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Alberto Nin Frias – (Montevideo, 1882 – Suardi, Argentina, 1937)

Doctor Alberto Nin Frías, diplomático.

Docencia y reconocimientos.

Mas “Datos biográficos”.

Aprendizaje en distintos niveles.

1898: “aparición de este escritor” con seudónimos.

1900: Comentarios en “La Quincena” de Buenos Aires.

1902: cartas de Miguel de Unamuno a Nin Frías.

Sobre la primera obra editada por Nin Frías.

1902: carta de José Enrique Rodó a Nin Frías.

“Pensamientos” de Nin Frías.

En torno a la religión.

Carta de Nin al Decano de la Facultad de Letras.

1903: ante el fallecimiento de Émile Zola.

Juan Mario Guayau.

Enrique Federico Amiel.

Aristocles –Platón- y otros.

Reflexiones sobre la muerte.

1924: “El carácter inglés”.

Dedicatoria.

Prefacio.

El arte.

Idioma.

Novela.

Carlota Brontë.

Jane Eyre.

Eliseo Recus.

Valor de la poesía en la formación.

Amor y naturaleza.

La Patria.

Simuladores.

Joseph Conrad.

Los libros.

Historia.

Nin Frías, desde “El Paraíso”.

Alberto Nin Frías y “los árboles”.

Hombres del siglo XX.

Tras la poesía de Juana de Ibarbourou.

El doctor Alberto Nin Frías en Suardi.

Lectura y conclusiones de Miguel de Unamuno.

Su seudónimo “Sordello Andrea”.

Labor de Nin Frías como Crítico literario.

Alegría de vivir.

Perseverancia en un propósito.

Percepciones en torno a la sexualidad.

Del “fondo íntimo de este escritor”.

“Lo que la vida ha enseñado al escritor”.

Auto confesión.

La oración del hombre de Letras.

La oración de un adolescente heleno sobre el Acrópolis.

Qué héroe de novela quisiera yo ser

“Comentario”.

Bosque.

Alberto Nin Frías, algunas obras editadas.

Nin Frías en la obra Póstuma de José Enrique Rodó.

Bibliografía de crítica en Libros y Enciclopedias.

Alberto Nin Frías (Montevideo, 09-11-1882 # Suardi 27-03-1937)

Sabido fue tras la lectura de lo narrado por Mareili Sordello desde el noroeste de la provincia de Santa Fe, que el ensayista uruguayo Alberto Nin Frías vivió su último tiempo en Suardi (departamento San Jerónimo) y que en el cementerio de esa localidad está su tumba. Desde entonces, comenzó el intento de lograr mayor información y aquí, parte de lo recopilado hasta el jueves 20 de enero de 2005.

 

Alberto Augusto Antonio Emmanuel nació en Montevideo, el 9 de noviembre de 1882, era hijo de Matilde Frías y del doctor Alberto Julián Nin, presidente del Superior Tribunal de Justicia del Uruguay y Ministro de ese país ante el Gobierno de Gran Bretaña.  Cuando tenía cinco años, nombrado su padre Encargado de Negocios de la República Oriental del Uruguay en Inglaterra, allí comenzó su aprendizaje escolar y en el Liceo, también su formación protestante. Tenía catorce años cuando con sus padres pudo conocer Italia y han reiterado que “quedó deslumbrado”.  Un año después, al generarse enfrentamientos armados entre los blancos y los colorados -partidos políticos uruguayos tradicionales-, la familia debió retornar al Río de la Plata.

Tras regresar a Montevideo, capital de la República Oriental del Uruguay, su tierra natal, Alberto Nin Frías siguió estudiando en circunstancias favorables porque “en 1897 fue agregado al Museo Pedagógico de Montevideo” y en 1904 ingresó como Bibliotecario de la Honorable Cámara de Representantes del Uruguay.

Ya había demostrado su vocación de escritor y se perfilaba su tendencia a la crítica, no sólo la atinente a lo literario.  Sus conocimientos y las experiencias vividas en Europa fueron determinantes para que lo nombraran en 1905, encargado de las clases de Francés en la Facultad de Enseñanza Secundaria de la misma Universidad. En abril de 1906 fue promovido a Profesor sustituto de Francés y cuatro meses después, en agosto de 1906 lo designaron Profesor de Filosofía y de  Moral.

Participaba con entusiasmo en el seno de la  “Juventud Evangélica Uruguaya y a los dieciocho años, en 1901 fundó y dirigió el semanario El Atalaya, tras dejar la conducción colaboró hasta 1908, cuando debió viajar a Estados Unidos para desempeñarse como secretario de la Legación del Uruguay.

En aquel tiempo, publicó sus primer libros: en 1902 Ensayos literarios e históricos y dos años después, Nuevos Ensayos de crítica e historia.

Doctor Alberto Nin Frías, diplomático…

En la Enciclopedia Americana editada en Estados Unidos hay más información, que traducida y en síntesis, refleja parte de su trayectoria como diplomático:

En junio de 1909 fue nombrado Encargado de Negocios en Estados Unidos.  El 9 de febrero de 1910 asumió como Secretario de la Legación del Brasil; en octubre de 1912 Secretario de la Legación de Chile y Bolivia y de la misma, en julio de 1913 fue designado Encargado de Negocios.  En mayo de 1914 comenzó su desempeño como Secretario de la Legación de Venezuela y Colombia; Encargado de Negocios desde 1914 al 30 de marzo de 1915; Secretario viajante del International Comité de la Y. M. C.A. de los Estados Unidos en 1915, año de su desempeño como Secretario de Venezuela en la Pan-American Financial Conference.

Algunas aproximaciones biográficas indican que durante su desempeño como diplomático estuvo en Estados Unidos, en  diversos países europeos y en Sudáfrica.

Docencia y reconocimientos…

El Dr. Alberto Nin Frías, en 1915 fue Profesor de Castellano, Historia Americana y geografía continental en la Universidad de Siracusa, EE. UU.

“El 17 de marzo de 1915 le fue conferido el busto del Libertador de Venezuela”.

