Marta Elena nació el 2 de diciembre de 1901 en Vicuña (Coquimbo, Chile). Hija de “la chilena criolla María Isolina Madariaga y el francés Urbano Samatán” (Quien es ella en Santa Fe, recopilación de Gloria de Bertero). Amiga de Gabriela Mistral, nacida en el mismo pueblo. Desde los cuatro años, la familia vivió “en el Barrio Candioti de Santa Fe, zona de residencia de quienes estaban ligados al Ferrocarril Francés, en su caso el padre, ingeniero técnico en ferrocarriles”. Egresó como maestra normal nacional en 1918 y en ese tiempo, “comete el atrevimiento de practicar deportes en una época en que la mujer aún tenía vedado incursionar en el tenis y la natación. Ejerció la docencia en una escuela céntrica y al producirse la huelga docente de 1921 se enroló en las filas de protesta, oportunidad en que pierde el cargo, debiendo incorporarse luego a una humilde escuelita del barrio de Piquete (Las Flores), de cuya experiencia nació su primer libro de poesías Cantos de la vida diaria, publicado en 1930”. El 10 de diciembre de 1927 obtuvo el título de Abogada, siendo una de las primeras egresadas de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Litoral. Logró el traslado a la Escuela Provincial Primaria Nº 6 “Mariano Moreno” situada en su barrio “Candioti”. Desde 1936, presidió la filial Santa Fe de la “Unión Argentina de Mujeres” fundada ese año y presidida en Buenos Aires por Victoria Ocampo con el propósito de defender los derechos de las mujeres. En aquel tiempo, por pedido de su amiga Victoria, un artículo que había publicado en la revista “Sur” fue reiterado en la revista bilingüe “Humboldt”, editada en la República Federal de Alemania. Por concurso obtuvo el cargo de Traductora en aquella facultad y cesó por razones políticas. Trabajó como traductora en una editorial de Buenos Aires hasta que quienes detentaron el poder desde septiembre de 1955, la nombraron Interventora en la Universidad Nacional del Litoral, luego directora interina de la Biblioteca de aquella facultad. En 1959 asumió como Directora interina de Extensión Universitaria y renunció en 1966; Directora fundadora del Departamento de Pedagogía Universitaria en la citada Universidad hasta su retiro definitivo en 1966. En el lapso 1969-1975 fue Presidenta de la ASDE (Asociación Santafesina de Escritores, fundada en octubre de 1955) y terminado ese mandato, por el conjunto de su obra, esa asociación le otorgó el “Premio a la Labor Literaria”.
Marta Elena Samatán Madariaga, falleció el 27 de julio de 1981, en Santa Fe de la Vera Cruz.
La Asociación de Mujeres de Negocios y Profesionales “Alfonsina Storni”, otorgó en 1981 el “Primer Premio” compartido: a la doctora Sara Faisal y post mortem a Marta Samatán, “en mérito al accionar en la docencia y la cultura”.
Títulos de libros publicados
- 1934: Evocación familiar.
- 1939: Campana y horario. (Relatos.)
- 1957: La obra educacional de Manuel Belgrano.
- 1965: Autodidactos.
- 1966: Penumbra (Novela.)
- 1967: Por tierras de Elqui.
- 1973: Los días y los años de Gabriela Mistral.
- 1975: Herminia Brumara, la rebelde.
- 1981: Ocaso (Novela). Edición “post-morten” que había sido auspiciada como reconocimiento en el octogésimo aniversario de su nacimiento.
Acerca de Sarmiento…
La distinguida educadora Marta Elena Samatán, en su libro Autodidactos presenta como primera figura al maestro sanjuanino que “ya tenía sus letras cuando fue inscrito como alumno de la escuela” nombrada Escuela de la Patria -de enseñanza primaria-, inaugurada el 22 de abril de 1816 por el gobernador Dr. José Ignacio de la Roza, teniendo en cuenta una solicitud de su amigo el general José de San Martín, “establecimiento que fue confiado al maestro Ignacio Fermín Rodríguez”.
Destacó Marta Samatán: “Él mismo cuenta que a los cuatro años empezó a enseñarle a leer su tío don José Manuel Eufrasio de Quiroga Sarmiento, más tarde obispo de Cuyo. A los cinco años leía de corrido y su padre hacía que se ejercitase diariamente en voz alta, velando por su aprendizaje. ‘Debí pues, a mi padre –dirá en sus Recuerdos de Provincia– la afición a la lectura que ha hecho la ocupación constante de una buena parte de mi vida, y si no pudo darme educación por su pobreza, diome, en cambio, por aquella solicitud paterna, el instrumento poderoso con que yo por mi propio esfuerzo suplí a todo, llenando el más constante, el más ferviente de sus votos.”
