Estás aquí
Inicio > Efemérides > Argentina > Mayo 11 – Día del Himno Nacional Argentino.

Mayo 11 – Día del Himno Nacional Argentino.

11 de Mayo: Día del Himno Nacional Argentino.

“Los patrones de los símbolos nacionales”.

La música.

Ecos en el Congreso Nacional.

Un dato insoslayable.

“Avancemos… sin marchitar los laureles”.

 

              Coro

Sean eternos los laureles

Que supimos conseguir.

Coronados de gloria vivamos

O juremos con gloria morir.

        1. Oíd ¡mortales! el grito sagrado:

¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!

¡Oíd el ruido de rotas cadenas!…

Ved en trono a la noble Igualdad.

Se levanta la faz de la tierra

una nueva y gloriosa Nación:

coronada su sien de laureles

y a sus plantas rendido un León

        1. De los nuevos campeones los rostros

Marte mismo parece animar;

la grandeza se anida en sus pechos,

a su marcha todo hace temblar.

Se conmueven del Inca las tumbas

y en sus huesos revive el ardor,

lo que ve renovando a sus hijos

de la Patria el antiguo esplendor.

        1. Pero sierras y muros se sienten

retumbar con horrible fragor:

todo el País se conturba por gritos

de venganza, de guerra y furor.

En los fieros tiranos la envidia

escupió su pestífera hiel,

su estandarte sangriento levantan

provocando a la lid más cruel.

        1. ¡No lo veis sobre Méjico y Quito

arrojarse con saña tenaz,

y cuál lloran bañados en sangre

Potosí, Cochabamba y la Paz!

¡No lo veis sobre el triste Caracas

luto y llantos y muerte esparcir!

No lo veis devorando cual fieras

todo pueblo que logran rendir!

 

        1. A vosotros se atreve ¡Argentinos!

El orgullo del vil invasor,

vuestros campos ya pisa contando

tantas glorias hollar vencedor.

Mas los bravos que unidos juraron

su feliz libertad sostener,

a esos tigres sedientos de sangre

fuertes pechos sabrán oponer.

        1. El valiente argentino a las armas

corre ardiendo con brío y valor!

El clarín de la guerra cual trueno

en los campos del Sud resonó.

Buenos Aires se pone a la frente

de los pueblos de la ínclita unión,

y con brazos robustos desgarran

al ibérico altivo León.

        1. San José, San Lorenzo, Suipacha,

ambas Piedras, Salta y Tucumán,

La Colonia y las mismas murallas

del tirano en la Banda Oriental;

son letreros eternos que dicen:

“Aquí, el brazo argentino triunfó:

aquí, el fiero opresor de la Patria

su cerviz orgullosa dobló.”

        1. La victoria al guerrero argentino

con sus alas brillantes cubrió,

y azorado a su vista el tirano,

con infamia a la fuga se dio;

Sus banderas, sus armas, se rinden

por trofeos a la libertad,

y sobre alas de gloria alza el pueblo

trono digno a su gran majestad.

        1. Desde un polo hasta el otro resuena

de la fama el sonoro clarín,

y de América el nombre enseñando,

les repite: “¡Mortales, oíd!

Ya su trono dignísimo abrieron

las provincias unidas del Sud.”

Y los libres del mundo responden:

“¡Al Gran Pueblo Argentino Salud!”

                                   Vicente López y Planes.

(Trascripción en el libro

“Nuestra Patria” de Carlos Bunge.)

 

11 de Mayo: Día del Himno Nacional Argentino

La Asamblea General Constituyente del año 1813, realizó una fecunda labor legislativa.

El 2 de febrero, declaró libres a los hijos de los esclavos nacidos en el país desde el 31 de enero de ese año, fecha de instalación del Cuerpo y por ello declarado “día de la libertad”.   Como advierte el historiador Vicente Sierra, “no abolió la esclavitud, sino la introducción de esclavos”, agregando “la libertad de vientres”, “sin ofender el derecho de propiedad”, porque “la compraventa de esclavos continuó en el país”.  Declaró extinguidos los tributos de los “indios”, “la mita, el yaconazgo, la encomienda y el servicio personal”; prohibió los mayorazgos, títulos y símbolos de nobleza; estableció las relaciones con la Iglesia; prohibió la tortura judicial, extinguió el Tribunal de la Inquisición.”   En el análisis de los problemas económicos, dispuso la “emisión de moneda con cuño nacional”, con el “sello de la Asamblea” adoptado, que pasó a ser el Escudo Nacional, posteriormente reemplazado.

