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1860-1861 – Gobierno de Pascual Rosas.

Invasión del general Mitre con su ejército.

Combate de Cañada de Gómez.

Avance hacia la capital y reemplazo del gobernador.

Domingo Crespo, gobernador provisorio.

Robo en el Club del Orden y entrega a Mitre.

 

El 9 de diciembre de 1860 fue electo don Pascual Rosas para completar el período constitucional pertinente al gobernador Gral. Rosendo Fraga, quien optó por renunciar debido a frecuentes ataques de la oposición.

El destacado abogado Dr. Simón de Iriondo fue nombrado ministro y juntos siguieron soportando las consecuencias del enfrentamiento entre el gobierno de Buenos Aires y los de otras provincias.

Invasión del general Mitre con su ejército…

El historiador Leoncio Gianello refiriéndose a aquel último año de la década del ’60, expresó: “La provincia de Buenos Aires seguía siendo la piedra de la discordia y los liberales porteños conspiraban.  El asesinato de Virasoro y el fusilamiento de Aberastain en San Juan, los problemas planteados en el Congreso Nacional con el rechazo de los diputados de Buenos Aires y el retiro de su senadores, provocaron la ruptura.  Una ley nacional declaró sedicioso al gobierno porteño de Mitre.”

Al año siguiente, el general Bartolomé Mitre invadió nuevamente el territorio santafesino y para enfrentarlo participó un batallón de caballería a las órdenes del comandante Ricardo López Jordán mientras Urquiza con sus tropas prefirió retirarse del campo de Pavón. En consecuencia, se reconoció que había vencido el general Mitre porque había permanecido en el escenario del combate y el 12 de noviembre, con sus tropas llegó hasta las calles de Rosario mientras el gobernador Rosas intentaba el reclutamiento de soldados para impedirles el avance designando comandante al casi legendario general Juan Pablo Mascarilla López, con quien colaboraban sus sobrinos Telmo y Estanislao.

Combate de Cañada de Gómez…

Sabido es que el presidente Santiago Derqui estuvo en la ciudad de Rosario con el propósito de reorganizar el ejercito.  A las órdenes del general uruguayo Venancio Flores avanzaron las tropas que sorprendieron al general Benjamín Virasoro durante la madrugada del 22 de noviembre de 1861. En ese combate reconocido también como la matanza de Cañada de Gómez, unos cayeron heridos mientras luchaban y algunos prisioneros fueron asesinados de inmediato.

El historiador Alejandro Damianovich en su Breve Historia de Santa Fe, escribió: “En Cañada de Gómez se hizo una matanza sobre restos del ejército desprevenido, salvándose entre otros José Hernández y Leandro Alem.”  [1]

Mitre había decidido avanzar hacia la capital de la provincia donde estaba a cargo del gobierno Mariano Comas y ya había informado al general Flores que no iban a resistir, evidentemente porque era consciente de que sería sólo para nombrar a más víctimas sin posibilidad de vencer a los invasores.

(Es oportuno reiterar algunas conclusiones en torno a tales hechos.  El historiador riojano Ricardo Mercado Luna, ha destacado que “el General Mitre fue ecuánime en sus cartas. Los mismos elegantes y parejos trazos de su letra peque escribieron por igual, sus referencias a Coroneles y Montoneros. /…/ Para los primeros: ‘patria’, ‘honor’, ‘honradez’.  Para los segundos: ‘traidor’, ‘forajido’, ‘ladrón’. Para los primeros nunca las segundas; para los segundos nunca las primeras.”  [2]

Algo semejante ha sucedido en las crónicas de algunos historiadores y es excesivamente lento el proceso de comprensión de la relación lógica entre determinados hechos y las actitudes de sus protagonistas. Leemos lo escrito por Mercado Luna con el título “La visión del sometimiento”.

