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Domingo Guzmán Silva (1859-1915)

“Una escuela donde quiera que esté, es un faro luminoso.”Domingo G. Silva.

1878 – maestro y coeditor de un diario manuscrito: “El Pueblo libre”.

Periodista y político.

1887: Silva, inspector de Escuelas.

Ver si “la Dirección” es la generadora de conflictos.

Necesidad de promover el correcto uso  del idioma castellano.

Incoherencias e incongruencias.

1888: confluencia en la Legislatura.

1890: afiliación partidaria y secretario de la Convención.

1893 – Lucha armada y polémica desde “Unión Provincial”.

Silva designado inspector extraordinario de Escuelas.

Silva presidente del Consejo General de Educación.

1894: Silva ante el “Congreso Pedagógico”.

1909: un tal “Gonzalo González”.

Silva entre papeles e impresiones.

1910: Profesor en la Universidad.

1911: Prédica opositora desde el diario “Santa Fe”.

Creación de una Página Literaria.

Homenaje.

Su nombre y su renombre.

 

El 4 de agosto de 1859, en la Villa del Rincón cercana a la capital santafesina, en la República Argentina; nació Domingo Guzmán hijo de doña Estefanía Silva de veintidós años (nacida el 3 de agosto de 1837-, hija de Miguel S. Silva y de Manuela Ascensión Bustos, todos rinconeros. Cuatro días después, siendo el día de San Domingo de Guzmán, fue bautizado con esos nombres en la Vice-Parroquia de esa localidad.  [1]

A fines del siglo diecinueve, “la escuela del Rincón cambiaba de maestro con frecuencia, por la escasa paga y el desánimo de ver que los niños concurrían de mala gana a la escuela. Con todo sabemos que Domingo asistió, con intermitencias, un total de 10 meses, en varios períodos.  Entre tanto ayudaba a la madre en la venta de empanadas y velas de sebo, pequeñas industrias caseras que habían hecho famosa a Doña Estefanía.”  [2]

(En estos primeros años del siglo veintiuno, sigue poblado el Pago de Rincón Antón reconocido luego como San José del Rincón.  Se construyen todavía casas bajas y se renuevan los jardines perfumados; es lento el tránsito por las calles arenosas -ninguna con pedregullo o asfalto- porque sus vecinos quisieron seguir preservando ese espacio vital, en un estado de armonía natural que caracteriza a ese lugar donde aún residen obreros, artistas…)

1878 – maestro y coeditor de un diario manuscrito: “El Pueblo libre”.

Se ha reiterado que aproximadamente a los catorce años, Domingo Guzmán Silva estaba viviendo al norte de su pueblo natal, en Santa Rosa de Calchines donde era empleado en el almacén de su tío Don Ramón Silva.  Allí conoció a “Pancho” -Francisco J. Echeverría-, “joven, casi un niño.  No tendría él 17 años cuando llegó a Calchines”. [3]

Recién llegado de Paraná -la capital entrerriana-, había aprendido tipografía con su tutor pero como lo maltrató decidió cruzar a la otra orilla.  Una confluencia de intereses comunes generó una perdurable amistad y compartieron una interesante experiencia en la “isla de Espinoza, frente a la Curtiembre (Entre Ríos), donde él había aceptado un puesto de maestro y “Silva fundó una escuelita nocturna, para adultos analfabetos y se improvisó en director y maestro.”  [4]

Después, cuando Pancho asumió como maestro en la escuela que funcionaba una legua al norte de Santa Rosa, “estaba todo el día ausente” y sólo se reunían a la noche “a conversar, a leer, a estudiar.  Ambos frecuentaban la biblioteca del cura y la de Don Ramón Silva”.  Después se animaron a editar “un periódico político, literario y comercial” que titularon “El Pueblo Libre”, cinco ejemplares manuscritos -uno para “don Ramón, otro para el Juez de Paz,  uno para la colección y 2 para la venta, que también quedaban en la colección”…

