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Agusti Vila y Gali (Lloret de Mar, Gerona, 1922)

Agustí Vilà y Galí (Lloret de Mar, Gerona-1922)

Aproximación biográfica.

Acerca de Lloret de Mar.

La Dona Marinera.

Naves lloretenses en “la carrera del tasajo”.

“Comercio de negros”.

Enero 1846: carta de San Martín a Juan Manuel de Rosas.

Personajes populares de Lloret.

“Les Nostres Veles”.

Desde Lloret a Montevideo – Comercio de “tasajo”.

La Corbeta “Eva”.

Opinión del doctor Carlos Aldao, santafesino.

“Honores a los despojos del General Juan Galo de Lavalle”.

1840 – Terror durante la marcha de Lavalle.

“La sombra de Dorrego (agosto)”.

Santa Fe de la Vera Cruz: ciudad tomada por Lavalle.

“Regreso a casa”.

Memoria que perdura.

Ecos tras “Como nacen los brotes”.

1936: Sor María Alegría – Guerra civil y traslado a la Argentina.

Mirada sobre los mapas.

Aproximación a su obra literaria.

“Nuestros astilleros”.

Corbeta “Las Glorias de Lloret”.

Bergantín “Cacique”.

Casi colofón.

Agustí Vilà y Galí (Lloret de Mar, Gerona-1922)

Agustí María Vilà y Galí, nació en Lloret de Mar en 1922 en el seno de una familia de antigua tradición marinera.

Aproximación biográfica…

Cursó los estudios de primera enseñanza en las escuelas parroquiales de su pueblo. Estudios de Bachillerato realizados en el Colegio Salesiano de Mataró (1932-1936), y en la Escuela Pía en la calle Balmes de Barcelona (1939-1941).  Superó en dos años (1942-1943), el examen de ingreso y oposición a la Escuela especial de Ingenieros Industriales de Barcelona y obtuvo el título de la especialidad en 1948.

En 1962 recibió el título de Doctor, título recientemente instituido con una tesis sobre “Depósitos en la infraestructura de un horno Siemens-Martín alimentado con hierro de baja calidad”.

En 1971, recibió diploma al finalizar un “Curso de Administración de Empresas” por el I.E.S.E. (Universidad de Navarra).

Desplegó su actividad profesional en diversas industrias radicadas en el área de Barcelona, siendo la última la multinacional Nissan Motor Ibérica Soc. Anón.

Logró el grado de teniente de la Escala de Complemento de la Armada en el organismo de Ingenieros de Armas Navales.

Obrero Mayor de la Cofradía de Sant Elm de Lloret de Mar, promoviendo la puesta al día de la Entidad.

Jubilado de su actividad profesional en 1987, al cumplir 65 años.

Hacía tiempo que había comenzado a interesarse por el pasado marinero de su pueblo. Es por ello que en 1983, editado por la Cofradía de Sant Elm publicó su primer trabajo en el cual bajo el título Les Nostres Veles –Nuestras Velas-, recopiló anécdotas y hechos de algunos de los viajes realizados en los astilleros de Lloret.  El prólogo fue elaborado por el escritor Esteve Fabregas i Barri.

Al año siguiente, insistió sobre ese mismo tema en una segunda parte de Les Nostres Veles, con prólogo del director del Museo Marítimo de Barcelona, el profesor Laureà Carbonell i Relat.

Ya jubilado, se dedicó plenamente al estudio del pasado marinero de Lloret.  En el año 1989 publicó en la colección del Club Marina-Casinet, Navegants i Mercaders con prólogo del catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Barcelona, profesor Carlos Martínez Shaw.  Incluye reproducciones de mapas, retratos, fotografías y dibujos de naves “hechas por el autor del libro cuando tenía entre 14 y 16 años”. [1]

Patrocinado por el Ayuntamiento de Lloret de Mar, en la colección incluyeron La Marina Mercant de Lloret, Segles XVIII y XIX con prólogo del profesor José María Pons y Guri, director del Archivo Histórico Municipal Fidel Fita, de Arenys de Mar.

Acerca de Lloret de Mar…

Antes de avanzar con estas historias de la Historia de la Humanidad, es oportuno destacar que  Lloret del Mar es una playa situada en la Costa Brava catalana, cerca de Blanes que es una de las poblaciones más antiguas de esa zona de La Selva.

La Dona Marinera

En el siglo veinte, a mediados de la década del ‘90 quedó cubierta la riera con la construcción de una avenida que no afecta el necesario desagüe en el mar y es precisamente en ese extremo de la playa, donde está la Dona Marinera representando a las mujeres de aquellos marinos que partían con sus embarcaciones sin saber cuándo ni cómo regresarían, porque aunque fueran previsores y excelentes navegantes, sabido es que la potencia de la Naturaleza provoca limitaciones y establece los límites en las actitudes humanas.  Mujeres que con sus hijos se acercaban hasta esa parte más alta y rocosa, para ver si llegaban las naves y si se calmaba la incertidumbre.  Era posible el envío de correspondencia, aunque demoraban las respuestas…  [2]

 

Tras la lectura de Vendrán otros veranos, obra del periodista y escritor santafesino José Luis Víttori, miembro correspondiente de la Academia Argentina de Letras, novela inédita anticipada en Octopus, percibí otro estímulo en mi memoria hacia la dirección señalada por el noble catalán Agustín María Vilà i Galì en su libro Navegants i Mercaders – Una Nissaga Marinera de Lloret. [3]

Naves lloretenses en “la carrera del tasajo”…

Expresé entonces acerca de “Lloret en su origen: un hermoso pueblo de pescadores, después de pescadores y de mercaderes, ahora además una confluencia de españoles, de inmigrantes y de turistas.  El autor, descendiente de hombres de los oficios nombrados en el título, describe la historia de los precursores lloretenses en la carrera del tasajo, del  comercio negrero y del transporte de la correspondencia, teniendo en cuenta que “finalizado el año 1605 había salido de Buenos Aires el primer cargamento de tasajo hacia la isla de Cuba y a partir de aquella fecha, con diferentes altos y bajos, se llegó a finales del siglo XVIII, cuando se produjo un fuerte impulso gracias a diversas disposiciones gubernamentales”.  [4]

“En lo que hace a la marina velera lloretense” comenta que en 1812 se concretó “la consignación de cueros comprados a Montevideo”, con el navío San Francisco de Paula y expresa que “quién sabe si aquel viaje no fue el inicio del comercio del tasajo, en el cual nuestra gente tan activamente habría de participar y que trajo tantos infortunios a nuestros mercaderes”.

Un mapa indica la ruta del tasajo hacia el Río de la Plata señalando los puertos de la costa uruguaya y Ensenada Barragán – por la situación en el mapa, es la actual “Ensenada”-  y Buenos Aires; marca el cruce del Delta y el recorrido por el río Uruguay hasta los “principales puertos de Gualeguaychú, Concepción del Uruguay, Colón y Concordia sobre la orilla oeste. (p.133)

Quizás por eso, es una mirada diferente a la del turista, la que abarca la escultura de “la dona Marinera” al caminar sobre la arena de Lloret  sintiendo los sonidos del Mediterráneo o al contemplar la réplica que ocupa un espacio iluminado en la casa de mis hijos y nietas.

Reiteró el catalán don Agustín un tradicional  pregón: “Aquella Mujer Marinera que miró al mar con angustia y con esperanza, es un símbolo extraordinario que no puede morir”.  Anota Don Agustín que como se lee en La Leyenda del Oro -vol. 1. publicación de la Sociedad Editora la Maravilla, Barcelona, 1865-, San Francisco de Paula -”un santo varón hijo del pueblo de Paula, región de Calabria, hombre que a lo largo de toda su prolongada existencia, moría a los 91 años, fue un ejemplo de absoluta humildad y pobreza, tanta pobreza que, según nos cuenta la historia, en una oportunidad se vio obligado a obrar tal milagro como fue el de pasar él y sus compañeros de religión el mar que separa la Calabria de Sicilia sobre su hábito estando sobre las olas de mar con gran serenidad y confianza, con gran susto de los marineros que habían dejado en la orilla, porque Francisco de Paula no tenía con qué pagar el precio estipulado para alquilar una embarcación -o parte de ella- que le demandaban’.”

“Comercio de negros”…

Es conmovedor lo expresado por Don Agustín siguiendo el rumbo del comercio de negros, una trama que inquietó a Pío Baroja y a otros autores, quienes -como él reitera- sostenían que “algunos capitanes negreros aparecían como hombres impregnados de una bondad de santos tratando a los negros casi como a hijos: eran bien alimentados… no carecían a bordo de elementos de higiene personal, alimentación sana y abundante y ¡oh maravilla, hasta tenían lecciones de escritura y lectura!  Pero todas aquellas atenciones -advierte Don Agustín-, si es que así fueron, no tenían otra finalidad que la meramente especulativa, con tal de valorar más la mercadería humana en el momento de ser oferta a la venta.”   [5]

Impacta la reproducción del grabado inglés del siglo XVIII  “que detalla el interior de un buque negrero (p. 37) y las distribuciones de los esclavos transportados”; prácticamente uno al lado del otro.

Destacó don Agustín que “el 30 de abril de 1804 el rey de España promulgó una real cédula que amparaba la decisión real de continuar el comercio de negros y ampliaba por doce años la introducción de negros ‘bozales’ a sus dominios de América, de acuerdo con las reglas establecidas por la primera real cédula otorgada el 24 de noviembre de 1791 y otras posteriores”.  “En el año 1777 España adquirió la isla Fernando Póo para establecer ahí una base negrera.  Otros establecimientos de aquel tipo fueron constituidos a lo largo de la costa occidental africana por países europeos como Holanda, Inglaterra, Francia, Suecia, Dinamarca y Portugal.  (p. 35)

“La cosa no era tan sencilla como podría parecer al principio.  Uno podría creer que, una vez establecida una base negrera en la costa africana y obtenido el permiso para traficar con negros, apenas posada la proa en las costas occidentales de África, se cargaba la nave con unos cuantos centenares de negros y se avanzaba nuevamente hacia el mar rumbo a las Antillas. No era así ciertamente.  En paralela con el comercio negrero, en todos los mares estaba la acechanza de la piratería”… “la piratería negra”. Interesado Don Agustín por conocer la historia de la estirpe marinera de sus antepasados, comprueba que el joven capitán Agustín Conill i Sala (“nacido en Lloret el 24 de diciembre de 1786,” p. 26 “abuelo de su bisabuelo”, p. 18 “empezó a comandar la nave San Francisco de Paula cuando tenía veintiséis años… después de haber hecho al menos cinco viajes alrededor de América” y de obtener sucesivamente los títulos de “tercer piloto” y “segundo piloto”.

