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Aproximaciones a León Felipe.

Versos y oraciones de caminante (1920-1929)

1938: El payaso de las bofetadas.

Pero ya no hay locos.

Señales insoslayables.

Raposa.

Exilio y más creatividad.

Nadie fue ayer.

Más obras de León Felipe.

Equívoco circunstancial.

La Tangente.

 

* * * * * * * * * * *

León Felipe Camino nació en Tabara Zamora en 1884; estudió en Salamanca y en Santander, después en Madrid y fue reconocido como un poeta modernista. Se ha reiterado que su obra está relacionada con la de Lope de Vega, Quevedo, Calderón de la Barca, San Juan de la Cruz…

(Sea tenido en cuenta que en algunas biografías se nombra a Madrid como lugar de nacimiento.

El 18 de septiembre de 1645, falleció el escritor español Francisco de Quevedo y Villegas, nacido en Madrid el 25 de septiembre de 1580.

Entre sus obras, se han destacado: “España defendida”, “Política de Dios, gobierno de Cristo y tiranía de Satanás”; “España defendida”; “La hora de todos”; “La vida del buscón llamado Don Pablos”; “Fortuna con seso”…)

Versos y oraciones de caminante (1920-1929)

León Felipe en esa primea antología, incluyó unos versos que reflejan algunas de sus conclusiones en torno a la poesía:

“Deshaced este verso:

quitadle los caireles de la rima,

el metro, la cadencia,

y hasta la idea misma.

Aventad las palabras

y si después queda algo todavía,

eso

será la poesía.”

 

No ha sido por casualidad que León Felipe haya necesitado escribir:

“Maldigo la poesía,

concebida como un lujo cultural por los neutrales

que lavándose las manos se desentienden y evaden.

Maldigo la poesía del que no toma partido

partido hasta mancharse.”

1938: El payaso de las bofetadas

León Felipe, en El payaso de las bofetadas (1938), dejó más señales y sucesivas claves

 Pero ya no hay locos

 

Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos. Se murió aquel manchego, aquel estrafalario fantasma del desierto y… ni en España hay locos.

Todo el mundo está cuerdo, terrible, monstruosamente cuerdo.
Oíd… esto,
historiadores… filósofos… loqueros…
Franco… el sapo iscariote y ladrón en la silla del juez

repartiendo castigos y premios,
en nombre de Cristo, con la efigie de Cristo prendida del pecho,
y el hombre aquí, de pie, firme, erguido, sereno,
con el pulso normal, con la lengua en silencio,
los ojos en sus cuencas y en su lugar los huesos…
El sapo iscariote y ladrón repartiendo castigos y premios…
y yo, callado, aquí, callado, impasible, cuerdo…
¡cuerdo!, sin que se me quiebre el mecanismo del cerebro.
¿Cuándo se pierde el juicio? (yo pregunto, loqueros).
¿Cuándo enloquece el hombre?

¿Cuándo, cuándo es cuando se enuncian los conceptos
absurdos y blasfemos
y se hacen unos gestos sin sentido, monstruosos y obscenos?
¿Cuándo es cuando se dice por ejemplo:
No es verdad. Dios no ha puesto
al hombre aquí, en la Tierra, bajo la luz y la ley del universo;
el hombre es un insecto
que vive en las partes pestilentes y rojas del mono y del camello?
¿Cuándo si no es ahora (yo pregunto, loqueros),
cuándo es cuando se paran los ojos y se quedan abiertos,

inmensamente abiertos,
sin que puedan cerrarlos ni la llama ni el viento?
¿Cuándo es cuando se cambian las funciones del alma

y los resortes del cuerpo
y en vez de llanto no hay más que risa y baba en nuestro gesto?
Si no es ahora, ahora que la justicia vale menos, infinitamente menos
que el orín de los perros;
si no es ahora, ahora que la justicia tiene menos, infinitamente menos
categoría que el estiércol;
si no es ahora… ¿cuándo se pierde el juicio?
Respondedme loqueros,
¿cuándo se quiebra y salta roto en mil pedazos el mecanismo del cerebro?
Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos. Se murió aquel manchego,
aquel estrafalario fantasma del desierto
y… ¡Ni en España hay locos! ¡Todo el mundo está cuerdo,
terrible, monstruosamente cuerdo!…
¡Qué bien marcha el reloj! ¡Qué bien marcha el cerebro!
Este reloj…, este cerebro, tic-tac, tic-tac, tic-tac, es un reloj perfecto…,
perfecto, ¡perfecto!