Después, Pancho ingresó en un diario opositor y su amigo quedó en Santa Rosa “colaborando en “El Santafesino” que dirigía entonces Mariano A. Quiroga”, quien “lo hizo designar Escribiente del Juzgado de Paz de Calchines” hasta que a los veinte años, Silva decidió trasladarse a Santa Fe y fue incorporado a la redacción del diario que editaba Quiroga y otra vez este destacado santafesino, le consiguió “un modesto empleo en la Inspección de Colonias”.  En “el corazón legal de la República” -como dice Gastón Gori-, volvió el rinconero a encontrarse con su amigo entrerriano, pero ya las cuestiones políticas habían empezado a generar una distancia porque como relató Silva después, “Pancho fue toda la vida opositor. Murió pobre, enfermo y padre de una numerosa prole.”

Periodista y político…

Aunque casi no había cursado estudios en escuelas porque sólo asistió a clases durante diez meses, era evidente que Domingo Guzmán Silva tenía vocación de maestro, porque ya en la adolescencia enseñó a escribir y algunas operaciones matemáticas a grupos de adultos analfabetos; leyó cuanto escrito de interés pasó por sus manos y con esa formación actualizada año tras año, logró el reconocimiento de profesionales santafesinos.  Fue nombrado profesor en escuelas secundarias, rector del Colegio Nacional, profesor interino y titular en la Universidad…

Desde el periodismo, Silva también participaba en los procesos de la política lugareña. “Se afilió al Club del Pueblo y fue uno de sus dirigentes, junto a los Iriondo, Juan Arzeno, José Gálvez, Ignacio Crespo, etc.  Siendo gobernador el Dr. Simón de Iriondo -jefe del citado club y perteneciente a sectores católicos con poder-, al ser nombrado Juez de Coronda el recién egresado abogado Mariano Quiroga, “se lo llevó a Silva, con el cargo de Receptor de Diligencias y Oficial de Justicia”; allí se empezó a editar “El Corondino”, otro “periódico también oficialista que escribieron entre ambos”.

Regresó a Santa Fe en 1881 y asumió el cargo de Comisario de Policía de la Capital y secretario interino de la Jefatura –titular al año siguiente) y secretario del Departamento Central de Policía en 1885.

 1887: Silva, inspector de Escuelas…

Si no se dispone en el hogar de una biblioteca con suficientes libros, existe la posibilidad de tener amigos con quienes compartir.  Así sucedió con Silva ya que consultaba la bibliografía disponible en la del destacado periodista Floriano Zapata, “hombre de vasta cultura humanística y poseedor de la mejor colección de libros con que se contaba en Santa Fe, en esa época”. [5]

Ver si “la Dirección” es la generadora de conflictos…

En 1887 nombraron Inspector de Escuelas al rinconero, santafesino que tenía veintiocho años y ya era un hombre reconocido en la ciudad capital.

A pedido de las autoridades estuvo en la Escuela Normal de Niñas donde se planteaban continuos conflictos que habían trascendido en distintos medios.  Silva informó que “al menos cuatro de sus maestras eran dignas de aplauso por su labor” y señaló que era necesario analizar las actitudes de la directora porque resultaba ser la culpable principal de las desinteligencias y no pensar en el retiro de los niños de la escuela ya que según él, estaban “las calles de Santa Fe pobladas de niños en las horas en que debían estar en el colegio.”  Tras una visita de inspección a la Escuela de Varones con escasa concurrencia de alumnos –aún menos que el año anterior-, Silva señaló que los padres preferían hacer trabajar a sus hijos desde temprana edad o dejarlos sin control, despreocupándose de la instrucción a pesar de la vigencia de la ley de enseñanza obligatoria.  [6]

(A principios del tercer milenio siguen las mismas dificultades…)

Necesidad de promover el correcto uso  del idioma castellano…

De aquel tiempo se ha reiterado una anécdota referida a una visita de inspección a la colonia de Esperanza donde él sabía que la enseñanza no se desarrollaba en idioma castellano.  Su amigo Félix G. Barreto -que fue director del Archivo de la Provincia y recopiló para editar el libro Papeles de Rosas, cuya impresión fue prohibida y recién se difundió décadas después-; en el discurso de Homenaje de la Junta de Estudios Históricos al ilustre pensador Domingo G. Silva”  rememoró lo relatado por su amigo con referencia a la visita a la escuela alemana de Esperanza del Padre Becquer.  En aquella circunstancia, interrogado por el inspector uno de los alumnos contestó que era de apellido Schneider, que tenía doce años y que era de nacionalidad “alemana” aunque al preguntarle dónde había nacido, contestó “en Esperanza, señor.”