Un documento redactado en Lloret el 3 de marzo de 1814, alude a la segunda expedición con una redacción confusa.  Expresa Don Agustín que a fines de 1814 salieron del “puerto de Tarragona para dirigirse al de Río de Janeiro” para “retornar a mediados de setiembre de 1815” aunque “para el otoño de 1815 la San Francisco de Paula posó su proa en el puerto de la Habana, suponemos que arribó al final de aquel mismo año o en los primeros días de 1816” por cuanto el 22 de marzo de 1816, en la Habana le habían otorgado a “Don Juan Agustín Conill Cap.”, la correspondiente “licencia para el comercio de negros” con el “velero lloretense San Francisco de Paula” (documento reproducido en p. 32-33).   “Mientras esperaban la concesión del permiso -dice el noble escritor catalán que tanto hizo en Barcelona por la niñez durante la posguerra civil, “nuestro hombre y su tripulación debieron habilitar las diversas cubiertas para ‘estibar’ convenientemente a los esclavos, y proveerse de todos los enseres necesarios para asegurar en todos los aspectos la imposibilidad de motín” -alboroto o tumulto- “por parte del cargamento negro”.  Es interesante lo expresado por Salvador Madariaga sobre algunos sucesos de aquel tiempo.  “Bolívar sabía que los realistas estaban preparando un ataque combinado a Carúpano” -puerto cercano a la Barcelona venezolana-.  Las informaciones eran contradictorias y Bolívar “decidióse pues a hacerse a la vela hacia Occidente… el 1º de julio de 1816 se hizo a la vela, y al pasar frente a Margarita, divisó una flotilla española… al parecer no dispuesta a entablar combate”.

En esos meses, reitera de Madariaga lo explicado por Carlos Soublette: “la salida del Libertador de Ocumare el año de 1816, es uno de los acontecimientos más oscuros, yo no me atrevo a referirla (…) en este suceso se mezcló el amor…  Lo que es cierto es que todos los que estábamos en Ocumare defendimos y justificamos la conducta del libertador.”

Estas referencias señalan otros de los caminos que probablemente, deberían recorrer algunos de los negros que transportaban hacia centroamérica durante aquella turbulenta transición política.

Luego, destaca Don Agustín que lograda la autorización, la embarcación comandada por el capitán catalán “abandonó el puerto de la Habana a mediados de setiembre de 1816 rumbo a las costas africanas, donde debía llegar alrededor del día 10 de octubre.   Recaló primero en la Isla de Fernando Póo para ponerse en contacto con los intermediarios que le han de proporcionar la vía más adecuada para reunir los trescientos negros que eran necesarios para completar la carga del velero” (p. 36-37).  “No es hasta los primeros días de 1817 que pudieron zarpar -levar anclas- de la Isla de Fernando Póo” y “el día 23 de enero de 1817, cuando el velero cargado con 301 negros maniobraba para ganar el mar, hizo el comandante del práctico, que era un negro del país, una falsa maniobra que provocó que la nave naufragara en la misma desembocadura del río.  La tripulación blanca de la nave se pudo salvar arrojando al agua los botes del velero; pero, de los negros, ni uno.  ¿Cómo podrían salir, pobres, si navegaban engrillados de pies como era costumbre en el transporte de esclavos?”.  Los cuatro españoles “fueron embarcados “en la nave también negrera Non Plus Ultra” y al llegar a la Habana el capitán tuvo que declarar porque su cuñada se había interesado por la “pérdida de la nave para poder reclamar a la compañía aseguradora” (p. 38).  También declararon los responsables del Non Plus Ultra, coincidiendo en que todo se había hundido en las aguas, sin posibilidad de recuperación.

Así fue como diez años después, la esposa de un marinero muerto en esa circunstancia, inició un juicio y el capitán tuvo que pagar la correspondiente indemnización, porque poco podía alegar si había perdido todos sus papeles en el naufragio.

Don Agustín señaló en un mapa, las rutas negreras más usuales desde Lloret hacia África y desde allí hacia Cuba y Sudamérica.  Destaca que el capitán Antonio Vilà y Balmanya (n. en Lloret en 1814, bisabuelo del escritor catalán), el “19 de junio de 1843, compró un negro” a una sociedad y con escritura notarial de compra-venta”.

Alrededor del comercio negrero, reconoció don Agustín que: “Si bien el tráfico de esclavos fue suprimido por España a partir del año 1817, al norte del Ecuador, y a partir de 1829 también al sur de aquella línea, es bien sabido que el negocio siguió ejerciéndose, fuera de la ley, de una manera fraudulenta, a pesar de ser perseguidos severamente.

También es bien sabido que, a pesar de que el tráfico de esclavos fue suprimido, continuó en vigor la práctica de la esclavitud, que en Cuba no fue abolida hasta fines del año 1886.  (p.109)

Estas lecturas revelan que el drama humano es semejante en cualquier continente.

Lamentablemente, en los umbrales del siglo XXI, sigue la humanidad revelando la potencia de la discriminación racial, política y religiosa. 

 

El capitán lloretense obtuvo en 1835 el título de segundo piloto y una autorización de la Marina para construir  una nueva nave: la Lidia, en el astillero de Lloret.

Mientras tanto el capitán siguió navegando con otros capitanes lloretenses y llegó al Río de la Plata ignorando que se habían dispuesto “los bloqueos del puerto de Buenos Aires y del estuario del Río de la Plata”, como expresa Don Agustín y continúa explicando: “concretamente el segundo de los tres que tuvieron lugar.  Las causas de aquel segundo bloqueo son complejas.  En el Uruguay se había producido una escisión de la autoridad en dos fracciones: el partido Colorado, acaudillado por el ex presidente Fructuoso Rivera, y el Partido Blanco, que tenía por jefe al general Manuel Oribe”.

Dice el escritor catalán siguiendo a Ricardo Levene en su historia de la provincia de Buenos Aires (1940), que “Rivera representa la primitiva concepción de la libertad, tal vez un poco anárquica; Oribe era el defensor del amor al orden y a la autoridad legal, continuador, en cierta manera de la tradición española”.

La lectura de algunas cartas revelan que esa nave española salió de Barcelona a mediados de abril de 1845 con un cargamento de “vino a buen precio” (entre los rioplatenses, “los tintos de Cataluña, ‘la bebida más común entre las clases bajas del país’…” según anotó Justo Maeso.  [6]

Así fue como el capitán de la Lidia “se encontró con la prohibición dispuesta por Rosas”. Decidió ir hacia Río de Janeiro aunque también pensó en viajar hacia el Pacífico.

En Río, “consiguió ser recibido por el ministro argentino en Río de Janeiro, quien lo tranquilizó con la esperanza de que no encontraría impedimento por parte del gobierno argentino, tratándose de una nave nueva sin haber tocado previamente el puerto de Montevideo”, evidentemente “ignorando que mientras mantenían esa conversación ya se había producido otro hecho: el bloqueo de la escuadra anglo-francesa”.

En Montevideo se detuvo la Lidia y lo que más enfurecía al capitán, era el negocio perdido” porque en esas circunstancias, no podría cargar el tasajo.

En el río Paraná, el 20 de noviembre de 1845 se había impedido el avance de las naves extranjeras mediante la decidida acción de colocar cadenas que cruzaban el río de orilla a orilla, en la conocida Vuelta de Obligado, como parte de la estrategia que Rosas estuvo desarrollando desde un año para impedir la “demostración naval” que se anunciaba.

Es oportuno reiterar que en ese tiempo, “al conocer la declaración del bloqueo, San Martín escribió a Rosas desde Nápoles el 11 de enero (1846)”.

Enero 1846: carta de San Martín a Juan Manuel de Rosas…

La carta fue publicada por el Morning Chronicle de Londres: “Bien sabida es la firmeza de carácter del jefe que preside la República Argentina; nadie ignora el ascendiente muy marcado que posee, sobre todo en la vasta campaña de Buenos Aires y resto de las provincias.  Y aunque no dudo que en la capital tenga un número de enemigos personales, estoy convencido que bien sea por orgullo nacional, temor, o bien por las prevenciones heredadas de los españoles hacia los extranjeros, ello es que en la totalidad se les unirán y tomarán parte activa en la actual contienda”.  [7]

El 17 de agosto de 1850 pasó a la inmortalidad el noble general José de San Martín y en su testamento (París, 23 de enero de 1844) “dejaba como heredera a su hija Mercedes de Balcarce, y hacia diversas mandas; entre ellas ‘el sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sur, le será entregado al Excmo. señor general de la República Argentina don Juan Manuel de Rosas como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”.  [8]

Personajes populares de Lloret…

En otra dirección, otro estudio hispanoamericano podrá aproximar a otras semejanzas.  En la historia de la hermosa Lloret de Mar –comarca de pescadores- son recordados algunos personajes populares, como el solitario Esteban Tal-lari, el romántico que creía ser “el General Prim”.  Su rostro era parecido al de Nietzche, aunque era “esmirriado más que un arenque”; en su ropaje era “poco menos que un figurín: chaqué, pantalones de fantasía, chaleco de brocado, botinas charoladas, cuello de palomita y plastrón”, andaba cargado “con medallas y cruces que él mismo se confeccionaba con trozos de lata y chapillas que encuentra y se cuelga del pecho en profusión, con unos lacitos muy monos, imitando libélulas”; usaba sombrero de jipijapa  –de fina, flexible y durable paja característica de un pueblo de Ecuador-, lucía bastón con empuñadura de nácar y en el ojal una flor.”  Recorría las angostas callecitas del pueblo, soltando “el torrente de su elocuencia blasonando de sus hazañas de la guerra Carlista, de la campaña de África, de Isabel II; y gesticula y se inflama esgrimiendo el bastón cual si fuera una espada” y entonces, los lloretenses sabían que “el tiempo va a cambiar… la tormenta está encima.”

