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Ana Emilia Lahitte (La Plata, Buenos Aires)

Primeras señales.

El hijo.

La vida era silencio.

Cristo campesino.

Todo es valioso y mínimo.

La inadvertencia.

Fe.

15-07-1978: más señales y claves de Ana Emilia…

Poemas seleccionados.

La piel

Muero.

Aguardo.

Lo trajeron.

1983: el placer de compartir…

En las provincias argentinas…

En los colegios secundarios…

Acerca de “País total”.

Opinión sobre los talleres literarios.

 

“Hacen falta no sólo poetas sino también buenos lectores.”

Ana Emilia Lahitte.

Primeras señales…

15 de abril de 1977.  Se terminó de imprimir Antología Poética Bonaerense  –noventa autores argentinos-, edición del “FEB – SADE (Sociedad Argentina de Escritores, filial La Plata) y tres años después, el inicio de un perdurable vínculo con el perseverante y generoso Oscar Abel Ligaluppi.

En ese libro, leí: “Ana Emilia Lahitte.  Nació en La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, República Argentina.  Ha publicado catorce libros.  Distinguieron su labor la SADE, el Fondo Nacional de las Artes, el Consejo del Escritor, la Municipalidad de La Plata, el Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires y las Ediciones Culturales Argentinas.  Fue becaria de la OEA y del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid. En giras culturales visitó numerosos países latinoamericanos y europeos.”

Inmediatamente, un conmovedor soneto, ¡más poesía!…

El hijo.

Negada fue a mi sed, a mi agonía,

la certeza de Dios, la bienhechora

llamarada de Dios, hasta la hora

en que el niño bendijo la alegría.

Y su carne de alondras todavía

enraíza mi sombra entre la aurora,

y su noche es tan leve que demora

la leyenda del ángel.  Cada día

mido el amor, la paz, la lejanía

de la muerte, el sueño de lo humano,

en su pequeña luz, en la porfía

del cielo asido a su adiós temprano.

Creen que llevo al hijo de la mano

y es él quien me sostiene, quien me guía.

                       (“Madero y transparencia”, 1962.)

                       (En 1978, en otra edición, indica

                       “De ‘La Noche’, 1959.)

La vida era silencio

Eran tiempos absortos. Eran tiempos

de interrogar la noche, abriendo el cielo.

Hasta cuando dormías me inclinaba,

deslumbrada, a tu sueño.

Hasta cuando llorabas, bendecía

la gracia de estrecharte contra el pecho.

Además -déjame que te lo diga

así, casi en secreto- cuando se está muy solo

atemoriza vivir, estar viviendo.

Y yo no concebía la existencia

sin tu pulso pequeño.

Fue siempre hermosa, hijo, la certeza

de que sin ti la vida era silencio.”

                       (“Madero y transparencia”, 1962.)

Cristo campesino.

No pude ver las llagas de ese Cristo

que mira la llanura, pero he visto

brotar del campo su mirada pura.

No pude ver su rostro campesino, –

sólo la cruz, la Cruz- pero adivino

 cielos de lino alzando su figura

cereal sobre el camino.

Igual me llevaré su pan, su vino

de fuerte labrador, su prez oscura

y su aleluya de azahar, de trino,

en una misma hostia de hermosura:

la del rocío, que al altar de pino

nutre de agua bendita y de frescura.

Mas también llevaré la levadura

de su verdad.  La tierra me previno:

por la raíz, el belfo y la futura

floración de la muerte Él devino

Cristo fundamental en la ventura

del agua.  Y en la entraña sin dulzura

de la yesca vernal, en la madura

desolación, Él mismo es peregrino

de las espigas y la desventura.

No pude ver sus llagas.  Vi la dura

lección rural y supe su destino:

ser Padre nuestro en luz de sembradura.

Ser Cristo, roturado y sin espino.

                       (“La noche y otros poemas”, 1959).