Desde el 28 de abril de 1916 al 30 de octubre de ese año, fue Secretario de la Universidad de Y.M.C.A de Buenos Aires.

Mas “Datos biográficos”.

Mareili Sordello desde Suardi –localidad de la argentina provincia de Santa Fe donde está sepultado el cuerpo yacente de Alberto Nin Frías- me envió fotocopias de “parte de un folleto editado en 1933 con motivo del 35 aniversario de su vida literaria”, indicando que “está tan viejo y deteriorado que apenas pude rescatar estas hojas (páginas 5 a 8).  Con tales datos, considero oportuno elaborar esta cronología que complementa lo escrito hasta aquí.

“NIN FRÍAS, m. a. Ph. D., Alberto Augusto Antonio Emmanuel, diplomático Uruguayo, hombre de letras y profesor, nacido en Montevideo, el 9 de noviembre de 1882(1), hijo del Dr. Alberto Nin… Presidente del Supremo Tribunal de Justicia y Ministro ante la Gran Bretaña y de Matilde Frías.  Después de cursar su instrucción secundaria, viajó extensamente por Europa y América.  De su cultura variada, han procedido sus libros sobre religión, arte, historia y educación. (1)  Naturalizado argentino (1916), su señora madre era argentina.

Aprendizaje en distintos niveles.

-“Estudios primarios en el Colegio del señor Blair en Londres, en el de San Marcos en Windsor”.

-“Hizo su educación secundaria en el Colegio Internacional ‘La Chatelaine’ de Ginebra, el Gymnasio Municipal de Berna (Suiza); el Institut St. Louis de Bruselas, (Bélgica) y en la Facultad de Enseñanza Secundaria de Montevideo (Uruguay).

-“Obtuvo sus diplomas de estudios superiores en las Universidades de Columbia, Nueva York; Jorge Washington D.C, y la Católica D. C de Estados Unidos.

1898: “aparición de este escritor” con seudónimos…

La aparición de este escritor (non de plume: Errol Lionel, Sordello Andrea) en 1898 cuenta como un hecho importante en la Literatura Latino Americana. Señaló la presencia de una mente comprensiva, elevada y que hace época. Un crítico famoso, Juan Mas y Pi escribe al respecto: “Hasta la fecha, el verdadero hombre de letras, el pensador que sigue una ruta fija y hace de la experiencia de su vida una fuente de saber e inspiración, no había sido visto en el Río de la Plata.”  Como escritor, el Dr. Nin Frías posee originalidad, un estilo acabado y un hondor de visión que le hace único en la literatura de Sud América.   Debe estas aptitudes a una intensa educación Europea y Norteamericana, a altos ideales religiosos y a una gran cultura filosófica, armonizado todo ello con un fuerte impulso hacia lo bello en el pensamiento y en la manera de expresarlo.  Filósofos como Eliseo y Onésimo Reclus; Miguel de Unamuno (Rector de la Universidad de Salamanca”; W. H. Harris (Inspector general de la Instrucción Primaria en los Estados Unidos), y hombres de ciencia como el Profesor S. Ramón y Cajal, Marañón, han alabado su labor sin reservas.”

1900: Comentarios en “La Quincena” de Buenos Aires.

En septiembre de 1990, en La España publicaron el Ensayo sobre una sociedad para promover la cultura y la literatura española, al año siguiente difundido en Buenos Aires, desde La Quincena 1 y 2, Tomo VIII, luego modificado y ampliado, en forma de folleto.

Con referencia al Ensayo sobre los cien mejores libros, hay una reiteración de lo escrito por Nin Frías -en la edición página 72-:

“Cuentan que Aristóteles al ser interrogado en qué se diferenciaban los hombres educados de los ignorantes, respondió: ‘La diferencia es tanta como entre los vivos y los muertos.  Pensaba así el sabio más grande de la Antigüedad y aún de la Edad Media.”

En la página siguiente, destacó:

“Víctor Hugo amaba los libros; estas estrofas nos lo dicen: ‘Una biblioteca implica un acto de fe que firman las generaciones sumidas en la obscuridad, en testimonio de la luz futura.”

Luego, se sitúa en “la América Hispánica” y alude a “la obra” de Mitre, Bauzá, Zorrilla de San Martín, Juan de Dios Peza, Estanislao del Campo… Habré omitido nombres, más no es por olvido, sino por la exigencia de la lista.  Con mucha pena no he nombrado a muchos…

Insistía luego: “Leed cuando queráis escribir, leed cuando sabéis escribir, leed cuando no podéis escribir más.  El talento es solamente la asimilación.  Es necesario leer. Leer lo que han escrito los demás a fin de escribir par ser leído.

En la página 172, aludiendo a otro ensayo, de Celedonio Nin y Silva, hay conclusiones insoslayables:

“No pudiendo el joven desenvolverse plenamente, torciendo los fines de su alma, se engolfa en el piélago de los sentidos.

El objeto de la vida humana se les ocurre que es el placer; y entonces, adiós deber, voluntad y felicidad adentro de las leyes morales.”

“También la falta de ocupaciones absorbentes por parte de los jóvenes u hombres de un país, puede resolverse en un estado como uno de los desórdenes públicos y sociales. Que esto es regla entre nosotros a nadie puede escapar.”

“La juventud tiene aquí pocas ocupaciones recreativas que a la vez sean verdaderas, saludables y morales.”

1902: cartas de Miguel de Unamuno a Nin Frías…

En la Biblioteca “José Gálvez” de la Universidad Nacional del Litoral –Santa Fe de la Vera Cruz, provincia de Santa Fe, República Argentina-, es posible leer un libro de ciento veinticuatro páginas, editado en 1962 titulado 13 Cartas inéditas de Miguel de Unamuno a Alberto Nin Frías – Prólogo y glosas por Pedro Badanelli

Aquí, la reiteración de algunos párrafos.

