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Carlos Mastronardi (1901-1976)

Sabiduría de Carlos Mastronardi.

Algunas de sus obras.

Poesías.

Ensayos.

Otras ediciones.

Publicaciones en Revistas

1922-1926: “Los pensadores”.

1926: “Claridad

1928: “La Gaceta del Sur”

Octubre de 1929: Cuaderno San Martín

Octubre de 1936: “Destiempo”.

01-05-1937: desde la revista “Columna”.

Aportes desde la crítica literaria.

1930: análisis en torno a la poesía de Juanele Ortiz.

1933 – En torno a “La gloria de don Ramiro”.

Hacia 1950: mirada sobre la obra de Manuel Gálvez.

Influencia en la generación del ’40.

Ecos de voces entrerrianas.

1947: Tango.

Memoria de Borges y “el tango”.

“Sabor de Buenos Aires”.

1961: miradas hacia lo interior.

Más “rasgos” para un esbozo del perfil de los argentinos.

Agosto de 1968 – “Mastronardi: el argentino medio”.

Mastronardi y el Prólogo en “Obra Poética” de Pedroni.

1975-1976 – Por si algo me acontece todavía.

En “Los Poetas de Florida”.

Encuentros de artistas en el Café  Tortoni.

Influencias en escritores con vocación.

Abril de 2000: Soneto desde “El Arca del Sur”.

Siglo XXI: vigencia de Carlos Mastronardi.

24-04-2004: Difusión desde la Biblioteca del Congreso Nacional.

Otoño… recordando a Carlos Mastronardi.

Del legado poético de Carlos Mastronardi.

Luz de provincia.

Otro fragmento publicado por Ligaluppi.

Otras estrofas… en Antología Regional Argentina.

15-02-2003: “El rescate de Carlos Mastronardi”.

“Papeles” de Mastronardi.

 

Nació en Gualeguay, provincia de Entre Ríos, el 7 de octubre de 1901. “Pasó por el internado laico La Fraternidad de Concepción del Uruguay”, donde también estuvo Arturo Frondizi, Guillermo Wiede…  [1]

Fue alumno del Colegio Superior “Justo José de Urquiza” -de Concepción del Uruguay-, donde estudiaron Olegario Víctor Andrade, Victoriano Montes, Arturo Frondizi, entre otros.

Desde la adolescencia vivió en Buenos Aires pero otros escritos indican que fue en la adolescencia.

Oscar Abel Ligaluppi, en el Diccionario de Poetas Argentinos expresa:

“Se dio a conocer como poeta ultraísta, pero al igual que otros autores de su generación, sus creaciones fueron girando hacia un lirismo más formal y clasicista.”  [2]

Fue Miembro de Número en la Academia Argentina de Letras –institución que el 17-10-1935 estableció que cada uno de los veinticuatro asientos estuviera “bajo el patrocinio de un clásico de nuestras letras tomadas en el sentido más amplio- y Carlos Mastronardi ocupó el Nº 2 “Olegario Víctor Andrade” (anteriormente destinado a Juan Carlos Dávalos y Enrique Banchs.

Publicó diversos trabajos en diarios y revistas de Buenos Aires, entre ellos La Nación, Crónica, El Hogar, El Mundo y en La Gaceta de Tucumán.

Se ha reiterado que entre sus anotaciones, se han entrado algunas conclusiones personales  y entre ellas las que se publicaron seis años después de su tránsito a la inmortalidad con el título Cuadernos de vivir y pensar:

 

“No parecerse a nadie todavía no es parecerse a sí mismo.”

 

Por lo general, la literatura refleja el carácter que, a su vez, refleja hábitos y costumbres. Este es el antecedente conservador de las letras. Soy el que fui: tiempo acumulado”

…escrito en 1974 cuando el país parecía un volcán en erupción…

 

Intuyo que es oportuno expresar aquí lo que sintió y necesitó escribir durante otra pausa:

Para que la tristeza tuviera un hombre / yo me ofrecí a ese lugar cordial”…

Humanizó cuanto miró”…

 

Inició su último vuelo el 6 de julio de 1976.

 

(Sabido es que Carlos Mastronardi dijo refiriéndose a un destacado artista: “…Humaniza todo cuanto mira”. [3]

…y tal es lo que se advierte con respecto a él, tras sucesivas aproximaciones a sus poesías y sus ensayos.)

Sabiduría de Carlos Mastronardi…

Algunas personas creen que escribir poemas depende de sentir algún impulso emotivo y de disponer de lo necesario para ir grabando aquello que las voces de las musas están dictando.  El poeta es consciente de que ha de fluir lo que a él lo haya conmovido y que se expresará con las palabras archivadas en su memoria.  Se irán ordenando en la dirección señalada por sus vivencias y por las experiencias compartidas.

No es por casualidad que ante un hecho tan frecuente como es el de iniciar un trámite de jubilación o recibir el pertinente carné y despedirse de algunas rutinas, quienes han compartido un tercio del día acostumbren a celebrarlo entregando una medalla.

Tampoco habrá sido por casualidad que Carlos Mastronardi, frente a tales reacciones humanas, haya necesitado escribir:

“Acuden, pues, a la firmeza

 del oro o del bronce

para dar ilusoria persistencia

al incierto recuerdo que vacila.”

 

(En esos cuatro versos reflejó parte de su sabiduría…)

Algunas de sus obras…

Poesías
  • 1926: Tierra amanecida. (…nostálgica evocación de su comarca natal.)
  • 1930: Tratado de la pena.
  • 1937: Conocimiento de la noche. (incluye el canto Luz de provincia.)
  • 1960: Luz de provincia. (…una de las más reeditadas en antologías y ensayos.)
Ensayos
  • 1955: Valery y la infinitud del método.
  • 1961: Formas de la realidad nacional  (conjunto de páginas ya difundidas…[4]
  • 1968: Rasgos del carácter argentino. (título del fragmento en una Antología) [5]

Los subtítulos orientan hacia el recorrido analítico propuesto por el autor: Entre América y Europa – Nuestras dos áreas humanas – El tímido borra las pistas – El tango, formalidad coreográfica – El lenguaje de la afirmación personal – El imperio de la Corrección – Cuadros sociales abiertos – La familia, deber social – El “sobrador y sus variantes – La vuelta del Viejo Vizcacha – El templado clima anímico.

Otras ediciones.

La Academia Argentina de Letras, promovió la edición de sus obras:

  • 1981: Poesía Completa  con prólogo de Juan Carlos Ghiano.
  • 1984: Cuaderno de vivir y pensar (1930-1970) – Prólogo de J. C. Ghiano.

Publicaciones en Revistas.

1922-1926: “Los pensadores”…

La revista Los pensadores (1922-1924 y 1924-1926), dirigida por Antonio Zamora,  “expresó las ideas del grupo Boedo, defendió las ideas de izquierda, el realismo pietista y manejó una crítica más ideológica que estética.  Incluyó colaboraciones de Carlos Mastronardi, Roberto Arlt , Leónidas Barletta, Elías Castelnuovo, José Ingenieros, Juan Antonio Solari, Luis Emilio Soto, César Tiempo, Lorenzo Stanchina…  [6]

(Es oportuno destacar que César Tiempo es uno de los seudónimos que Israel Zeitlin adoptó con el propósito de ocultar su identidad mientras crecían más brotes de xenofobia. En distintas circunstancias firmó Clara Beter  o Eslavo y Argento distinguiéndose por su estilo y por el humanismo que trasuntaban sus versos: unas veces con humor, otras tantas con sutil ironía logró esbozar su perfil artístico y casi sin proponérselo, se convirtió en un símbolo del “arte de vivir y convivir”…)

La última edición correspondió al Nº 122 porque el director decidió ampliar los contenidos y cambiarle el nombre.