Todo es valioso y mínimo

Todo es valioso y mínimo

el hombre, su misterio.

El tatuaje del ser

nos sobrecoge

transfigurado en un fulgor

desierto.

Y nacemos del aire

o del recuerdo,

mucho después que Dios

nos aniquila sabiamente,

acaso sin quererlo.

Sin su obstinada, bella

lejanía,

no tendría razón el universo,

no podríamos ser

lo que no somos,

ni aprender del silencio

a disolvernos

en una bruma lenta

e infinita.

Si Dios

no armara juegos

de horror y encantamiento,

 no quemaría el alma

con su sombra;

no seríamos niños,

en otoño,

ni la muerte vendría a proponernos

 dejar un ruiseñor

agazapado

en el revés del tiempo.

                       (En otra edición, en 1978, indica:

                       “De ‘Al sur de marzo’, 1969”.)

La inadvertencia

                       (En edición de 1978, agregado:

                       El tiempo,

                       ese río alucionado.

A cierta altura,

en algún instante de fugacidad

o del misterio

que nos colma de sed y nos traspasa,

la vida se repliega, se demora,

establece una tregua

y nos exige

el ardiente inventario

de los días.

No siempre interpretamos

ese alerta

entre el pulso y la sangre.

La luz suele cegar la lejanía.

No advertimos que la tarde ha terminado ya

y, por lo mismo, es desnudo y mortal

y fervoroso

el riesgo de la noche.

No advertimos el llamado del viento,

de la lluvia del otro sol

inmerso en los dioses.

Y dejamos partir

el tiempo breve que nos quedaba aún,

que aún vivía,

bellamente extendido hacia el vacío,

pero con piel y rostro y soledades

humanamente nuestras,

                     todavía.

                       (“Los pájaros de Adán”, inédito –en 1977.)

Fe

Ha de haber

algo más.

Tiene que haberlo.

¿Detrás del llanto?

No.

Detrás del último

instante

en que creemos.

 

15-07-1978: más señales y claves de Ana Emilia…

Tras aquella primera edición del Fondo Editorial Bonaerense, en dos años de había logrado publicar Panorama Poético Bonaerense también en 1977 –sesenta autores-, y al año siguiente Antología Poética Hispanoamericana -200 autores-, Panorama Poético Hispanoamericano 1 y 2 (cien y setenta autores), una demostración de lo que es posible realizar cuando confluyen la voluntad de una persona como el poeta Oscar Abel Ligaluppi ­-reconocido luego como el editor interamericano– y la armonía de los autores dispuestos a participar en tan nobles iniciativas.

El 15 de julio de 1978, en los talleres de Gráficas Lifra de La Plata, se terminó de imprimir la Antología Poética Hispanoamericana, incluyendo lo expresado por “doscientos prestigiosos poetas del continente y la madre patria”.

En esa edición se reiteran algunas referencias a la trayectoria de Ana Emilia Lahitte, se agregan más señales: distinguida por la Cámara de Diputados Bonaerense, becaria de la OEA, en México (1966) y del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid (1969, 1972, 1975).  Invitada por Inter Nationes de la República Federal Alemana, Ministerio de Educación y Cultura de Bélica y el Ministerio de Prensa de Austria, extendió su gira cultural a Italia, Holanda, Francia e Inglaterra.  Recorre su país y latinoamérica en la tarea de difundir poesía argentina.

Poemas seleccionados

En esa antología, se incluyen los poemas El hijo, Todo es valioso y mínimo, La inadvertencia, Fe, incorporando “más señales”…  [1]

Del Poemario Los abismos (1978), fueron seleccionados:

La piel

                            Quise morir de mí.

                            Quise nacerme.

La piel,

su dramatismo inadvertido,

su bella lumbre,

en celo.

La piel.

Fulgor de la batalla.

Despojo, luego.

                     Humillación.

Olvido.

Fluye la sangre.

Urge saber si estamos vivos.