Señales insoslayables…

Es para leer, releer y volver a leer, este poema escrito por León Felipe en Valencia, España Republicana, en 1937… mientras se desangraban la España Republicana y la Falangista

Raposa

Inglaterra ,

eres la vieja Raposa avarienta , que tiene para la Historia de Occidente hace más de tres siglos,

encadenado a Don Quijote.

Cuando acabe tu vida

y vengas ante la Historia grande

donde te aguardo yo,

¿que vas a decir?

¿Que astucia nueva vas a inventar entonces para

engañar a Dios?

¡Raposa!

¡Hija de raposos!

Italia es más noble que tú

y Alemania también.

En su rapiña y en sus crímenes

hay un turbio hálito nietzscheano de heroísmo,

en el que no pueden respirar los mercaderes,

un gesto impetuoso y confuso de jugárselo todo a la última carta,

que no pueden comprender los hombres pragmáticos.

Cuando abran su puertas a los vientos del mundo,

cuando las abran de par en par

y pase por ellas la justicia

y la democracia heroica del hombre,

yo pactaré con las dos para echar sobre tu cara de vieja

raposa sin dignidad y sin amor,

toda la saliva y todo el excremento del mundo.

¡Vieja raposa avarienta,

has escondido ,

soterrada en el corral ,

la llave milagrosa que abre la puerta diamantina de la Historia…

¡No sabes nada !

¡No entiendes nada y te metes en todas las casas

a cerrar las ventanas

y a cegar la luz de las estrellas!

¡Y los hombres te ven y te dejan!

Te dejan porque creen que se le han acabado los rayos a Júpiter.

Pero las estrellas no duermen.

Tu imperio es sólo una torre artificiosa de ambiciones

encadenadas que se las llevará el viento como las

cuentas vencidas de un avaro monstruoso.

A la larga, la Historia es mía, porque yo soy el Hombre

y

tú eres sólo un trust de mercaderes.

Vieja raposa avarienta,

has amontonado tu rapiña detrás de la puerta , y tus

hijos ahora no pueden abrirla para que entren los primeros

rayos de la nueva aurora del mundo …

¡Eres un gran mercader!

¡Eres un gran mercader!

Sabes llevar muy bien

las cuentas de la cocina

y piensas que yo no sé contar.

¡Si, sé contar!

He contado mis muertos.

Los he contado todos,

los he contado uno por uno.

Los he contado en Madrid,

los he contado en Oviedo,

los he contado en Málaga,

los he contado en Bilbao…

Los he contado en todas las trincheras;

en los hospitales,

en los depósitos de los cementerios,

en las cunetas de las carreteras,

en los escombros de las casas bombardeadas

(resbalando en la sangre,

tanteando en las sombras y en las ruinas).

Contando muertos este otoño, en el Paseo del Prado,

creí una noche que caminaba sobre barro, y eran

sesos humanos que llevé por mucho tiempo pegados a

la suela de mis zapatos.

Los he contado en las plazas y en los parques.

He visto a un niño con la cabeza rota

y doblada sobre un velocípedo, en una plaza solitaria,

cuando todos habían huido a los refugios.

El 18 de noviembre, sólo en un sótano de cadáveres,

conté trescientos niños muertos.

Los he contado en los carros de las ambulancias,

en los hoteles,

en los tranvías,

en el metro,

en las mañanas lívidas

en las noches negras sin alumbrado y sin estrellas…

Y en tu conciencia todos ¡Raposa!…

y todos te los he cargado a tu cuenta…

¡Ya ves si sé contar!