 (Esa anécdota fue reiterada por Díaz Molano en su libro citado. P.99 Luego por López Rosas desde las páginas del libro De la discordia y la melancolíaP. 255)

Incoherencias e incongruencias…

Con tales conclusiones, el maestro rinconero elevó al día siguiente un informe al gobierno a los fines de que se cerrara esa escuela.

En realidad, sabido es por distintos trabajos de investigación histórica que los inmigrantes intentaban por todos los medios no perder su cultura originaria y necesariamente se expresaban en el idioma que habían aprendido desde la niñez intentando seguir haciéndolo con sus descendientes.  Esa actitud generaba un aislamiento perjudicial e impedía que los hijos nacidos en el territorio argentino se formaran adquiriendo las nociones básicas de la cultura pertinente.  En la mayoría de las escuelas privadas de las colonias y pueblos cercanos se aplicaba aquel criterio y aún en la ciudad de Santa Fe donde funcionaba el Consejo General de Educación, se toleraba que en la sociedad “Unione e Benevolenza” que prestaba servicios sociales -entre ellos educativos-, sólo hablaran el idioma italiano.

1888: confluencia en la Legislatura…

Tras la lectura de varias referencias biográficas sobre Silva, resulta evidente el vínculo existente entre este sagaz periodista y los legisladores santafesinos; no sólo por vecindad ya que vivía en la calle Veinticinco de Mayo al sur, donde vivía también don Floriano -y donde se produjo el incendio que destruyó su importante biblioteca-,  sino por los cargos públicos que fue desempeñando.

Seguía Silva ocupado en la inspección de escuelas, y en el informe mensual de abril de 1888, expresó que “de nada vale multiplicar escuelas o establecer clases en ambos turnos, si las aulas han de estar desiertas” y pidió al Poder Ejecutivo que hiciera cumplir la ley ordenando la colaboración de las autoridades policiales para evitar tales deserciones y también destacó que el número de establecimientos y la asistencia a las escuelas privadas superaba a las del Estado.

En 1888 era “Encargado de la Biblioteca de la Legislatura” que habían creado en julio de 1882.

1890: afiliación partidaria y secretario de la Convención.

Domingo Silva fue nombrado secretario de la Convención de 1890 y luego se afilió a “Unión Provincial” cuando esa coalición dirigida por José Bernardo Iturraspe absorbió al Club del Pueblo y desde esas páginas contribuyó al triunfo de Iturraspe.

En ese tiempo, fue convencional en la Asamblea de 1899 que sancionó la Constitución de 1900.  En la capital santafesina había constituido su hogar y allí siguió viviendo hasta su instante final.

1893 – Lucha armada y polémica desde “Unión Provincial”…

(Sabido es que durante el año 1893 se acentuaron los enfrentamientos entre distintos grupos políticos y que el presidente Luis Sáenz Peña en vano intentaba calmar los ánimos de los militantes de diferentes grupos en distintas provincias.  El 3 de agosto, Hipólito Irigoyen estuvo acampado en Temperley con su ejército popular y otro movimiento revolucionario partía desde Quilmes hacia La Plata. Dos días después debió renunciar el gobernador y también el vicegobernador…   En la provincia de Santa Fe, a fines de julio después de ser derrocadas las autoridades locales, se constituyó una junta radical -Carlos F. Gómez; Martín Rodríguez Galisteo, Demetrio Iturraspe, Mariano Candioti, Manuel Cervera entre otros- y un grupo de rifleros integrantes de los “batallones de Las Colonias ‘con las banderas de Suiza al frente’…” avanzó hacia la capital santafesina, tal como lo ha destacado el historiador Rosa.  En el periódico santafesino “Nueva Época” informaron: “En la primera fila y a caballo, venían el doctor Martín Rodríguez Galisteo, Carlos F. Gómez y demás jefes de la revolución, muy contentos al parecer, pero notándose en sus semblantes una pinta de amargura, a causa, sin duda de lo que traían detrás de ellos… los batallones de suizos alemanes, perfectamente armados y uniformados, enarbolando las banderas de sus respectivos cantones, flameando muy alto el pendón glorioso de Valais, que resistió al mismo Luis XIV”… mientras los colonos “gritabas muy ufanos; ¡Viva la Unión Cívica Alemana!  Pero lo más irritante y lo que más chocaba, es que esos extranjeros no son siquiera de nuestra raza; su lengua es diametralmente opuesta a la nuestra, tienen los cabellos rojos, los ojos claros y ninguna vinculación tienen con nosotros.  Así debieron ser los bárbaros que arruinaron el Imperio Romano.”