                       * * * * * * *

Muero

Muero

desde las células,

sin tregua.

Muero desde la piel,

me transfiguro.

Renazco de mi sed y me destruyo.

Me invento, me desnudo,

me aniquilo.

                     Cambio de rostro,

de dolor, de exilio.

Sólo Dios y mi sombra

siguen siendo los mismos.

Y aquí estoy, muerta o viva,

ero intacta.

                     Entre tanto, agonizo.

* * * * * * * * * *

Aguardo

Aguardo,

agazapada entre mis huesos,

amando este tormento demorado,

esta prisión de sed,

este alarido

fijo en la lumbre de mi calavera.

Sin embargo,

agradezco mi cuerpo,

su expuesta profecía,

su miseria,

su goce,

su caída.

Deploro

que la llama adolescente,

las guaridas del sol,

la vida entera,

no basten para honrarlo,

para abrasarlo, para incinerarlo

en una ceremonia de sándalos

                                               y olvido.

        • * * * * * * * * * *

Lo trajeron

Lo trajeron

los hombres de la sed.

En un principio,

me pareció reconocer

                                   un pájaro.

Luego, se distendió como una fiera.

Creí, después, morir en un naufragio

de abedules o de ángeles baldados.

Sigo ignorando

qué es lo que hasta ahora

me mantiene así,

                       desorbitada,

tratando de mirar lo que me ciega,

lo que me abisma,

lo que me destruye.

Sé que jamás sabré.

Y eso me salva.

1983: el placer de compartir…

Domingo 18 de septiembre de 1983.  ¡El placer de leer!… ¡de aprender y aprehender!…

Desde “La Nación” siguen esbozando más claves del arte de vivir y convivir.

Se ha reiterado otro diálogo con la escritora Ana E. Lahitte, ¡poeta!

“Nació y vive en La Plata pero desde hace más de treinta años su figura es una presencia constante en todas las provincias argentinas, que recorre llevando sus conferencias, cursos y audiovisuales. De ese anda ha nacido País total, documental que muestra el país belleza y el país-problema en doscientas diapositivas obtenidas por Ana Emilia en los lugares de origen, desde el Beagle hasta Humahuaca.

Obtuvo la primera beca en 1966, concedida por la OEA “para investigación literaria en México”, “de allí surgió otro audiovisual… México mágico.

“…Somos un bello invento europeo congelado al sur de América.”

Expresó Ana E. Lahitte: “España me becó tres veces, en el 69, 72 y 75, a través del ex-Instituto de Cultura Hispánica, e incluso me concedió el Premio Nacional de Turismo para trabajos trasmitidos por radio y televisión por unas charlas que di sobre España por radio.”

Su CIPAC (Curso Intensivo de Poesía Argentina Contemporánea) suele identificarse con un taller literario, pero ella, con bien fundamentada convicción, afirma que no lo es.  Tiene publicados catorce libros –no solo de poesía sino también de cuentos, teatro y ensayo-, distinguidos, entre otras instituciones por la Sociedad Argentina de Escritores de la provincia de Buenos Aires, el Consejo del Escritor y el Fondo Nacional de las Artes.

En los últimos años ha recibido la Pluma de Plata del PEN Club Internacional por su libro de poemas Los abismos y el Puma de Oro de la Fundación Argentina para la Poesía y, hace pocos días, el Primer Premio Nacional de Poesía (premio regional correspondiente a la provincia de Buenos Aires) por Los dioses oscuros.”

Refiriéndose a los premios, expresó:

“Para mí, el mejor premio es lo que la gente piensa espontáneamente de una obra.  Todo lo demás es ‘vida social de la literatura’.

