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Juan Draghi Lucero (Mendoza, 1897-1994)

Entre mieles y letras.

Obras publicadas:

Juan Draghi Lucero: vivencias y fantasmas.

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Juan Draghi Lucero nació en Luján de Cuyo, Mendoza, el 5 de diciembre de 1897.  Su padre falleció cuando tenía tres años y en tercer grado dejó la escuela para trabajar con el compañero de su madre.  En ese tiempo, se conmovió al escuchar “las tonadas y dichos de los jarilleros” y a los veintiocho años empezó a investigar sobre “el enigma de los huarpes”.

Entre mieles y letras..

En 1929 fundó la Escuela de Apicultura de Mendoza. Empezó a publicar algunos trabajos literarios e históricos; integró la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, y siguió buscando antiguos cantares por distintos senderos.  Así logró que lo conocieran y al divulgar sus trabajos, fue reconocido en distintas provincias argentinas.

En 1950 fue designado profesor de Historia y Castellano en la Universidad Nacional de Cuyo; Primer Presidente de la Sociedad de Historia y Geografía de Cuyo; Presidente de la Biblioteca Sanmartiniana; en 1961 “Miembro correspondiente de la Academia del Instituto Nacional Sanmartiniano”, “Técnico en puentes y caminos”, Profesor de Historia y Castellano en la Universidad Nacional de Cuyo.

El Fondo Nacional de las Artes le otorgó una beca para investigaciones de Folklore Regional, también la Universidad Nacional de Cuyo para que participara en el “Primer Congreso Internacional de Folklore” realizado en Santiago de Chile.  Luego donó a la Universidad cinco mil piezas tradicionales que había coleccionado durante sus excursiones en el tiempo libre.

Obtuvo otras distinciones: “Réplica de Sable Corvo” otorgado por el Dr. Buteler; Premio de Honor y Medalla de Oro de SADE (Sociedad Argentina de Escritores) en 1978; medalla y diploma otorgado por la Municipalidad de Buenos Aires.

Obras publicadas:

  • 1929:  Tres libros de poemas.  Notas sobre acontecimientos históricos.
  • 1938: Cancionero Popular Cuyano (Tonadas, décimas, romances, canciones y coplas que fue aprendiendo mientras transcurría su infancia en los valles soleados… Aproximadamente trescientas páginas.)

Por esa obra, la Comisión Nacional de Cultura le otorgó el “Premio de Folklore”.

–          Las mil y una noches argentinas.

  • 1963:  El loro divino (Segunda parte de Las Mil y una noches argentinas.)
  • 1964: Cuentos mendocinos. (Diecisiete relatos).

“Gran Premio Bienal de Novela 1962-1963” de Mendoza.

  • 1966:  “El Hachador de Altos Limpios” (Prólogo: Bruno C. Jacobella)

“El Tres Patas”..

  • 1968:  “El bailarín de la noche”.
  • 1972: “El pájaro brujo” .
  • “La cabra de plata”“La cautiva de los Pampas”  (y más…)

En 1984 recibió el “Premio Konex en Letras” -Regional…- y dos años después, la Universidad Nacional de Cuyo le otorgó  el título de Doctor Honoris Causa.  También el “Diario Los Andes” le entregó un premio por su labor literaria y su proyección periodística.

Obtuvo el segundo premio por su libro “Sueños”.  Le impusieron su nombre a varias bibliotecas y escuelas.  Recorrió varias provincias invitado para pronunciar conferencias. En 1988 la Municipalidad de la Ciudad  de Buenos Aires lo declaró “Ciudadano Ilustre”.  Falleció en 1994, a los noventa y siete años.

Juan Draghi Lucero: vivencias y fantasmas…

Al ser entrevistado por el periodista Daniel Prieto Castillo, del diario “Los Andes de Mendoza”, el talentoso escritor e investigador Juan Draghi Lucero tras recordar que había fallecido su padre cuando él era un niño, comentó:

“Cuando nosotros caímos a la tremenda pobreza, mi madre se asoció con un carrero para que cortara leña en el campo y la vendiera. Yo solía irme con él y formaba parte de los fogones campesinos, donde es habitual que se escuchen cuentos del folclore español. Advierta usted que este folclore español es riquísimo. Cuenta con el aporte árabe, norafricano y de gran parte del Asia menor, todo eso se funde en una especie de folclore cuyano-chileno. Chico todavía, oí estos cuentos maravillosos. Creía que eran ciertos. Se afincaron en mí. Por lo demás, mis parientes maternos eran realmente criollos, muchos de raíz colonial.

También usaban contar cuentos a la orilla del fuego las noches invernales; yo, como profundo oyente, vivía la realidad de esos cuentos. No me costó mucho escribir las mil y una noches, apelando a los recuerdos de mi niñez y sobre todo también porque quería que quedara nuestro folclore en la narrativa. Ya veía yo el avance tremendo de influencias extranjeras y, sin ser nacionalista, deseaba que se conservara lo nuestro con cierta pureza; de ahí que en las mil y una noches trato de ser puro, de contar las tradiciones de nuestros antepasados.”

Contó luego que había leído “Las mil y una noches árabes” y que consideró que los cuentos folklóricos escritos por él, podían ser difundidos con el título “Las mil y una noches argentinas” ya que “en ese libro se tratan diferentes asuntos, no hay temas definidos sino temas que flotan dentro de la vida criolla en el sentido folclórico”.  Dijo luego: “No olvidemos que en el folclore caben todas las fantasías y que, en cierta manera, es una fuga de los rigores de la vida real. Hace que el hombre navegue en la fantasía y que por un momento se ausente de esta realidad cruel. Eso ocurre con nuestra fase lírica, con nuestras tonadas; no sé si usted ha observado que muchos cantores nuestros cierran los ojos cuando cantan una tonada. Se ausentan al par de su canto, se van de esta tierra de sufrimiento.”

Al ser interrogado acerca de si en sus relatos folklóricos sólo hay imaginación y fantasía o si refleja alguna situación real, contestó:

“…Debo confesar con cierta reticencia que sí he tenido alguna experiencia. En nuestro folclore es muy común la aparición de fantasmas. Yo creo haber vistos fantasmas. Ahora ya con mi, cómo le diría, con mi cultura un tanto cientificista, pescada al vuelo en literatura libre, me es hasta penoso y costoso confesarlo, pero yo he visto fantasmas que eran conocidos. Por ejemplo, el fantasma que aparecía en el Zanjón Frías, tuve ocasión de verlo y hoy como mi espíritu crítico renovado, no sé si eran sólo ilusiones, porque esperaba en algún modo verlo por haberlo oído mentar muchas veces. Lo cierto es que tengo esa sensación de haber visto fantasmas.”  Después dijo: “…En mi literatura he tratado de introducirme, quizás abrupta y atrevidamente, en una cosa parecida a otro mundo. Siempre he tenido esa inquietud; salirme de lo habitual y llegar en forma un tanto intrusa, si se quiere, a una cosa no habitual, extraterrena, fuera de lo nuestro. Ha sido una tendencia que siempre he sentido en instinto.”

 

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