En el sur de la provincia, durante dos días combatieron en Rosario algunos integrantes de la junta revolucionaria radical contra quienes dependían del jefe de policía Manuel Cilvetti y debieron cesar la lucha tras el trágico resultado: “104 muertos y 268 heridos”.  [7]

El gobernador Juan Cafferata presentó la renuncia tras la victoria de las fuerzas opositoras y también el ministro; asumió el vicegobernador José Elías Gollán ingresando al Cabildo rodeado por Mariano Candioti y un grupo de radicales de Rosario, junto a los rifleros que habían llegado desde Esperanza a la capital provincial. Gollán impotente para poner en marcha el gobierno, decide renunciar y el 31 de julio asume el poder una junta integrada por el presidente del Senado; Bernardo Iturraspe e Ignacio Crespo, de la oposición.  [8]

Así se instaló en el edificio del Cabildo el primer gobierno radical de “la Provincia Invencible”, como afirmaba el tenaz brigadier general Don Estanislao López…)

El polémico Domingo Guzmán Silva, desde las páginas de Unión Provincial que se editó a partir del 30 de noviembre de 1893, denunció diversas irregularidades.  Ha destacado el ingeniero Díaz Molano en su interesante biografía:

“La candidatura de Leiva se impuso en las elecciones del 11 de febrero de 1894, que -según Silva- fueron fraudulentas.  Quejándose del atentado a la voluntad popular, ‘Unión Provincial’ perdió toda consideración a las autoridades electas. En uno de sus editoriales, bajo el título de ‘El Culpable’, decía:

‘No es Luciano Leiva ni su mísera corte de céfalos puro estómagos, los que tienen la culpa de que se encuentre la provincia de Santa Fe, después de los sacrificios de julio, en la triste situación de los aduares africanos:  La culpa es, entera y solemne, de los poderes gobernantes que burlando la opinión pública y dando en tierra con la obra de buenos santafesinos, restableció un pasado lleno de oprobiosas vergüenzas’…”  Edición del 23-03-1894.

Silva designado inspector extraordinario de Escuelas…

El interventor Federal en la provincia de Santa Fe Dr. José V. Zapata nombró a Domingo Silva “inspector extraordinario” con la misión de visitar las escuelas particulares de la provincia.  Así fue como pudo comprobar que en las escuelas que funcionaban en las colonias y pueblos cercanos -Esperanza, Pilar, Progreso, Grutly, Providencia…-, se prescindía de la enseñanza del idioma nacional y según las nacionalidades de los inmigrantes eran los idiomas en que se comunicaban.  Así quedaba relegada la cultura de la región, del país que los había admitido sin otra exigencia que la de ser “hombres de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino”

Silva presidente del Consejo General de Educación…

Es oportuno destacar que a los cuarenta años, ese perseverante autodidacto asumió la presidencia del Consejo General de Educación de la Provincia, sin dejar su labor periodística.