Así lo evocó Joan Baptista Domènech y Artau, el poeta que emigró en 1909 hacia la Argentina, vivió en Mendoza y en San Juan trabajando “en una empresa dedicada a los negocios de importación, en la cual ocupó altos cargos”, sin perder “el contacto con el mundo del arte”. En 1930 se casó con “una distinguida señorita uruguaya, Margarita Lamique”; tuvieron una hija –Margarita- y en 1933 se trasladaron a Chile.  Allí el poeta “comenzó a colaborar con la prensa.  Era muy entendido en pintura y a menudo publicaba comentarios de crítica de arte.  Esa faceta lo puso en contacto con destacados artistas, como el catalán Ramon Subirats, excelente pintor y carbonista, muy considerado internacionalmente, y los argentinos Lino Spilimbergo y Manuel Marín Ibáñez, entre otros”. Logró editar “Poemas Humanos” (1937) precedido de fraternales palabras de “la conocida poeta Juana de Ibarbourou, a quien admiraba y que lo honró con su amistad”.  En 1942 publicó “Poemes de Joventud” (1942); hacia 1945 integró “Sonetos de Soledad” -veinticinco sonetos-, parte de su interesante obra que no ha sido totalmente publicada.

Para aproximarnos a su filosofía, bastan cuatro versos de “Tu propia verdad”:

“No busques otra ciencia, ni otra verdad pretendas.

La vida, tu maestra, te enseñará a sentir.

Aprende de la vida tu verdad más suprema,

y bien lo sabrás todo, y bien podrás morir.” 

Su única hija, Margarita Domènech Lamique desarrolló su vocación musical, fue una destacada pianista y desde 1956 actuó como solista en la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Chile. [9]

Es evidente que el hombre y su locura transitan en distintos continentes.  En esta Santa Fe de la Vera Cruz, también vivió el Doctor Leoni, el misterioso personaje cercano al mundo de los políticos, que usaba pantalón a rayas y levita, donde lucía las medallas que suponía le habían entregado en reconocimiento a sus acciones.  Usaba guantes, galera, bastón y una flor en el ojal, caminaba con paso marcial, se detenía en las esquinas y hacía un giro para cambiar su dirección; improvisaba extensos discursos sobre asuntos de la política.  El noble pintor y grabador Sergio Sergi hizo un retrato al óleo que pertenece al Museo Rosa Galisteo de Santa Fe.

En esa dirección artística, otras aproximaciones permiten observar la armoniosa semejanza existente entre el arte de otro Juan, Joan Llaverias, visible en el Museo de Lloret –lugar adonde llegó hacia 1905- y los expresivos y equilibrados trazos de Juancito Arancio, el cumpa.

(Si al lector le interesan los estudios hispanoamericanos seguramente sabrá bastante sobre la exportación de cueros desde el Virreinato del Río de la Plata. Como comentó don Atahualpa Yupanqui, siguiendo los relatos del “jesuita Florián Paucke, en su ‘Historia de los Mocovíes’… en 1749 hubo un envío a España de catorce mil cueros de tigre y león”.  [10]

Es innegable que tiene prolongada historia la irresponsable depredación que impacta en lo ecológico.

Si le interesa ubicar en un mapa a la Isla Fernando Póo -como lo hice apenas leí aquellos estudios hispanoamericanos-, le sugiero que mire hacia la Guinea Ecuatorial, podrá leer Bahía de Biafra y muy cerca del territorio de Camerún, ubicará un lugar ahora denominado Bioko donde hay tres puertos: Malabo al norte, Luba al suroeste y Riaba al este.

 

Estas líneas son sólo una mínima parte de la historia de la humanidad que todavía estamos generando…

“Les Nostres Veles”

Don Agustí Vilà y Galí, ilustró también el segundo volumen de su libro Les Nostres Veles, con armoniosos dibujos realizados con tinta y plumín, en el bienio 1984-1985.

Acerca de “nuestra Iglesia y el mar”, reitero que “como todos sabemos, la primera noticia que se tiene de Lloret es un testimonio conservado en un pergamino que data del 20 de noviembre del 966, en el cual se hace referencia al ‘termino LOREDO, sive in rivo Canelles’… Según “Joaquim Botet i Sisó, en el siglo siguiente el castillo de Lloret fue adquirido al vizconde Grau de Cabrera por doña Sicardis o Sicàrdia… asistió con sus hijas Uzalart i Bernal a la consagración de las iglesias parroquiales de Sant Romà i de Sant Joan, en el año 1079.” /…/

Comenta luego don Agustí Vilá i Galí, que desde fines del siglo X o comienzos del XI, ya una parte de los lloretenses estaban ubicados en la costa, seguramente alrededor del castillo donde se habría formado el primer núcleo del que habría de ser “nuestro pueblo”, en el lugar situado a orilla de la riera.

“Aquellos lloretenses bien pronto establecieron un vínculo indisoluble con aquel mar que se extendía inmenso a sus pies y que su mirada no podía adivinar ni en extensión ni en límites”…

Desde Lloret a Montevideo – Comercio de “tasajo”…

Después de la lectura de libros de bitácora y de cartas que aportaban información acerca de las naves y capitanes que zarpaban de Lloret de Mar, el talentoso Agustí Vilá i Galí escribió que “en los últimos días de noviembre de 1840, el bergantín ‘RAPIDO CATALAN’ levaba anclas en el puerto de Montevideo con carga de tasajo para dirigirse al puerto de Trinidad, en la costa sud de la provincia de Las Villas, en la isla de Cuba, ya que habían recibido noticias acerca de que los precios del tasajo eran muy bajos en los puertos  de la Habana y de Matanzas y pensaba que en Trinidad le sería más fácil colocar su cargamento.

El capitán Vilà Balmanya llegó, todo esperanzado, al puerto de Trinidad el 8 de enero de 1841, pero toda su ilusión se fue por tierra con una montaña de cartas, cuando supo que, precisamente, el día anterior había entrado en aquel puerto el bergantín, también lloretense, ‘JUAN A. DIEZ’, comandado por el bien conocido capitán Silvestre Parés, con cargamento de tasajo proveniente de la Habana, puerto que tuvo que abandonar porque no iba a poder colocar su cargamento de carne”… [11]

La Corbeta “Eva”

Agustí Ma. Vilà y Galí en otro relato destaca que el primer viaje lo inició cuando estuvo terminada la nave, partió del puerto de Barcelona en 1857 para tocar los puertos de “Algesires”, Río de Janeiro, Montevideo, Málaga, Santa Pola, y retornar a Barcelona para el mes de mayo de 1858.  El segundo viaje fue más interesante, porque pasó al Pacífica y llegó hasta el puerto de Guayaquil, en las costas del Perú, ruta que también hicieron otros capitanes lloretenses, como Joan Bta. Doménech i Doménech, hijo de Agustí Doménech i Conill con la misma “va” y Antoni Vilà i Balmanya con la corbeta “Nueva Lidia”, todos ellos miembros de una misma estirpe, “si se tiene en cuenta que la esposa de Vilà i Balmanya, doña Teresa Conill i Puig, era prima hermana de Agustí Doménech i Conill, vínculos que más tarde se acrecentaron por el casamiento de una hija de aquel último, doña Cristina Doménech i Doménech, mi abuela, con un hijo de Antoni Vilà y Balmanya, el Agutí Vilà i Conill, mi abuelo.”  [12]

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El escritor Agustí Vilà y Galí refiriéndose a la “Pollacra” Merced comentó que comandada por el capitán lloretense Salvador Pal, entre los años 1865 y 1867 hizo dos viajes a América, uno a Buenos Aires y otro a Montevideo…

De aquel período el hecho más remarcable tuvo lugar durante el segundo viaje, en la travesía de Barcelona a Buenos Aires al enfermarse el segundo piloto, Agustí Conill, que murió en aquella capital a comienzos de junio del año 1868 y fue enterrado en tierra argentina, tierra noble y bien amada por los catalanes, pero lejos, muy lejos de la itera y del mar que lo vieron nacer, lejos de su Lloret amada. Otro piloto lloretense ocupó la plaza dejada por Agustí Conill, “Agustí Domènech i Doménech, hermano de mi abuela Cristina”, destacó don Agustí María…  [13]

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Acerca de la “Pollacra” Magdalena, expresó que “pocas cosas podemos decir de aquella nave, visto que los únicos documentos que hemos podidos consultar hasta hoy están referidos a un viaje de Barcelona a Buenos Aires con un cargamento de vino, viaje que comenzó por octubre de 1873, y una inspección hecha a la nave antes de abandonar el puerto de la capital del Río de la Plata.

El capitán Macià Granell pidió al vicecónsul de España en Buenos Aires que envíe dos capitanes de barcos acompañados de una maestro calafatero y un carpintero de ribera para hacer un reconocimiento de la nave según prevé el artículo 648 del Código de Comercio, antes de comenzar la carga de la embarcación.  [14]

Opinión del doctor Carlos Aldao, santafesino…

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“Honores a los despojos del General Juan Galo de Lavalle”.

El escritor Agustí Vilà y Galí, con tinta y plumín dibujó un retrato del general Juan Galo de Lavalle para ilustrar la página destinada a comentar acerca de la Corbeta “Blanca Aurora” y de los honores a los despojos del mencionado General.  [15]

“El hecho que relataremos tuvo por escenario el estuario del Río de la Plata un día del mes de enero del año 1861 y fueron protagonistas los despojos mortales del general argentino Lavalle, que eran trasladados a Buenos Aires, y la tripulación de la conocida corbeta catalana ‘BLANCA AURORA’, comandada por el capitán lloretense Silvestre Parés.

Antes de entrar de pleno en la explicación de los hechos, creemos conveniente hacer una rápida pincelada biográfica de la figura del general Lavalle para poner de relieve las cualidades de la gran personalidad de nuestro relato y  por lo tanto poder situar, ahora, con más realismo el escenario de la acción en la cual va a intervenir una de las naves salidas de nuestra playa.

Juan Galo de Lavalle González, héroe de la independencia americana, nacido en Buenos Aires el 17 de octubre de 1797.  En el año 1812, a los quince años de edad, se incorporó en el Regimiento de Granaderos a Caballo en calidad de cadete, cuerpo que acababa de ser organizado por el general San Martín.  En febrero de 1813 era promovido a portaestandarte del tercer escuadrón de Granaderos y el 4 de diciembre del mismo año, era ascendido a teniente de la segunda compañía del mismo regimiento.