1926: “Claridad”

El director de la revista Los pensadores a partir de 1926 empezó a editar una “Revista de Arte, Crítica y Letras” que tituló “Claridad”, considerada entonces la tribuna del pensamiento de izquierda de Boedo.

La consigna en la primera publicación anunciaba los propósitos:

“Hombre o mujer de sangre joven quiero invitarte a la lucha. Porque lo pasas bien, no has de negarte,  Tu juventud también es generosidad, y no puedes olvidar a los que se encuentran en el infortunio.” /…/

No era frecuente que tales revistas perduraran durante largos períodos pero el director Antonio Zamora logró distribuir 225 ediciones de “Claridad” hasta 1942…

1928: “La Gaceta del Sur”

Dirigida por Anicio Ortiz, a partir de 1928 se difundió la revista titulada La Gaceta del Sur incluyendo en algunas ediciones obras de Carlos Mastronardi, Álvaro Yunque, Leónidas Barletta, Silvina Bullrich, Pablo Neruda…

En el número uno, el director expresó:

“Si se lograse unir las fuerzas dispersas, sería cuestión de iniciar grandes movimientos de irradiación de cultura y se extendería el eco de la palabra Argentina.”

Octubre de 1929: Cuaderno San Martín

Carlos Mastronardi publicó una reseña referida a Cuaderno San Martín – Poemas  de Jorge Luis Borges (Proa, Buenos Aires), incluida en la revista Síntesis, Año 3, Nº 29.

Octubre de 1936: “Destiempo”

Los amigos Jorge Luis Borges y Bioy Casares, a fines de 1936 -recién iniciada la guerra civil española y cuando los escritores y poetas emigrados seguían llegando a Buenos Aires”, decidieron publicar la revista que titularon Destiempo y acostumbrados como estaban a provocar situaciones originales, designaron secretario a Ernesto Pisanini que era el portero del edificio donde residía Bioy Casares.

En la revista Destiempo publicaron Carlos Mastronardi,  Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña y Ezequiel Martínez Estrada, maestros de René Favaloro y ejemplares personalidades cuyas actitudes destacó el notable cardiocirujano en su libro Don Pedro y la educación[7]

01-05-1937: desde la revista “Columna”…

Un día que sugiere diversas connotaciones, el 1º de mayo de 1937, empezó a circular la revista Columna dirigida por César Tiempo y continuó con sesenta y cuatro ediciones hasta noviembre de 1942:  “Revista amplia, estrictamente literaria, quiso recoger en este terreno, según sus propias declaraciones, todo aquello que tenga relación con el destino del hombre, con su ardiente voluntad de crecer y quedar, con su anhelo de paz y de justicia, en medio del caos y de la indignidad”.

Con tal Columna, se logró acercar a integrantes que habían pertenecido al grupo de Boedo y a otros del Grupo de Florida junto a “nuevos escritores”, entre ellos Carlos Mastronardi, Macedonio Fernández…  [8]

1945: Revista “Davar” de la Sociedad Hebraica Argentina.  Desde las primeras ediciones, colaboraron en esas ediciones: Carlos Mastronardi, Rafael Alberti, Ernesto Sábato, Macedonio Fernández, Ezequiel Martínez Estrada, entre otros.

Aportes desde la crítica literaria…

Sabido es que desde fines del siglo diecinueve las críticas literarias se publicaban en diarios y periódicos y así fue durante las primeras décadas del siguiente cuando comenzaron a editarse algunas revistas literarias.

1930: análisis en torno a la poesía de Juanele Ortiz…

En enero de 1930, César Tiempo y Carlos Mastronardi analizaron la poesía de Juan Laurentino Ortiz, también nacido Gualeguay (1897) de acuerdo a algunas calificaciones “un particular tipo de poeta social.  No por su anécdota personal, que revela netas y riesgosas posiciones políticas e ideológicas nunca desmentidas, sino en la propia materia de sus poemas, No declama, no predica; pero como una férrea constante nótase la presencia -a veces insinuada a veces clara como un rayo de luz o límpida como la arista de un cristal- de su amor a las pobres gentes, de su fe en el porvenir, de su confianza en que el mundo se transformará para ser, al fin, equitativo y justo.”

(Conocida es la trayectoria de Juanele Ortiz y he dejado más señales en el libro inédito Turbulencia salobre escrito a partir del 25 de abril de 2003, cuando crecía el río Salado hasta que el día 29, un tercio de la población residente al oeste de la capital santafesina soportó que el agua cubriera sus viviendas o casas de comercio e industrias hasta cuatro metros de altura; una tragedia insoslayable. [9]

Expreso en uno de esos párrafos que Juan Laurentino Ortiz -el longilíneo e inquietante Juanele, “en 1932 publicó su primer libro El agua y la noche, impulsado por Carlos Mastronardi, quien realizó la selección y como no tenía máquina de escribir, también colaboraron César Tiempo y Córdoba Iturburu.”)

 

Sabido es que César Tiempo reflejó en su poesía la palpitante tragedia generada por la persecución antisemita: los hombres que padecen porque son perseguidos e intentan humillarlos…

En este momento de escritura y síntesis, acabo de enterarme durante un breve diálogo telefónico con el poeta santafesino Oscar Agú -interesado él también en lograr otra aproximación a los poetas aparentemente olvidados-, que Juanele y Carlos Mastronardi además de ser personas interesadas por lo literario -lógicamente por lo político-, eran amigos y en consecuencia, corresponde ubicarlos en tal dimensión.)

1933 – En torno a “La gloria de don Ramiro”…

Durante la primavera de 1933 “una comisión de vecinos de Buenos Aires” decidió rememorar la puesta en circulación del libro que Enrique Larreta tituló La gloria de don Ramiro (1908).

… y que  en las décadas siguientes determinó que los estudiantes del magisterio en la capital santafesina, debieran leer durante varias horas y día tras día, siguiendo las instrucciones de educadores a cargo de cátedras de Literatura…

Un impulso genera esta revisión:

“La turbia claridad que bajaba de las nubes alumbraba apenas el libro. Ramiro leía por tercera vez el mismo pasaje de ‘La vanidad del mundo’. / ‘Si fingiéramos que la tierra estuviese en el cielo estrellado y la tornase Dios clara como una de las estrellas, no se podría de acá abajo divisar  por su pequeñez.  Y si, en respecto del firmamento, es la tierra como un punto, ¿cuánto será mejor puntillo respecto del cielo empíreo? ¿Pues qué dejas, menospreciando el mundo, aunque fuese señor dél, sino un angosto nido de hormigas, por los reales y anchos palacios del cielo?”  (sic) En la hoja siguiente, “la frase de doña Guiomar: ‘Harta dicha será que no os desluzcan la jornada mediante alguna calumnia’…”  [10]

Aquellos vecinos porteños  -probablemente perseverantes lectores-,  imaginaron para tal ocasión “un homenaje espontáneo a Don Enrique Larreta, homenaje que por sus proyecciones promete ser algo así como una consagración nacional del escritor prócer.”