El 19 de julio de 1902, don Miguel de Unamuno escribió a su amigo uruguayo para indicarle que sus tres obras capitales son En torno al casticismo (1895), Paz en la guerra (1897) y que está preparando Cinco ensayos (1900), “cinco discursos que son el de apertura de curso en esta Universidad – 1900, en los Juegos Florales de Bilbao, el que leí ante el Rey, el que envié a Valencia y el que leeré el 8 del mes que viene en Cartagena.  En ese discurso, puse mi alma… yo no hago juego de palabras ni paradigmas en el sentimiento que a esto se presta, yo vierto mi alma”…

Sobre la primera obra editada por Nin Frías

Miguel de Unamuno, siendo rector de la Universidad de Salamanca, escribió algunas conclusiones acerca de la edición de los Ensayos literarios e Históricos elaborados por Alberto Nin Frías:

“…son obra de un joven de 23 años, que ha leído y estudiado mucho.

Es entre los escritores de mañana, entre los que apuntan, uno de los más simpáticos y atractivos para mí el más simpático acaso por las razones que expondré.

El autor admira a Shakespeare, a Ibsen a Smiles, a Taine, a Ruskin, a Bunyan, a Renán, a Buckle, a Gladstone, al inmortal Guyau a Jorge Elliot, franceses, ingleses, como se ve y entre los franceses, sobre todo a Taine.

Es a la vez uno de los americanos que mayor y más hondamente simpatía muestra hacia España, uno de los que mejor la juzga y mejor sabe censurarla, uno de los que hablan con más tiento y conocimiento de causa de nuestro espíritu y de nuestra literatura.” [1]

1902: carta de José Enrique Rodó a Nin Frías…

En noviembre de 1902, fue publicada una carta de Rodó a Nin Frías, en “La Lectura Nº 28” y aquí la trascripción de algunos párrafos:  [2]

“Nuestros puntos de partida son diferentes, casi opuestos. Usted procede del protestantismo, yo del helenismo. /…/ Por mi parte a medida que vivo siento mi espíritu más amplio y sereno.  Vinculo mi alma a nuevas cosas bellas. Venzo nuevas limitaciones dentro de mí mismo.  Veo del abstraerse y con singulares perspectivas, el horizonte de la contemplación, de esa contemplación que aún tenemos por suficiente objeto de la vida. /…/ Tendemos pues a la armonía.  No deseamos empero convertirla en una identificación que anule la peculiaridad individual, toda diferencia.  Reservémonos del fondo de nuestras ideas, algo proporcional e indeclinable con que se sustente el placer de la contradicción. Las contradicciones convienen -dijo ya San Pablo, a quien usted debe de reverenciar, porque fue, por él espíritu, una especie de protestante pacífico: sin alguna discordia y contradicción, la vida del pensamiento sería una vida muy monótona y triste, donde al cabo la discordia renacería del seno del fastidio; nos pelearíamos entonces de puro fastidiados.”

“Su labor de usted, tan sincera, tan progresista, tan noblemente inspirada, merece citarse como ejemplo.  Si yo tuviera autoridad para indicar ejemplos, lo indicaría como tal.  José Enrique Rodó”.

“Pensamientos” de Nin Frías

No había sido por casualidad que en aquel tiempo, Alberto Nin Frías en su libro Pensamientos, difundido en noviembre de 1902, expresara:

“¡Quién nos pudiera ser inglés en el fondo y plusquam latinos en la forma exterior!”

“He aquí una cosa que creo imposible porque la forma brota del fondo y ha de adaptarse a él, o brota el fondo de la forma y ha de adaptarse a ella, que para el caso es lo mismo.”

En torno a la religión

Es oportuno reiterar una frase de Hippolyte Taine nacido en Ardenas en el seno de una familia burguesa, estudiante en la Universidad de París que tras algunas sospechas decidió abandonar los estudios y se dedicó a escribir logrando notoriedad tras la edición de Historia de la literatura inglesa.

“El único que no tiene religión es el que o se ocupa de ella”.

Miguel de Unamuno reiteró esa advertencia y luego escribió:

“Nin Frías es un escritor que echaba yo muy de menos en tierras sudamericanas.

Dice Nin Frías en Pensamientos: ‘Uno de los obstáculos con que se lucha moralmente en Sud América, es la religión causada por el catolicismo, que ha dejado de satisfacer las exigencias de las ciencias y las necesidades del corazón moderno.

En las naciones católicas hay extraclericales o ateos monstruosos; no existe término medio como entre los protestantes.  Es ello de lamentar, la luenga nacional pierde una fuerza activa y poderosa; el sentimiento religioso’.”

“El católico como el protestante son ante todo hombres; la Naturaleza más tolerante y severa, los recibe con el mismo amor.  Y yo leía a Nin Frías y me decía: Pero esto ¿viene de las mismas tierras de donde nos llega toda esa broza de decadentismo?  Y recordaba nombres de escritores serios y reposados, de allí mismo, de las riberas del Plata; recordaba á los que allí piensan y sienten con calma y se expresan con serenidad y concebía esperanzas de la cultura que allí se elabora.  Porque estudian más que nosotros los españoles, y si hasta hoy se les nota mucho más la influencia extranjera y aparece en ellos más a flor la imitación, acabarán por tener una cultura propia y verdadera originalidad, mientras nosotros nos quedaremos, a seguir como vamos, sin una ni otra cosa.

En más de una cosa tenemos que aprender de ellos, en más de una cosa nos dan ejemplo.  Y no es que además de darnos ejemplo no se nos muestre simpatía.”

En esa revista La Lectura, Nº 28 de noviembre de 1902, está reiterado otro párrafo del Ensayo sobre la sociedad, cultura y lengua española.

“La América española tiene que apoyarse en España y Estados Unidos; la influencia de be calificarse de moral, propiciará la educación del corazón; la última, de intelectual, necesaria al desarrollo económico que es industrial.”

Carta de Nin al Decano de la Facultad de Letras…

Entre las páginas V, VIII y IX de la citada revista de noviembre de 1902, acerca de Nin y su ensayo sobre Enrique Taine y sus ideas religiosas, está escrito:

“He aquí exclamará Ud., dejando caer mis páginas sinceras y espontáneas, un joven que se deleita con sus propias emociones.  He ganado algo sabiendo que la América del Sur piensa, lo que es un hecho como cualquier otro, pero ‘los pequeños hechos significativos… son la materia de toda ciencia. (p.45)

No eche Ud. sobre mí un R.I.P., como lo suelen hacer sus compatriotas célebres que se muestran devanosos no sólo con respecto al movimiento intelectual de los países circunvecinos, allende el mar, sino también con el de los otros países del otro lado del verde océano”.

