Ariel Ferraro es el seudónimo de José Humberto Pereyra, nacido en los Llanos de La Rioja en el año 1925. Periodista, docente, escritor. Ha publicado poemas, ensayos, obras de teatro y crítica de arte. Miembro de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores); institución que en 1962 le otorgó la Faja de Honor por su libro “La Música Secreta”.
Ha sido designado Doctor Honoris Causa en “Literatura Sagrada”; en Humanidades. Laureado en “Historia del Arte”.
Recibió diversos premios en la Argentina y en otros países. Se ha reiterado que estaba vinculado con grupos literarios de Brasil y de España.
Algunas de sus obras:
- 1945- “Poemas”
- 1953- “Serenata de greda”
- 1960- “La Rioja innominada” (1960 – Premio “Alfredo Bufano” del Consejo del Escritor.
- 1962- “La música secreta” (1962-Faja de Honor de la SADE.
- 1964- “Visite a Marc Chagall – (Niza, 1964)
- 1962- “Presencia y espíritu de la pintura riojana de hoy”
- 1966- “Antepasados del Insomnio” y “El rabdomante” Buenos Aires, Editorial Losada.
Sus trabajos figuran en antologías y han sido traducidos a varios idiomas.
En la solapa de Antepasados del insomnio, se destaca que “…ha merecido elogiosos conceptos de Herman Hesse, Fernand Verhesen, Vicente Aleixandre y Federico de Onís.
Sus trabajos figuran en antologías y han sido traducidos a varios idiomas.
En la solapa de Antepasados del insomnio, se destaca que “…ha merecido elogiosos conceptos de Hermann Hesse, Fernand Verhesen, Vicente Aleixandre y Federico de Onís.
En la historia de la Literatura Argentina -editada en agosto de 1968, elaborada por Josefina Delgado y Luis Gregorich-, en el capítulo pertinente a Las nuevas promociones: la narrativa y la poesía, tras mencionar a varios autores de La Rioja, consta: “de esta última provincia es también el conocido poeta Ariel Ferraro.”
Incluido en la “Selección de los Poetas que Cantan” –con Hamlet Lima Quintana, Manuel J. Castilla, José Augusto Moreno, Ariel Petrocelli y Armando Tejada Gómez. Se han editado discos con letras de algunas composiciones suyas, entre ellas: Manual de la Baguala con música de Camilo Matta…
En ediciones de Tango, hay que mencionar “Vía Muerta” distribuido en 1973, con música de Virgilio Expósito:
Mi suburbio con pájaros ausentes,
sin banquinas ni el aire laboral.
Y estos rieles paralelos a la fiebre
que hoy me siguen, queriéndome llevar.
Ya no soy ese viajero de la niebla
que pasaba mirándote salir.
Tu cintura de niña era una fiesta,
bajo el sobrio paisaje carmesí.
Pero casi me olvido de este otoño,
ya no somos los que fuimos una vez:
una luna de insomnio en los ligustros
y en la ochava tu sombra no se ve.
Pero casi me olvido de este otoño,
ya no somos los que fuimos una vez.
Mi tranvía se muere en el destierro.
Y tu barrio sin nombre ya se fue.
De su legado…
Páramo
A Luisa Mercedes Levinson
FLUYE DEL CORAZÓN, UNA DURA PRESENCIA DE
LLUVIA DISECADA
Y unas manos tendidas a la fiesta del miedo.
¿Qué perjurios de sangre
Fulminaron la sombra de todas las vendimias?
En la sucia pureza del salitre desnudo
El segador maldice sus alforjas ausentes.
Y una música sorda lame los pies del día.
Pero los materiales que deshoja el destierro,
Son un árbol de sueño
Creciendo hacia el olvido.
(En Antepasados del insomnio, p.17.)
El necesitado.
QUIEN HA COMIDO SU PAN
En la desnuda mesa de la piedra salvaje,
Y ha encendido en la noche del presagio
Su llama natural, para enterrarla
Mucho antes que los vientos del rocío
Barran la anchura turbia de las huellas
Para que pase limpia la mañana.
Quien fue pastor secreto de animales perdidos
O sorteó los desiertos entre espinas errantes
Cuando la sombra ahogaba las manos apretadas.
Quien bebiendo licores de tenaz rebeldía
Hasta colgó un cilicio de vigilia en sus huesos
Y llenó con palomas los bolsillos del sueño.
…Ese lleva en sus manos la fórmula sagrada,
capaz de nivelar las eternas balanzas
con que se pesa el vértigo fósil de la tierra.
(Antepasados del insomnio, p. 33)
El hombre saharahui
Con vestigios de opresión sobre los hombres
y este cansancio secular desnudo.
Voy pisando las dunas abismales
con el fusil alerta en las espaldas
Soy un hombre de arena,
el que lucha sin tregua contra los elementos
y domina el epicentro inhóspito
de esta acabada soledad estruendosa,
donde el silencio es humo que resuena
clamando entre los siglos la identidad en derrumbe.
No salí de mi tierra, ni siquiera en ese entonces,
cuando mares absurdos de erosión y granito
cercenaron praderas y bosques en la anchura.
Se secó el anhelo de los ríos,
se ahorcaron los pájaros de un vértice frío
y la naturaleza trajo viento por agua,
dureza por dulzura, junto al fósil del árbol.
Soy el hombre de arena,
aquel que vio la clara paloma del desierto
naufragar en sus alas, bajo un cielo de espinas.
Soy el hombre de arena,
el beduino de un sueño que reclama a las cosas,
que llegue pronto el día de una justicia cierta
y que el hombre la lleve sin manos de peligro.
Soy el hombre de arena,
el que lleva el machete blandiéndose en la espera
por proclamar el alba del día saharaui.