novela es un viaje imaginario. Pero no cualquier artificio logra arrebatarnos de nuestro sillón y conducirnos a través del espacio y del tiempo. Ese milagro no lo realizan sino las verdaderas novelas, en que hay vida y por lo tanto interés. Indudablemente el lenguaje de relumbrón es más fácil que el lenguaje sencillo. Hay muchas maneras de dar vueltas alrededor de una idea. Pero sólo hay una forma de expresarla apropiadamente: la cuestión es hallarla. Por eso los colegiales y los malos escritores nunca son sencillos. Pretenden siempre despampanar al pobre lector con párrafos cargados de metáforas y floripondios más viejos que las violetas de trapo que antaño adornaban los entierros de gala”.
“Divagación – Imaginación – Ensueño”.
En “Vocación de escritor”.
La imaginación es el más prodigioso de los alambiqu4s. Con los mismos elementos vitales con que un autor mediocre hace un drama o una novela insignificante, un autor de poderosa imaginación hace una obra maestra. Con los mismos jugos de la tierra con que una zanahoria hace una zanahoria, la raíz de un rosal hace una rosa.
Que la pereza o la vanidad no nos hagan caer en la tentación de confundir estos dos aspectos de nuestra actividad intelectual: la imaginación, que es una facultad activa y fecunda, con la divagación, que es una especie de imaginación disgregada y dispersa.
Ese revolotear aturdidamente alrededor de varios asuntos, ese pasar de un tema a otro, esa dificultad para fijarse en un punto y ahondarlo, ese escabullirse de toda reflexión duradera, esa sensación de aburrimiento mezclado con una impaciencia de trabajar, no son obra de la imaginación, sino de la pereza: eso es divagación.
En cambio, ese impulso que nos arrebata y nos compele más allá de las realidades y nos orienta en un rumbo, impreciso todavía, pero que se nos va descubriendo a medida que avanzamos; ese desborde interior que suscita sin orden mundos y maravillas; esa indecisión de un momento, que luego se torna ansiedad segura de determinado objeto; ese espíritu que sopla sobre un campo de huesos, como en la visión de Ezequiel, y los hace vestirse de carnes y revivir; ese abandonar lo mucho y revuelto por lo poco y ordenado; eso es la imaginación creadora y ordenadora.
La verba ondulante y copiosa; la cháchara en zig-zag, a la que todo le sirve de pretexto y de combustible; el comentario de todo, sin profundidad y sin interés; eso es divagación.
La palabra vacilante al comienzo, pero que luego se canaliza; la expresión rica, nerviosa, indecisa y como en borrador a ratos, pero firme en una ruta: eso es imaginación.
La divagación es como una mariposa en un campo florecido. Se enloquece, se embriaga, revolotea, no atina a elegir ninguna flor.
La imaginación es como una paloma mensajera. Un minuto vuela desorientada alrededor del que la echó al aire; mas de pronto su instinto le advierte dónde está el rumbo, y se arroja como una flecha.
La divagación es la actividad intelectual del hombre inquieto, incapaz de soñar.
La divagación es estéril, mientras que el ensueño es la atmósfera de los grandes constructores de ideas; situación intermedia entre el velar y el dormir; en que oímos, como Juana de Arco, voces del cielo.
Cuando veáis a alguien en un tren, en un tranvía, que no lleva nada para leer, o que ha cerrado el libro parece ajeno a todo cuanto lo rodea, que está en Babia, como solemos decir, vosotros que os zambullís en la lectura de un diario o de un libro no bien ocupáis el asiento, tendréis lástima de ese ser distraído o abstraído, y sentiréis la tentación de reñirlo por su indolencia.
Guardaos de hacerlo porque él os podría contestar así:
“Me sorprendéis con un libro cerrado y me decís: Ocioso. ¿por qué pierdes el tiempo? ¿Por qué no lees ese libro? Si leyera vuestro libro, es decir, si mi imaginación corriera por los caminos que le traza la imaginación de otro hombre, un poeta, un filósofo, no me acusaríais de perder el tiempo. Pero me veis soñando y me decís ocioso. ¿Qué queréis? Yo tengo mi propio genio. Yo no necesito que nadie me ayude a soñar… Cuando sea viejo y se agote en mi corazón la fuente de los pensamientos entonces me hará falta vuestro libro. ¡Ahora dejadme soñar solo!”