A partir de aquel momento él comenzó a participar en acciones de guerra a favor de la independencia de las naciones sudamericanas vecinas a su país.

En 1814 formó parte del ejército que sitia a Montevideo y es uno de los oficiales a quien le cabe el honor de tomar aquella plaza.

En 1816 se incorpora, con su regimiento, al Ejército de los Andes que el general San Martín estaba alistando, sin respiro ni tregua, en la provincia de Mendoza, con el propósito de colaborara en la liberación de los países vecinos, Chile, el Perú y, finalmente, dar ayuda a Bolívar, que se dirigía al Ecuador y se encontraba con dificultades.

Lavalle fue distinguido por su coraje ya en el paso de los Andes, sobre todo en la batalla de Chacabuco, y su comportamiento fue premiado con el ascenso a capitán. Sólo tenía 19 años.

Luego se incorpora a la campaña del sur de Chile bajo las órdenes del general O’Higgins.  Lucha corajudamente en diversos combates y llega, al frente de sus tropas, hasta el Bío Bío, al sur de Chile, en persecución de los restos del ejército español que aún quedaban, y es en la batalla de Maipó” -o Maipú– “donde demuestra sus dotes guerreras, acción que le es recompensada con la medalla y cordón de plata y una estrella de oro de la ‘Legión Mérito de Chile’.

A comienzos de 1819 cruza los Andes con su cuerpo de ejército, si bien por poco tiempo porque, al año siguiente, se dirige, con su regimiento, de nuevo hacia Chile para embarcar el día 20 de agosto de 1820 a Valparaíso rumbo a las costas peruanas.  Desembarca en Pisco, derrota a los españoles en la pampa de Cangallo, en Jauja, y es cubierto de gloria, el día 6 d e diciembre, en la célebre batalla de Pasco, por cuya acción recibió otra medalla de oro.  Poco después entraría triunfante, junto con todo el ejército argentino, a la ciudad de Lima.

Sucede en el año 1822 que el general Bolívar pide ayuda a San Martín y es el 21 de abril de aquel año que el joven Lavalle es cubierto, de nuevo, de gloria al frente de su escuadrón de jinetes en el valle de Río Bamba, al pie mismo del majestuoso Chimborazo.  Después de aquella batalla… en el corazón de América latina, pudieron disfrutar del admirable e inolvidable espectáculo desde las alturas del Chimborazo de ver abrazarse, al pie de aquel gigante, a los bravíos gauchos argentinos y a los no menos valientes paisanos de Colombia, de Venezuela y de Ecuador.  La victoria de Río Bamba va a valer a Lavalle el título de ‘Granadero de Río Bamba’.

Intervino Lavalle en otras acciones guerreras contra los indios y contra los brasileros y, es herido en uno de los combates contra estos últimos.  Retorna a Buenos Aires, para restablecerse de las heridas recibidas y se encuentra con el ejército argentino totalmente desorganizado y prácticamente inexistente.

A partir de aquel momento, la actuación de Lavalle toma un cariz político; derroca al gobernador Dorrero” –Manuel Dorrego– “y se hace cargo del gobierno, pero vino a ser derrocado y depuesto por quien sería el dictador Rosas.

Lavalle ha de exiliarse en el Uruguay, donde ayuda al general oriental Ribera” –Fructuoso de Rivera-, capitán del partido ‘Colorado’ a derrocar a su oponente y jefe del partido ‘Blanco’, general Oribe”, general Juan Oribe.  Busca enseguida la ayuda de Rivera para dirigirse contra Rosas, pero las fuerzas conjuntas de Oribe y de Rosas, muy superiores a las suyas, lo acorralaron hasta obligarlo a retirarse a la población de Jujuy, adonde llega enfermo el día 7 de octubre de 1841. Al día siguiente a la mañana, Lavalle cayó asesinado cobardemente, a traición, valiéndose de una estratagema para hacerlo salir del lugar donde intentaba descansar y guarecerse de la temperatura que abrasaba su cuerpo. Así caía aquel hombre que tanto había hecho por la independencia de América, aquel hombre de quien explican que, en cierta ocasión, prácticamente acorralado por las tropas realistas, al grito de ‘Viva el Rey’se lanzaron sobre sus tropas,  se revolcaban bravamente, ellos pusieron la cara y contestaron con el grito de ‘Viva la Patria’ y los batían después de una lucha desesperada.

Su cuerpo fue trasladado a Bolivia y debió ser descarnado al cabo de 24 horas; sus carnes fueron enterradas en la capilla de Humauaca” –Humahuaca-, mientras sus compañeros siguieron con los huesos del mártir hacia Potosí, adonde arribaron el 22 de octubre de 1841.  Al día siguiente, los restos mortales del vencedor de Río Bamba eran depositados en la catedral de Potosí, donde los acompañó el pueblo sincero de aquella ciudad y recibieron los honores militares del cuero de tropas que se encontraba destacado.

Hagamos un salto adelante, en el tiempo.  El día 9 de junio de 1858 el gobierno de la República Argentina sanciona una ley a fin de trasladar a la Patria los despojos del ilustre soldado y establecieron los funerales y los honores de acuerdo a su rango, a su gloria y a sus antecedentes.

Pero no es hasta el día 30 de diciembre cuando los restos del general retornan a la patria desde Valparaíso y, transportados por vía marítima, son desembarcadas en el puerto de Rosario, a la provincia de Santa Fe, donde quedaron a fines de enero de 1861.

El capitán Silvestre Parés, comandante de la corbeta “BLANCA AURORA”, que se encontraba fondeada en el puerto de Buenos Aires, recibía del cónsul español, una copia de la circular que el capitán del puerto de aquella capital había enviado, el día antes, al mencionado cónsul, informándole  que a bordo del vapor de guerra ‘Guardia Nacional’ se esperaba el arribo, el día 18 de enero de aquel año de 1861, de los restos mortales del heroico general Juan Galo de Lavalle, a los cuales el gobierno de la nación había decretado que se otorgasen los honores de Capitán General. Deseando hacer el acto con toda la solemnidad posible, demandaba a nuestro cónsul que hiciera arribar a los capitanes de los barcos que en aquel día se encontraban en el puerto de Buenos Aires que contribuyesen a los honores al heroico general, con las embarcaciones menores, y formar parte del cortejo fúnebre.

El día 18 de enero las embarcaciones de todos los barcos fondeados en el puerto de la capital platense estaban en el agua con sus tripulaciones francas de servicio y al frente de toas precisamente se encontraba la de la corbeta ‘BLANCA AURORA’.  En el primer bote, su capitán, Silvestre Parés, vestido de negro, con el jaqué propio de la indumentaria de aquellos tiempos, enhiesto a la popa de la embarcación. El otro bote era comandada por el segundo piloto.

En el mayor de la ‘BLANCA AURORA’ ondeaba la banderola cuatricolor de la matrícula de Barcelona…  La expresión de la ‘Blanca Aurora’, la talla del mascarón, estaba totalmente cambiada como si la tenue sonrisa de sus labios fuera sustituida por un pregón melancólico, una amarga tristeza que, sólo al contemplarla, nos parecía adivinar que unas lágrimas eran prontas a brotar de sus ojos.

Al acercarse la comitiva, todas las embarcaciones se alinearon y al arribar el ‘Guardia Nacional’ a la alzada del bote patrocinado por nuestro capitán, Silvestre Parés, al tiempo que en posición de firmes se descubría e inclinaba su cabeza delante de los despojos del héroe, los remos de ambos botes se acercaban tal vez como lo hacen los barcos el día de Santa Cristina a la vista de la ermita de San Pere del Bosc.  La acción fue imitada por otras embarcaciones, como si aquella acción de los marineros de la ‘BLANCA AURORA’ hubiera estado convenida como un toque de atención para que los otros hicieran lo mismo.

En el mismo instante en que los barcos elevaban sus remos, los cañones de los barcos comenzaron a disparar salvas en honor del héroe cuyos restos eran conducidos por el vapor de guerra ‘Guardia Nacional’, que zarpando del puerto de Rosario, surcaba majestuoso las aguas tranquilas, aquel día, del Río de la Plata, proa a Buenos Aires.

Cuando el vapor pasó delante de la ‘BLANCA AURORA’, aquella saludó con la bandera los despojos de Lavalle, cosa que hicieron repentinamente el resto de las naves.

Seguramente otros barcos de nuestro pueblo, además de la ‘BLANCA AURORA’, coincidieron en Buenos Aires por aquellos días y participarían en los honores rendidos a los despojos de Lavalle, pero sólo hemos tenido constancia documental de la corbeta comandada por el capitán Parés.

Una gran impresión causó aquel desfile de todas las tripulaciones de las naves que se encontraban aquel día de enero de 1861 en el puerto de Buenos Aires; los hombres de la ‘BLANCA AURORA’, de regreso a nuestras costas, no encontraban palabras para relatar, aún emocionados, todos esos hechos… de aquella vivencia.”

1840 – Terror durante la marcha de Lavalle…

El historiador José María Rosa, tituló El terror de octubre a “la marcha de Lavalle sobre Buenos Aires”, en agosto de 1840. Mientras desde Montevideo informaban que “la provincia de Buenos Aires se alzó ardorosa, en masa, por la causa de la Libertad”, el ejército comandado por Juan Galo Lavalle, en Arrecifes “encontró hostilidad de la población.  Atribuirá ese estado -que será mayor a medida de acercarse a la ciudad- a los desmanes de su tropa, de una magnitud que superaba las anteriores invasiones del norte de Buenos Aires, y eso que el historial de los atropellos era grave. Siempre estuvo señalada la marcha de un ejército por devastaciones y latrocinios que no asombraban a nadie; pero lo que pasó produciría el horror de los mismos jefes libertadores[16]

Destacó el historiador Rosa que Tomás de Iriarte y Juan E. de Elía “cuentan en sus Memorias el vandalismo: fusiles descargándose por placer sobre los animales, casas quemadas por diversión, madera de construcciones usadas para encender el fuego, robos, violaciones, etc.  En Corrientes y Entre Ríos hubo algunos excesos, pero nunca en el grado que ahora.  Los correntinos se sentían en Buenos Aires en tierra extranjera conquistada.  Eran magníficos soldados, que no preguntaban por qué peleaban con tal de peleara, pero debía extremarse con ellos la disciplina.  Y Lavalle ya ‘no era, el atildado oficial de la escuela de San Martín’, comentó Paz al encontrarlo en Punta Gorda.”   [17]

En ese tiempo, se había desarrollado la revolución de San Luis y como escribió el historiador José María Rosa, “un cabildo abierto de la ‘parte principal’ eligió una Junta Gubernativa (José Leandro Cortés, Esteban Arado y José Rufino Poblet. El coronel unitario Manuel Baigorria, refugiado en las tolderías de los indios desde Rodeo del Chacón (cuya vestimenta y costumbres había tomado), llegó con los ranqueles en apoyo de su partido.  Lucero acompañó a Aldao a retomar Mendoza. Después de aventada la revolución allí ambos marcharon contra San Luis.  En las Quijadas (2 de enero de 1841) derrotaron a los indios, principal apoyo de los unitarios y la revolución se diluyó”.