Pedro Juan Vignale, director de la revista Poesía propuso en el sexto ejemplar distribuido en octubre de 1933, que “los escritores nuevos” contestaran a una “primera pregunta acerca del juicio que merece la obra de don Enrique Larreta”.  Luego informó que “no han respondido todos: unos -los menos-, por comodidad, esto es, por política, desertaron; otros por carecer de opinión al respecto.  Algunos quedaron por interrogar; para éstos la revista reserva sus páginas del número próximo…

Es evidente que Carlos Mastronardi estuvo entre los primeros que contestó, porque su respuesta es la primera incluida y le siguen: Amado Villar, J. Alvaro Sol, Ignacio B. Anzoátegui, Raúl Scalabrini Ortiz, Nicolás Olivari, Alberto Hidalgo, Enrique González Tuñón, Sigfrido Radaelli, Ramón Doll, Pedro Juan Vignale, Antonio Carretani, Luis Emilio Soto… En la crónica pertinente, consta que se recibieron más respuestas, que las publicadas necesariamente fueron fragmentadas y destaca:  “puede apreciarse aquí el pro y el contra -más el contra seguramente-, que mereció esa solitaria figura intelectual de nuestra historia literaria, ya que resultaba lejana para la generación del 22”.

“La obra de homenaje al escritor se publicó, en efecto, en 1933, en dos volúmenes, y la Comisión patrocinante fue presidida por Rómulo Zabala; vocales: Arturo Capdevila, Julio Piquet, Carlos Correa Luna, Austrogesilo de Athaide, y Alejandro Serio; secretario Enrique de Gandía.”  [11]

Hacia 1950: mirada sobre la obra de Manuel Gálvez…

Carlos Mastronardi, contribuyó a la difusión de la literatura argentina y cuando “la figura del novelista Manuel Gálvez permanece, en cuanto a la apreciación crítica, estacionaria, o mejor dicho, en vez de crecer se va oscureciendo gradualmente”… como consecuencia de “sus posiciones ideológicas, si no políticas, cada vez más verbalizadas y reactivas” hasta que “por ejemplo, en Sur las referencias a su obra fuesen prácticamente nulas”, fue el talentoso Mastronardi quien publicó un breve comentario (tiempo en que también lo mencionó Jorge Luis Borges). [12]

Influencia en la generación del ’40…

En otra aproximación a la historia de la Literatura argentina (junio de 1968),  se destacó que: “Los integrantes del grupo vanguardista de Martín Fierro, dispersos al fin y entregados al desarrollo de sus propias individualidades, sirven sin embargo, de punto de partida a los poetas que hacia 1940 tienen alrededor de 20 años.  Han aprendido el lenguaje de Borges, el fino lirismo de Mastronardi, los sonetos de Bernárdez, las formas depuradas de Molinari, Las audacias verbales de Olivari o las agudas metáforas de Girondo.”  [13]

Mientras tanto Mastronardi seguía publicando algunas notas en la Revista “Sur” que era orientada por la inquieta e inquietante Victoria Ocampo “desde su refugio de San Isidro”.

De aquel tiempo perduran algunos frutos: la edición de su ensayo sobre Paul Valery, en el año de la revolución libertadora de septiembre…

(…que aunque repitieran la consigna de Manuel Oribe: “Ni vencedores de vencidos”, para la mayoría de los argentinos fue una trágica etapa de persecuciones, proscripción y sometimiento.

Aparentemente, aún hay heridas que no terminan de cicatrizar…)

Ecos de voces entrerrianas…

La lectura de diversos poemas escritos por autores entrerrianos de la generación siguiente a Carlos Mastronardi, indican cierta semejanza en el uso de nombres y calificativas, en el estilo…

La profesora paranaense Iris Estela Longo, durante su “investigación de la poesía comarcal”, seleccionó algunas conclusiones expresadas por distintos escritores y al comenzar el texto donde menciona a Mastronardi, escribió:   [14]

“Es el poema mismo (éste, aquél) el que me ha enseñado lo poco que sé sobre poesía”. Carlos Bousoño (Teoría de la expresión poética).

Sabido es que a Bousoño le otorgaron en 1994 del Premio Príncipe de Asturias de las Letras y que casi logra que lo distingan con el “Premio Cervantes” razón por la cual se demoró dos horas el jurado en debates sobre el galardonado…

Expresa la profesora Longo que registró “algunos intentos de clasificación” y en ese recorrido, halló que de acuerdo a las “constantes temáticas” se ubicaría a Carlos Mastronardi en la pertinente a “la celebración de manera virgiliana”, a “la gesta del arado” (cerca de Daniel Elías).  Al avanzar en su enfoque analiza lo publicado por “Carlos Alberto Álvarez, de la llamada ‘generación del ’40…”  -distinguido en 1963 con el premio “Ciudad de Necochea” dedicado al mejor libro de poesía del año-, integrando el jurado Carlos Mastronardi, Luis Emilio Soto, Horacio Estaban Ratti, Jorge Luis Borges, Rafael Alberto Arrieta.

Luego la profesora Longo analiza parte de la obra de Juan Manuel Alfaro -nacido en 1955- y comenta La luz vivida  (1981) y después de breves comentarios, expresa:

“De entrada nomás le encontramos mayores afinidades con Mastronardi que con el autor de Donde el tiempo es árbol” -que es el anteriormente mencionado: Carlos Alberto Álvarez.

“Al indagar sobre el tema de La luz vivida y Luz de provincia, por ejemplo, surge que el mismo está constituido por ‘el retorno al mundo mágico de la infancia’. /…/

Asimismo, los títulos de aquellos libros coinciden en la elección de una palabra clave: la luz; luz ‘vivida’, precisamente, en ‘la provincia’…”

Luego siguió con otros análisis y sucesivas conclusiones parciales sobre la poesía de Alfaro y escribió: “Tampoco estas aproximaciones entre Mastronardi y Alfaro son excluyentes, ya que rastreando en Álvarez hallamos también ‘…un río yéndose toda una vida azul’…”  Compara adjetivaciones, se detiene entre el lila y el azul o el azul y el lila, retorna a la poética de Mastronardi al rememorar lo expresado por Julio C. Pedrazzoli, acerca de Luz de provincia, en torno a “la inclusión del color en el verso” señalando la posibilidad de “la mención explícita o el colorido sugerido”…

Ya en el último tema de ese ensayo, orientó una vez más la mirada hacia el  poeta de Gualeguay que vive en la ciudad de los buenos Aires y entonces, empezó así su análisis en torno al tiempo de barrilete

“La evocación del mundo de la infancia es tema recurrente en la literatura entrerriana.  No obstante, su indagación casi se ha limitado al universo lírico de Mastronardi.  Sin dejar de reconocer que la singular obra del autor de Luz de Provincia merece ese interés siempre renovado, bueno sería aproximarnos a la producción de algunos poetas paranaenses que transitaron por parecidos caminos, retrocediendo en el tiempo; o que inventaron sencillamente poemas para ser dichos por los niños…”

 

(Una vez más, percibo la distancia entre el poeta y el especialista en estudios literarios…)

 

 

1947: Tango…

Sabido es que hacia 1947, Carlos Mastronardi sintió el impulso de expresar:

“El tango, íntimo dueño de las ciudades, también el espejo de la innumerable Buenos Aires, fija su imagen única y tiene un solo rostro sensible.”