Tras releer los párrafos finales y por un impulso interior, me acerco al diccionario de citas y frases célebres porque allí se reitera una sola expresión del escritor francés Hipolite Fortoul (1811-1856):
“A los hombres se les degüella; a las ideas, no.”
Sabido es que el 15 de febrero de 1811 –tiempo de la inicial organización política de los argentinos– en San Juan había nacido Faustino Valentín Quiroga Sarmiento hijo de José Clemente y de Paula Albarracín, quien lo nombraba Domingo porque era devota de ese santo, y así fue como luego se lo reconoce como Domingo Faustino Sarmiento. [1]
Sabido es que el vehemente sanjuanino como consecuencia de violentas disidencias políticas tuvo que cruzar la cordillera y fue “maestro en Pocuro, empleado de comercio en Valparaíso, minero en Copiapó. /…/ “Cien años después la fuerza de su personalidad se dejará sentir sobre dos grandes espíritus que vivieron en las cercanías. Gabriela Mistral, la gran poetisa que escribió cerca de Pocuro la Oración a la maestra, y don Pedro Aguirre Cerda, aquel caballero que enumeraba sus títulos de la siguiente manera: profesor, abogado, y como si no tuviera más remedio que confesarlo, presidente de la república; don Pedro Aguirre Cerda, que hizo suya la frase de Sarmiento: Gobernar es educar.”
Es oportuno recordar otra información de la doctora Marta Elena Samatán:
“Sarmiento continuó siempre con el aprendizaje de idiomas. No pretendía hablarlos sin tropiezos y menos llegar a una perfecta pronunciación, pero sí leerlos convenientemente. En 1837, todavía en San Juan, se asoció con Guillermo Rawson para aprender juntos el italiano. En 1842, en Santiago de Chile, tomo conocimiento del portugués. En París, en 1846, la emprendió con el alemán.” [2]
“Sarmiento es el viajero modelo. Su curiosidad no tiene límites. Observa, pregunta, compara, anota. Administra sus modestos recursos de modo que le permitan ver en forma provechosa el mayor número de países. Cultiva relaciones amistosas que saben guiarlo hacia lo que más le interesa.” Ob. cit. p. 37-41
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Reitero lo que expresé al referirme a “Cerca o lejos de ellos…” [3]
“10. Los servidores…
Al hablar de los servidores tanto se puede aludir a lacayos como a ayudantes, como a personas que sienten el placer de servir.
Es nítida la diferencia entre servicio y servidumbre, entre placer y conveniencia, entre convivencia y connivencia.
Hay fuerzas opuestas que pugnan entre la libertad y la esclavitud.
El equilibrio entre tales tensiones está reflejado en el mensaje poético de Lucila Godoy Alcayaga, ‘campesina del valle de Elqui’, como la distinguía su amiga, la talentosa chilena Marta Elena Samatán, santafesina por adopción. [4]
Como suele suceder, Lucila Godoy es más conocida como Gabriela Mistral, nacida en 1889; sabido es que le otorgaron el Premio Nobel de Literatura en 1945 y que residía en Estados Unidos en diciembre de 1955, cuando leyó ante la Asamblea General de las Naciones Unidas un Mensaje sobre los derechos humanos. [5]
No ha sido por casualidad que en una tarjeta, junto a una vertical rosa blanca, se difundieran sus elocuentes versos que aproximan a…
El placer de servir
Toda naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú.
Donde haya un error que enmendar,
enmiéndalo tú.
Donde haya un enfermo que todos esquiven,
acéptalo tú.
Sé el que se apartó de la piedra del camino,
el odio entre los corazones
y las dificultades del problema.
Hay alegría de ser sano y de ser justo, pero hay, sobre todo, la hermosa,
la inmensa alegría de servir.
¡Qué triste sería el mundo
si todo en él estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar,
una empresa que emprender!
Pero no caigas en el error de que
sólo se hacen méritos con los grandes trabajos.
Hay pequeños sacrificios que son buenos servicios:
Adornar una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña.
Aquél es el que critica, éste es el que destruye.
Tú sé el que sirve.
El servir no es faena de seres inferiores.
Dios, que da el fruto y la luz, sirve.
Pudiera llamarse así: El que sirve.
Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos.
Y nos pregunta cada día ¿Serviste hoy?
¿A quién? ¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?”
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Amistad con Olga Cossetini
Sabido es que Olga Cossetini puso en marcha un innovador método educativo reconocido como la Escuela Serena, primero en Rafaela y por decisión del Prof. Juan Mantovani en la Escuela “Gabriel Carrasco” de Rosario, hasta su cesantía en 1950, por razones políticas. Durante el lapso 1955-1964, fue asesora de Extensión Universitaria en la Universidad Nacional del Litoral, donde ejerció la Dirección interina desde 1959 a 1966 su amiga la doctora Marta Elena Samatán también cesante por razones políticas y por ello, trabajando como traductora de una editorial de Buenos Aires hasta su reincorporación en 1955 como interventora y luego directora interina en la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la citada universidad.