(En tales páginas, en la número 37 -in fine- está anotado que Taine “llama specimen al autor o autores que representan mejor el temperamento de un pueblo o de una raza”.

1903: ante el fallecimiento de Émile Zola

Sabido es que Émile Zola nació en París en 1840, fue un trabajador portuario y después, librero. Durante su tiempo libre leía y decidió empezar a escribir.  Intervino en “el asunto Dreyfus” y en 1903 falleció como consecuencia de un accidente.

Aquí, el párrafo final de lo escrito por Nin Frías tras ese desenlace:

“Ante la desgracia, solo puede surgir una frase de piedad.  Emilio Zola, glorificado por un esfuerzo gigantesco se ha ido a descansar.

Deseamos para su tumba paz, é influencia infinita en lo inmortal de su obra.” (p.188)

Juan Mario Guayau…

Nin Frías evocó el entierro de Juan María Guayau, filósofo y poeta muerto a los 33 años, el 31 de marzo de 1888; entierro laico “sin más acompañamiento que la amistad, sin más pompa que las flores y algunas coronas de laurel, traídas del país de Ruskin.”

Alude a lo narrado por Alfred Fouillée sobre sus últimas horas:

“Sobre las laderas de la montaña, desde la cual la vista percibe al punto doble infinito del mar y de los cielos, muy cerca de los grandes olmos de pálido follaje; a aquellos eucaliptus impulsados hacia las nubes, cuyas ramas había contemplado con tanta frecuencia, una piedra rodeada de rosales, de cinerarios, de geranios floridos, lleva esta sencilla inscripción”… (p.223)

Enrique Federico Amiel…

Alberto Nin Frías, escribió: “Agonizó Amiel, como tan poéticamente lo ha escrito Paul Bourget, cual una joven pura y bella, sin una fealdad y sin una mancha”.

Un domingo, 28 de marzo, escribió:  “La enfermedad del morir es una aspiración á la paz, al descanso; así pasarán las cosas cuando la muerte sorprende al hombre tranquilo y resguardado”. (p. 242)

Aristocles –Platón- y otros…

Descendiente de una familia ilustre, hijo de Aristón y Perictione, en –429 nació Aristocles.  Sus padres promovieron su vasta educación y a los veinte años conoció a Sócrates.  Nombrado Platón -que significa “ancho de hombros”-, a partir de ese vínculo se orientó hacia diversos estudios filosóficos. Fallecido su maestro, viajó a Italia donde fue evidente la influencia de la escuela de Pitágoras. En la corte de Siracusa enseñó Filosofía pero no fue valorado como correspondía; regresó a Atenas y fue un admirado maestro que solía retornar por breve tiempo a Siracusa. Fue maestro en la Academia hasta que tenía ochenta años y Justiniano decidió cerrar las escuelas de Atenas.  Dejó escritos Diálogos y Epístolas; es el autor de Defensa de Sócrates tras ser acusado de introducir en la filosofía “dioses extraños” y de “ser un corruptor de menores”.    

Alberto Nin Frías, destacó que “Platón murió al estar escribiendo.  Lucano mientras recitaba una poesía.  Wagner expiró durmiendo, recostando su genial cabeza sobre el hombro de su querida esposa.

Al morir Mozart tenía sobre su cama el Réquiem inacabado, y sus últimos esfuerzos fueron para imitar el efecto peculiar de cientos de instrumentos.

Goethe no aparentó sufrimiento al expirar… poco antes se había preparado para escribir é hizo predominar su impulso alegre de poeta y de sabio al sentir la vuelta de la primavera: “¡Luz, más Luz!” – “LUZ, mucha luz en la vida, como luz para dormir en la tierra y despertar en la eternidad!”

El cándido y enérgico Shelley, poeta de los más artistas, fue á reposar trágicamente las impetuosidades de su vida, breve como la de los maravillosos colibrís…” (p.247).

Reflexiones sobre la muerte…

Nin Frías al desarrollar su ensayo sobre “la muerte”, escribió:

“Reflexionad, hombres, acerca de la muerte,  personal bien íntimo y armonioso sentido y veréis como el llanto, el dolo y la honda herida solo ocultan alegría, liberación, libertad para vagar donde las leyes sublimes se cumplen.

Si queréis vivir, abandonad todo el pensamiento de las penas, de la vejez, del desgaste, de las ideas de odio, de envidia y de venganza.

Cuando se piensa en la muerte con tranquilidad, como lo han hecho todos los hombres superiores que he citado, cuando se ve en ella el fin de la lucha y el comienzo de una paz que revela el rostro muerto -paz de que sólo gozan las facciones humanas- en ese trance, -casi se diría que sublime.-”

1924: “El carácter inglés”…

En Buenos Aires, Nin Fías logró editar su libro El carácter inglés – Sus relaciones con la novela contemporánea. [3]

Dedicatoria

“Lo dedico a los esposos Soto y Calvo y a otra persona cuyo nombre reservaré, dama principal y de elevados pensamientos cuya cordial e inteligente atención a las conferencias que di sobre ese asunto en la Biblioteca Nacional de Mujeres”…

Prefacio

“Existen obras excelsas y numerosas por demás que describen todo cundo es dable describir sobre Inglaterra y para acaso no abundar mucho las de la especie de la que me ocupó durante varios meses las facultades intelectuales. /…/ La realidad daña a menudo cuando no mata nuestra sensibilidad.

Necesitamos salir de las preocupaciones, de las ansiedades, de los recuerdos dolorosos: en fin, olvidar las traiciones de los seres que una y otra vez, nos han sido muy queridos, habemos menester de horas de olvido.

