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SEPTIEMBRE – MES DE LA EDUCACIÓN

Caminos de Luz y de Amor…

Pedro Raúl y Gastón… por caminos de Luz y de Amor. 

Dalmacio Gálvezy además, era pecoso…

Enfoque de don Luis Ravera ¡el maestro!…

El hogar frente al hijo.

 

Caminos de Luz y de Amor…

Estoy convencida de que aún antes del nacimiento, es necesario esbozar los caminos de Luz y de Amor que han de ser transitados junto a los recién nacidos, a quienes sienten necesidad de expresarse y de crecer en armonía…

No fue por casualidad que a fines de la década del 70,  durante la tarde del 5 de septiembre haya sentido el impulso de escribir esta Revelación[1]

Para mí,

no es madre quien da a luz,

sino quien pone LUZ en la vida.

Gracias, Mami,

por tu LUZ,

que me hizo elegir

entre ser arroyo

que se desvía ante el obstáculo,

y pretender ser como el océano,

con su pleamar y su bajamar,

¡teniendo tantas cosas escondidas!…

ACÉPTAME madura…

                                HE CRECIDO por ti.

Pedro Raúl y Gastón… por caminos de Luz y de Amor.

Aquí, algunas señales percibidas en la trayectoria de Gastón Gori, poeta, escritor, distinguido con el Premio Aníbal Ponce (1982), Miembro Correspondiente de la Academia Argentina de Letras (1983); declarado Ciudadano Ilustre en varias ciudades, entre ellas Esperanza –su lugar de nacimiento- y Santa Fe de la Vera Cruz donde completó sus estudios secundarios y egresó como Abogado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Litoral.

Dalmacio Gálvezy además, era pecoso…

¡Esperanza!… era la ciudad que lucía “con orgullo los trabajos de su plaza pública reformada, su flamante asfalto y su soberbio monumento a la Agricultura ornado de bajos relieves”… merecido tributo del arte, a los desvelos de aquellos “colonos inmigrantes llegados de Europa para roturar las tierras vírgenes”; quienes vivieron y convivieron entre ríos y montes, ora melancólicos, ora nostalgiosos aunque esperanzados, porque veían crecer los trigales y madurar las espigas –a pesar de las langostas y de las sequías-; porque nuevas generaciones fueron poblando las calles con algarabía infantil y entusiastas promesas juveniles.  p. 9

Allí, en Esperanza –por obra del espíritu- se había engendrado un personaje identificado como Dalmacio Gálvez… quien había “fijado bien en su corazón la ternura” de su madre, “su mirada dulce, sostenida…  “Sus piernas eran demasiado largas para andar descubiertas y llamaban la atención. Era “grandote, con pantalones cortos y además, era pecoso.  No tardó mucho tiempo en plantear este nuevo problema a mi madre, y una tarde, en medio de risas y preocupaciones, se aventuró por las calles con flamantes pantalones largos. Caminaba e iba mirándolos… Ya estaban cubiertas sus piernas, pero más desnuda su alma… porque fueron agudizándose sus inclinaciones hacia una vida que le llenó de íntimos dolores y de inefables contentos.”  p.120-121

…”Dejada su vida de callejero despreocupado, comenzó a querer desentrañar misteriosos ensueños.  No encontró solución en los libros –aunque ellos ayudaban satisfaciendo urgentes ansias del pensamiento-, ni tampoco la vida le ayudó mucho a dominarlos, puesto que aún, como si se refrescaran por poder maravilloso, le arrebatan con la intensidad y lozanía primera.  p.122

Por distintos senderos siguieron peregrinando sus amigos, hacia el rumbo señalado en el único Caminodesde el edén hasta el Edén

Dalmacio Gálvez organizó sus ideas, esbozó el comienzo de una trayectoria y con la complicidad de sucesivas pausas propicias para la recreación y la creación, empezó a normar: las moreras, la lluvia, árbol y tragedia… En una tarde de sol, el rescate, el diablo, Berta.  En la leña nació un gatito y él seguía buscando flores de paraísos mientras las avispas, las naranjas, la inundación, las golondrinas del Cabildo… eran otro ejemplo de amor y sutil ofrenda de pájaros en vuelo.  Después, pájaros prisioneros, el entierro del cardenal, el cementerio viejo, el duelo de Jerónimo y el desamparo, la orfandad, el silencio y el desafío sintetizado en una sentencia: hay que matar el Chicho