“Un día, después de Cañada de Gómez –secuela sangrienta de Pavón-, el General Bartolomé Mitre, como todos los grandes jefes, como todos los próceres, tuvo un sueño mientras reposaba en la almohada de sus  triunfos.  Era una visión.  La visión del país portuario. /  En el sueño, Pavón y Cañada de Gómez, no eran como creían los más exaltados y entusiastas de sus amigos, el replanteo triunfal de la dominación de Buenos Aires sobre el interior.  En la visión del soldado-estadista, la Constitución de 1853 se mostraba intacta, el país unido y laborioso, las instituciones fuertes y seguras.  / La trama no indicaba que una provincia dominara a las otras, sino que todas fuesen dominadas por una política.  La política portuaria. / Las imágenes, alentadas por el genio de su cerebro en reposo, se sucedían afiebradamente: Un país librecambista y agrario, con pocas y selectas familias dueñas de la riqueza y el poder.  Un pueblo disciplinado, sobrellevando su pobreza con pulcritud y buenos modales.  Un ejército fuerte, brazo armado de la civilización y de los buenos negocios… / En fin, el sueño mostraba con claridad conmovedora, el afán y empeño de esas contadas y predestinadas familias deseosas sólo de que las dejen disfrutar en orden y en paz su renta, su cultura, su civilización. Mostraba además un nuevo y reluciente ejército, que ya no sería el de San Martín, mal vestido y peor armado, desangrándose allende fronteras, sino un ejército para adentro, disciplinado y bien provisto.  Un ejército capaz de repeler en pocas horas, todo intento de cambiar los cimientos del sueño, trastocar el orden de las dulces secuencias. / Cuando Mitre interpretó esta visión, ya estaba despierto.  Ya sabía que se trataba de la visión del sometimiento. / No era entonces una empresa de paz la que le esperaba en el interior, sino de guerra.  Por eso no mandó parlamentarios, sino guerreros mercenarios con indicación precisa de hacer de las provincias territorios sin fronteras, administraciones sin presupuestos, gobernantes sin poder. / Inspirado por esa revelación, Mitre trazó sus planes y comenzó a mover sus hombres. /  Pavón y Cañada de Gómez le habían servido también, para conocer los más indicados, loso que mejor encajaban en los roles de exterminio.  La selección no ofrecía riesgos.  La tarea no podía ponerse en mejores manos.”  [3]

Avance hacia la capital y reemplazo del gobernador…

Ese año, los coroneles y soldados que acompañaban al general Mitre vivieron para la Nochebuena y Navidad una dolorosa experiencia porque tuvieron que avanzar por caminos estrechos, soportando el calor hasta llegar el 26 de diciembre a la ciudad de la Santa Fe de la Vera Cruz…

Domingo Crespo, gobernador provisorio…

El trámite fue sencillo: Mitre el 27 de diciembre de 1861 nombró gobernador provisorio a don Domingo Crespo y según lo escrito por el periodista y abogado José Rafael López Rosas,  “por otra nota agradece los servicios de Tomás Cullen, jefe político de La Capital, a quien -expresa- lo hubiese hecho gobernador ‘si su edad lo hubiese permitido’.”

Robo en el Club del Orden y entrega a Mitre…

Con su característico estilo, narra López Rosas una anécdota referida al robo de dos cuadros ubicados en uno de los salones del Club del Orden, fundado cuando estaban los convencionales de 1853 y lugar de encuentro de los políticos santafesinos y los que llegaban de otras provincias. Destaca el historiador que las autoridades de ese club no habían ofrecido la sede para agasajar a Mitre y a su comitiva pero “la noche del 26 de diciembre dos socios, partidarios del caudillo porteño, en una audaz operación comando, trepando por las ventanas del  Club del Orden, robaron dos retratos de Urquiza y Derqui, los cuales aparecieron al otro día en la casa que ocupaba Mitre.” Sigue el relato refiriéndose a la expulsión de los dos socios, a las instrucciones para que fueran a retirar los cuadros de la casa donde estaba Mitre y “así en la mañana de aquel 28 de diciembre, bajo un sol calcinante, los vecinos de Santa Fe habrán visto, tiesos y circunspectos, enfundados en sus levitas pasar a don José María Echagüe y a don Tomás Puig, mientras cruzaban las arenosas calles de la ciudad, portando bajo el brazo los históricos retratos, rescatados del poder de don Bartolomé.”

El 21 de febrero de 1862, la Legislatura eligió a Patricio Cullen como gobernador titular.

(Relatan las crónicas de ese tiempo que el general Mitre se alojó en la residencia “…del señor Cullen”, “en donde no cesaron las salutaciones y ofrecimientos al joven libertador de trece pueblos; las personas más respetables de esta sociedad a cual más, se apresuraban a conocer al hombre providencial que les había traído la libertad y el orden… También algunas “mujeres seductoras” al “pasar el ilustre guerrero por sus puertas, careciendo de flores rociaban con aguas aromosas al general y sus acompañantes”.)  [4]

Terminaba así otro breve período de gobierno, el pertinente a don Pascual Rosas y  seguían los conflictos, más por intereses sectoriales que en defensa de la soberanía nacional y de la igualdad en los derechos para todos los habitantes del suelo argentino…

[“Antes del fin” -utilizando las tres palabras de uno de los últimos libros publicados por don Ernesto Roque Sábato-, después de releer estos párrafos escritos con el propósito de destacar el aporte de diversos historiadores y de estimular otras lecturas sobre la historia de los argentinos; necesito nombrar a quienes estuvieron en Pavón y en la matanza de Cañada de Gómez y que, como ha sucedido con tantos generales guaraníes que lucharon en defensa de la soberanía de sus provincias, casi son desconocidos en la tierra donde vivieron con escasos recursos a pesar de tantos esfuerzos.

El general Bartolomé Mitre poco habría logrado si la participación de sus coroneles.