Eres la vieja portera del mundo de occidente…

Tienes desde hace mucho tiempo las llaves de todos

los postigos de Europa,

y puedes dejar entrar y salir por ellos a quien se te antoje.

Y ahora por cobardía

por cobardía y avaricia nada más

porque quieres guardar tu despensa hasta el último día

de la

Historia

has dejado meterse en mi solar

a los raposos y a los lobos confabulados del mundo

para que se sacien en mi sangre

y no pidan en seguida la tuya.

Pero ya la pedirán,

ya la pedirán las estrellas.

La Historia es larga,

el hombre eterno,

y tú eres sólo la sombra pasajera de la avaricia.

Oye , Raposa:

Yo soy el grito primero, cárdeno y bermejo de las

grandes auroras de occidente.

Ayer sobre mi sangre mañanera, el mundo burgués

edificó en América todas sus factorías y mercados.

Sobre mis muertos de hoy, el mundo de mañana levantará

La Primera casa del Hombre.

Y yo volveré,

volveré porque aún hay lanzas y hiel sobre la Tierra.

Volveré,

volveré con mi pecho y con la aurora otra vez.

 

(En el siglo veintiuno, es posible hallar ese poema en la biblioteca virtual y también enterarse de que fue leído en México durante la década del cuarenta y según se ha informado, fue difundido en “nuestro país por el grupo de la FAI, que dirigía entonces José M. Lunazzi”, el destacado profesor Doctor José M. Lunazzi.)

 

 

Exilio y más creatividad…

Tras la guerra civil española, León Felipe Camino vivió en México y allí falleció el 18 de septiembre de 1968, a los ochenta y cuatro años de edad.

 

Por algo… el talentoso poeta español se animaba a decir:

 

Nadie fue ayer…

Nadie fue ayer,

ni irá hoy,

ni irá mañana

hacia Dios

por este mismo camino

que voy yo.

Para cada hombre guarda

un rayo nuevo de luz el sol…

y un camino virgen

Dios.

De otro momento, ha quedado este testimonio:

El hombre ahí,
desnudo bajo la noche y frente al misterio,
con su tragedia a cuestas,
con su verdadera tragedia,
con su única tragedia…
la que surge, la que se alza cuando preguntamos,
cuando gritamos en el viento:
¿Quién soy yo?
Y el viento no responde… Y no responde nadie.
¿Quién soy yo?… ¡Silencio!… Silencio.
Ni un eco… ni un signo…
¿Quién soy yo?
Silencio… silencio… Otra vez el silencio.

(En la denominada Historia de la Civilización es posible encontrar información acerca de las acciones del Reino Unido contra los pueblos de Afganistán, Australia, Birmania, Egipto, India, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Sudán… En el extremo sur de América, usurparon el territorio de las Islas Malvinas a partir del 3 de enero de 1833, hecho que generó sucesivas gestiones diplomáticas hasta que el gobierno provisional argentino -autodenominado Proceso de Reorganización Nacional iniciado el 24 de marzo de 1976-, intentó recuperar esa soberanía enviando tropas al Atlántico Sur y tras el desembarco del 2 de abril de 1982 se generó un conflicto armado que culminó el 14 de junio por decisión de los jefes militares argentinos…)

Más obras de León Felipe…

En distintas biografías se mencionan más ediciones: El hacha y Español del éxodo y del llanto (1939), El gran responsable (1940), Llamadme publicano (1959).  Sigue percibiéndose la  resonancia de sus poemas Ganarás la Luz; Oh, este viejo y solo violín

Equívoco circunstancial…

Sabido es que Ernesto Guevara de la Serna –el Che-, murió en Bolivia el 8 de octubre de 1967 y que a partir de ese momento trascendieron diversas informaciones, incluso el diario Los Tiempos de Cochabamba publicó unos versos que de acuerdo a la versión que se ha reproducido por distintos medios, había sido escrito cuatro días antes en Ñancahuazú, durante un breve descanso.