Cuán venturoso, me estimaría yo como lector si te hubiese podido proporcionar algún momento de perezoso encantamiento”.  (p. 7-8)

Aquí, algunos párrafos de ese ensayo:

Siguiendo una costumbre que tenía el maestro Cervantes de consignar en sus obras, opiniones sobre ellas, que la casualidad le hacía conocer, te diré, lector atento, lo que he oído respecto al libro que vas a leer:

‘Rico es él en ejemplos bellos, oportuna erudición y raciocinios atrayentes; abunda en ideas, en variedad de tono y tema y sobre todo ello, señala levantados sentimientos y brinda respeto, nunca descuida a las leyes ineludibles de la moral”.

El arte…

Es oportuno reiterar lo expresado por Nin Frías en el primer Capítulo:

“El arte es el término y la más alta expresión de la vida”. (p. 11)

Luego, escribió:

“La obra artística es el único testimonio que nos queda de las civilizaciones extintas.”  (p.44)

Idioma

Nin Frías durante la segunda década del siglo veinte, estaba convencido de que “un gran porvenir aguarda a este idioma inglés, conciso, poético, sencillo y enérgico.  La América del Norte, por el Canadá y los Estados Unidos, son de su dominio; todo el continente australiano le pertenece y el África del Sur no conoce obro verbo.  También es la lengua de Shakespeare, el nexo en todos los pueblos de Asia”. p. 16-17)

Novela

Nin Frías destacada que “Inglaterra aparece como el emporio por excelencia de la novela si consideramos el número de talentos superiores que allí le han dedicado su poder creador. A su desarrollo contribuye la mujer, colaboradora eficaz del hombre de letras.”

Carlota Brontë

En el texto hay una aclaración acerca de que Brontë “significa en la mitología el genio personificado del trueno.”

Alberto Nin Frías, destacó que Carlota Brontë, era “hija de un pastor pobre, ella y su hermana Emily, habrán de infundir a la novela inglesa la nota pasional, el fervor de un amor sentido y no correspondido, y las emociones profundas de los instintos”.

 “Las embriagueces de la pasión, las agonías, el amor y la mente inconquistable del hombre, eran, según su propia frase la sustancia de la cual extraería su arte.

La vida solitaria de la novelista, las desgracias de familia; la pronta desaparición de la madre, la muerte prematura de dos hermanos en un ambiente de estrechez atroz, todo ello marca sus obras con un sello de melancolía y de acerbo dolor.  Más tarde su estada en una institución para las hijas de clérigos pobres, foco de enfermedades y miserias, ensombrecerá aún más su vida.

Desde la  temprana infancia se le manifiesta la vocación de escritora, es una niña precoz.

Lee  mucho, escribe cuentos y ama relatárselos a sus hermanitos.  Al regresar de la escuela, -cuya vida la hizo su hermana-, sus manuscritos forman una pequeña biblioteca. /…/  De viejecita la bautiza una de sus amigas, a los quince años.  Su cuerpo es menudo y ella es miope en extremo, y sólo se anuncia su alma arrebatada de pasiones por unos ojos extraños y relucientes, cuando su corazón se enardece.” (p. 54)

“En 1843 viajó a Bélgica y con Emilia se perfeccionó en francés, abrieron una escuela en Haworth.”

Destacó Nin Frías que Carlota Brontë escribió Jane Eyre “en la época del romanticismo de Byron y ‘su héroe principal acerca los rasgos sombríos anárquicos y violentos del inquieto Lord George Gordon’.”  (p. 55)

En 1844, regresa a su pueblo, el único hermano sedujo a una joven, se volvió alcohólico y se entregó a los alcaloides.  Murió cuatro años después, de delirium tremens, luego… ellas se refugiaron en la Literatura. Publicaron poemas con seudónimos, sólo vendieron dos ejemplares”. (p. 56)

Tras una aproximación al Parnaso, sabido es que Charlotte Brontë nació en  Inglaterra, en Yorkshire en 1816 y que era hija de un clérigo irlandés. En 1846, con sus hermanas Emily y Anne lograron editar un libro de versos, con el seudónimo Currer Bell y luego elaboraron obras en prosa. Al año siguiente, usando el mismo seudónimo, Carlota decidió difundir su libro Jane Eyre, personaje que es una huérfana educada por institutrices y en colegios, donde sorprende con descripciones acerca del amor desinteresado y alude al matrimonio bígamo…

Jane Eyre

Nin Frías refiriéndose a la edición de Jane Eyre en 1847, destacó que Carlota Brontë “obtiene con ella un éxito sorprendente, hecho de admiración y de escándalo. /…/  Las emociones elementales de muchos ante la pasión amorosa, se fijaban allí con un gran sentir por la belleza mórbida y decadente. /…/  Ningún escritor, en esta época revolucionaria” -segunda década del siglo XX- expresó con tanta verdad y fuerza las emociones punitivas de nuestro siglo.  /…/  Al libre sólo le concebía luchando por el instinto amoroso, las ambiciones y las ocupaciones civiles.  Consideraba también a la mujer dota de igual poder pasional, pero destinada por la sociedad y su educación a reprimir con fuerza sus más naturales impulsos y en renunciar a sus más hondos deseos.” (p.57)

“En Dicbre. 1848, muere Emilia en plena rebelión”.

“Otra de sus hermanas, Ana, murió al año siguiente. A pesar de su agotamiento Carlota publicó Shirley” y Nin Frías reitera que hasta 1853 es “el primer lustro que escribirá realmente ella” y comenta que al año siguiente, se casó con el pastor Nicholls y un año después murió en el parto, a los treinta y siete años de edad.

Eliseo Recus

Nin Frías elaboró también un ensayo sobre Eliseo Recus: “…geógrafo, poeta, vivió luengos años en Inglaterra, clásico refugio de todo los grandes proscritos.  Debía su misma existencia a una petición que hicieron los sabios ingleses, al gobierno de Francia para que la justicia conmutara la pena de deportación a que se le había condenado por ser comunista, por la de destierro perpetuo más en armonía con los dotes geniales de su corazón, toda ternura por la doliente humanidad. /…/

Ha viajado extensamente por la patria de Shake y la descubre con un vivo sentimiento de la cordial belleza del suelo inglés.”  (p. 108)

Valor de la poesía en la formación…

Alberto Nin Frías expresó que “la poesía tiene un valor educativo incomparable.  Nunca podremos insistir bastante sobre el incalculable efecto de las primeas nociones de lo bello y moral.