(En el siglo veinte, algo semejante quedó demostrado cuando se produjo el movimiento del 4 de junio de 1943 y se sucedieron en el gobierno nacional de facto: el General Arturo Rawson, el  general Pedro Pablo Ramírez, el general Edelmiro J. Farrell pero los hechos revelaron que entre coroneles del GOU se había generado la energía de aquella revolución…)

Han quedado varias señales en torno a “los coroneles del sometimiento”: Pablo Irrazábal, “gaucho, analfabeto de origen porteño… nació en Mercedes, Uruguay, en 1819… Participó en la batalla de ‘Pavón’ y en la acción de ‘Cañada de Gómez’.  Diestro en el manejo del Cepo Colombiano, comenzó a aplicarlo con fines de obtener información”…  [5]

“José Miguel Arredondo… astuto, sentimental, irreflexivo, ‘hacía una cuestión casi personal de la lucha’ -escribió Félix Luna-; nació en Canelones, Uruguay, el 8 de mayo de 1832. Su inclinación a la política, le llevó a hacer de la Argentina su patria adoptiva… Asistió a la batalla de ‘Cepeda’ y también de ‘Pavón’ al frente del regimiento 6 de Infantería… Dio órdenes de fusilamiento cumpliendo deseos de Sarmiento.  En otros casos los ordenó por propio designio.  Su técnica más depurada, fue la destrucción por el fuego, aunque no por eso dejó de usar el Cepo Colombiano y la Horca. En cuanto a los fusilamientos gustó introducir la variante de hacerlo por la espalda… Su testarudez… hizo suponer a su propio exjefe General Mitre, que ‘cada vez estaba a más loco’…. nunca pudo ser condenado.”

(Datos reiterados por los historiadores José María Rosa, Fermín Chávez…)

“Sarmiento… ‘alaba el ahorcamiento de un sospechoso en manos de Arredondo, diciendo que fueron dos los colgados de la horca en los altos palos a la expectación”.  [6]

“Ignacio Rivas… el desobediente, el timorato, el que temblara… y se impacientara con las treguas de la negociación.  Nació en Paysandú, Estado Oriental, en el año 1827… Asistió a la batalla de Caseros (1852), fecha en que definitivamente quedó incorporado al ejército argentino. Estuvo en Cepeda y también en Pavón, recibiendo como consecuencia de este último hecho de armas, el grado de Coronel” (En realidad más que un combate, fue una retirada de Urquiza…)

La mayor parte de sus acciones bélicas las llevó contra los indios, estando destinado al servicio de fronteras en varias oportunidades…  Alcanzó más tarde el grado de General.”

“Julio Campos… Culto, escrupuloso, ‘prolijo hasta descender en los detalles’.  Este ‘joven de bellas prendas’ fue posiblemente el más inteligente de los invasores.  Como Gobernador de la Rioja tomó muy en serio su papel civilizador… Nació en Buenos Aires el 1º de julio de 1834… Su padre, Martín Campos, fue combatiente al lado de Lavalle, a quien el Coronel invasor admiraba… Participó en las acciones de ‘Pavón’ y ‘Cañada de Gómez’, bajo las órdenes de Arredondo.  Fue expedicionario contra los indios en diversos frentes.”  [7]

 

Síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

 

[1] Damianovich, Alejandro A. Breve Historia de Santa Fe. Santa Fe, Litar, 1988, p. 83.

[2] Mercado Luna, Ricardo. Los Coroneles de Mitre. Buenos Aires, Plus Ultra, 1974, p. 155.

[3] Ibidem, p. 21-22.

[4] La nota fue publicada en el Periódico La Nueva Era y fue citada por el doctor Leoncio Gianello en una publicación periodística, la reitera el historiador José Rafael  López Rosas en su crónica titulada Bartolomé Mitre en Santa Fe, que integra el volumen 13 del Fondo Editorial de la Provincia de Santa Fe, mayo de 1986, p.206-207 (edición sin índice y con errores a pesar de la constancia de haber sido corregida por el autor.) # Es oportuno expresar que a partir del 12 de octubre de 1861 desde Rosario se difundió La Nueva Era siendo editores responsables Pedro Nicolorich y Damasceno Fernández y el primero nombrado, también empezó a editar La Libertad en la capital santafesina, donde se difundían notas escritas por Julio Busaniche y por Dardo Rocha, el fundador de La Plata que había llegado hasta la región litoral

[5] Mercado Luna. Ob. cit., p. 95

[6] Ibidem, p. 102-104 y p. 134.  Anota el autor que el texto corresponde a “César Reyes –citado por Chávez-”, Leer: Reyes, César. “El Chacho. Datos inéditos”.

[7] Ídem, p. 105-106. Las primeras calificaciones corresponden a Reyes, Marcelino. Bosquejo histórico de La Rioja. (p. 242)

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