Tal fue la sucesión de asombros y de hechos; tales los títulos del libro –casi autobiográfico- donde están enlazados los recuerdos desde el tiempo de “aventuras maravillosas” mientras “contaba los ‘proyectiles’, los acondicionaba.  Seleccionaba los mejores para presas de importancia; los comunes para ser disparados a los pájaros que diariamente veía.  Propenso a los trabajos de la imaginación” suponía “que algún animal raro caería en sus manos, ante la admiración de sus compañeros y la envidia de los desafortunados”; porque como él ha confesado, “la desdicha ajena no aminoraba un punto su alegría” pero después, “el dolor o la desilusión ajena, le entristece. Quiere, a veces, ocultarlo, pero es entonces cuando siente más hondamente la desventura de los que sufren.  En aquellos años de niñez traviesa y bullanguera, no sabía que los hombres formamos parte de una especie poco venturosa.” p. 15-16

Después de la muerte de su marido, doña Inés necesitó decir: “- ¡Lleven ese perro! Ya no se lo puede tener aquí.”  Incontenible impulso de las ansias del espíritu –¿maligno?-, provocó que Jerónimo y Dalmacio coincidieran en otra idea; esta vez un pensamiento fatalmatar al Chicho.  Lo comentaron con el Gordo –“un chico del barrio”- y aceptaron que él los acompañara.  Cruzaron “las vías del ferrocarril y divisaron a lo lejos, grupos de árboles, el verdor horizontal de los campos y algunos animales pastando con mansedumbre. Caminaban en medio de la calle firmemente dispuestos al sacrificio… Las perdices encendían sonorines en el contorno rural y se divisaban ya los dos altos cipreses del cementerio viejo”…  Elegido el lugar, ninguno se animaba a matarlo.  Allí estaba el Chicho “con su tierna mirada” y ellos… ¡conmovidos!

Dalmacio, no se sabe qué día ni a qué hora, necesitó contar: “…Sentimientos fundamentales nos florecieron en el corazón; sentimientos de exaltación a la vida en medio de tumbas descubiertas y nichos destrozados.  El ‘Chicho’ no moriría.  Instantáneamente nos resplandeció una nueva luz, y llenos de alegría, lo desatamos y echamos a correr dando saltos sobre los yuyos…”  p.107-112

Habían logrado derrotar a la despiadada consigna ¡hay que matar!…

El pecoso Dalmacio “estaba en el umbral de la pubertad. Ensueños y angustias desconocidas se entronizarían en su corazón”… No pudo precisar en qué época fue adquiriendo la costumbre de permanecer en su hogar días enteros… Otras preocupaciones serias llenaban su espíritu.  Se alejaba cuando podía de los que le rodeaban y permanecía largas horas angustiados.  Notaba que a su alrededor cambiaba el ambiente. Era que él mismo pasaba por una crisis cuyos orígenes no le eran del todo desconocidos y lo volvían reservado”…  p.

Luego, Dalmacio despidió a su amigo Jerónimo porque doña Inés había decidido otra mudanza.  Él sabía que aproximadamente a los trece años de edad, Jerónimo “debió emplearse en un taller como aprendiz”.  Hasta entonces se podía decir que “era libre como chingolo, como todos los pájaros que teniendo para ellos los bosques y los campos, anidan donde su agrado los lleva y gorjean cuando quieren, vuelta la cabeza de soslayo a la luz de cada amanecer. Era libre como todo lo que vive sin fatigosos trabajos”…  p. 113-114

Esas evocaciones y otras… impulsaron a Dalmacio a relatar sucesivas anécdotas:

“Olvidados de maestros, de deberes y de las comunes torturas del aula –mapas, ¡raíz cuadrada! ¡teorema de Pitágoras!- sin ataduras, disfrutábamos de la magnífica libertad.  Y me ocurrió que, apresurado, sin detenerme a mirarla mucho, herí a una palomita que empollaba sobre su nido.  Apenas sobresalían de las pajitas del borde, su pecho y su cabeza.  Con desesperado aletear describió una parábola y comenzó a elevarse alto, muy alto. Mal herida debía ir para que ascendiera tanto, y cayera después donde apenas mi vista pudo distinguir.