Son sin duda los motivos sobre los cuales va a girar toda la vida interna y moral del resto de nuestros días. Con dificultad se extirpan de la mente enferma, estas primeras semillas. /…/  Existen pocas verdades tan humanas en la pedagogía como el apotegma de Fletcher de Saltoum: ‘Permitidme hacer las baladas de una Nación y no me importa quien haya sus leyes’.  Pueblo alguno tuvo más en cuenta, estas máximas de la vida práctica nacional, que los Griegos, pedagogos sin par.” /…/ “La patria empieza donde el hogar, si no existe, fuere y dulce a la vez, unido y sano, puede adelantarse sin asomo de equivocación que la noción de nacionalidad, será débil y confusa.” /…/ “Los griegos descansaban toda su educación en Homero.  Un sublime poeta fue su instructor, y las hazañas de la raza helénica son de tal magnitud en belleza y heroísmo, que poner deberán los griegos arrepentimiento de libro dejado concluir por un aeda, ciego por añadidura”…

“Puedo gritarlo a voz de cuello en mala rima acaso, pero de agudo alcance”.

Luego, refiriéndose a las lecturas durante la niñez, expresó: “¡Feliz quien acuna de chico / leyendo más que libros de hadas / guardando, anciano, los goces / que, ellos de niño le daban!”. (p. 117)

Amor y naturaleza

Escribió Nin Frías: “El amor no es el privilegio de nuestra clase social, ni reside en tal o cual individuo, por el hecho de ocupar ése una posición encumbrada.   Libres son los fechados del dios Cupido y lo mismo asesta sus golpes en el pobre, en el labriego, que en la gente seria o solemne. Es un sentimiento que transforma cuanto toca.  Posee el mágico poder de las hadas.  Es un sentir puro para los puros y bello para los bellos. El amor tiene sus misterios, que sólo, en último caso, conocen los ministrantes de ese culto divino y poético, al cual debemos la renovación de los seres.  Para mi particularísimo sentir, la atracción de la pasión del amor, del invencible amor, parte del físico.  No importa que el objeto de ese sentir pueda no ser bello para todos, pero lo será para aquel cuyo corazón ha tocado.  La belleza corpórea es algo tan invencible que nadie es tan perdonable como los enamorados extravíos de la pasión del querer.

En ninguna ocasión de su vivir, son el hombre o la mujer tan dignos del aprecio de sus semejantes como cuando aman con la fuerza de un impulso que tiene mucho de la soberana irresponsabilidad de los fenómenos de la naturaleza.  Respeto y silencio, cuando del amor se trata!

El amor sabe hacerse perdonar con la ciencia de su abnegación, todos los errores, que en su nombre se cometen tan a menudo”.  (p.204)

La Patria

Nin Frías dejó impresas algunas de sus conclusiones:

“En mi sentir, no insulta a la Patria a que pertenece, el que pone en la balanza sus defectos y virtudes,  Sólo sabe corregir con justicia y a la perfección quien mucho ama.  No supo amar el que no quiso por el amor de su pasión administrativa, el perfeccionamiento moral y el adelanto espiritual.

 Sólo los fuertes tienen el coraje de los críticos implacables de sí mismos y de los conciudadanos.” (p. 241)

Simuladores

Desde el punto de vista de Alberto Nin Frías, “todos somos simuladores más o menos de sentimientos profundos y sucesos.  Nuestra vida se desenvuelve en dos planos: el aéreo, digámoslo con la palabra tomada de la física y otra cara, contradictoria, y fantástica, casi diré, que denominaremos a fuer de un término mejor, subterránea.  /…/  ¡Cuántos misterios están aún por resolverse en nuestras innumerables voliciones!  Abortadas éstas o realizadas, ¿qué sabemos a veces de su íntima esencia? (p. 242)

Joseph Conrad

Tras sucesivas lecturas, Nin Frías escribió acerca de Conrad, que “nació en Ukrania, su padre fue un reverendo”; comentó que se hizo marino y paso a paso ascendió en su carrera. Obtuvo la ciudadanía inglesa y empezó a escribir en 1894.

Nin Frías destacó que “no elogia ni denigra”.  Desde 1904 abandonó sus relatos sobre el mar y el escritor uruguayo anotó que fue “grande como inventor de fábulas, poderoso cual narrador de las mismas, el rango de conde entre los actuales filósofos, es decir mayor, porque ha sabido hacer sentir hondamente que el orgullo del hombre reside en la fuerza de su carácter.  ¿De qué sirven las buenas cualidades, si no las alienta y fecunda la serena magnitud de perseverar, conforma a la razón ética?”  (p. 251)

Los libros

Destacó Nin Frías que los libros “nos invitan a ser corteses con el prójimo, porque la cortesía todo lo allana y suaviza, nos inducen a la benignidad para con las faltas ajenas; nos dictan la generosidad en los juicios y nos sugieren humanidad en los ratos.  Sus páginas iluminan y encantan a todas esas virtudes”.  (p. 258)

Historia

Nin Frías advirtió que “cuanto más uno penetra del íntimo sentido de la Historia y sus enseñanzas, más nos percatamos que el genio es una capacidad infinita para cuidar los detalles.

Cada pueblo lleva el traje que prefiere y también cada hombre y lo hace a su modo, en la medida en que la sociedad y sus leyes se lo permitan”.  (p. 256)

Luego, expresó: “Hermoso es conocer lo verdadero y noble, el propagarlo.”  (p. 261)

Nin Frías, desde “El Paraíso”…

En noviembre de 1924 Alberto Nin Frías, desde “La Ribera Estación” – “El Paraíso”  F.C.C.A., dejó más señales de sus percepciones:

“Nubes aquí y acullá interceptan los arreboles de un ocaso sobre el mar ondulante y proteico, que parece haberse constituido para circundar en destellos de gloria y majestad sobrehumana, un grupo de seres que se alejan de un país que a menudo les diera hospitalidad, donde muchos aprendieron y más duraron y hacia dónde, a buen seguir, volverán siempre sus últimos pensamientos.”  (p. 262)

Alberto Nin Frías y “los árboles”…

No ha sido por casualidad que Nin Frías escribiera: “El plantar un árbol manifiesta una aspiración generosa y benéfica.  Muchos motivos tenemos para considerarlo benéfico y generoso porque al plantar no sólo pensamos en nosotros mismos, sino también en los que vendrán, tan lento es el crecimiento de muchos árboles, que el plantador no alcanza a gozar de su agradable sombra.