1894: Silva ante el “Congreso Pedagógico”…

Sabido es que los informes de Domingo Guzmán Silva durante su desempeño como inspector extraordinario de escuelas fueron tenidos en cuenta por las autoridades de presidente del Consejo General de Educación, quien elevó al Ministro sus conclusiones junto con el proyecto de presupuesto para el año 1894, indicando que sería conveniente reemplazar a las escuelas privadas extranjeras donde “se ven banderas y escudos de otros países y no hay insignia de nuestra patria, ni retratos de Belgrano, San Martín, Sarmiento y Mitre, donde el habla castellana es menos entendida que el ruso, donde se aplican bárbaros castigos corporales…”

El gobierno no respondió ante esos cambios propuestos y de insoslayable trascendencia y fue entonces cuando Silva utilizó su contundente arma: el 29 de abril de 1894 desde Unión Provincial siguió analizando los procesos educativos y al enterarse de que el Consejo apuntaba a la organización de un Congreso Pedagógico –apoyado por el diario Nueva Época-, desde un editorial expresó:

“No hemos propiciado al Congreso Pedagógico Nacional porque carece de oportunidad, será de dudoso resultado y más que llenar necesidades reales tiende a apagar la grita pública contra el Consejo de Educación, desviando la atención general.  Es la cola del perro de Alcibíades”.

1909: un tal “Gonzalo González”…

En aquel tiempo, Silva publicaba sus comentarios con el seudónimo “Gonzalo González de la Gonzalera” -luego reducido a dos palabras- y como lo ha expresado el ingeniero Díaz Molano, sucesivos escritos relacionados con la Liga del Sur fueron publicados por el polémico y entusiasta periodista, en un folleto de cuarenta páginas titulado El Sur contra el Norte[9]

“1º Después de Caseros, el Pago de los Arroyos había comenzado a crecer, consiguiendo que lo declararan ciudad; más tarde, aspiró a convertirse en Capital de la República.  Mientas este asunto se discutía, la ciudad de Rosario se había dejado estar, esperanzada. De paso, había surgido el diario de Ovidio Lagos, ‘La Capital’, precisamente con este nombre que implicaba una definición de un compromiso.

2º Definido en 1880 el problema de la Capital de la República, Rosario sufrió un rudo golpe, pero pronto se rehizo y comenzó a soñar con otro señorío político, aspirando a convertirse según la frase de Silva en ‘Cabeza imperial de un Estado, quitándole el cetro a Santa Fe’.

Según él, en la exposición de motivos publicada por la Liga del Sur, esgrimían algunas verdades, sobre todo en cuanto a desaciertos sucesivos en el arte de gobernar la provincia, pero recordaba a la gente del sur, que ellos contaban con abrumadora mayoría en la Legislatura y, por otra parte, podían también alcanzar la gobernación con mayoría de electores.

No podía desconocerse -sostenía Silva- que Rosario era la ciudad más populosa y la más rica de la provincia, pero eso no le daba el derecho a convertirse en la cabecera del gobierno.

‘Roma –argumentaba- no gobernó mejor, sino peor, al mundo cuando fue inmensa e imperial, que allá en sus comienzos rústicos.”

Señalaba, además, el ejemplo de los Estados Unidos que habían elegido como metrópoli política a Washington, una pequeña ciudad, dejando de lado a la portentosa Nueva York.

Finalmente, llamaba a la reflexión a los rosarinos: las divisiones de familia no conducen a fines felices.  Los odios -afirmaba- ciegan y quitan la razón.  Para sacar la capital de Santa Fe, había que modificar la Constitución y en cuanto este propósito se anunciara, la vieja capital y los departamentos que le eran adictos se pondrían en pie de guerra.  Al llegar a este punto, Silva, exaltado, agregaba algunas palabras en tono de arenga, dirigida a los hombres del Norte:

‘Ha sonado, les decía, más allá de los asientos del fuerte de Gaboto, la clarinada de alarma.  Con arrogancias que acusan energías reales, el Sur ha levantado el pendón fratricida.’

En el último capítulo de su trabajo, Silva invitaba a la concordia:

‘Sostenga Santa Fe su derecho, no atropelle lo ajeno.  Nada de causar daños irreparables.  El Rosario es el más bello florón de la diadema de la Provincia: vale cuidarla con cariño.  A la bella hermana, la mano, no el puño cerrado’.

‘Sea el programa: dar al Sur todo lo que necesita y al Rosario más de lo que merezca’.