El Himno aprobado en esas circunstancias, había sido escrito por el jurisconsulto y poeta Dr. Vicente López y Planes (n. en Buenos Aires, 03-03-1784; m. 10-10-1856), quien reflejó en esas conmovedoras estrofas, su entusiasmo político demostrado como defensor de la soberanía durante las invasiones inglesas (1806-07), en 1812 siendo secretario de la expedición libertadora al interior, y en 1813: Diputado en la Asamblea.

El 12 de mayo el Supremo Poder Ejecutivo comunicó a los gobiernos del interior, que se había aprobado “la canción que por comisión de ese Soberano Cuerpo en 6 de marzo último ha trabajado el diputado López”, la que tenía que considerarse “única marcha nacional, debiendo por ello mismo ser la que se cante en todos los actos públicos” y se acompañaba la copia certificada “para su debida observancia y cumplimiento”.

El oficio del Triunvirato expresaba que era necesario transmitirla a quienes correspondiera en el territorio a su mando, para cumplir con los fines enunciados y con el propósito de “inspirar el inestimable carácter nacional, y aquel heroísmo y ambición de gloria que ha inmortalizado a los hombres libres”.

El catalán Don Blas Parera (n. en Barcelona en 1777) compuso la música.  En la sesión del 1º de junio, la Asamblea ordenó al Ejecutivo “entregar del tesoro del Estado doscientos pesos”, en pago de “la música y ensayo de los niños” que habían “puesto en ejercicio en las fiestas Mayas la Canción Patriótica Nacional, mandada formar por esta Asamblea”, documento que firmó López y Planes como Presidente del Cuerpo. Estos son los datos que surgen de las actas de la Asamblea.  Existen actas del Cabildo que han permitido sustentar la tesis de hechos anteriores: el 25 de mayo de 1812 durante una representación teatral, un personaje invitaba a cantar “con fervor nuestro himno patrio y que ésta sea desde hoy en adelante la única canción oficial que se cante en esta Nación”.

“Dos días después de ello, Saturnino de la Rosa hacía cantar una canción suya con música de Blas Parera”, “maestro de música en el teatro”.  El Cabildo, encargó al regidor Manuel José García que buscara al poeta que escribiera la marcha patriótica “que deban entonar los niños semanalmente y cantarse al principio de las representaciones teatrales, para inflamar el espíritu público”.  El 4 de agosto de 1812, García cumplió y entregó una letra “original de Fray Cayetano Rodríguez”.  La amistad que unía a Rodríguez y López, comprometió al primero a retirar su obra cuando en el Cabildo escuchó la marcha compuesta por López y Blas Parera.  Siguiendo estas investigaciones, en la que el historiador Mariano G. Bosch basa su estudio en Actas del Cabildo, comparando con las de la Asamblea, existe una “confusión de fechas” porque ese Cuerpo le encomendó el 6 de mayo, que “trabaje” en la canción compuesta en su primera estrofa y estribillo., y en una sesión del 6 de noviembre de 1812, en el Ayuntamiento se acordó pagar a Parera y a cada uno de los niños del coro; por lo cual la primera vez que se cantó el Himno, no pudo ser como se ha transmitido tantas veces, cuando “de Luca llevó los versos a lo de Thompson y Parera, allí presente, fue invitado a ponerle música”, ni tampoco que la Asamblea hubiera fijado “el 11 de mayo para escuchar las composiciones poéticas”.  Dardo Corvalán amplió esta investigación, y concluye con que lo que hizo la Asamblea fue reconocer oficialmente una canción que ya se conocía.