En tales circunstancias, cuatro días después, la Junta provincial eligió gobernador al coronel Pablo Lucero “que se mantendría hasta 1854”.

“La sombra de Dorrego (agosto)”.

El historiador José María Rosa relató así lo sucedido cuando “Lavalle entra en Navarro el 22.  Quedará allí cinco días, no haciendo nada, ‘profundamente melancólico, lo nota Iriarte, entado en el mismo escritorio donde firmó la orden de muerte, quejándose ‘de no haber encontrado simpatías en la campaña.”  Reitera luego la anécdota de Antonino Reyes acerca del “tintero que sirvió a Lavalle para firmar la condena de Dorrego” y que había guardado el mayordomo como recuerdo. “Creyendo complacerlo, se lo mostró; Lavalle ‘tomó el tintero y lo arrojó con ira lejos de sí’.”  [18]

Juan Galo Lavalle, el 6 de septiembre, “lentamente comenzó la retirada. Mirando a Buenos Aires, atento a los movimientos de Rosas, que avanzaba a la chacra de la familia”…

Esteban Echeverría lo creía en la casa de gobierno cuando supo que estaba replegándose y “el poeta se indigna por la poca seriedad de la invasión a Buenos Aires, que le hizo jugar contra Rosas en una forma y con una palabras que el Restaurador no podría perdonarle, y lo obligaba a irse al exilio.  Apenas vio el regreso de los libertadores por Giles, Echeverría escapó solamente con lo puesto a embarcarse en una chalana que lo puso en algunas horas en Colonia.  Rumiaría su enojo en dodecasílabos:  [19]

‘Todo estaba en su mano, y lo ha perdido.

Lavalle es una espada sin cabeza.

Sobre nosotros entretanto pesa

su prestigio fatal, y obrando inerte

nos lleva a la derrota y a la muerte.

Lavalle, el precursor de las derrotas.

¡Oh! ¡Lavalle, Lavalle! Muy chico eras

para llevar sobre ti, cosas tan grandes’.”

                               (del Poema Avellaneda)

 

El 4 de octubre Florencio Varela escribe a Lavalle: ‘No hay una sola persona, una sola, general, incluso sus hermanos de usted y aun su sensatísima señora, que no hayan condenado abiertamente ese funestísimo movimiento… No comprendo, general, cómo se justificará usted ahora, ni nunca… Ése ha sido, general, el defecto capital de usted: no pedir consejo ni oírlo de nadie, decidir por sí solo.  Y por desgracia no decide usted lo mejor… si la revolución se perdiera por no seguir usted el buen camino, todos cargaríamos con las maldiciones de la patria.  Aconséjese, general, y siga los consejos.  Usted conoce poco ese país, y se forma ideas exageradas del poder de Rosas y del modo de combatirlo.”

Juan Galo Lavalle escribió una carta a su mujer y pasó por Arrecifes hacia el norte, con el propósito de llegar a la ciudad de Santa Fe. “el 13 está en la posta de Vergara, donde desentierra el cadáver de Cullen para llevarlo a Santa Fe”.  Escribió Tomás de Iriarte acerca de esa retirada: “Sobre el arroyo del Medio hay un oratorio donde estaban refugiadas algunas familias creyendo que aquel sitio sería respetado por la soldadesca. Entre los muchos que acudieron al pillaje, dos de infantería se quedaron violando unas niñas a las que encontraron bien parecidas.  Se quedaban a una muerte segura, y en efecto una partida enemiga cayó durante la noche sobre el oratorio y los degolló’.

Pasó junto a Rosario el 16, no entró, porque estaba defendido.  Como a San Nicolás lo flanqueó; en cambio saquearía San Lorenzo el 17.”

“Los libertadores pueden saquear cómodamente las poblaciones: el pasaje por Coronda ‘quedó marcado con señales indelebles de vandalismo’ (Iriarte).  El 26 están a la vista de Santa Fe; del otro lado del Paraná distinguen las torres de Bajada. ‘¡Qué vuelta habíamos dado!’, piensa Iriarte, ‘¿y para qué?’.”

Santa Fe de la Vera Cruz: ciudad tomada por Lavalle…

“La toma de Santa Fe fue dirigida por Iriarte por delegación de Lavalle. Resultó como era de suponerse, un saqueo sin medida.  La ciudad fue defendida por el general Eugenio Garzón con una pequeña tropa que debió rendirse.  Lavalle había dado la orden de fusilar a todos los jefes y oficiales enemigos, pero Garzón y los suyos se salvaron por ser orientales y temerse que su eliminación fuera mal vista por Rivera y perjudicase a las familias unitarias de Montevideo.

No había entre los orientales el mismo odio que entre los argentinos.  Rivera, con todos sus defectos, no era hombre de procedimientos fuertes.  Como su ambición era gobernar con el consentimiento de todos sus paisanos, el fusilamiento de uruguayos por Lavalle lo podría obligar a represalias.”

 

Aquí, la reiteración de lo expresado por Tomás de Iriarte, el jefe en la toma de Santa Fe de la Vera Cruz, en sus Memorias:  “Era tal la afluencia de soldados que robaban las casas, forzando las puertas, que las calles parecían inundadas; el número de ebrios era inmenso… teníamos que echarlos sable en mano para el campamento; salían por un lado, entraban por el otro; todo era confusión y algazara, las voces no se entendían. Tuve que dejar por imposible ordenar aquellos hombres enfurecidos por el reciente asalto y las bebidas espirituosas… ni matando podía contener a la soldadesca… algunos soldados borrachos habían entrado en el convento de la Merced donde se hallaban asiladas las familias y trataban de violar algunas jóvenes… A primer vista parecerá que estos desórdenes son fáciles de contener; pro es preciso considerar que casi son inevitables en un gran pueblo tomado a viva fuerza, y mucho menos cuando los agresores pertenecen a un ejército que había relajado los vínculos de la disciplina militar.  Esta licencia había sido diaria durante toda la marcha, pero en Santa Fe pudieron cebarse más a sus anchas, como que era un pueblo de más recursos que cuantos encontramos en nuestro tránsito… Es preciso hacer justicia a nuestros soldados: ellos eran susceptibles de organizarse, de subordinarse.  No se quiso”.

“En Santa Fe quedó el ejército libertador a la espera de las negociaciones que hacía el almirante francés Mackau, llegado en reemplazo de Baudín, con el ministro Arana en las balizas exteriores de la rada de Buenos Aires”…  [20]

 

A fines de ese siglo, el doctor Carlos A. Aldao aludió a aquella invasión de las tropas del general Juan Galo Lavalle:

“Tomó la ciudad en 1840, entrando por los fondos del convento de La Merced y saliendo a la plaza por la iglesia.  Luciano Leiva estaba al pie de un cañón a media cuadra de distancia, con la mecha encendida y listo para hacer volar la puerta del templo, pero se le impidió quizás por respeto religioso. Los invasores andaban sin peligro”… [21]

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(No ha sido por casualidad que algunos historiadores censuren al coronel Manuel Dorrego mientras otros no justifican su asesinato y desde distintos puntos de vista se refieran al general Juan Lavalle.

Tampoco ha sido por casualidad que en la república argentina hayan editado un libro titulado Rosas sí, Rosas no… integrado por textos escritos por distintos autores, unos a favor y otros en contra.  Hay un dato significativo: el general José de San Martín en su testamento legó su sable corvo al Brigadier General Juan Manuel Ortiz de Rozas -más conocido como Juan Manuel de Rosas-, por sus acciones en defensa de la soberanía nacional.)

Algo semejante, ha sucedido con otros hombres en distintos continentes

¡Todo es historia de la Historia!

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El escritor Agustí Ma. Vilà y Galí, terminó ese libro con este mensaje:

“Regreso a casa”

“Hemos hecho un largo viaje, que ha comenzado en aquellos días luminosos en que nuestros antepasados bajaron hacia la mar, se establecieron primero alrededor de su castillo y después a todo lo largo de la playa.  Desde aquel punto de partida, hemos estado siguiendo hechos de Les Nostres Veles –”Las Nuestras Velas”- acontecidos en diversas épocas de nuestra historia.

Ha sido un viaje largo, de muchas singladuras y con recaladas en muchos puertos, no tantos como los que hubiéramos deseado visitar…

Deseo, estimado lector, que haya sido un viaje provechoso y feliz, provechoso por los conocimientos que espero que hayan logrado en cada una de las 27 escalas que hemos hecho, y feliz, porque todos ellos me parece que se han desarrollado plácidamente y hemos acabado el viaje sin novedad, quizás un poco cansados, pero deseosos de embarcarnos de nuevo en otra ocasión.

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“Va a amanecer Dios viento fluye al N, a las 17 horas va a venir el vapor remolcador y nos va a tomar por la proa, a las 18 h. 45m; estando entre puntos va a venir el práctico y a sus órdenes vamos a ponernos en marcha… e inmediatamente vamos a ser admitidos prácticamente libres, en el puerto de Barcelona gracias a Dios sin novedad”

“Lloret de Mar, 2 de Juny de 1985.”  [22]

Memoria que perdura…

El 2 de enero de 1990 estuve en el Museo “Can Garriga” – Centro Cultural Verdaguer, en la geronesa Lloret de Mar y a orillas del Mediterráneo -con mi amado amante-, porque necesitaba rever y releer diversa información allí expuesta en comentarios periodísticos y en documentación fotográfica para comenzar una recopilación acerca de parte de la historia e Lloret de Mar, comarca de Gerona (Cataluña, España) en evidente expansión.