Memoria de Borges y “el tango”…

Sabido es también, que Mastronardi era amigo de Jorge Luis Borges, quien el 7 de octubre de 1969 durante un acto desarrollado en la Subsecretaría de Cultura de la Nación habló acerca de Temas del tango en las diferentes épocas…  [15]

Borges, refiriéndose al Tango y a Carlos Mastronardi, dijo:

 

“…Y luego surge esta gran ciudad, Buenos Aires, y el hecho de que todos nos sentimos argentinos.

Aquí poco importa nuestra ascendencia. Yo sé por ejemplo, que uno de mis amigos más íntimos es Carlos Mastronardi, el gran poeta entrerriano Carlos Mastronardi, y creo que su madre y su padre son florentinos.

Yo, que yo sepa (pero nadie puede estar seguro), no tengo sangre italiana; tengo sangre portuguesa, española, inglesa. Sé que otro gran amigo mío, Bioy Casares, es parcialmente de origen francés; sé lo mismo de Manuel Peyrou, del sur de Francia. Tengo amigos judíos, tengo amigos de distintas razas y eso no ha significado la menor grieta entre nosotros: lo importante es el hecho de que todos nos sentimos argentinos.”

“Sabor de Buenos Aires”

El compositor Ben Molar, logró que la poesía de catorce artistas argentinos fuera cantada con ritmo de tango y entre ellos, los versos titulados Sabor de Buenos Aires de Carlos Mastronardi con música del talentoso Miguel Caló (1966):

 

   Anduve solo y perdido
en la neblina del barrio.
Cuando en cada café y en cada esquina
se me ganaba al corazón un tango.

    Buscando sabor de Buenos Aires
pasé por unas calles que hoy cambiaron
y en los mismos cafés vi hombres solitarios
que de su juventud vinieron con sombreros,
y así nomás quedaron
leyendo un viejo diario.
Sentí todo el sabor de Buenos Aires
llegando del pasado
caminando por las calles de recuerdos palpitantes
y en un umbral, sentado, igual que antes
oyendo un viejo tango,
vi un hombre silencioso;
callado, parecía misterioso
cantando, era el patrón de Buenos Aires.

1961: miradas hacia lo interior…

Es oportuna la reiteración de lo escrito ya casi en el ocaso del siglo veinte, aún inédito:

“En 1910, ‘el arte y la literatura eran actividades accesorias’ -ha reconocido el historiador Miguel Ángel Cárcano- y con motivo del centenario, se realizó la 4ª Conferencia Panamericana en Washington, con la precaución de no incluir el tratamiento de temas irritantes para los argentinos. / Es oportuno recordar que diez años antes -febrero de 1900- Enrique Rodó publicó ‘Ariel, arremetiendo contra el materialismo de Teodoro Roosevelt’ y al decir del historiador Cárcano, “…espiritualizar la conciencia argentina, es la nueva voz que surge vibrante frente al progreso, la holgura, el lujo y la riqueza ambiente…”  [16]

En la visión de Cárcano: ‘La nueva generación mira hacia adentro del país y resiste la influencia europeizante… Buscarán la enseñanza de los hechos y la experiencia de los hombres del pasado y se lanzarán a creaciones y especulaciones del espíritu, las más permanentes conquistas de la cultura’.”  [17]

Desde otro punto de vista, en 1961 Carlos Mastronardi en su ensayo sobre “rasgos del carácter argentino”, ha destacado que los argentinos se miran a sí mismos…

Tanto en el tiempo como en el espacio percibimos dos Argentinas…

Es necesario analizar ambos perfiles para comprender las dos historias.”  [18]

Más “rasgos” para un esbozo del perfil de los argentinos…

Expresaba Carlos Mastronardi a mediados del siglo veinte:   [19]

“Los argentinos se miran a sí mismos”.

 

Destacaba luego que “los políticos y los periodistas celebran las virtudes de nuestro hombre representativo o arquetípico: los sociólogos suelen mirarlo desde una perspectiva más sombría.  Escasas son las obras que nos e acogen a uno de estos extremos: halago o censura.” /…/  “Mucho nos interesa saber cómo somos. No falta, sin embargo, el pesimista profesional que afirma: ‘Previamente es preciso saber si en realidad somos’.”  /…/  “Decimos por ejemplo que A es profesor de la materia Z, pero olvidamos decir si es bueno o malo como profesor.  Otros observadores señalan que cierto respeto por lo institucional es nuestro rasgo más saliente.  El individuo se halla como preservado por la entidad en que está inserto.” /…/ “Damos luego con el ‘hombre que está solo espera’.  Concentrado, grave, atento a la construcción de su propio destino, su voluntad de afirmación le impediría volcarse hacia el mundo externo.  La movilidad social que nos caracteriza, define en cierto modo su idiosincrasia Situado en el incierto porvenir, no puede reposar en el deleitoso presente.  Otros ensayistas juzgan que nuestro hombre medio está signado por el fatalismo y la frustración. Martínez Estrada levanta una vasta estructura interpretativa para probar que el medio físico nos determina: somos derivación y consecuencia pasiva de invencibles fuerzas telúricas.  Nos hallamos ante un pesimismo trascendental de noble entonación poética.  La naturaleza lo puede todo en tanto que el proceso histórico es inoperante.  El ombú maléfico  y la pampa inhóspita se convierten en símbolos.  La mitología cuenta aquí mucho más que la sociología. Oportuno es recordar, asimismo, la tesis de la Argentina invisible, que vendría a ser nuestra realidad más pura, si bien inmóvil como el río meditativo junto al cual se levanta Buenos Aires. Con lucidez y acierto, Sábato categoriza nuestra tristeza, voceada por el Tango”.

(Se impone otra pausa… pero antes, otras líneas insinuadas por Carlos Mastronardi: “Algunos escritores entre los que se destaca Ismael Viñas, estiman que estos problemas son inseparables del contexto social-económico.  Consideran insensato hablar de ‘esencias nacionales’, ya que toda comunidad es mudadiza, inestable. Toman el partido de la historia y renuncian al principio de identidad.  Admitimos que nuestros atributos son cambiantes, pero creemos que nos e transfiguran de modo instantáneo.  El mismo Viñas ya no es el hombre que era algunos años, pero continúa siendo Viñas. Felizmente.”

“Tanto en el tiempo como en el espacio percibimos dos Argentinas.  Como si se hubiera extraviado un eslabón de la continuidad nacional, en nuestras zonas más evolucionadas se advierte una escisión o ruptura entre los hábitos y modos del pasado inmediato y los que prevalecen en la hora presente. /…/ A diferencia de nuestros antepasados, tendemos a creer que no hacemos la historia sino que nos dejamos determinar por ella.  Hemos perdido un estilo –se afirma- y no acertamos a reemplazarlo por otro que corresponda a la nueva realidad.”

(Decíamos ayer… dijeron Pío Baroja y Miguel de Unamuno cuando reasumieron sus funciones después de soportar persecución y exilio… y lo escrito por Carlos Mastronardi hace medio siglo, podría ser expresado por quienes intentaran elaborar algunas conclusiones en torno al “atroz encanto de ser argentinos”, como dijera el escritor Marcos Aguinis

De ser argentinos y de vivir, casi… en “un país de novela”…

“Nos duele la Argentina y  nuestro pueblo.

Por eso es atroz nuestro querer”.)  [20]

Agosto de 1968 – “Mastronardi: el argentino medio”.