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Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.
[1] Samatán, Marta Elena. Autodidactos. Buenos Aires, Editorial de la Universidad de Buenos Aires, julio de 1965, p. 25-26. “San Juan a comienzos del siglo XIX, era apenas algo más que un villorrio sin mayores recursos culturales. En 1812 se hizo cargo de la gobernación un amigo de San Martín, el doctor José Ignacio de la Roza, y gracias a su solicitud quedó inaugurada el 22 de abril de 1816 la Escuela de la Patria, establecimiento que fue confiado al maestro Ignacio Fermín Rodríguez. / Sarmiento ya tenía sus letras cuando fue inscrito como alumno de la escuela. Él mismo cuenta que a los cuatro años empezó a enseñarle a leer su tío, don José Manuel Eufrasio de Quiroga Sarmiento, más tarde obispo de Cuyo. A los cinco años leía corrido y su padre hacía que se ejercitase diariamente en voz alta, velando por su aprendizaje.” /…/ “José de Oro, sacerdote de su familia, decidió llevarlo de acompañante a San Francisco del Monte, en la provincia de San Luis donde debía residir por algún tiempo. La influencia de don José de Oro fue grande sobre el adolescente. /…/ En aquel pueblo aislado, perdido en las serranías, recibió Sarmiento lecciones inolvidables que debían perdurar en su espíritu. Tío y sobrino abrieron una escuelita de primeras letras porque los analfabetos eran legión en la villa y sus aledaños. El muchacho actuaba como maestro con toda la seriedad inherente a su cargo y a diario se enfrentaba con alumnos mucho mayores que él. Puede afirmarse que en San Francisco del Monte se halla la piedra angular de la escuela pública argentina”… (p.28-30) “El primer destierro de Sarmiento en Chile duró hasta la muerte de Facundo Quiroga, en 1835. Hizo un poco de todo para ganarse la vida.” (p. 35)
[2] Ver www.sepaargentina.com.ar “L – Literatura” / Autores distintas nacionalidades / Gerardo Seguel (Chile, 1902-1950)
[3] Portal www.sepaargentina.com.ar “N – Nidia” / Narrativa / Cerca o lejos de ellos…
[4] Samatán, Marta Elena. Los días y los años de Gabriela Mistral. México, Ed. Cajica Puebla, ejemplar numerado 0921, 20 de febrero de 1973, p. 15. En Quién es ella en Santa Fe – Tomo I, Gloria de Bertero destaca que fue abogada, traductora y defensora de los derechos de la mujer. Nació en Vicuña, provincia de Coquimbo, Chile, el 2 de diciembre de 1901, era hija de “una chilena criolla Isolina Madariaga y del francés Urbano Samatán”. Falleció en Santa Fe el 27 de julio de 1981. “Podemos decir de ella que fue una verdadera avanzada en la intelectualidad de esta región, siempre dispuesta a adherir con entusiasmo y espíritu juvenil a las mejores iniciativas del espíritu”. Fue presidenta de la ASDE (Asociación Santafesina de Escritores), en 1969 y 1975.
[5] Ibídem. Hacia fines de 1956, “sometida a un minucioso examen médico se comprobó que padecía de un cáncer al páncreas. Era un caso gravísimo y quedó internada en el Hospital de Hempstead, Long Island… Los amigos acudieron. Jacques Maritain, Germán Arciniegas, Victoria Ocampo alcanzaron a conversar algo con ella. Pero Gabriela no era más que una sombra: ‘Ausente, me miraba con su mirar verde el fantasma de Gabriela’.” Así escribió Victoria Ocampo en el Nº 245 de la revista Sur, marzo-abril de 1957 en su nota titulada Y Lucila que hablaba a río… Su Último Desprendimiento: “10 de enero de 1957, después de una agonía que duró siete días. Se cumplió su vaticinio: Y va a morirse en medio de nosotros, / en una noche en la que más padezca, / con sólo su destino por almohada, /de una muerte callada y extranjera.” (Su poema Tala.) “La colocaron en su ataúd envuelta en el hermoso vestido de terciopelo usado para la ceremonia del premio Nóbel.” /…/ “El día 14 el cuerpo fue embarcado para Chile en un avión de la Fuerza Aérea Norteamericana que hizo escala en Charleston, Panamá y Lima.” /…/ El sepelio se realizó el 21 de enero de 1957. (Ob. cit. p. 438-440.)