Me pareció oír un reproche, como si la voz de mi padre, grave y sentenciosa, me repitiera su común observación:

-‘No mates nunca un pájaro que tenga nido! Cada pájaro empollando, está cumpliendo un serio y dulce mandato del amor.  Los pájaros se aman y luego construyen nidos.  Cada brizna, cada pluma, es llevada con cariño, no sabemos si los pájaros tienen ensueños, aunque estamos seguros de que aman entrañablemente…” p.115

Ya casi recorriendo la mitad del primer camino, Dalmacio relató:

“De la cacería de los pájaros a la de imágenes, habría mediado el vuelo de una mariposa.  Cuartillas.  Ese fue mi destino.  Lucio, se hizo hombre de bien, formal, dotado de capacidad para no imaginar nunca nada; Jerónimo me ha dejado su recuerdo.  Separados una vez, no hemos vuelto a encontrarnos.  Y como es indispensable concluir estas páginas, quédese el lector con la fresca ternura de una mujer que más he admirado, y cuya deliciosa ingenuidad y su amable manera, no marchitan los años, porque ella sabe amar a todos los seres y las cosas con su inocente alegría…  Pero si nombro a mi madre, no concluyo el libro, porque ella llena toda mi vida.”  [2]

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En las últimas décadas del siglo veinte, generalmente los niños usan pantalones largos desde que empiezan a caminar…

Casi se ha perdido el primer eslabón visible de los asombrosos cambios que se van sucediendo, apenas la infancia empieza a ser leve penumbra ante la pujanza de la adolescencia que pareciera iluminarlo todo…

 

Han vuelto los benteveos a los árboles que crecen en los patios de algunos vecinos.  Esta mañana empezaron a comunicarse cuando las madreselvas y los jazmines estaban recién iluminados por el sol.

Miré el reloj… las cinco y media; temprano -pensé- pero me levanté unos minutos después.  Al atardecer, los límites de la incomprensión determinan la imposibilidad de interpretar qué están expresando ahora -casi a coro- los benteveos…

Ese canto me induce a evocar a mi madre, todas las tardes durante casi tres años… a mediados del siglo pasado, recorriendo las galerías del cementerio santafesino, con la ilusión de estar más cerca de quienes ya habían concretado el último vuelo

 

Escucho ese cantar por momentos monótono como suele ser el trinar de los hombres cuando se siente acosado por la rutina y la fatiga.

 

Percibo más pausas en el canto de los pájaros.  Intuyo que están anunciando la marcha del ocaso… tal vez sugiriendo que suspenda ya esta aproximación al Patriarca de los Pájaros.

Entran sonrientes Gustavo y Federico.

Celebra nuestro hijo que en Los Amores -en Las Delicias de Sauce Viejo-… estén tan florecidos los gladiolos y los juveniles rojos… casi, casi como en 1999…

Jueves, 28 de noviembre de 2002-Hora – 18:41:17

 

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Enfoque de don Luis Ravera ¡el maestro!…

Conocí a don Luis Ravera en el hogar de los padres de Eduardo Rodolfo Fontanini Doval porque era amigo de Carlos Ferdinando Fontanini Pantanali, nacido en Esperanza, director y maestro de carpintería en la Escuela de Bernardo de Irigoyen y luego primer director en la Escuela Técnica de Barrancas (ambas en el departamento San Jerónimo). En esta escuela técnica, también ejerció la docencia durante breve tiempo María Teresa Doval Keller de Fontanini Pantanali. A principios de la década del ’40, don Carlos fue trasladado a la capital santafesina con funciones de Director de los Talleres Centrales de Educación organismo que reparaba y construía muebles para dependencias y escuelas… Aquí, esta reiteración que implícitamente es un reconocimiento a sus aportes a la educación permanente por el arte de vivir y convivir…

 

El hogar frente al hijo

En 1947, don Luis Ravera servía en la Inspección General de Escuelas de la Provincia de Santa Fe, y en la Universidad Obrera de Santa Fe -germen de la Universidad Tecnológica puesta en marcha después de septiembre de 1955-, dijo:

“Dentro de los primeros doce o catorce años de vida, el menor, salvo contadas excepciones permanece las tres cuartas partes del día en el hogar o bajo su única fiscalización.  Si la atención que le dispensamos a su formación moral, espiritual y cultural, responde a un propósito bien definido y coordina con lo que corresponde o puede hacer la escuela, los padres no sólo habremos cumplido con nuestra misión, sino establecido las bases para una tranquilidad futura.