El Profesor Rodolfo A. Borello ha destacado que “en Formas de la realidad nacional (1961), Mastronardi aparece como el autor de algunas de las páginas más mesuradas que se han escrito sobre el carácter argentino.  Según Mastronardi, somos realistas, estamos preocupados por vivir de modo estable, tranquilo y apacible.  Toda desmesura es inmediatamente condenada en la Argentina; algunas de las frases más nuestras serían: ‘no hagás teatro’, ‘trate de ser objetivo’, ‘hay que vestir correctamente’.  Vivimos en el equilibrio formal y en el imperio del medio tono. Los argentinos -según este poeta entrerriano- creemos en el progreso, social e individual.  Entre nuestros defectos se cuentan la carencia de soltura y de abandono; nuestra preocupación por la opinión de los demás y nuestro temor a llamar la atención.   Vivimos excesivamente preocupados por asegurarnos el futuro (‘el vocablo previsión es el que se articula con mayor frecuencia en nuestro país’, escribe) y esto nos lleva a ignorar el presente  Todavía jóvenes, ya pensamos en la senectud y actuamos como viejos.”   [21]

Mastronardi y el Prólogo en “Obra Poética” de Pedroni…

El 9 de diciembre de 1966 el titiritero poeta José Bartolomé Pedroni, envió a la Editorial Biblioteca “Constancio C. Vigil” de Rosario, provincia de Santa Fe, los datos que le habían solicitado para incluirlos en “la publicación ‘José Pedroni – Obra poética’ (2. t.)¸ con prólogo de Carlos Mastronardi (Colección Homenaje de la ‘Editorial Biblioteca’…”; libro en circulación cuando ya había iniciado su Último Vuelo, el 4 de febrero de 1968, mientras estaba con su esposa Elena Chautemps descansando en Mar del Plata. [22]

(La Biblioteca Vigil, es otra desaparecida en la década del ’70…)

1975-1976 – Por si algo me acontece todavía

(No imaginamos hace tres lustros, que sería posible leer lo difundido por la red de redes y ahora, sin salir del hogar logramos enterarnos de  lo expresado acerca de “Carlos Mastronardi por Luis O. Tedesco” y por su generosa inclusión, sabemos que “el texto que reproducimos aquí es un poema inédito de Mastronardi encontrado entre sus papeles, en Gualeguay, en la casa del médico Eisse Osman. Puede suponerse que su composición está situada entre 1975 y 1976, los dos últimos años de su vida.”)  [23]

Más señales… para conmovernos, entre el sosiego y el asombro…

N.O.F. Santa Fe de la Vera Cruz, sábado 08/05/08 20:11:39)

La libreta de bolsillo

Las otras noches,
en la soledad del café,
después de hojear el diario y vaciar mi pocillo
extraje, distraído, la pequeña libreta
en que anoto las direcciones
y los nombres de amigos y conocidos,
como se acostumbra en toda gran ciudad,
donde los signos, las útiles convenciones
sustituyen a los árboles y las estrellas
que orientan en el campo nuestros pasos.
Comprendí entonces que esa libreta auxiliar
pese a sus frías referencias, es mi concisa historia,
pero está vieja y colmada de señas
de modo que deberé reemplazarla
por si el porvenir aún me trae
personas o lugares agradables.
Al principio con aire negligente
sin buscar nada preciso
y después con ánimo curioso
repasé sus viejas páginas,
escritas por mi mano y que conservan
informes que asenté hace muchos años.
Estas hojas descoloridas y atestadas
ya no permiten que el mundo irrumpa en ellas,
y si en verdad se agotaron antes que mi vida,
deberé acudir a otras,
por si algo me acontece todavía.
Mi lectura abarcaba muchos años,
y así pude dar con gentes inciertas,
como quien vuelve por un camino oscurecido.
Nombres casi olvidados, señas de casas
que visité sin dudas, hoy no me dicen nada:
quedan en el papel, no en la memoria.
Aquí hay un Alberto amable que se borró por completo;
quizá era el traficante en libros
que mantuvo trato conmigo
pero del que nada recobro,
y también doy con Laura,
la muchacha que anduvo por mis años
a quien yo saludaba y única,
hay apenas palabra sin imagen,
pues todo lo olvidé, y ni siquiera
me es dado reconstruir su rostro lejanísimo,
que se suma a este séquito de sombras.
/…/
Inocentes, precarios, distraídos, nostálgicos,
quienes están ausentes de mi vida
sin puñales me apagan y destruyen,
pues también su memoria, como es inevitable,
está llena de muertos insepultos.
Así, mientras repaso tantos nombres ociosos,
cuyos dueños salieron de mi ámbito,
pienso que unos son polvo pero que otros
perduran como intrusos en el mundo,
a la vez que vivientes, extinguidos,
desvanecidos, sueltos, vaporosos.
Nada puedo decir, tampoco, de Rolando,
de modo que deberé borrar su nombre vano.
Algo vuelve de él, ya sé, queda alguna huella,
y es el hecho mortal que presencié en el campo,
cuando era el más alegre de la fiesta.
Recuerdo que furioso y absurdo en su justicia,
mató al caballo que arrastró una legua
a su agónica novia pisoteada.
Sólo esa tarde negra, el resto se me escapa;
su voz y sus facciones se perdieron.
/…/
Residuos, letras vanas, precisiones sin nadie, amigos sin misterios.
Tendré que desecharlos cuando lleve
a una nueva libreta las señales
de los que reconozco y puedo ver. Entonces
quedarán muchas páginas en blanco,
tan despobladas como el presente del viejo.
Seré en ese momento el capitán que vuelve
de la batalla, y al frente de los suyos
hace, grave, la cuenta de las bajas.
Amigos invisibles y rostros olvidados,
cuántos sepulcros, digo, cavamos en nosotros.
Yo también seré un nombre sin sentido
en la libreta de otro, algún día
habrá de suprimirme con una tachadura.

                                               Carlos Mastronardi.

En “Los Poetas de Florida”

(Centro Editor de América Latina)

Aspiro el ramillete de los años
Y siento que estoy muerto en cada olvido.
Mis apariencias todas se gastaron
Alguien se iba de mi crepúsculo…
En mis tiempos marchitos hubo puertos,
Y pañuelos vehementes se alejaron…
desconocidas gentes han partido
del fondo de mi ser ya devastado.
Me quedé en la efusión de cada abrazo
y en los adioses layos y secretos.
De improviso me vi como un extraño
con mi presencia inexplicable y sola
Lo ausente habla un idioma que no alcanzo.
Inútilmente dóblanse las tardes…
Nos vamos deshaciendo en los olvidos,
ya dispersé el recuerdo como un ramo.

Encuentros de artistas en el Café  Tortoni…

Se ha destacado que en el Café “Tortoni” de la capital federal argentina, “…cantó y bailó también Josephine Baker y en sus mesas podían verse a diario a miembros de la más heteróclita confradía de intelectuales como Alberto Mosquera Montaña, Roberto Tálice, Ricardo M. Llantes, Carlos Mastronardi, César Tiempo, Julián Centeya, Alfonsina Storni, Carlos de la Púa, Benito Quinquela Martín, Carlos Cañas, Ana María Moncalvo, Julio De Caro, Juan de Dios Filiberto y un largo etcétera.”

