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Juan Arancio – Sus cuadros, sus testimonios.

Fundación de Santa Fe y la presencia de un sacerdote.

La estatura moral de Juancito Arancio.

 

Recuerdo que a fines de 1984, el pintor Juan Arancio insistía en la necesidad de situar a un cura, en el óleo que estaba preparando sobre la Fundación de Santa Fe.  Rememoro algunos diálogos entre profesionales del derecho y del deporte y la educación física, con este humilde y responsable artista.  También sé cómo se imponía la opinión de un perseverante abogado, grabador y casi arqueólogo: don Agustín Zapata Gollán, quien negaba la posibilidad de la presencia de un sacerdote en aquella circunstancia.

 

Fundación de Santa Fe y la presencia de un sacerdote…

Recuerdo las emociones que experimenté al año siguiente, avanzando en el rumbo del arte de vivir y convivir… Llegué una vez más hasta su hogar en otra mañana luminosa.  Durante un breve diálogo analizamos aquellas opiniones en el ámbito contiguo al lugar donde se impone la belleza la escultura de la Venus y enseguida sacó de una de sus bibliotecas un conjunto de carpetas con diversa documentación.  Después, corrió la cortina para que entrara más luz, retiró el paño que cubría el lienzo donde observé un esbozo en carbonilla y con alegría señaló:

“-Ve… acá está el lugar donde voy a pintar al cura, porque he investigado y estoy convencido de que así sucedió; aunque, claro, voy a seguir investigando…”

Había llegado hasta ese hogar tan cercano a los casi legendarios cuarteles del Regimiento 12 de Infantería -frente al Hospital de Caridad que ahora es el Hospital José María Cullen-, porque tenía el propósito de sorprender con otra acuarela suya…

Durante la breve visita, se impuso una vez más el rito amical de la conversación, con versación…  Hasta entonces, aquel esbozo en carbonilla no insinuaba rasgos porque Juancito sólo tenía en su imaginación aquellas formas y colores que pulsaban en su memoria. Con su armoniosa paleta ya había logrado reflejar determinados rostros y sentí una intensa conmoción interior, mientras él aludía a los dueños de esas tierras que asistieron al acto de toma de posesión en nombre de lejanos reinos, entendiendo poco –casi nada- de lo que expresaban los recién llegados.

El artista tantas veces observado y otras tantas tolerante con quienes lo juzgaban, siguió hablando del Cura: acercó un libro y releyó los párrafos que había señalado y que justificaban ese espacio donde estaba convencido de que debió estar el sacerdote; bastante cerca de don Juan de Garay y rollo de la justicia; junto a aborígenes semidesnudos que como él dijo, habrían llegado con su razonable curiosidad a ver qué hacían esos hombres, en su mayoría mancebos de la tierra.  Fue el 15 de noviembre de 1573 –fines de la primavera- y si se tiene en cuenta el clima en esta región litoral, es razonable pensar que usarían la vestimenta adecuada.

El responsable artista Juan Arancio, espontáneo en sus gestos, demostró una vez más su actitud meditativa antes de concluir una obra porque era consciente de que así como la palabra es un acto, también sus obras son testimonios que deben aproximarse a la verdad, ser el reflejo de un compromiso solidario.

La estatura moral de Juancito Arancio…

Su conducta es un indicio de la estatura moral de Juancito Arancio, invariable en toda su trayectoria.

En abril de 1982, cuando se produjo el conflicto armado con el Reino Unido de Gran Bretaña tras desembarcar  las tropas argentinas  en las Islas Malvinas, decidió prescindir de contratos con editores ingleses y estadounidenses y perder esas retribuciones por sus ilustraciones, porque sintió que así se identificaba con una causa justa y era coherente con la valoración del sacrificio de los chicos… que entregaban sus vidas en el Atlántico Sur en defensa de la soberanía sobre aquellos territorios australes.

Generoso en ese tiempo accedió a mi invitación para dialogar con los estudiantes del comercial Domingo Silva cuando tuve la responsabilidad de organizar y conducir experiencias de orientación vocacional en cuatro divisiones del penúltimo año del ciclo de peritos mercantiles.  Habló con los alumnos y después, mientras se expresaba una sicopedagoga sobre otros matices de la orientación, hizo un dibujo que quedó en la Escuela y se reprodujo para los alumnos que participaron en esa experiencia.

Después, los alumnos dejaron sus señales en la revista “Etapas” editada por iniciativa de la comisión de biblioteca de esa escuela -Biblioteca Popular “Amadeo Ramírez” de Santa Fe-, que presidía la Prof. Beatriz Aguinaga de Sahd.

Desde aquel encuentro, siguen latentes más claves acerca del arte de vivir y convivir

(Si intenta otra aproximación a…

“Lugar para el sosiego y el asombro”

hallará más información sobre Juan Arancio.)                                                                           Nidia Orbea de Fontanini.

 

 

 

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