Por lo general concentramos nuestros cuidados al aspecto físico. /…/ Si ello es primordial porque está de por medio la salud y la vida del hijo, no nos detenemos lo suficiente a auscultar en igual período las manifestaciones relacionadas con su conducta.  /…/ Las investigaciones hechas en el campo de la psicología son en este sentido terminantes. El medio en que vive el niño y factores que rodean en los primeros años de vida, concurren a definir su personalidad.  /…/  En el primer período aparecen todas las manifestaciones psíquicas y se llevan a cabo las grandes experiencias sensoriales.  El hijo es el centro de las atracciones y del mundo del hogar.  Todos viven y se desviven por él, situación que al no ser regulada ni dirigida inteligentemente, resulta con más frecuencia de la que creemos, aprovechada por el mismo para convertirse en un señor dictador, en lo que concierne, se entiende, a las exigencias e imposiciones que tiene cada vez que quiere ver satisfechos sus caprichos.  Es el caso de niños que no comen si no le sirven la comida en un determinado plato, que no duermen si no se acuesta la mamá y le tiene de la mano, que no permite que se lo deje solo o al cuidado de terceros, que pide siempre lo que desea lloriqueando, que se tira al suelo y patalea porque no se le atiende de inmediato…  Crea a su alrededor una esclavitud ni bien se da cuenta que se satisfacen los caprichos, que luego resultará difícil suprimir y que en más de una ocasión proporcionarán situaciones embarazosas y verdaderos disgustos.

Pero mientras por un lado tenemos al niño que ejercita su papel de tiranuelo, está también el papá, la mamá o el allegado intolerante, que en su afán de enseñar lo que estiman importante, recurren a procedimientos que no siempre convienen ni resultan beneficiosos… porque estiman que razona y piensa como adulto y  que por consiguiente debe acatar lo que dice o señala el jefe.  Uno de esos problemas lo tenemos en el lenguaje, cuya evolución está en relación con el desarrollo de los centros mentales. /…/ Si… al lenguaje aniñado, se suma, como hemos observado con frecuencia, la enseñanza de palabras o frases groseras que él no entiende o conoce, hecha por lo general por el pariente, el amigo o propio padre, frases que al principio se festejan como gracia y luego costarán lágrimas corregirlas, el problema se agrava y sería el caso de preguntar: ¿A quién habría que castigar en tal caso?

Tengamos sumo cuidado en esto, no sólo por lo aparente y exterior, sino por los conflictos de orden interno que llegan a crear al menor.

El niño para demostrar su disconformidad o estado de enojo recurre al empleo de términos o palabras soeces, es porque se lo hemos enseñado o bien, porque en circunstancias análogas hicimos uso de las mismas sin el menor reparo ante el mismo”…/…/

Sin querer y con total olvido de la condición de niño, no es tampoco extraño se haga toda una tragedia y magnifique el cuadro, cuando mancha el mantel, derrame el agua o rompe una copa.  No siempre incurre en ello el menor por descuido, sino que puede ser accidental, pero no obstante se le recrimina enérgicamente, sin considerar que carece todavía de suficiente dominio muscular y existe torpeza en el movimiento…

Hay que saber no ver y disimular ciertos actos del niño.  La mejor contra réplica es repetir la acción en forma correcta o no decir nada, para que ello no aparezca sobre estimado o con un sentido o intención que él no conocía, que puede llevarlo más tarde a repetirlo de nuevo, por el hecho de molestar o causar un disgusto…  Ya pasará esa edad y por propia experiencia irá dando a los objetos la valoración que corresponde…