La historia de la Historia, suele ser motivo de controversia y aunque se trate de un símbolo patrio, queda planteada la duda.  Lo importante es volver la mirada sobre esos versos que el historiador Adolfo Saldías caracterizó como de “acentuada tendencia monarquista”, reflejo del pensamiento de los dirigentes de ese tiempo.  Lo califica como “un potente grito de guerra”.  Al respecto tienen relevancia las opiniones del hijo de López y Planes, el historiador D. Vicente Fidel López, quien expresa que es posible “encontrar en cada una de sus estrofas el brillante comentario de esa fórmula típica de la Majestad del Trono Imperial, extrañamente engalanada con las prendas de la Libertad Política, de la Igualdad Democrática y de la Victoria Popular”.

Existe otro testimonio que confirma el criterio de Saldías, en una carta que el monarquista José María Roxas escribe en 1862, reconociendo que si se hubiera implantado la monarquía, habría quedado “cumplida la profecía del poeta don Vicente López, amigo íntimo de Darragueira, en la última estrofa de la hermosa canción nacional que tenemos.  Ésa fue su intención: lo sé, como otros, de su boca.  Era de los patriotas, padres de la Revolución del 25 de mayo de 1810, hecha con esa tendencia”.  Quede una vez más planteada la divergencia, y sea estímulo para continuar con la búsqueda de más datos, para conocer nuestra historia nacional y así reconocer los aciertos y los errores, extraer conclusiones y obrar en consecuencia.  Será difícil para quienes han observado desde la niñez en sus textos escolares la reproducción del óleo que representaba la escena del estreno del Himno en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, aceptar esta versión.

Así resulta en la realidad, la distancia entre los hechos -causas y consecuencias- y las crónicas -relatos que generalmente tienen distintos enfoques-, son insuficientes para abarcar la totalidad de la historia de la Historia…

“Los patrones de los símbolos nacionales”…

En el Decr. Nº 10.302 del 24 de abril de 1944, se establecieron los patrones para el uso de los emblemas nacionales.

“El Escudo, la Bandera y el Himno son símbolos de la soberanía de la Nación y de la majestad de su historia” y “tienen los caracteres establecidos por las primeras asambleas constituyentes y fueron consagrados por los próceres de la emancipación”.

Así es posible leer en ese texto legal, que reconoce las “modificaciones caprichosas en los artículos y colores”, de los primeros, o en “los versos, ritmos y armonía” del Himno.  En consecuencia, sucesivos considerandos determinan los motivos que justifican la norma, y con respecto a la canción patriótica, reconoce que “la letra y la música fueron motivo de patrióticos debates y veredictos que fijaron y resolvieron con claridad las cuestiones suscitadas”, por lo cual “se ha demandado con acierto la estabilidad de una versión única”, situación que deberá “poner término a la verdadera anarquía que existe para la ejecución del Himno Nacional”.

Determina el decreto que “la letra de la canción patria está comunicada oficialmente por la Soberana Asamblea que la sancionó, en pliego que custodia el Archivo General de la Nación y a cuyo texto corresponde atenerse.”

“Con respecto al pleito de la música, existen pronunciamientos doctos que coinciden con el sentimiento popular, respecto de la versión más auténtica del Himno”.

Consta haber sido tenidas en cuenta, las conclusiones de la Comisión presidida por el Rector de la Universidad Nac. de Buenos Aires, en 1927, y que hizo suyas el Gobierno de la Nación, por acuerdo del 25 de setiembre de 1928, adoptando la versión musical del maestro argentino Juan P. Esnaola, editada en 1860, como arreglo de la música del maestro Blas Parera y en el concepto compartido por la Nación, de que en el trabajo de Esnaola nuestro himno volvía a ser lo que fue”.

Se dispuso que “por los motivos respetables invocados en el decreto del 30 de marzo de 1900, sobre omisión en el canto de algunas frases del texto de López, se confirma dicha decisión”.

(Sin constancia en “Anales de Legislación Argentina” 1889-1919, no se incluyen en este punto más precisiones”.)

Ha de servir para una oportuna reflexión la lectura de otras consideraciones:

“…Estos emblemas que son sagrados, irradian no solo la sugestión religiosa del culto patriótico, cuya llama debe mantenerse viva, sobre todo en los países de inmigración como el nuestro, sino también evocan los memorables acontecimientos de nuestra historia y las glorias que la tradición recuerda a través de los tiempos, para hacer ‘eternos los laureles que supimos conseguir’.”