No solo debemos mirar por nosotros, sino también por una multitud de seres, en cuyas vidas nuestros actos van a repercutir tarde o temprano.”

Hombres del siglo XX…

Alberto Nin Frías, en los primeros años del siglo veinte escribió:

“Vivimos en la edad del pensamiento.  Nuestro siglo XX será la época en que las ciencias mentales adquirirán un desarrollo extraordinario.

Los pensadores son por lo tanto, los hombres que nos interesan.

Entre los más altos representantes de la nueva era se encuentran: Darwin en primer término, Stuart Mill y Amiel.”

(Es oportuno tener en cuenta que Charles Robert Darwin nació en Shrewsbury -Inglaterra-, estudió Medicina y terminó el Doctorado en Teología en Cambridge. En el quinquenio 1831-1836 realizó un viaje por todos los continentes y luego se dedicó a la investigación y publicó El origen de las especies, basada en un principio materialista y dialéctico y demostró que todas las especies existentes “no fueron creadas” porque proceden naturalmente de otras especies que existieron antes y que gradualmente fueron cambiando. Darwin escribió: “Estoy absolutamente convencido de que las especies son mutables y de que todas las que pertenecen a un mismo género son descendientes directas de otra especie, en la mayoría de los casos, desaparecida”.

John Stuart Mill nació en Londres, en 1806. Desempeñó funciones en la East India House sólo con propósitos lucrativos porque se dedicó a la Literatura y a la Filosofía por vocación.

Henri Frédéric Amiel, nació en Ginebra en 1821 y falleció en esa ciudad en 1888. Escribió en lengua francesa; profesor de Filosofía, en 1883 publicó Diario Íntimo. Expresó: “No sabrás todo lo que valgo hasta que no pueda ser junto a ti todo lo que soy”.)

Nin Frías acerca del siglo veinte, siguió escribiendo:

“Enorme es la contribución de estos hombres á las ciencias positivas y morales.  Todos ellos han practicado el vigoroso precepto de Sócrates: “Conócete a ti mismo”, y luego la idea dominante de Goethe: “Trata de comprenderte”(p.235)

(Johann Wolfgang von Goethe, nació en Francfort en 1749.  Poeta y dibujante mientras estudiaba Abogacía en Leipsig. Desde su obra influyó en la juventud con ideales revolucionarios destacando los valores de la libertad de sentimientos, la insoslayable ética de la Justicia y la Política.  En su obra Ifigenia plantea que lo divino emerge lo profundo del ser humano, surge de lo espiritual…)

Tras la poesía de Juana de Ibarbourou

Alberto Nin Frías, escribió también acerca de la uruguaya Juana Fernández Morales, luego conocida como Juana de Ibarbourou,  La poetisa nació en el departamento de Cerro Largo (Melo), en 1895 y desde la publicación de su primer libro Las lenguas de diamante logró que su obra fuera difundida y valorada hasta culminar con el reconocimiento de las autoridades uruguayas nombrándola “Juana de América”.

En uno de sus ensayos, Nin Frías refiriéndose a Un huerto de manzanas, escribió:

“¡Qué elevación, qué grandeza, que idealismo tan raro y tan puro fluyen de estas páginas. Les tengo por encontrar en ellas unas veces mi propio pensamiento, otras, por el descubrimiento merced a usted de definiciones, de expresiones y sentimientos nuevos que me maravillan y enternecen”. (p. 27)

El doctor Alberto Nin Frías en Suardi…

Después de viajar por distintos continentes, Alberto Nin Frías atraído por el sacerdote jesuita Pedro Badanelli, decidió vivir en Suardi instalándose “en la fonda de Lahitte, luciendo su habitación numerosas obras pictóricas e importante cantidad de libros.  Cuando recrudeció su enfermedad fue asistido humanitariamente por su colaborador Osvaldo Gagliardo, falleciendo el 27 de marzo de 1937.

Al presbítero Badanelli le había efectuado un pedido verbal en el cual revelaba el deseo de que sus restos descansaran a la sombra de dos árboles.

Este deseo fue cumplido, pero con el paso del tiempo y posiblemente por desconocimiento, a lo cual se sumó la necesidad de espacio en el Cementerio, esos árboles fueron talados.”  [4]

Lectura y conclusiones de Miguel de Unamuno

Hay reiterado que el talentoso filósofo español Miguel de Unamuno, tras la lectura del primer libro editado por Alberto Nin Frías, lo reconoció como “el mirlo blanco” en la cultura hispanoamericana teniendo en cuenta “el escaso número de los escritores que, en nuestro idioma, tratan con amor y conciencia el problema religioso.”    [5]

Firme en sus convicciones, “anticlerical y anticatólico”, Nin Frías insistía en la necesidad de la Reforma religiosa y desde las páginas de “El Atalaya” expandió su prédica en torno a la evolución que facilitaría tal “conquista espiritual”.

Su seudónimo “Sordello Andrea”…

Desde la primera lectura acerca de esa identificación de Nin Frías con seudónimo -cuando ya tenía treinta años-, al editar Marcos Amador de la belleza” (Valencia, 1912-1917), conociendo a Mareilli Sordello y su narración Un escritor en el exilio, sentí una vez más que estaba al borde de la cornisa del misterio.  Es evidente que en aquel tiempo el escritor uruguayo de acuerdo a los datos disponibles, no conocía el pueblo de Suardi fundado en 1909 por don Fortunato Suardi.

Tal era el lugar donde Alberto Nin Frías vivió sus últimos años -rememoran algunos vecinos que estuvo casado- y allí es reconocida su tumba.