Dentro de esa misma edad encuéntrase también el problema del juego… Ha de aprovecharse del juego para lograr por ese medio desgaste de energía, crear hábitos de orden, de respeto y sentido de responsabilidad…  El hogar encuéntrase en situación de ventaja para secundar en este orden y para bien del hijo, al maestro y a la escuela… Si importante es atender a la necesidad del juego, también lo es saber con quien juega, pero no sólo por la conducta o corrección del que comparte esa actividad, sino por la edad de éstos.  Cuando el niño vive rodeado de personas mayores o entre otros de mucho menos edad que la propia, encuentra por lo general fuera de su núcleo de juego y ve forzado a reprimir sus impulsos o a ejercer dominio desmedido…  El niño que no juega, que se entretiene molestando a los demás, colocando obstáculos al paso de los mismos para provocar la caída, que golpea una baldosa suelta a fin de salpicar a un compañero, mueve el banco con el fin de derramar tinta, corta una planta, sacrifica a un animal… constituye el ejemplo típico y la preocupación y pesadilla de padres y maestros, en la que sólo una ayuda mutua y amplia comprensión puede llevar a la solución de tan difícil problema… El hijo único forma el común de los ejemplos…

Frente al mundo de preguntas que formulan los niños en esa edad, se suele responder unas cuantas veces y termina luego casi siempre con la indicación de que se calle o deje tranquilo, porque preferimos a ellas, la lectura del periódico u otro entretenimiento, cortando así de plano el ansia de aprender del menor, que comienza a descubrir las maravillas de la naturaleza que le rodea y la necesidad de ser ayudado para conocerlas…

Al iniciar el niño su vida escolar, si los padres dedicaron en el período anterior la necesaria atención a la formación integral, ubicándose en el plano real, no sólo se encontrará en situación de ventaja para el aprovechamiento de la enseñanza, sino que será facilitada la tarea del maestro en beneficio del primero. Desgraciadamente no siempre ocurre así, pareciera que primara todavía en ciertos sectores de la sociedad, aquello: ‘mientras el hijo está en la escuela estamos tranquilos’, no siempre por lo que ésta realiza en su favor, sino por la despreocupación que representa, al extremo que muchos consideran saldada toda la obligación con la matrícula, compra de los útiles y demás elementos de trabajo.  ¿Cuántos nos preocupamos por conocer a la maestra de nuestros hijos y mantenemos frecuente comunicación con la misma, a fin de interiorizarnos acerca de la manera cómo trabajan, cómo se desenvuelven y cómo puede ser secundada su acción y la de la escuela?   Es probable que muchos nos encontremos en deuda y la presencia en la casa donde se educan los hijos, se produzca cuando estos participan en alguna fiesta o somos requeridos para informarnos sobre su conducta.

En el último de los casos el epílogo es siempre un disgusto con las consiguientes reacciones y castigos, que más que corregir concurren a distanciarnos del hijo y a resentir la confianza, que debe ser base del respeto que debemos inspirarle… Desde el punto de vista psicológico y afectivo tiene una extraordinaria importancia para el niño, saber que los padres conocen a la maestra y están en comunicación frecuente con la misma…

El temor anula la sinceridad y deja sedimentos de rencor que a modo de impulsos refrenados, un buen día nos hacen aparecer con una personalidad distinta de la que se nos creía, mientras que la comprensión y el amor, hace que obremos llevados por el deseo de superarnos e identificarse con el ejemplo de quienes nos rodean.

Otro de los problemas comunes y que concurre también a malograr la educación de los hijos, es la ayuda excesiva que se presta a los mismos durante el período escolar.  Por ley natural nos inclinamos al menor esfuerzo.  El niño que encuentra en el padre o la madre, quien realiza todos los trabajos y libra de esfuerzos, no sólo es dañada en lo que atañe a su preparación y capacitación, sino que en el orden moral, al aparecer con una obra que no le pertenece.  Un dibujo, la solución de un problema, una composición, el trazado de un mapa, un resumen, etc. en la que no se tuvo participación inteligente y la tarea se redujo a copiar, hará que se luzca ante los compañeros de grado o propio maestro, pero lleva en cierne la mentira, la simulación, la vanidad, el falso orgullo, que le deformará espiritualmente y deparará para el mañana cuando se vea ante la realidad cruda, su completo derrumbe moral.

