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Adelia Brunetti ante el surrealismo de Prévert…

Adelia Beatriz Brunetti, perseverante lectora y destacada educadora por el Arte, realizó sucesivos análisis acerca de la obra de poetas y escritores de distintas nacionalidades.

Sabido es que Adelia nació el 2 de junio… y eludía expresar en qué año.

Inició su Último Vuelo, el 9 de abril de 2006.

Cuando le preguntaron cómo le gustaría que la recordaran, dijo: “Con un aplauso…”

 

Reitero lo que expresé en otro comentario, incluido en “Del vivir y vibrar”:

“Adelia Beatriz Brunetti con su talento logró estimular esperanzas, promovió sueños y contribuyó al logro de obras artísticas porque fue generosa con sus alumnos, con sus amigos.”

 

La confluencia de nuestras voluntades y la intensidad de las vivencias compartidas sustentaron nuestra amistad a perpetuidad.

 

En esta fría tarde del jueves 13 de julio de 2006, mientras el viento sigue produciendo el vaivén de las ramas y se mecen las lozanas estrellas federales, releí su comentario titulado El surrealismo en la poesía de Jacques Prévert”[1]

Aquí, lo reitero literalmente y aunque sólo escucho el rítmico sonido del reloj y el del tipeo sobre el teclado de la computadora, intuyo la complacencia del lector y su mágico aplauso.

Escribió Adelia Beatriz Brunetti, casi a mediados de la década del ’90:

 

“Jacques Prévert, intimista y popular, participó en el movimiento surrealista, cultivando temas perdurables e infinitos de la lírica el amor, la muerte, la libertad, la patria.

Con un inconformismo tenaz, agudo e ingenioso, a veces menudo y sutil, sus configuraciones entran en la surrealidad, por las vibraciones de la vida al resplandor de los sentimientos y de los sueños: ‘El sueño es una segunda vida’ según lo manifestado por un integrante del movimiento, Gérard de Nerval.

Sin ser un surrealista absoluto como lo fueron André Bretón, Desnos, Aragón, Eluard y otros, Prévert ejerció una forma de pensamiento libre, automatismo de escritura, siquismo y supresión de la lógica, para ofrecernos poemas singulares, cautivantes, donde el sentido determinado de cada instante, habla por un texto de aparentes enumeraciones, y palabras accidentales, otorgándole una perspectiva esencial como capacidad comunicante: ‘Una piedra / dos casas / tres ruinas / cuatro sepultureros / un jardín / flores / una rata de albañal…’ (Del poema ‘Invenaire’).

Sacerdote, celebrante del amor, con existencia temática mudable, su mundo interior, trasciende por un proceso de creación multidimensional, construyendo universos de tono mayor resueltos en canciones (recordamos ‘Las hojas mueras’; poemas: ‘Paroles’, ‘La pluie et le beau temps’, ‘Spectacle’; collages, dibujos, libretos para películas: ‘El muelle de las brumas’, ‘El visitante de la noche’, ‘Amanece’, ‘Sombras del paraíso’ (empezado durante la ocupación y terminado después) por nombrar algunos inolvidables filmes del director Marcel Carné quien afirmó: ‘Jacques Prévert fue el solo y único poeta del cine francés’.

La manifestación surrealista más ferviente de este autor, se ubica dentro de los años 1924 al 1929, fecha en que quiebra su amistad con Breton –restablecida posteriormente- con motivo de la publicación de ‘El cadáver’ del citado autor y enjuiciado vigorosamente por Prévert.

No obstante ese episodio, el creador de ‘Paroles’ no logra disipar las huellas del surrealismo dentro de sus producciones: ‘Como artista nada he cambiado ni cambiaré’ (entrevista en sus últimos años).

Nació con el siglo en Francia (Neuilly-Sur-Seine) y nos dejó el 12 de abril de 1977 en su casa de campo junto al afecto de su esposa Janine.

Parte del tout Paris, chispeante de Saint-Germain-des-Prés, bello y seductor está impreso de la embriaguez de sus palabras, de las voces de los chansonniers: ‘Acuérdate Bárbara / llovía sin cesar en Brest aquel día / y marchabas sonriente / dichosa embelesada empapada bajo la lluvia…’ o recitando:  ‘En ayunas perdida helada / completamente sola sin un centavo una muchacha de dieciséis años / inmóvil de pie / Plaza de al Concordia / a medio día / el quince de agosto’.  De ‘La hermosa estación’.”

 

Necesito expresar que Adelia Brunetti, la artista que eludió los encuentros personales durante su último tiempo de su peregrinaje terrenal, dejó en su legado literario a Zoilito Verón, presentado en el original manuscrito que en fotocopia y desde un portarretrato, es casi como un llamado de atención en uno de los anaqueles del “cuartito verde” donde sigo soñando, suspirando, lagrimeando, sonriendo, escribiendo, corrigiendo, reelaborando, esperando…

Tras obtener la Faja de Honor de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores de Buenos Aires en 1983), logró la reedición con ilustraciones del talentoso dibujante y pintor Juan Arancio y en la Feria del Libro de Santa Fe, su perseverante alumno Mario Barissi presentó un CD con relatos de Zoilito Verón en las voces de amigas que también fueron discípulas de esa perseverante educadora por el arte.

Sean aquellas palabras manuscritas por Adelia, el casi colofón de este acercamiento a la Literatura por los senderos de la amistad a perpetuidad…

Yo  soy

Zoilito Verón

 

¿Edad?

Más o menos

como vos.

 

Dame la mano

¡Soy tu amigo!

 

¡Vamos!

 

Aprende a imitar

el canto

de los pájaros nuestros.

 

Nunca los enjaules

y planta para ellos

un árbol.

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Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

Jueves 13 de julio de 2006.

Tras un breve diálogo con Adelia…

[1] Diario “El Litoral” – Suplemento “Cultura y Ciencia – La comarca y el mundo”, sábado 2 de julio de 1994, página 2. título: “El surrealismo en la poesía de Jacques Prévert”.

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