(Gente de “palabra, de “glosas”, de “tangos”, de “colores” y sonrisas…)

Influencias en escritores con vocación…

El domingo 14 de marzo de 2004, desde el diario “La Capital” de Rosario, Jorge Boccanera difundió lo elaborado en torno a “Manauta: pasión por el arte” y destacó que  al entrerriano Juan José Manauta, “la pasión por la literatura le llega a temprana edad, a partir de la amistad con sus vecinos poetas: Carlos Mastronardi, Mauro Villanueva” y Juan L. Ortiz.  Subrayado aquí                  (¿Mauro Villanueva o Amaro?…)

Jorge Boccanera, sobre Juan Laurentino Ortiz, rememoró:

“Era amigo de mi padre; solía comprarle ejemplares de sus libros de poemas, esos que vendía en bicicleta por el pueblo. El contacto con él y la cercanía de la biblioteca, a cargo de Mastronardi, fueron fundamentales para mi formación.”  [24]

Abril de 2000: Soneto desde “El Arca del Sur”.

En Santa Fe de la Vera Cruz, República Argentina, Alejandro Álvarez dirige la publicación periódica titulada El Arca del Sur –distribución gratuita en negocios y bibliotecas de la capital santafesina- y en el Nº 66 – Abril-Marzo de 2000, se incluyó un soneto de Carlos Mastronardi.

 

Los mandatos ocultos

Trabajo para un hombre insospechado
oculto en algún siglo venidero.
Sin saber quién lo manda, está llamado
a ser mi realidad y mi heredero.

Mi paso y el de todos los mortales
oigo en una desierta edad futura.
Causando estoy las dichas y los males
que aguardan a una incógnita criatura.

Heredará mi sombra y será suyo
el dulce afán que mueve aquí mi mano,
mas habrá de ignorarlo. Quizá influyo

sobre un sirviente, un juez o un asesino
cuyo puñal esgrimo yo, el arcano.
Esa oscura maraña es el destino.

                                               Carlos Mastronardi.

Siglo XXI: vigencia de Carlos Mastronardi…

En su provincia natal, Carlos Mastronardi es recordado en distintos ámbitos.  Hay bibliotecas públicas que se distinguen con  su nombre o con el título de uno de sus libros:

Biblioteca “Carlos Mastronardi” – 25 de Mayo 414 – CP. 2840 Gualeguay (E. R.)

Biblioteca “Luz de Provincia” – López Jordán 240 – CP. 2843  Galarza (E. Ríos)

(Los libros esperan… los lectores ¿llegarán?...)

24-04-2004: Difusión desde la Biblioteca del Congreso Nacional.

(Sabido es entre los santafesinos que utilizaron los servicios del Centromultimedios “Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe” que durante el lapso 1987-1995, se desarrollaron Planes Culturales anuales aprobados por las Comisiones Bicamerales pertinentes.  La Dirección del organismo estructuró cuatro programas, algunos coordinados con radios de frecuencia modulada de distintos departamentos y con la colaboración de los señores legisladores, se enviaban Bibliotecas circulantes a escuelas de sus localidades, incluyendo obras de autores argentinos, algunos libros donados por escritores y poetas, otros por el “Servicio de Educación por el Arte”, diversa información referida a efemérides elaborada y reproducida en ese servicio. Esos libros, quedaban definitivamente  en aquellas bibliotecas escolares si no eran títulos registrados en sus catálogos y les interesaban. (No se registraron devoluciones.)

En la actualidad, la Biblioteca del Congreso de la Nación sigue impulsando actos de difusión cultural y promoviendo la educación permanente…)

Otoño… recordando a Carlos Mastronardi.

Desde principios de marzo de 2004, distintos medios informaron que la Directora de Cultura de la Biblioteca del Congreso Nacional Inés Williams había puesto en marcha el programa que facilitaría la lectura de libros en distintas localidades.

Ya en el otoño, asistió al acto realizado en Paraná para celebrar la llegada de la Biblioteca Móvil que acerca obras de autores de distintas provincias a potenciales lectores de determinadas latitudes.

En esa circunstancia, anunciaron que:

“…se decidió imprimir señaladores de libros con reproducción de ‘fragmentos de textos de Juan L. Ortiz y Carlos Mastronardi entre otros autores’.”  Subrayado aquí.

(Antes la Biblioteca pasó por Ushuaia (Tierra del Fuego); , Reconquista, Avellaneda y Villa Ocampo (localidades del norte de la provincia de Santa Fe), “además de haber recorrido 30 barrios del conurbano bonaerense. Luego de su visita a la ciudad los contenedores viajarán a Victoria y a Gualeguay” en la provincia de Entre Ríos.)

Es oportuno recordar lo expresado por Carlos Mastronardi refiriéndose a Entre Ríos, su provincia natal:

“Dos brazos de agua te nombran para siempre”

 

Del legado poético de Carlos Mastronardi…

En la Antología Poética 3  y en  Antología 1 – Serie “El amor en la poesía argentina-, es posible leer un fragmento de Luz de provincia seleccionado por el poeta y editor Oscar Ligaluppi, de La Plata, provincia de Buenos Aires.  [25]

Esa antología fue presentada en la Bodega del Café Tortoni –Avenida de Mayo 829, de la ciudad de Buenos Aires, el 18 de julio de 1986. “Previas palabras del Director de Cultura del Tortoni, Profesor Juan Carlos Martínez, el titular del Fondo Editorial Bonaerense, escritor Oscar Abel Ligaluppi” informó sobre “las últimas realizaciones concretadas en los Estados Unidos y los proyectos en marcha”.

(Quienes integramos esa edición y las tres anteriores del FEB, recibimos un diploma. Ligaluppi presentaba y distribuía todas las obras en  ciudades de Hispanoamérica y de Estados Unidos.)

Luz de provincia

*Un fresco abrazo de agua la nombra para siempre:

sus costas están solas y engendran el verano.

Quien mira es influido por un destino suave

cuando el aire anda en flores y el cielo es delicado.

*La conozco agraciada, tendida en sueño lúcido.

Da gusto ir contemplando sus abiertas distancias,

sus ofrecidas lomas que alegran este verso,

su ocaso, imperio triste, sus remolonas aguas.

*Y las gentes de ahora, que trabajan su dicha,

los vistosos linares prometiendo un buen año,

las mañanas de hielo, los vivos resplandores,

y el campo en su abandono, feliz, hondura y pájaro.

Mecido cielo de árboles, luz de mi tiempo: vieron

la suerte de mi gente. Yo estaba y lo querido.

Nuestro culto y nuestro ánimo era un hombre de afuera.

Las frondas encerraban el vecindario antiguo.

Perdido pueblo, noches de ladridos y viento;

por los ranchos lejanos, miserables canciones,

el alba entre campanas y los mojados carros,

calles de luz más sola, la plaza como un bosque.

De nuevo me convida la mansa luz agreste,

y el rocío en los huertos que guardan la frescura.

Me ofrezco a unos lugares de follaje y silencio,

al escondido tiempo en las quintas profundas.

Otra vez nos conducen las tardes pueblo afuera.

Por las costas cercanas -uno ausente- nos vemos

en los pastos tirados, sin apuro remando…

Suele volver del monte, perdido, un grito espléndido.

Yo soy una alabanza de esa fronda que ampara

un vivir agraciado de secreto y sin mundo.

En su hondura mi paso firme de horas, absuelto,

y en las calles que se pierden junto a los campos mudos.

Vuelvo a mirar confines de abandonada gracia,

pueblos fieles al gesto de antiguas gentes muertas,

y piadosos lugares que halagan el recuerdo,

por donde se alejaba mi pena paseandera.

Vuelvo a ser de las noches que hondamente me han visto.

Me acompaña una brisa de campo en esas horas,

cuando buscó la extrema quietud, ruinosas tapias

y calles semejantes a mi destino, y solas.