Y finalmente:

‘¡De pie todos los hombres del Norte, no para atropellar, sino para defenderse!’…”

Silva entre papeles e impresiones…

Hay que tener en cuenta que Domingo Silva dirigió los diarios “Unión Provincial) entre 1893 y 1905; al año siguiente “El Heraldo” que fue la continuación de aquel; luego se desempeñó como Jefe de Redacción de Santa Fe hasta 1915, cuando se produjo su fallecimiento.

1910: Profesor en la Universidad…

El gobernador José Gálvez fundó la Universidad Provincial en 1889, “bajo los mejores auspicios”, ya que Floriano Zapata “en nombre de la comisión de Legislación del Senado, había previsto que la nueva casa de altos estudios sería ‘el alma mater, la raíz y tronco de nuestra futura actividad intelectual, la casa solariega de una nueva estirpe de nobles pensadores”.  En agosto de 1894 en la Cámara de Diputados ingresó un proyecto de ley autorizando a los maestros normales a ingresar directamente en la Universidad y Silva publicó en Unión Provincial una nota con el título: “Un proyecto inaceptable” porque “en las escuelas normales no se estudia Filosofía (sino un poco de Psicología), ni Derecho Natural, ni Latín ni más idioma extranjero que el francés.  Los estudios literarios no se hacen en la Escuela Normal de Maestros, o se hacen tan deficientemente que no pueden tomarse en cuenta.”

A partir del 15 de febrero de 1910 fue designado  profesor titular de la cátedra de Literatura General de la Universidad, el poeta recién graduado Dr. Horacio F. Rodríguez y el 2 de marzo, reunido el claustro nombró “profesor suplente” a Domingo Silva.

1911: Prédica opositora desde el diario “Santa Fe”…

El 1º de febrero de 1911 don Salvador Espinosa fundó el diario “Santa Fe” y después de encomendar la jefatura de redacción a un destacado escritor que renunció “para ocupar puestos públicos mejor rentados”… convocó a Guzmán Silva que era el rector del Colegio Nacional “Simón de Iriondo” de la capital santafesina, quien recién asumió el 28 de enero de 1912.

Creación de una Página Literaria

Se ha reiterado que Silva incluyó una página literaria semanal titulada Nuestros Domingos y así fue como empezaron a difundirse los trabajos del perseverante Pío Pandolfo, del doctor Antonio Juliá Tolrá, del entrerriano Guillermo Saraví que ya residía en la capital santafesina.   En aquel tiempo, Lisandro de la Torre y el conjunto de políticos que integraban la “Liga del Sur” presentaron un proyecto para que se trasladara la capital a Rosario y enseguida Guzmán Silva reaccionó:

“Cuando estaba preparando su artillería, de pronto la ofensiva del Partido Latorrista amainó, y entonces ‘Santa Fe’, dijo en forma de editorial: 28 de marzo de 1912.

“Hoy que esa fracción política del trapo rojo no es un peligro para nadie y que convencida de su error surja tal vez apoyándose en la bandera blanca de la concordia, nuestra misión ha terminado.”

En las ediciones siguientes siguieron planteando la prescindencia de sectarismo partidario y con tipografía destacada en la primera página, insistían con tales declaraciones terminando el aviso con esta leyenda:

“Nuestra causa es la del pueblo”.

Homenaje

Sabido es que don Domingo Guzmán Silva falleció el 22 de enero de 1915.  [10]

Aquel cálido día, el periodismo santafesino tuvo una pérdida irreparable y en la primera página de los diarios, la noticia del fallecimiento de don Domingo Guzmán Silva conmovió a los hombres del litoral: jóvenes estudiantes del colegio nacional de Santa Fe, periodistas, poetas y políticos.  El poeta Alfredo Queenblenn Tissiéres redactó una extensa nota:

“Jamás nuestra pluma ha estado tan rebelde para traducir sensaciones espirituales, ni tan inhábil para decir una oración al que merece todas nuestras lágrimas…”

“La nota se cerraba con un soneto del mismo Queeblenn, escrito expresamente, cuyos tercetos finales decían:

‘No has muerto, oh, maestro! de la sacra testa

– ritma tristemente tus ayes la orquesta

que canta sus penas de amargo sabor-

pues no mueren nunca los que en vida fueron

corazones buenos y buenos murieron

de pie ante los hombres cantando al Amor’.”