Esa ha sido mi posición de toda la vida, que resumo en una conferencia, ‘Los espejismos peligrosos’…”  [2]

En las provincias argentinas…

Refiriéndose a quienes alentaron su vocación viajera, expresó:

“El primero que me invitó, hace más de treinta años, fue Bernardo Canal Feijóo, desde La Brasa, aquella peña inolvidable que había en Santiago del Estero.  De allí me llevaron a Tucumán y a Salta.  Desde entonces no dejé nunca de viajar, porque me deslumbró la idiosincrasia entrañable de la provincia.  Lo he tomado con un sentido de misión.  Aunque siempre he tenido actividades paralelas, ese trabajo de difusión de nuestra realidad sociocultural es realmente lo que me hace feliz.”

En los colegios secundarios…

“Una de las cosas que más me interesan es ir a los colegios secundarios.  Si no me invitan, me invito yo.  Cada vez que me contratan pongo como condición ir también a algún colegio.  Quiero estar en contacto con los jóvenes, saber qué piensan.  Y me niego a ir exclusivamente a las capitales.  Por eso conozco el país.”

Luego expresó:

A mí me llena de tristeza y de preocupación ver, paradójicamente, el deslumbramiento de esa gente, porque debiera ser un derecho adquirido por todo ser humano conocer su país de punta a punta y no descubrir que uno es el extraterrestre en su propia tierra.

Por eso siempre les digo al principio que debo casi pedir disculpas por ese privilegio que he tenido y tengo de poder llegar.

Yo vivo preguntando por qué en esos horrendos programas escolares que seguimos padeciendo, sobrecargados de enciclopedismo y hojarasca, no existe una materia dinámica que se llame turismo cultural, que evite la aberración de que un maestro o un profesional cuelgue su diploma e n la pared sin conocer a veces su propia provincia.

        Acerca de “País total”.

Ana Emilia Lahitte refiriéndose al audiovisual País total, expresó:

“… la consecuencia de viajar a las provincias y tratar de documentar no sólo el país-belleza sino el país-problema, que es lo que más me interesa, donde están los grandes temas, lo angustioso, el país en carne viva.  No lo tengo grabado.  Lo ambiento para cada público.  Las diapositivas me sirven de apoyatura para hacer preguntas: por qué, por qué la sed, la falta de caminos, el desvalimiento.  He tenido la suerte de proyectarlo tanto para embajadores como para analfabetos. Recuerdo cuando en Jujuy, en un pueblito que se llama Fraile Pintado, más allá del ingenio Ledesma, llegaban las collas con sus guaguas y yo lo adaptaba para esa gente.  Por eso no lo grabo.  Además, éste es un material que fui haciendo de a poco y que voy variando y actualizando.”

Opinión sobre los talleres literarios.

Ana Emilia Lahitte destacó: “A mí me preocupa la confusión de valores que puede provocar el aviso del taller literario: ‘Acá se enseña a escribir’.  Me preocupa que la propuesta de los talleres literarios se convierta en una industria.  Creo que muy pocas personas pueden estar dotadas para eso  No basta ser un gran escritor.  La persona que concurre tiene que saber si esa persona que lo guía ha dado examen en su vida como para poder asumir esa responsabilidad tan delicada”.

Desde su punto de vista, “han -proliferado tanto”, “porque dan dinero”.

Expresó luego: “Es importante destacar que en un tiempo aparentemente despojado de dimensiones humanísticas la gente se vuelca totalmente a la esperanza de encontrarlas.  De ahí lo delicado de la responsabilidad que se tiene para ofrecer un punto de partida, para no malformar sino formar, en el más alto nivel, un concepto de belleza. Yo trato de habilitarlos para juzgar, para ser críticos, y de inculcarles que nunca pierdan de vista la libertad que da la creación.  Por eso los defiendo incluso de mí misma, porque no hay cosa más terrible que ponerle un sello de dominio personal al grupo que se confía a uno.  Es una tarea en la que aúnan, evidentemente, lo ético y lo estético.”

Síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

[1] Poemas impresos en las páginas 266-272.

[2] Disertación en la Feria del Libro de Córdoba y el 28 de octubre de 1983 en la SADE (Sociedad Argentina de Escritores).

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