El art. 1º dispone “téngase por patrones de los símbolos nacionales, los ejemplares y textos mencionados en los considerandos de este decreto y cuyas reproducciones auténticas corren agregadas al expediente Núm. 19.973-F-1943.”

Los artículos siguientes se refieren a la Bandera Oficial de la Nación, a la Banda que distingue al Jefe del Estado, al Escudo Nacional.  En el art. 6º se dispone: “Adóptase como letra oficial del Himno Nacional Argentino el texto de la canción compuesta por el diputado Vicente López, sancionada por la Asamblea General Constituyente, el 11 de mayo de 1813, y comunicada con fecha 12 de mayo del mismo año por el Triunvirato al gobernador-intendente de la Provincia.  Para el canto se observará lo dispuesto por el acuerdo del 30 de marzo de 1900”, reitera.

La música…

El artículo siguiente indica: “adóptase como forma auténtica de la música del Himno Argentino, la versión editada por Juan P. Esnaola en 1860, con el título: ‘Himno Nacional Argentino. Música del maestro Blas Parera’.  Se observarán las siguientes indicaciones: 1º) en cuanto a la tonalidad, adoptar la de Sí bemol que determina para la parte del canto el registro adecuado a la generalidad de las voces. 2º) Reducir a una sola voz la parte del canto; 3º) dar forma rítmica al grupo correspondiente a la palabra ‘vivamos’; 4º) conservar los compases que interrumpen la estrofa, pero sin ejecutarlos.  Será ésta en adelante, la única versión musical autorizada para ejecutarse en actos oficiales, ceremonias públicas y privadas, por las bandas militares, policiales y municipales y en los establecimientos de enseñanza de todo el país.”   Sigue el articulado.  Fdo. Edelmiro J. Farell – Luis C. Perlinger – César Ameghino – Juan D. Perón –  Alberto Teisaire – Diego I. Mason – Juan Pistarini.

Ecos en el Congreso Nacional…

La Delegada por Chubut, Sra. Paulina Escardó de Colombo Berra -Justicialista-, concretó en la sesión del 12 de mayo de 1954 un “Homenaje al Himno Nacional”.

Expresó:

“Tiene el ser humano un don supremo, que es la palabra.  La palabra, símbolo de ideas y sentimientos -vínculo de unión entre los hombres y, muchas veces, también de desunión- manifestados por la voz humana, cualidad que define en muchos casos la personalidad del hombre.

Rica en inflexiones, variada en matices, alcanza su grado máximo en el canto.  El hombre habla en un tono normal o habla por lo bajo, pero canta hacia arriba.  Un ser humano, cuando canta, tributa siempre un homenaje a un afecto, a un sentimiento, a otro ser, cuando no a una nostalgia o a un recuerdo.  Pero el canto adquiere valores insospechados cuando el que lo hace lo dedica a su patria, al solar nativo que encierra tantos efectos, que despierta tantos hechos pretéritos.

Por eso no hay homenaje más grande ni más completo a la Patria, en el mundo de los sonidos, que una muchedumbre cantando un himno nacional.  Lo entona el niño sin comprender a veces bien su alto valor; lo entona la juventud con su pujanza y emoción de cosas grandes; lo canta el hombre maduro en la seguridad de realizaciones, fuente de nuevas esperanzas y lo canta el anciano con labio balbuciente y ojos llorosos, pletórico de recuerdos de hazañas, pletórico de glorias pasadas y -no pocas veces- vividas.

Entonar el himno de la patria es entonar un himno a Dios, un Deo Gratias por todo lo pasado, por todo lo presente y por todo lo futuro.”

Habló en representación del bloque mayoritario y reconoció que en su homenaje utilizó una “palabra nueva y con un sentimiento nuevo”, porque en ese tiempo, el himno “se ha entonado en todo el suelo patrio, a lo largo y a lo ancho de nuestro territorio, con las satisfacciones nuevas de las realizaciones del momento que vivimos y con la esperanza nueva de la total convivencia feliz de los pueblos hermanos.”  Hubo exclamaciones aprobando y hubo aplausos.