Conozco esos lugares que enternecen mi andanza

y donde la provincia ya es encanto sin tiempo.

Frondas, callados pueblos, suaves noches camperas.

Soledad, hermosura: frecuencia de mi pecho.

Recordando mi casa y unos queridos años

digo: era el agua próxima rumor en la roldana,

llegaba algún dichoso, las fiestas nos juntaban,

nuestro padre salía temprano a la campaña.

Hablo de mi provincia.  Vuelvo a querer sus noches,

sus recias claridades y sus albas de hielo.

Miro el cauce anchuroso de sus almas iguales,

su resplandor de espigas y su varón sereno.

Vuelvo a cruzar las islas donde el verano canta,

y un aire enamorado de esa extensa delicia

en cuya luz diversa y en cuya paz se anuncia

la querida, la tierna, la querida provincia.

Siento una luz absorta y unos muertos rumores,

reconozco este ocaso perdido en los trigales,

y fuera de los años miro su gracia inmóvil,

su delicado fuego sobre los campos graves.

Luz absorta que viene del pasado, y me acerca

unos rostros, un pueblo y esa fecha rezada

en que anduve más solo por los patios silvestre

(Un setiembre elogiado con glicinas, estaba.)

Este ocaso confunde mis tiempos. Vuelve un canto

siempre dulce. La dicha se parece a esta ausencia.

Quedo en la brisa, tierno de campo, libre, oscuro.

Una vez yo pasaba silbando entre arboledas.

……………………………………………………………………..

Otro fragmento publicado por Ligaluppi…

Reitera las tres primeras estrofas señaladas con asterisco.

Luego incluye las seis estrofas que se transcriben en la Antología Regional Argentina y finaliza así:  [26]

………………………………………………………………………….

Cruzan como dormidos los troperos al paso,

tras largas polvaredas; vuelven de las tormentas,

de los bañados cuando la provincia es del viento,

de unos campos ardidos por la luz veraniega.

Leguas, y en ese brillo la torcaz y el aromo,

pausado el movimiento del otoño flotante,

y luego auroras de agua, temporadas de sombra,

y el tedio hacia las tardes que los vientos deshacen.

 

Otras estrofas… en Antología Regional Argentina

(El fragmento escrito en esa antología, comienza con las tres primeras estrofas reiteradas por Ligaluppi, señaladas con asterisco… sigue con las estrofas que el editor platense incluyó en Antología poética 3.  Ante la imposibilidad de disponer del texto completo a pesar de una consulta en biblioteca, quedan estas aclaraciones…)

…………………………………………………………………

Las voces tienen leguas. Apartadas estancias

miden las grandes tierras y los últimos cielos,

y rumores de hacienda confirman lo apacible,

y un aire encariñado, de lejos vuelve el trébol.

Gracia ordenada en lomas y en parecidos riachos.

En su anchura, porfían los hombres con la suerte,

y esperan suaves frondas y unas tardes eternas

y los dones que piden a los cielos rebeldes.

Preparando cada uno de los colores del campo,

capaz el brazo, justa la boca, el pecho en orden.

Para el ganado buenos pastajes yagua libre,

creciendo en paz la bestia, la tierra dando al hombre.

Lindo es mirar las islas. Una callada gente

En cuyos ojos nunca se enturbia el claro día,

atardece en sus costas o cruza con haciendas,

dichosa es la costumbre, y en la amargura, digna.

La vida campo afuera se  contempla en jazmines,

o va en alegres carros cuando perfuma el trigo

cortado, cuando vuelve la brisa a trenzas jóvenes

y el ocio, en la guitarra, se menciona algún cariño.

Se puede, es un agrado, saludar la esperanza,

que suele quedar sola, y los medidos actos

del hombre que se afirma con la reja en la escarcha

o rige noche y día la marcha del ganado.

……………………………………………………………………

15-02-2003: “El rescate de Carlos Mastronardi”.

Sábado 15 de febrero de 2003, una vez más desde las páginas del diario “Clarín” de Buenos Aires -dirigido por Ernestina Herrera de Noble-, se percibieron los ecos que anunciaban “El rescate de Carlos Mastronardi”.  Las evocaciones son emotivas y es oportuno e interesante, lo expresado por Martín Prieto con el  título “Memorias de un provinciano”:

“Opacada su figura por la de sus contemporáneos y amigos Borges y Juan L. Ortiz, y opacada también su obra por no responder a las convenciones de la época en la que fue escrita, Carlos Mastronardi es como una moneda cuyo valor sólo es comprendido por quienes están en materia. Parafraseando a George Steiner -quien hablaba del Borges de los años 50 en Europa-, Mastronardi es hoy algo clandestino, perteneciente a una minoría, que se transmite de una persona a otra a través de susurros, y cuyos devotos se reconocen mutuamente. Para muchos otros, en cambio, Mastronardi es un mito: el amigo entrerriano de Borges, el único interlocutor argentino de Gombrowicz, el curioso fotofóbico que sin embargo le cantaba a la luz, el verdadero traductor de las enseñanzas simbolistas en el Río de la Plata, el extraño caso del vanguardista antivanguardista, son algunos de los sinceros apotegmas que ocultan una obra que, salvo casos excepcionales (antes Juan Carlos Ghiano o Saúl Yurkievich, hoy Ricardo H. Herrera, o María Teresa Gramuglio) no es leída por nadie y que, de hecho, no circula desde 1982, cuando la Academia Argentina de Letras publicó un pequeño volumen titulado ‘Poesía completa’, hoy fuera de catálogo (al que alude el poeta Luis Tedesco en la contratapa de esta edición).

De allí el interés y la expectativa que generó el Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral al dar a conocer recientemente -después de un año de dilaciones- que publicará la obra completa de Mastronardi. Fue Claudia Rosa, profesora y crítica entrerriana, quien llevó adelante el proyecto desde 1996”…

“Papeles” de Mastronardi…

Martín Prieto con respecto al proceso de recuperación de los trabajos inéditos de Carlos Mastronardi, expresó:

“Lo que no se buscaba entre los papeles y sin embargo se encontró fue una serie de hojas sueltas, señaladas con una B mayúscula y manuscrita (de las que ofrecemos fragmentos), una suerte de libro en proceso en el que Mastronardi, entre los años 40 y 60, valora y discute la obra de Borges, y que puede ser leída hoy como un documento esencial para comprender el lugar que ocupaba el autor de Ficciones entre sus contemporáneos más luminosos.

Esos materiales se encontraban en Gualeguay, en casa de un señor Eisse Osman, médico que atendió al poeta hasta días antes de su muerte, producida en Buenos Aires el 5 de junio de 1976, a los 74 años. Junto con ellos se hallaron también otros materiales inéditos o dispersos: cartas, conferencias, artículos periodísticos (Mastronardi vivió toda su vida del periodismo), ensayos y poemas, como éste titulado ‘Mother o la vejez’: Zaguán sin cartas. Nadie acude./ Al piano, un vals que bailó el 900. Toca ese/ vals, curvada y mínima sobre el teclado./ Disgregación general. Maleza en los patios./ Objetos sin dueño./ Como en la infancia: nada tiene sentido’.

 

[1]) Guillermo Wiede, autor de “El Palacio de Septiembre” aportó esa información desde una página web (2004)

[2]) Ligaluppi, Oscar Abel. Diccionario de Poetas Argentinos. La Plata (Buenos Aires), marzo de 1984, p. 122.