No significa esto que haya que desentenderse con los trabajos escolares o privar de la indispensable ayuda y colaboración, sino limitarla a los efectos de que el menor se vea precisado a realizar esfuerzos, a poner en juego la voluntad y se sienta responsable de sus actos.  Cada dificultad salvada importará un triunfo y un estímulo, mientras que de la otra manera, no será más que una ficción que se desmoronará en el momento menos pensado, dejando en el espíritu la amargura y el rencor, que le hará uno de los tantos resentidos sociales o un fracasado.

Meditemos sobre este particular y que el amor a los hijos no lleve por incomprensión a causarle un daño moral, del que costará mucho librarse mañana…

Basta mirara en derredor y perderse en los recuerdos de la infancia, para descubrir cuánta soledad rodea al niño que ha perdido la fe en sus mayores y se ve precisado a recurrir a extraños para volcar su mundo interior y cuánto gravita esa falta de confianza, en la formación de su personalidad…

Un pedagogo contemporáneo refiriéndose a este aspecto del problema dice.  ‘El día que en todos los hogares del mundo, los niños puedan inclinarse respetuosos ante el ejemplo de los padres, no se hablará de crisis de familia.   Se habrá valorado y medido la potencia de ese medio de educación, que es la rectitud y el amor.  Ese amor que transforma el pretendido derecho de los padres, en un constante deber, que lleva al sacrificio y al renunciamiento; ese amor que es el respeto ante la vida y ante el destino de la persona humana en constante devenir; ese amor que hace de la autoridad una solicitud que obra atrayendo al bien; ese amor, gracias al cual la obediencia necesaria se convierte en una adhesión consciente y en una aceptación.  Ese amor, por fin, en cuya llama purificadora los padres y educadores se despojan del viejo hombre y adquieren la convicción de que el mejor medio de educación a emplear, difícil talvez, pero el único eficaz, no es la autoridad sino el ejemplo’.”  [3]

Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

 

[1] El 24 de octubre de 1984 presenté en la Sala Leopoldo Marechal del Teatro Municipal “1º de Mayo” de Santa Fe de la Vera Curz, el poemario Poemas para Tioco, integrado con versos escritos y entregados a familiares, amigos, alumnos… en distintas circunstancias.  En ocho meses habían fallecido seis tíos.  Sentí que la grieta era demasiado profunda.  Elegí dos hojas del helecho culantrillo que tanto le agradaba a mi abuela materna Teodora Ramos de Álvarez -plantas nuevas que son un símbolo en nuestro jardín familiar-, y pedí a los jóvenes hijos de Edit Sedrán de Macagno que reprodujeran esas formas en una imagen plana para la tapa del libro.  El poema Revelación está impreso en la página 65.

[2] Gastón Gori. Y además, era pecoso… Santa Fe de la Vera Cruz, Distribuidora Litar S.A. 1982, p. 122, final del libro.

[3] [3] Universidad Obrera de Santa Fe. Docencia Libre.  Santa Fe, Editorial Castellví, 31 de mayo de 1948, v.9, p. 17.(…ciclos de conferencias donde se enuncien los grandes problemas del arte y de la ciencia. Art. 1º, inc. c. del Estatuto de la Universidad Obrera).  Uno de los tantos libros que me han regalado apenas editados, para que disfrutara leyendo…  A principios de 1949 dejé algunas señales en los textos que dicté a compañeros de estudio que preparaba para rendir exámenes de equivalencias -estenografía- por cambio de escuelas y diferencia de sistemas taquigráficos.  Aún recuerdo los atardeceres entre signos y claves, con Jorge Orsi Tesutto. Agrego al releer en octubre de 2005: Jorge y Lilián Fernández unidos en matrimonio, tuvieron tres hijos.  Elsita es quien ahora co-opera con servicios de impresión para la presentación del CD  “Decíamos ayer”… ¡Solo uno es el Camino!… / En aquel conjunto de poemas de Paulina Simoniello, dedicado a las mujeres (p.89-129); en la página 94 está manuscrito: “Eduardo – 2/3/49 – Hora 20:30”, día con sentires semejantes a los de Elena Chautemps cuando incorporaron al servicio militar a José Bartolomé Pedroni (en 1912).  La anotación está en la página alusiva a Las apasionadasLas sacrificadas. Desde siempre el amor, el Amor… el placer de servir;  Eduardo:  cierto apasionamiento y ningún sacrificio, ni siquiera en sentido figurativo… Simplemente vivir, convivir, compartir…

 

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