De su trayectoria literaria…
A principios del siglo XX, se publicaba en la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz, la revista “Vida Intelectual” dirigida Ramón J. Lassaga, Julio A. Busaniche, Ramón J. Doldán y era secretario Gustavo Martínez Zuviría aún no conocido como Hugo Wast. [2]
Y en la década del ‘40, sus libros habían sido traducido a más de diez idiomas, incluyendo el ruso, húngaro, japonés…
Títulos de algunas obras editadas:
- 1906: Alegre.
- 1907: Novia de vacaciones.
- 1911: Flor de durazno (Sabido es que Carlos Gardel en “Buenos Aires, hacia 1916 participó en dos filmaciones en mudo para el sello ‘Patria film’. Las producciones corresponden a ‘Flor de Durazno’ y ‘La Loba’, aparentemente y según se ha reiterado, obras inexistentes en la actualidad.”
(Es interesante recordar que Flor de durazno corresponde al texto literario de Gustavo Martínez Zuviría –Hugo Wast-¸ obra que compuso durante su permanencia en el pueblo de Dolores -cerca de Capilla del Monte, Córdoba”, viviendo en una casona rodeada con frutales, frente a una escuelita rural y a un enorme molino de hierro que todavía es posible ver, oxidado pero demostrando el excelente diseño elaborado en Alemania.)
- 1914: Fuente sellada.
- 1916: La casa de los cuervos.
- 1918: Valle negro (Gran Premio Quinquenal de la Real Academia de la Lengua.)
- 1919: Ciudad turbulenta, ciudad alegre.
- 1920: La corbata celeste.
- 1921: Los ojos vendados…
y aproximadamente veinte de títulos más, entre ellos El jinete de fuego…
Vigencia de Hugo Wast…
En el Colegio de la Inmaculada Concepción en Santa Fe de la Vera Cruz, en el Patio de los Naranjos es posible observar el busto colocado en 1965 en su homenaje, donde se lee: “Al Dr. Gustavo Martínez Zuviría ‘Hugo Wast’ – Escritor – Testigo de la Fe – MXMLXV.” Recibió el Premio Nacional de Literatura por su novela “Desierto de Piedra”. Dirigió la Biblioteca Nacional, fue presidente de la Comisión Nacional de Cultura y ministro de Justicia e Instrucción Pública. Aunque su libro “Oro” es una manifestación de antisemitismo, es lamentable comprobar que todavía las profundas raíces de la intolerancia siguen generando vigorosos y detestables brotes de discriminación y persecución, hasta en el arte literario; aunque desde otra perspectiva, la filial Santa Fe de la Asociación Argentina de Lectura haya recomendado para la lectura de los adolescentes: “Diario del hijito que no nació”; “La casa de los cuervos” -basada en la revolución santafesina de 1877-; “El jinete de fuego” y “Myriam la conspiradora”:
Signos de intolerancia…
En la capital santafesina, al Instituto Superior Nº 12 -escuela de periodismo que empezó a funcionar en el local escolar de Saavedra esquina Suipacha- le impusieron el nombre de Dr. Gustavo Martínez Zuviría y como suele suceder, algunos grupos se manifestaron en contra argumentando que era católico y en sus libros aparecen insinuaciones antisemitas.
Tras ese vendaval, el instituto sigue identificándose como habían ordenado oficialmente.
Otro signo de intolerancia fue evidente durante la primera quincena de abril de 1996 cuando distintos medios de comunicación consignaron el secuestro de varios volúmenes de la obra de Hugo Wast.
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¡Avancemos hacia el fraternal encuentro!…
Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.
[1] El rastreador se orientó hacia La Plata porque el doctor Castillo prefirió quedarse a disposiciones de quienes desearan juzgarlo y se instaló en el Regimiento 7, donde también estuvo el doctor Hipólito Irigoyen después del movimiento del 6 de septiembre de 1930 y lugar donde redactó y firmó la renuncia. # El doctor Ramón Castillo falleció el 11 de septiembre de 1944.
[2] (LS) Pérez Martín, José. Latitud Sur 31º – Momentos estelares de Santa Fe. Santa Fe, Editorial Colmegna, julio 1975.