El diario “Nueva Época”… “olvidando viejos encontronazos, se ocupó del deceso con estas palabras:

‘Ha tenido el Sr. Silva una actitud agitada.  Combatió y puso pasión en el combate.  Ha abierto muchas heridas, pero no usó nunca armas envenenadas ni recursos ilícitos.’

Y añadía: ‘Deja como labor inédita, montones de páginas sobre estudios históricos de Santa Fe, que el gobierno haría obra plausible, recogiéndolas para perpetuarlas en el libro’.”

Su nombre y su renombre…

En la capital santafesina, la tradicional Escuela Superior Nacional de Comercio creada al finalizar el siglo diecinueve -actualmente dependiente del gobierno de Santa Fe-, ostenta su nombre y así también se distinguen otros establecimientos de distintos niveles y algunas bibliotecas.  Autoridades municipales han impuesto sus nombres y apellido a calles de distintas localidades.

Nidia Orbea Álvarez de Fontanini. 2003.

[1] Díaz Molano, Elías Ingeniero. Domingo G. Silva. Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, Colección Los Argentinos, p .22.

[2] Ob. cit. Páginas 23-24

[3] De una crónica escrita por Domingo Guzmán con el título “Héroes Obscuros: Pancho”, publicada en el diario Unión Provincial el 25 de junio de 1905.  

[4] Busaniche, José Carmelo. Vida y obra de Domingo G. Silva.  Conferencia pronunciada el 15 de noviembre de 1936 y publicada al año siguiente.  También el Dr. Carmelo Busaniche fue profesor en la Escuela Superior de Comercio Domingo Guzmán Silva, donde en el nivel terciario se desarrollaba el “Curso de Contadores Públicos Nacionales” hasta que se incorporó a la universidad.   En el cuarto volumen de la colección “Nuevo Rumbo” -estructurada y dirigida por el escritor Luis Gudiño Krämer-, impresa en Librería y Editorial Colmegna durante la segunda quincena de abril de 1946, al final de la primera solapa después de algunas referencias a su trayectoria, consta: “Busaniche es autor de buenos ensayos biográficos, entre ellos los dedicados a Domingo G. Silva, el periodista y educador a quien tanto le debe Santa Fe…”

[5] Floriano Zapata estaba casado con Esmeralda Rodríguez Galisteo, hija del Coronel José Rodríguez y de Rosa Galisteo.  Luego, tío de Agustín Zapata Gollán quien a fines de la década del ’40, des-cubrió el yacimiento arqueológico de “Santa Fe, la vieja”… como él mismo empezó a nombrar a la primitiva ciudad de Santa Fe, fundada por don Juan Garay el 15 de noviembre de 1573.

[6] boletín de Educación. Año II, Nº 35. Santa Fe, 30 de setiembre de 1887 (citado por Díaz Molano.)

[7] Rosa, José María. Historia Argentina. T. 8 – Buenos Aires, Editorial Oriente, 1992, p. 362-366.

[8] El doctor José Rafael López Rosas, publicó una crónica sobre esos acontecimientos en el suplemento La Comarca y el Mundo (29 de marzo de 1986) y con algunas correcciones es el tema 53 de la edición De la discordia y la melancolía (volumen Nº 13 del Fondo Editorial de la Provincia de Santa Fe, mayo de 1986), deficiente en la diagramación porque no tiene índice, sólo una lista numerada de temas, el último anunciado no fue impreso y como consta en la última página: “las correcciones de páginas fueron realizadas por el autor”. J.R. –Rafincho–  López Rosas, abogado, escritor y periodista, fue subsecretario de Cultura en el ocaso del proceso iniciado el 24 de marzo de 1976.  

[9] Es oportuno recordar que el Ingeniero Díaz Molano ejerció la docencia, fue profesor en la tradicional Escuela de Comercio de Santa Fe más reconocida como la Domingo Silva

[10] Díaz Molano, p. 236.

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