El día anterior conocí al señor Santiago Monet Abril y su generosa actitud promovió un encuentro con Agustí Vilà y Galí, escritor.

Ecos tras “Como nacen los brotes”…

Reitero lo expresado en otro texto referido a don Agustí:

“Ubicados en una sala de la planta baja del Museo, era grato escuchar sus relatos y advertir su vocación de escritor, su entusiasmo por la recopilación e investigación.

Unos meses antes habían editado su libro Navegant e Mercaders. Una nissaga marinera de Lloret y nos explicó cómo lo había elaborado. Con tristeza aludió a algunas empresas que habían impulsado sus antepasados, como había sido el tráfico de esclavos africanos hacia Cuba, entre otros negocios tan frecuentes a principios del siglo XIX.

 

En ese tiempo en Santa Fe de la Vera Cruz habíamos presentado el tercer volumen de “Palabras para compartir

Aludí a nuestra nieta Josefina: a los once meses en viaje desde Buenos Aires hacia la capital española, para seguir hasta Barcelona, donde residieron unos meses.

Luego eligieron Lloret de Mar para seguir viviendo y vibrando: primero en la calle Rambla Barnes 7, primer piso, departamento primero…

 

Al evocar aquellas vivencias, releo el poema “Café ‘Gijón’ de Madrid”[23]

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Ven, caminante sereno…

confiarte quiero un secreto:

es imposible llegar

a la Madrid de mi abuela…

a la España donde ensaya

sus sílabas…  Josefina…

que brinca con sus dos años

y sueña con castañuelas.

Como en un arco de acero…

invisible y mágico…

arrojo al Océano

mi frágil sentimiento.

Sobre él se deslizan

rosas, sal y mieles…

hasta anclar en la noche

…en el Mediterráneo.

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Van y vienen… vienen y van…

emociones vibrantes.

De Península a Península

un puente se ha tendido…

invisible al distraído…

mágico, místico, sublime.

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Insisto una vez más:

¡El Océano no separa, une!

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“Por primera vez dialogamos y percibimos lo expresado por las miradas mientras en una sala de la planta baja, manifestó su alegría por mi orientación hacia la busca de antecedentes históricos de Lloret.  Comentó las actividades de algunos antepasados que llegaban dedicados a la navegación en alta mar, intercontinental pasando por las costas africanas y desde allí rumbo a Centroamérica o hacia el Río de la Plata.

 

Dijo que estaba interesado por saber algo más acerca de algunos puertos sobre el río Uruguay en las primeras décadas del siglo XIX.  Mostraba algunas páginas de su tercer libro Navegants i mercaders – Una nissaga marinera de Lloret, cuarta publicación de Club Marina Casinet de su tierra natal con ilustraciones del autor.

Conmovido primero aludió a actividades de algunos de sus antepasados y señalando el mapa inserto en la página treinta y uno, aludió al “esquema básico de las rutas negreras seguidas desde África hasta Cuba y nombró al capitán Agustí Connil i Sala, comandante de la nave española San Francisco de Paula, para “salir del Puerto de la Habana hacia las costas de África para hacer el comercio de negros… transportar negros ‘bozales’ de Guinea a Cuba, otorgada el 29 de marzo de 1816.”

Después, durante la primera lectura observé la reproducción de la “licencia para el comercio de negros expedida en la Habana en el año 1816 al velero lloretense San Francisco de Paula” firmada de su “puño” por “D. Juan Ruiz de Apodaca y Eliza López de Letona y Lasqueti, Comendador de Ballaga y Algarga, en el orden militar de Calatrava y de la decoración de la de Lys de la Vendee, teniente general de la real Audiencia que reside en la propia isla, Juez de alzadas del tribunal del real Consulado de ella, y presidente de la junta económica y de gobierno del mismo, Subdelegado de al Superintendencia general de Corros, Postas y estafetas, Juez protector de la real compañía de la Habana y de la venta de Tabacos, y comandante general de marina de este puerto è isla de Cuba, de las de barlovento è indias occidentales y de los correos marítimos. &c. &c.”

El escritor mostró en la página treinta y siete, la reproducción de un grabado inglés del “siglo XVIII que detalla el interior del barco negrero y las distribuciones de los esclavos transportados”. Intentó expresar verbalmente, como cristiano y católico, como hombre defensor de la justicia, sus sentimientos ante esa revelación de bárbara discriminación.

Expresó brevemente que desde Lloret habían zarpado barcos que llegaban hasta el Río de la Plata, hasta Montevideo y Buenos Aires.  Aludió a los desembarcos en la ensenada de Barragán y al bloqueo que impidió el avance hacia el río Uruguay.

Conmovido rememoró lo leído acerca de la muerte de Lavalle y aludió a la presencia de embarcaciones lloretenses en el acto de homenaje cuando repatriaron “sus despojos” en 1861.

Antes de la despedida, le entregué una de mis ediciones artesanales que suelen ser de cinco, diez, treinta… ejemplares, con textos inéditos y con firma manuscrita porque al terminarlos ya sé a quienes los entregaré.

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Agrego, al anochecer del viernes 15 de julio de 2005, tras regresar de la Biblioteca  Pedagógica “Domingo Faustino Sarmiento”, de Santa Fe de la Vera Cruz, creada en 1915:[24]

 

“Hay gente gris y cansada. Es la gente

de todas partes, que un día cualquiera

se mira en el espejo y ya no tiene

vergüenza ni valor para romperlo.

                       Miguel Martí i Pol.”

 

No ha sido por casualidad que Alberto Miyara incluyera esos versos al comenzar su escritura, después de los pertinentes agradecimientos y de la dedicatoria impresa: “A la OK”; en el libro seleccionado en el Concurso “Alcides Greca” 1994, convocado por la Subsecretaría de Cultura de la provincia de Santa Fe y publicado en “Ediciones Culturales Santafesinas”.  [25]

Tampoco ha sido por casualidad el impulso interior que generó esa trascripción en estas páginas, porque aunque no hablo en catalán -con ayuda de dos diccionarios-, ya leí varios libros escritos en ese idioma y cité algunos párrafos: Les Nostres Veles (textos e ilustraciones de Agustí Ma. Vilà y Galí, 1984; Relatos… de Joan Baptista Doménech i Artau, Club Marina de Lloret de Mar, 1987; Navegants i Mercaders, Club Marina de Lloret, 1989; L’Ensenyament a Lloret de Mar (1599-1936) por Joan Doménech i Moner, verano de 1991;  Vivencies i records por Lluís Parés i Macià; Club Marina de Lloret de Mar, 1993; Quadern de Bitàccola, Cofraria de Sant Elm, Lloret de Mar, 23 de abril de 1995, día de San Jorge…  [26]

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1936: Sor María Alegría – Guerra civil y traslado a la Argentina.

El perseverante Ingeniero Agustí Vilà y Galí, logró editar otro libro: “En el Centenari del Col-legi de la Immaculada Concepció de Lloret de Mar”.

El estudioso escritor, relata que Sor María Alegría –María Dolores Gelats i Fàbregas, nacida en Lloret de Mar el 2 de junio de 1903 era “hija de Agustín y de Cristina… Su tío Narciso Gelats Durall, fue el fundador de la Banca Gelats Cuba.  El 16 de julio de 1933 llega a la Casa Madre de Francia para empezar la formación religiosa en el noviciado, hasta el 6 de agosto de 1936, fecha de su profesional anual.  Un año más tarde, 1937, mientras España sufre las calamidades de la guerra, parte hacia Argentina, amplio campo de apostolado, destinada a la Comunidad del Hospital de Gálvez, que la acoge con alegría ya que es una persona madura que puede responder a la misión, no siempre fácil en los hospitales de administrar y catequizar. [27]

A lo largo de 26 años asumirá sucesivamente la responsabilidad de los Ingenios de Concepción, San Pablo de Tucumán, Banda del Río, dándose sin contar, dejando un recuerdo imborrable”.

Desde el 29 de marzo de 1966, desempeñó su mayor labor pastoral en el Colegio de Federación hasta que en 1992, por su estado de salud ingresó en la comunidad del Convento de Lomas de Zamora. Participaba en la celebración de la Santa Misa -el 12 de febrero de 1993- y “se sintió mal, en cuestión de pocos minutos se fue sin complicaciones, en la humildad y sencillez que siempre deseó”.

No ha sido por casualidad que en esa reseña biográfica se destaque que “una crónica recibida de la Argentina recoge una anécdota de poco antes de morir, cuando ya a los 86 años había sido relevada de su aportación al colegio de Federación y se había integrado a la comunidad del convento, durante la celebración de “la diada de Santa Anna”, patrona de las abuelas, María Alegría, con la gracia y la espontaneidad que le eran propias, supo alegrar la reunión con los pasos de una sardana, en recuerdo, tal vez con nostalgia, de su patria natal que no podía olvidar.”   [28]

Agustín Vilà incluyó en esa página 88, una fotografía de la “Església de Federación (Argentina)”; amplia construcción con techo a dos aguas partiendo de un plano horizontal, rodeada de amplios espacios libres, algunos arbustos y un alto pedestal donde está apoyada una gruesa Cruz.

Es oportuno expresar que a mediados de la década del ‘70 la primitiva Federación debió ser inundada al construirse la represa de Salto Grande.  En aquel tiempo, los pobladores expresaban su angustia por ese ineludible trasplante y las cámaras de la televisión difundían sus nostálgicos comentarios hacia distintas latitudes.

El 25 de mayo de 1979 fue inaugurada la moderna ciudad que comenzaron a nombrar Ciudad Jardín, por las características de los espacios verdes que abarcaban poco más de la mitad de su superficie.  [29]

Han destacado que “tiene características arquitectónicas y urbanísticas muy peculiares, únicas en la Argentina.  Se destaca el Santuario de la Inmaculada Concepción, ubicado en la Avenida San Martín, entre Las Azaleas y Las Hortensias. Su puerto está especialmente habilitado para actividades deportivas.  En Guarumba y avenida de la Virgen, se encuentra un anfiteatro con capacidad para 5.000 personas, donde se lleva a cabo -en enero-, la Fiesta Nacional del Lago.[30]

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¡El Océano no separa, une!