Concluyó destacando: “Hoy como nunca es la nuestra una nueva y gloriosa Nación; hoy como nunca la victoria de una vida mejor y de un porvenir promisorio cubre con sus alas brillantes a los argentinos; hoy como nunca alza el pueblo, el soberano pueblo que ama a Perón y a Eva Perón, trono digno a su majestad: su soberana voluntad.  Y hoy como nunca, libres los pueblos del mundo responden: “¡Al gran pueblo argentino, salud!

Algunos legisladores “rodean y felicitan a la oradora”.

Más aplausos y exclamaciones.

Un dato insoslayable…

Ese homenaje al Himno Nacional, es el primero pronunciado en el período democrático iniciado con la Presidencia del Gral. Juan Domingo Perón: y pertenece a una mujer.  Sabido es que larga ha sido la esperanza de igualdad en los derechos cívicos, y que fueron vanos los intentos de varias generaciones de argentinas para ver sancionada la ley que garantizara el ejercicio de sus legítimos derechos.

Ha sido a partir de  la insistente labor de Eva Perón, por su perseverante acción y la autoridad que emergía de sus ejemplos en acciones cotidianas, el logro de la sanción de la Ley Nº 13.010 que al otorgar el voto femenino, confirma el derecho a ser elegida.  El pueblo -hombres y mujeres-, comprometidos y solidarios, son el pilar esencial de la democracia.

Es ese pueblo el que trabaja silencioso y el que cuando canta el Himno Nacional clama “¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!”… porque sin libertad no hay justicia, sin justicia no hay paz…

 

En aquella sesión del 12 de mayo de 1954, en representación del bloque de la Unión Cívica Radical habló el Dip. Donato Latella Frías de Córdoba, quien justamente se refirió a ese grito de ¡libertad! “que debe guiar a los argentinos del presente y deben legarse a los del futro, para que en ningún momento se trate de inculcar en la mente de los hombres que habitan esa Nación, nada que no esté vinculado con esta exaltación patriótica que debe ser imperecedera y respetada en todos los tiempos y no referida a elementos de la política actual”.  Concluyó reconociendo que “el Himno Nacional debe ser sentido por todos y constituir un vínculo de unión de los hombres que nacen o adoptan esta estas tierra…”

Dijo finalmente: “…que el himno sea vínculo de unión y superación, que no separe, porque ya hay demasiados motivos de separación”… Finalizó el homenaje.

 

Nidia Orbea Álvarez de Fontanini

07 de mayo de 1992.

Bibliografía consultada:

  1. “Anales” de Legislación Argentina. Año 1948.
  2. “Diarios de Sesiones” del Congreso Nacional. Cámara Diputados 1948-1954.
  3. “Diccionario de la República Argentina” de Juan Pinto.
  4. “Gran Enciclopedia de la República Argentina” de Diego Abad de Santillán.
  5. “Historia Argentina” de Vicente Sierra.
  6. “Nuestra Patria” de Carlos Bunge.

 

(Cartilla elaborada desde el Servicio de Educación Permanente por el Arte -SEPA- como aporte al Plan Cultural 1992 del Centromultimedios “Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe”, Programa 1 “Difusión y Promoción Cultural”, subprograma 2.1. “Informes periódicos – Efemérides”, coordinado con radios de frecuencia modulada de distintas localidades de la provincia de Santa Fe y con las pertinentes escuelas de gestión oficial y privada.)

 

* * * * * * * * * * *

“Avancemos… sin marchitar los laureles”

12-01-1984  Páginas voladoras…

 

 

Constituimos una Nación donde la palabra y la acción suelen ir por caminos diferentes.  Cantamos ¡Sean eternos los laureles / que supimos conseguir! y a medida que avanzamos -tal vez involuntariamente- los hacemos marchitar.

Cada gobierno nuevo que se instala en el poder, repudia los errores de sus antecesores.  Falta valor y justicia como para destacar los méritos -que aunque pocos-, han sido suficientes como para mantener vivo el espíritu del pueblo, aún después de los últimos siete aciagos años del ¡proceso de reorganización nacional!, cuya reorganización fue tan desviada que día nos conmueve una nueva y trágica revelación.