El texto encontrado en aquella oportunidad junto con otras pertenencias del santafesino, argentino, revolucionario…, expresaba:

 

“Cristo, te amo

No porque bajaste de una estrella

Sino porque me revelaste

Que le hombre tiene lágrimas

Congojas

Llaves para abrir las puertas cargadas de luz

Sí … tú me enseñaste que el hombre es Dios

Un pobre Dios crucificado como tú

Y aquel que está a tu izquierda en el

Gólgota El Mal Ladrón

También es un Dios!”

 

Como suele suceder, esos versos fueron leídos en distintos países hispanoamericanos hasta que se advirtió que tales expresiones sólo revelaban una aproximación al poema  de León Felipe, publicado en octubre de 1967 en la “Revista de la Universidad de México”, en una nota titulada  Israel y precedida por esta aclaración:

Este es mi poema “El Nacimiento”. No hay cuna ni pesebre. Nadie ha nacido aquí. Solo una cruz vacía. Nadie ha muerto … ¿O nace y muere un Dios todos los días?… ¡Todos somos dioses, Israel!’

Cristo, te amo

no porque bajaste de una estrella

sino porque me descubriste

que el hombre tiene sangre,

lágrimas, congojas,

llaves, herramientas

para abrir las puertas cerradas de la luz.

Sí, tú nos enseñaste que el hombre es Dios …

Un pobre Dios crucificado como tú …

Y aquel que está a tu izquierda en

el calvario, el mal ladrón

también es un Dios.

¡Todos los días nace y muere un Dios.

Y el que está crucificado en esa cruz

es el pueblo judío …

y yo también …

y todos los hombres de la tierra!

 

El historiador argentino Fermín Chávez, difundió tales conclusiones y expresó: “…En fin, por algún tiempo, hasta principios de la década de 1970, también nosotros creíamos en la paternidad guevarista que no era tal.”

 

Así pasamos los peregrinos, que apenas transitamos sobre la periferia del planeta Tierra…

El domingo 4 de enero de 2004, en un sitio virtual  fue posible encontrar “una columna de literatura” estructurada por Cintia Vanesa Díaz que tituló  Literaturas tangentes  “en honor al poeta español León Felipe y su poema ‘La tangente’.

Créase o no, estoy transcribiendo esta información el 04/01/2004 – Hora 18:00:20. ¿Casualidad?… ¿o misterios de la Red Universal…?

 

La Tangente

 

¿Y la tangente, señor Arcipreste?…
¿El radio de la esfera que se quiebra y se fuga?
¿La mula ciega de la noria, que un día, enloquecida, se liberta del estribillo rutinario?…
¿La correa cerrada de la honda, que se suelta de pronto para que salga la furia del guijarro?…
¿Esa línea de fuego tangencial que se escapa del círculo y luego se convierte en un disparo?
Porque el cielo… Señor Arcipreste, ¿sabe usted?,
No hay arriba ni abajo…
y la estrella del hombre
es la que ese disparo va buscando,
ese cohete místico o suicida, rebelde, escapado…
De la noria del Tiempo
como el dardo,
como el rayo,
como el salmo.
Dios hizo la bola y el reloj: la noria dando vueltas y vueltas sin cesar,
y el péndulo contándole las vueltas, monótono y exacto…
El juguete del niño, señor Arcipreste,
¡el maravilloso regalo!
Pero un día el niño se cansa del juguete y se le saca las tripas y el secreto
como a un caballito mecánico,
como a un caballito de serrín y de trapo.
Es cuando el niño inventa la tangente, Señor Arcipreste,
la puerta mística de los caballeros del milagro,
de los grandes aventureros de la luz,
de los divinos cruzados de la luz, de los poetas suicidas, de los enloquecidos y los santos
que se escapan en el viento en busca de Dios para decirle
que ya estamos cansados todos, terriblemente cansados
de la noria y del reloj,
del hipo violáceo del tirano,
de las barbas y las arrugas eternas,
de los inmóviles pecados,
de este empalagoso juguete del mundo,
de este monstruoso, sombrío y estúpido regalo,
de esta mecánica fatal, donde lo que ha sido es lo que será
y lo que ayer hicimos, lo que mañana hagamos.

 

 

 

 

 

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