                                        Loado sea Dios.

 

Mirada sobre los mapas

Navegants i Mercaders está escrito en catalán y la primera decisión tras recibirlo, fue la de comprar un diccionario para empezar a leerlo.

Mientras tanto, casi analfabeta acepté mis limitaciones y miré las bellas ilustraciones hechas por don Agustí -como empecé a nombrarlo entre nosotros-; sonreí cuando encontré el primer mapa

Aproximación a su obra literaria…

Don Agustí escribe en su idioma, en lengua catalana, con expresiones simples y precisas.  En la librería situada en una esquina de la Plaza y cercana a la Iglesia, compré el libro Les nostres veles, volumen 1 (Text i il.lustracions: Agustí M.ª Vilà i Galí – Obrer de la Cofraría de Sant Elm de Lloret de Mar), primera edición de sus obras.

 

Si algo… es sabido de los idiomas castellano y francés, con la ayuda de diccionarios es posible entender lo escrito en catalán.

El poema impreso en la primera página, fue releído por una amiga del alma, la generosa hija de mallorquines Inés Vicens de Ceresole, estudiante del idioma catalán en la capital santafesina.

Después de su oportuna corrección de algunas palabras, reitero aquí los versos originales y la traducción:

En el cel i enmig d’esteles En el Cielo y en medio de las estrellas
te’ns reveles, tienes descubierta
i ames ja, com nou estatge, y amas ya, como nueva morada,
nostra vila, nostra platja. nuestra villa, nuestra playa.
NOSTRES VELES, NUESTRAS VELAS,
dóna’ns fe, dóna’ns coratge dan fe, dan coraje
si la mort se’ns aveïna, si la muerte se avecina,
Oh Cristina! Oh, Cristina!
Joseph Carner.-

Goigs poètics de Santa Cristina, 1921

Joseph Carner.-

Juegos poéticos de Santa Cristina, 1921

 

“Nuestros astilleros”

El primer volumen de Nostres Veles incluye también artísticas ilustraciones elaboradas con tinta china y plumín por Agustí Vilà y Galí.

En la cuarta página está impreso un dibujo realizado en 1984 y el autor expresa:

“La actividad de los astilleros de Lloret, bien podemos decir, comienza a tener un verdadero impulso entre los años 1820 y 1825.  Pero ya antes, después de que el rey Carlos III concedió la libertad de comercio con América a todos los pueblos de la antigua Corona de Aragón, comenzaron las actividades en nuestras playas, si bien, todavía, con muy pocos barcos.

Es sin dudas después, cuando nuestro país se ha recuperado de los estragos de la guerra contra los franceses, cuando estalla la fiebre de nuestras construcciones.  En el período comprendido entre el año 1812 y 1869 se construyen en nuestra playa 130 bastimentos de diversas capacidades y aparejos: dos fragatas, seis corbetas, cuarenta y cinco bergantines, cuarenta y nueve pollacres-goletas, siete goletas y quizás otras embarcaciones.

Por otra parte debemos recordar que la actividad en nuestros astilleros es variable a lo largo del período de tiempo que hemos investigado.   Durante los primeros años del siglo pasado” -alude al siglo XIX-, “son pocos los bastimentos que se construyeron anualmente, y recién a fines del año 1822 comienza a crecer el número de construcciones, hasta situarse dentro de la tercera década del siglo, que es cuando más barcos parten de nuestras playas, 47 según los datos disponibles.

Continuaron a buen ritmo las construcciones durante los dos primeros años de la década del cuarenta, después fueron cuatro años en que la actividad decayó casi totalmente –entre 1842 y 1845,  A partir de 1845 es recuperada la actividad, que se mantiene muy bien hasta fines del año 1851.  En los dos años siguientes, 1852 y 1853, volvió a ser de poca actividad, si bien en el año 1854, 1855 y 1856, hubo un rebrote para decaer ya verdaderamente a partir del año 1857 hasta llegar a la última fusa, la del bergantín ‘Segundo Romano’, que tendrá lugar en el año 1869.

El año de más actividad fue 1834, basándonos en los datos que hemos podido encontrar, hicieron dos bastimentos; una corbeta, tres bergantines, cuatro pollacres, una pollacra-goleta y un quetx.

Imaginemos cómo debían ser nuestras playas con una actividad tan grande. Los maestros constructores de naves como Bonaventura Ribas (a) ‘Pa-i-ais’, Sebastià Pujol (a) ‘Es Ferreter’, Agustí Macià (a) ‘Vaispares’, Joaquim Ribas i Pere Ma Pica fueron los artífices de aquellas construcciones.  Aquello debía ser una fiesta continua, una fusa detrás de otra, todo seguido gente que va a Barcelona para darle empuje.

En algún momento, nuestros astilleros no debían dar abasto a los comandantes de nuestros navíos y capitanes, y es por eso sin duda que encontramos muchos pilotos de nuestro pueblo comandando un buen número de embarcaciones construidas en otros astilleros.

Hecha esta rápida pincelada sobre los astilleros de nuestro pueblo, esperamos que en el futuro se podrá extender con más detalles, pasando enseguida, a revisar lo hecho y las anécdotas que, de una manera u otra, han llegado hasta nosotros. Están ahí!” Páginas 4-5

Corbeta “Las Glorias de Lloret”

“Aquella corbeta fue encargada, por lo que hemos podido saber, a los astilleros del Mas Nou por el naviero y piloto de Lloret Bonaventura Austrich i Monter, quien la comandaría durante los primeros años, después de los cuales fue gobernada por el piloto Joaquim Puig  y después, por su yerno austríaco, Agustí Maura i Surís, abuelo de nuestro pintor Romà Maura i Arbó, especializado en veleros, que ha pintado, como sólo él lo puede hacer, una bella estampa de la corbeta ‘LAS GLORIAS DE LLORET’.  

Como en otros casos, aquí más que al barco, hemos de referirnos a un hecho ocurrido a su capitán, Agustí Maura, y no mientras comandaba ‘LAS GLORIAS DE LLORET’, sino mientras estaba embarcado como segundo piloto en el bergantín ‘Eva’, en 1879, durante un viaje de Barcelona a Buenos Aires, viaje en que el ‘Eva’ era comandado por mi abuelo, Agustí Vilà y Conill.

El pilot Agustí Maura, que solamente tenía 31 años, cuando el observador había avistado tierra americana, se sintió súbitamente mal y realmente debía estar alarmado, porque decidió hacer el testamento.

Se conserva una buena parte de aquella acta que hizo a bordo del ‘Eva’ y que fue escrito en su libro de bitácora, en el lugar destinado a relatar los sucesos de la singladura 90 de aquel viaje, que correspondía a los días 13 y 14 de marzo de 1879.  [31]

Quizás la más chocante de todas sus disposiciones, sea la del apartado octavo que transcribo literalmente: ‘A la salida de Barcelona con el referido barco para hacer viaje a Buenos Aires, dejé a mi mujer embarazada y en caso de que venga bien el parto, sea uno o sean dos los nacidos, le o les instituyo por mis universales herederos por partes iguales tanto de lo que yo poseo como de lo que tener pudiera…”

Era bastante previsor nuestro piloto, pensando que su mujer podía tener mellizos, pero tal supuesto no es seguro, porque cabe pensar que podrían nacer más de dos… o ¿es que tal posibilidad por aquellos tiempos y circunstancias no se producían?

Nuestro hombre partirá y vendrán sus hijos, viaje tras viaje, Joseph, Joan, Asumció i Dolors.”  ¡José, Juan, Asunción y Dolores!  Página 44-45.

Bergantín “Cacique”

Podemos hacer comentarios de aquel bergantín del cual hemos podido obtener una fotocopia del inventario de uno de los viajes que hizo a Buenos Aires en el año 1848, comandado también por el capitán lloretense Bonaventura Ausrich i Moner.

No sabemos las características del bastimento ni dónde fue construido; pero, como una cosa curiosa, nos parece adecuado transcribir la relación de mercaderías que, en el mentado viaje, transportó:

-84 pipas de vino negro.

-31 pipas de aguardiente refinado.

-1 baúl con libros encuadernados en pasta.

-1 caja conteniendo 96 docenas de juegos de cartas.

-8 docenas de canastas -o cestas- de mimbre, seis libras de semillas de cebolla y veinte resmas de papel de fumar.

-24 docenas de badana de colores, dos docenas de piel curtida de gamuza de colores, y tres docenas de zapatos de charol.

-1 caja con cinco cuadros pintados al óleo, un baúl con libros y un baúl con herramientas. Páginas 46-47

………………………………………………………………………………………………………………………

Casi colofón…

El 25 de abril de 2006, envié un correo electrónico al Secretario General del Ayuntamiento de Lloret de Mar, D. Joseph García Giménez y en la mañana del día siguiente recibí la respuesta.  [32]

Aquí los nombres de los Alcaldes que desarrollaron sus misiones en sucesivos lapsos desde el momento de la residencia de nuestros hijos Marta y Rubén junto a Josefina, en ese lugar donde montaña, río y mar convocan al asombro y sus pobladores van dejando señales que perduran tras la ineludible admiración…

  • Legislatura 1987-1991: Alcalde Señor Jordi Martinez Planas.
  • Legislatura 1991-1995: Alcalde Sr. Josep Sala Montero, reelecto.
  • Legislatura 1995-1999: Alcalde Sr. Joseph Sala Montero.
  • Legislatura 1999: Inicio el mismo señor Sala Montero hasta…
  • Legislatura 2002-2003: Alcaldesa Señora Lucia Echegoyen Lerga.
  • Desde 2003: Alcalde Dr. Xavier Crespo i Llobet, destacado médico.

(Consigna CiU: “Diumenge 25.  Vine, i vota.”

“A l’ayuntament, noves idees.

Viure millor.”

En el Ayuntamiento, nuevas ideas.

Vivir mejor…)

 

¡El Océano no separa, une!

Loado sea Dios.

 

 

Vivencias, lecturas y síntesis: Nidia A. G. Orbea Álvarez de Fontanini.

Mayo de 2006 – Incluido en el CD “Del Vivir y vibrar”.