[3]) Cita del Dr. Jorge Taverna Irigoyen. “Ascesis y trascendencia de una poética”. Santa Fe, Diario “El Litoral”, 12-06-2003.

[4]) Molina de Cogorno, Graciela, Nilda Pedemonte de Conforte, Blanca Di Tella de Uriarte. Antología Regional Argentina, Buenos Aires, Ediciones Braga, septiembre de 1983, p. 124-125.  Incluye un fragmento de Luz de provincia con estrofas que también seleccionó Oscar Abel Ligaluppi; transcriptas con algunas aclaraciones.

[5]) El ensayo actual – Selección.  Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, vol. 54, Capítulo – Biblioteca Argentina Fundamental, 9 de agosto de 1968, p. 79-102.

[6]) Ibidem, Fascículo 45, La crítica moderna, junio de 1968, p. 1069. Preparado por el Prof. Rodolfo A. Borello.

[7]) Favaloro, René Doctor Don Pedro y la educación. Buenos Aires, Argentina, Centro Editor Fundación “Favaloro”, 1994.

[8]) Ídem, La poesía social después de Boedo. Fascículo 50, julio de 1968, p. 1189. Preparado por el Prof. Carlos R. Giordano.

[9]) Orbea de Fontanini, Nidia A. G. Turbulencia salobre. Primera Parte “Coco y el río Salado” –aproximación al libro “El río Salado en la Historia”, investigación y edición del historiador santafesino Andrés Atilio Roverano.  Segunda Parte Turbulencia salobre.  Cronología a partir del 24 de abril de 2003, incluye datos publicados en el diario El Litoral de Santa Fe, información de distintos medios; observaciones personales, textos literarios referidos al río, a los hombres, a la incertidumbre, a la solidaridad… En proceso de edición, obtenida la lista oficial de fallecidos (23 según el Ministerio de Gobierno en enero de 2004, he preferido demorar la edición porque hay una lista con denuncia de 40 personas… Siendo el libro más que un trabajo literario-histórico un intento de reflejar el dolor de nuestros hermanos, esperaré hasta obtener datos definitivos.)

[10]) Larreta, Enrique. La gloria de Don Ramiro. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, Biblioteca Argentina Fundamental, v. 27, 1968, Cap. XXII; p. 118 y 120.

[11]) Las revistas literarias. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, Biblioteca Argentina Fundamental, vol. 56, agosto de 1968, p. 87-93.

[12]) Capítulo – la historia de la literatura argentina. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, Fascículo 37, mayo de 1968, p. 875. Fascículo preparado por Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera; lectura final: Prof. Adolfo Prieto.

[13]) Id. Fascículo 49,La poesía: generación del 40, p. 1153. Preparado por el Profesor Antonio Veiravé y la lectura final a cargo del Prof. Adolfo Prieto.

[14]) Longo, Iris Estela. Voces de Entre Ríos – Aportes al conocimiento de la literatura regional. Santa Fe, Colmegna, 1986, p. 100, 108, 110, 120, 152. La autora nació en Paraná (capital de Entre Ríos), es Profesora de Castellano y Literatura, ha publicado ensayos sobre literatura argentina en diarios y revistas, por decisión unánime del jurado recibió el Premio “Alvina Van Praet de Sala” por su ensayo “Sobre Pago Chico” publicado en la revista de la Universidad Nacional del Litoral.  La Dirección de Cultura de Entre Ríos publicó “El Canto Elegíaco de Alfredo Martínez Howard”.  Profesora en el Instituto Nacional Superior del Profesorado de Paraná, titular de las cátedras de Composición y Teoría Literaria y Lengua Castellana III.

[15]) Esta información difundida por internet corresponde a una “desgrabación” del discurso de Borges en 1969, durante el acto de presentación del libro de Tomás de Lara e Inés Leonilda Roncetti de Panti, titulado El tema del tango en la literatura argentina.

[16]) Enrique Rodó, escritor uruguayo nacido en Montevideo el 15 de julio de 1871, no era un improvisado. En 1902 diputado en la Cámara de Representantes-, había analizado analizó las características de “los Estados Unidos como representantes del espíritu utilitario y de la democracia mal entendida” y sostuvo la democracia formidable y fecunda que, allá en el Norte, ostenta las manifestaciones de su prosperidad y su poder, como una deslumbradora prueba que abona en favor de la eficacia de sus instituciones y de la dirección de sus ideas reconociendo que Los Estados Unidos pueden ser considerados la encarnación del verbo utilitario. # En aquel tiempo, había llegado Rubén Darío (gloria de las letras nicaragüenses) el mejor estimulante para los grupos intelectuales.”

[17]) Academia Nacional de Historia. Historia Contemporánea Argentina 1862-1930, v.1, p. 137/139.

[18]) Orbea de Fontanini, Nidia A. G. El tiempo de Perón – Período 1895-1943 (inédito, cuatro tomos.)

[19]) El Ensayo actual. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, Biblioteca Argentina Fundamental, vol. 54, p. 79.

[20]) Aguinis, Marcos. El atroz encanto de ser argentinos. Buenos Aires, Editorial Grupo Planeta, 2001. Entre comillas, texto en contratapa.

[21]) Capítulo – La historia de la Literatura argentina. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, fascículo 54, El ensayo: del 30 a la actualidad, p.1287.

[22]) Orbea de Fontanini, Nidia A. G. Había una vez…¡ un titiritero poeta!  José Bartolomé Pedroni.  Santa Fe de la Vera Cruz, Argentina, SEPA (Servicio de Educación por el Arte), p. 5  “Nota inicial”….”Desde Santa Fe para los niños”… en todos los tiempos.  #  Como todas las de la autora, edición fuera de comercio, 250 ejemplares donados a bibliotecas escolares y lectores.

[23] Tedesco, Luis O. Nació en Buenos Aires en 1941, autor y editor. Responsable de la revista “Hablar de Poesía”. “Escribe sobre la poesía de Mastronardi”.  “Autor de ocho libros, entre ellos ‘Los objetos del miedo’, ‘Paisajes’ y el reciente ‘Aquel corazón descamisado’…” expresa desde una página web. (leída el 08-05-2004)

[24]) Expresa el escritor: “luego de recibirse de maestro, Manauta viajó en 1938 a la ciudad de La Plata para estudiar Letras: ‘Yo fui a estudiar gracias a Juanele; él convenció a mis padres diciéndoles que ésa era la mejor universidad. Y el poeta estaba en lo cierto, ya que allí daban clases escritores como Pedro Henríquez Ureña, Amado Alonso, Arturo Capdevila y Ricardo Levene, entre otros’.”

[25]) Ligaluppi, Oscar Abel. Antología Poética 3. Serie “1.800 poetas argentinos”. La Plata (Buenos Aires), Fondo Editorial Bonaerense, 25 de octubre de 1981, p. 179.  Incluye: Luz de Provincia (Fragmento).  El editor, reiteró algunos de esos versos y agregó otras estrofas en Antología 1 – Serie “El amor en la poesía argentina”.  Edición del FEB, 2 de marzo de 1983, p. 177-179. La generosidad de Ligaluppi hizo posible que en ese libro se difundiera un poema que escribí el 14 de septiembre de 1982: Febo en mi alma.

[26]) Corresponde a Antología Poética 3. En ese volumen, incluido: “A José Pedroni”, de quien escribe esta aproximación a la trayectoria de Carlos Mastronardi.

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