Sin embargo, cuántos de esos personajes habrán vivido toda su existencia condenando el grito de ¡mueran los salvajes unitarios!… en cuyo tiempo, se defendió la soberanía nacional de manera indiscutible, igual que se bregó por un auténtico federalismo.

En un siglo de nuestra historia, los documentos nos permiten acercarnos a otros sucesos y otras personalidades que por el interés de la Patria hay participado en polémicas encendidas, no exentas de agravios, injurias e intrigas.  Volvamos allí nuestra mirada, a las Cartas Quillotanas de Alberdi y las Ciento y una de Sarmiento, “documentos psicológicos de patología política”, al decir de Julio R. Barcos.

“Educacionista sin educación; civilizador que es la barbarie letrada y personificada; liberal,  que es un Facundo II por su temperamento; sabio que no ha puesto el pie en una escuela ni oído un profesor, ni dado un examen, ni ganado un diploma universitario; hombre de estado progresista, que combate la causa de Rivadavia y reemplaza a Rosas en la causa que sirve; doctor honorífico, general honorífico, académico honorífico, es decir, factotum que no hace nada como instrumento mecanizado; eso es Sarmiento.”

Sarmiento le responde:

“No ha habido en Valparaíso un hombre de los que pertenecen a la multitud de frac que le saque los calzones a ese raquítico, jorobado de la civilización y le ponga polleras; pues el chiripá que es lo que lucha con el frac, le sentaría mal a este entecado que no sabe montar a caballo; abate por sus modales; saltimbanqui por sus pases magnéticos; mujer por la voz; conejo por el miedo; eunuco por sus aspiraciones políticas; federal unitario; ecléctico; panteísta; periodista; abogado-conservador; demagogo y enviado plenipotenciario de la República Argentina, la viril, la noble, la grande hasta en sus desaciertos.”

En este año del centenario de la muerte de Juan Bautista Alberdi, genitor de la Constitución de 1853, no hace falta comentar este intercambio de agresiones.

¡Dejemos que sigan lozanos los laureles!

Pero sí es necesario detenerse a pensar, que tanto gobernados como gobernantes, somos responsables de la Argentina que transitamos o de la Argentina que construimos, o de la Argentina que devastamos.  Convencerse de que sólo es libre quien es capaz de cumplir siempre con el deber. Que los laureles estarán fertilizados si practicamos el noble ejercicio del bien común, porque nadie puede realizarse en una comunidad que no se realice…  Que sólo se puede avanzar por el camino de la verdad, y que ya son muchas las páginas de la historia que hubo que ir corrigiendo inmediatamente por falta de autenticidad; cuando  “Hechos, batallas, generales y gloria”, contradictoriamente eran “deshechos, derrotas, anonimato y dolorosa ignominia y vergüenza”.  (¡Basta de falsedad!  ¡Basta!)

El mejor homenaje a Juan Bautista Alberdi, será volver definitivamente a la Constitución, y perfeccionarla para que la justicia social esté asegurada en nuestra amada Patria.  Sin justicia, no hay paz duradera, y la justicia tiene sus bases sólidas, únicamente en la verdad.

Si realmente queremos avanzar,  no nos detengamos tanto para mirar hacia atrás.  Eduquemos nuestra mente, y que la memoria se fortalezca para apreciar nuestra realidad argentina.

Será tanto lo que descubriremos por hacer, tanta la demanda de creatividad e imaginación, que las palabras de Miguel Cané, publicadas en “El Nacional” el 18 de marzo de 1858, estarán aún vigentes cuando le contestaba a Sarmiento por su nota “¡Basta Cané! ¡Basta!”

“Pasemos, pues, sobre las flores y sobre las espinas y vamos adelante.”

Y esté atento el lector, que no se trata de pasar sobre los laureles, porque entonces, se corre el riesgo de que se marchiten inexorablemente.

Entonces… habremos renegado hasta de nuestro Himno, y no tendremos perdón.

 

                          Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

                          Reiteración:

                          “2006 – Año de la Memoria por la Verdad y la Justicia”.

 

Top