SEPA (Servicio de Educación por el Arte)

Presentación: Miércoles 10 de mayo de 2006 a las 19:30

en el Centro Comercial de Santa Fe.

Donación a Bibliotecas de escuelas de enseñanza media.

Santa Fe de la Vera Cruz – República Argentina.

 

 

 

 

[1] Agustí Vilà y Galí. Navegants i Mercaders – Una nissaga marinera de Lloret.  Publicació Nº 4 del Club Marina “Casinet”. Dedicatoria: (en catalán:  A mi hija Eulalia Maria y a mi nieta María del Mar) – Dedicatoria manuscrita: “Para Dña Nidia Orbea de Fontanini compañera de inquietudes del espíritu e investigadora de nuestra Cataluña y de su Argentina. Bien cordialmente. Fdo. Agustí Vilà y Galí. Lloret de Mar 2. Enero 1990.”

[2] Este párrafo es reiteración de una cita en Universo Vittoriano (diez ejemplares numerados reproducen el original que incluye acotaciones pertinentes a “Tras las señales de José Luis Víttori”, destacado escritor santafesino, miembro correspondiente de la Academia Argentina de Letras. Un ejemplar dedicado al Ingeniero Agustí Vilà y Galí, entregado en el día de “Sant Jordi”, en la “Feria del Libro de Lloret” después de entregar en la Argentina, uno al talentoso J. L. Víttori y a familiares (1999).  / Aludo a lo escrito en las páginas 217-218 del citado libro de J. L.V.

[3] Barbieri y otros. Octopus. Santa Fe, Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral, diciembre de 1998. Estaba próxima la Navidad y desde el centro de publicaciones de la universidad convocaron a la presentación de Octopus, un conjunto de narraciones que contribuyen a despertar el interés por ocho obras, que en realidad son apenas un rasgo en el bosquejo que correspondería perfilar con la trayectoria literaria de Osvaldo Barbieri, Carlos Bernateck, Enrique Butti, Carlos Catania, Carlos María Gómez, Carlos Roberto Morán, José Luis Pagés, José Luis Víttori.

[4] Agustí Vilà y Galí. Navegants i Mercaders – Una nissaga marinera de Lloret. Ob. cit. p. 129-134. Traducción de la autora mediante uso de diccionarios.

[5] Cita el autor: “Baroja, Pío. Las inquietudes de Shanti Andia. Colección Austral, Espasa Calpe, Madrid, ps. 157-159”.

[6] Rosa, José María. Historia Argentina Tomo 5.  Buenos Aires, Editorial Oriente, 1992, p. 362.

[7] Ibídem, p. 216-217.

[8] Ídem, p. 372.

[9] Domènech y Artau, Joan Baptista. “Relatos de mi pueblo”  -versión original castellana-, editada en catalán en 1987 por el Casinet “Club Marina” de Lloret de Mar (Gerona, Cataluña), España.

[10] Yupanqui, Atahualpa. El canto del viento. Buenos Aires, Siglo XX, 1988, p. 115.

[11] Vilà i Galí, Agustí Ma. Les Nostres Veles 2. Al meu Poble (A mi Pueblo)  Lloret de Mar, Confraria de Sant Elm, 1984, p. 20-21.

[12] Ibídem, p. 62-64.

[13] Ídem, p. 76.

[14] Íd., p. 79-80

[15] íd., p. 57-61.

[16] Rosa, José María. Historia Argentina – Tomo4. Buenos Aires, Editorial Oriente, 1992, p. 468-469.

[17] Ibídem.  Se refiere a: Iriarte, Tomás de .Memorias, tomo V – Elía, Juan E. de Memorias históricas sobre la campaña del ejército libertador.

[18] Ídem. Historia Argentina – Tomo 4, p. 471.

[19] Íd., p. 474-476.

[20] El historiador Rosa relata que “durante el ‘mes rojo’ Rosas no está en la ciudad. Ha delegado el mando y desde Santos Lugares o la Chacra de  Caseros, prepara el ejército y queda atento a las negociaciones con el nuevo jefe naval, almirante Mackau.  Dado el personalismo de su acción, no puede suponérselo ajeno a lo que ocurre en la ciudad.” / “A principios de junio el vicealmirante Baudin había recibido su nombramiento para la expedición a Buenos Aires. /…/ “…para imponerse a Buenos Aires.  Intimaría a que se diese a Francia el trato de la nación favorecida y se pagasen las indemnizaciones pedidas. En caso de negativa entraría en acción”… Tales algunos sucesos en el Río de la Plata… mientras barcos desde el Mediterráneo seguían llegando al Río de la Plata para continuar con “el comercio”…

[21] Estos párrafos son reiteración de Carlos Aldao, viajero santafesino y americano… Incluido en el CD Del vivir y vibrar presentado el miércoles 10 de mayo de 2006 a las 19:30 en el Centro Comercial de Santa Fe.

[22] íd., p. 111.

[23] Palabras para compartir… Vol. 3. Santa Fe de la Vera Cruz, edición SEPA, 1989, p. 135-138.

[24] Reiteración del párrafo escrito en “Alberto José Miyara, poeta, cuentista, ingeniero”. (25 páginas, incluido en la segunda parte del Portal SEPA “Un lugar para el sosiego y el asombro”.)

[25] Dieciocho cuentos fueron incluidos en el volumen Cospeles, por favor, frase correspondiente al primer relato titulado: “Cuidado con el inspector”.

 

[26] Con mi amado amante Eduardo Rodolfo Fontanini Doval, llegamos a Lloret de Mar durante el otoño de 1989.  Nació Lucía Fernández Fontanini, nuestra primera nieta catalana, en un día memorable: 20 de noviembre, entre los argentinos el Día de la Soberanía Nacional (evocación del combate “Vuelta de Obligado, 1845) y en España, en 1975, fallecimiento del general Francisco Franco, en el gobierno desde 1939 y desde entonces, prohibido el uso de sus lenguas en las comunidades autónomas…  aunque los catalanes supieron

[27] Vilà y Galí, Agustí. En el Centenari del Col-legi de la Inmaculada Concepció de Lloret de Mar  1903-2003. Edición auspiciada por “Ajuntament de Lloret de Mar – Diputació de Girona- Prefacio: Mn. Narcís Ponsati.  Edición: Comunitat de Religioses i Col.legi de la Immaculada Concepció de Lloret de Mar.  Impessió: Artes Grafiques Cantalozella, S.A., p. 87-88.  Nuestras nietas Josefina y Lucía Fernández Fontanini fueron alumnas desde el primer nivel hasta EGB, luego ESO (desde 1991…).  Nuestra hija Nidia Marta Susana Fontanini de Fernández fue “madre delegada de Curso” en sucesivos años.  Un grupo de padres decidieron integrar un taller de Teatro para representar obras destinadas a jóvenes y adultos.  Luego, continuaron como “grupo de Teatro independiente”.

[28] Este párrafo es traducción del catalán con ayuda del diccionario bilingüe.

[29] Por las rutas argentinas – Guía turística del Automóvil Club Argentino.  Edición especial de Reader’s Digest. Impresa el 15 de diciembre de 1999 en Mateu Cromo Artes Gráficas S.A., España, p.165-166.

[30] “Otras atracciones son el balneario-camping Las Palmeras y el casino, en Las Violetas Este e Inmaculada Concepción y frente a la Plaza Libertad, el Museo de los Asentamientos. La ciudad tiene un Complejo Hidrotermal, de 9 ha. ubicado en el límite de la planta urbana, con aguas que emergen desde 1.2600 m. de profundidad, a 44º, consta de piscinas termales para uso pasivo, de hidromasajes, pileta semiolímpica con agua fría, patio de duchas individuales y solarium.” (p. 166)

[31] Hasta este párrafo, el relato está escrito en catalán y he traducido consultando dos diccionarios, el primero comprado en el primer viaje a Cataluña en 1989Vox-Compacte Diccionari – Castellá-Catalá  Catalá-Castellá y el segundo  Diccionary Esencial.Vox. Llengua Catalana, Barcelona, Bigliograf  SA., regalo de nuestra hija Nidia Marta Susana Fontanini Orbea de Fernández Gil, después de mis comentarios acerca de algunas dificultades cuando hay vocablos técnicos o expresiones idiomáticas.  Lo uso tanto como al primero, y “amb coratge”… logro esto que estoy haciendo, con gratitud por las generaciones que hicieron posible la realidad actual, difundir parte de la historia de Lloret de Mar, la tierra donde siguen creciendo mis inquietas e inquietantes nietas: Josefina -desde diciembre de 1986- y Lucía Fernández, gestada en ese bello lugar y nacida en Girona, el 20 de noviembre de 1989…

[32] Al “Secretario General Rafael Josep García Giménez. Distinguido Señor: He terminado un libro iniciado en 1986 y en edición artesanal entregado en 1989 al señor Santiago Monet Abril cuando visité el Museo -circunstancia que hizo posible el vínculo que se generó y continúa con el talentoso Agustí Vilè y Galí” /…/ …deseo incluir nombres de los Alcaldes desde 1989 porque aunque recuerdo algunos apellidos no tengo precisión ni tampoco acerca de los períodos de gobierno. Intenté una comunicación telefónica e interpreto que por la demanda de vuestras gestiones, este medio será más eficaz.   Sé que actualmente es Alcalde el doctor Xavier Crespo i Llobet, a quien sigo admirando por su vocación profesional, médica y política. Pido si fuera posible pronta respuesta porque el libro está terminado y como nos sucede generalmente a los escritores e historiadores, hasta el momento de la edición seguimos corrigiendo o agregando datos. Fraternal saludo. Nidia Orbea Álvarez de Fontanini / Santa Fe de la Vera Cruz – República Argentina. // Respuesta recibida al día siguiente: Como contestación a su amable carta paso a informarle de los diferentes alcaldes habidos desde el año 1.989 en esta población de LLoret de Mar: legislatura 1.987-1.991 el señor Jordi Martinez Planas; legislaturas 1.991-1.995 y 1.995 1.999 el señor Josep Sala Montero; legislatura 1.999 inicio el mismo señor Sala y años 2.002 y 2.003 la señora Lucia Echegoyen Lerga, y en la legislatura actual el señor Crespo como usted ya conoce. Confio sean de su interés estos datos. Cordialmente Rafael José Garcia Jiménez.”

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