Más aún… ha sido la escritora Mareilli Sordello quien lo ha rememorado con respeto aludiendo a las flores que suelen ser depositadas sobre su lápida.

Sigo convencida en torno a que “Uno es el Camino, desde el edén hacia el Edén”.

Creo que el Camino ya está trazado y sólo somos peregrinos transitándolo según las señales que vamos detectando y los sucesivos pasos que nos permiten descubrir algunas claves

 

Sabido es que Alberto Nin Frías, en 1912 publicó su novela titulada Sordello Andrea, sus ideas y sentires.  Al año siguiente fue publicada mensualmente.

Han destacado que Nin Frías, en aquel tiempo “cree su deber” referirse a “la relación no homosexual” sino sólo de “afecto viril” entre dos jóvenes con orígenes opuestos: uno perteneciente al sector de quienes disponen de mayores recursos financieros y el otro, casi su “sirviente” como aún se suele decir en distintos ámbitos. Nin Frías explicó que “desde pequeño”, el protegido se había habituado “a juzgar a la gente subespecie eternitas”…

Terminado en Valencia su Marcos, amador de la belleza, Alberto Nin Frías lo dedicó “a la amistad entre seres fascinantes y hombres de una vasta mente”.

Labor de Nin Frías como Crítico literario.

Relacionado con escritores uruguayos y europeos, dedicó la mayor parte de su tiempo libre a la Literatura y tras sus lecturas expresaba sus críticas.

Alegría de vivir…

No fue por casualidad que en junio de 1901, en la revista Vida Moderna  dirigida por Raúl Montero Bustamante -como lo ha destacado Carina Blixen un siglo después-, Nin Frías fuera “presentado al público como discípulo de Taine y como amante de la ciencia y el arte por sobre todas las cosas:

‘No conoce el pesimismo más que de nombre, ni le agitan ideales enfermizos; y en el fondo de todos sus escritos hay tanta ingenuidad encantadora y tanta alegría de vivir que al leerle, no podemos menos que recordar la frase repetida hasta el cansando: mens sana in corpore sano’.”

Perseverancia en un propósito…

En aquel tiempo de visibles transformaciones sociales y de cambios en las expresiones literarias, Alberto Nin Frías escribió:

“Luchar y luchar siempre; creerse uno victorioso y ver que es arrastrado por un huevo impulso de la bestialidad, de la ignorancia, para seguir luchando siempre hasta morir…”

Percepciones en torno a la sexualidad…

Alberto Nin Frías conocía a María Eugenia Vaz Ferreira quien le entregó manuscritos inéditos. No sólo leyó esas poesías porque su tendencia a la crítica literaria lo impulsó a concretar una valoración minuciosa.  Desde El Atalaya ya había manifestado que era imprescindible reconocer las expresiones intelectuales de las mujeres a principios del siglo veinte y cuando persistía la discriminación aún para otros trabajos.

Nin Frías había comenzado a transitar un sendero que se fue ampliando tras sucesivas lecturas y oportunas comparaciones basadas en sus conocimientos sobre obras de autores uruguayos y europeos, principalmente ingleses y alemanes.

En torno a Sapho de Alphonse Daudet (n. 1840), Alberto Nin Frías expresó su punto de vista que apuntaba directamente a percepciones en torno a la sexualidad:

“…no obstante su vida, aparece simpática y atrayente”.

“Para las mujeres así, hay una moral aparte el dulce Jesús siempre las perdonó…”

Alberto Nin no aludía a sus actitudes personales y sabido es que Raúl González Tuñón, con la intención de “exaltar el valor moral de Alexis o el temperamento Urano” publicado por Nin Frías en Madrid en 1932, rememoró lo expresado por André Gide: “Ninguna ley humana o divina puede impedirnos vivir de acuerdo con nuestra naturaleza”.

(Es oportuno tener en cuenta lo que han reiterado acerca del uranismo, “un término acuñado entre 1864 y 1869 por K. H. Ulrichs –“tener sexo”; “el alma de mujer en un cuerpo de hombre”.

La palabra homosexualidad también fue acuñada a fines de aquella década del siglo XIX. Sabido es que “en 1897, el Dr. M Hirschfeld fundó el Comité Científico Humanitario” y que ese programa fue repetido en 1914 por la Sociedad Británica para estudios de la psicología social.

 

En aquel tiempo, Nin Frías demostraba ser un trasgresor dispuesto a enfrentar los prejuicios que hasta entonces impedían hablar acerca de lo sexual, un tanto por represión individual y más aún por temor a la persistente discriminación y al escándalo.

Al comenzar la escritura de “Alexis”, Nin Frías enfrenta inmediatamente al lector con el contraste de la realidad:

“Vivimos en una época muy parecida a la de los últimos siglos del paganismo, tiempos de reflexión, de goces excesivos por la acumulación del bienestar, de inquietudes religiosas, de nuevas interpretaciones éticas y de aspiraciones sinceras, aunque confusas, hacia el logro de la verdad, en todas las esferas y en todas las actividades”.

Destacó luego que “nunca se ha buscado tanto como ahora explicar al ser humano a través del objeto de su libido” y él, desde su literatura contribuyó a ampliar el escorzo de expectativas y experiencias donde confluyen tales sensaciones e intuiciones.  En aquel tiempo, la humanidad se había con-movido con el horror de la primera guerra mundial y como sedimento era notables no sólo los cambios geopolíticos, también ese desgarramiento significó una trans-formaciones individuales y grupales, cambios en las interrelaciones humanas.

Sabido es que cuatro años antes, en 1928, había sido una mujer, la poetisa y narradora inglesa Margarite Radclyffe Hall quien se animó a publicar The Well of Loneliness, libro prohibido “por su tratamiento del lesbianismo” aunque quienes estudiaban la Historia Universal ya habían acumulado suficiente información sobre la vida y convivencia en algunas Cortes…

Alberto Nin Frías, fue un pionero como escritor que publicó el primer libro en castellano referido a la homosexualidad, teniéndose en cuenta lo investigado hasta este quinto año del siglo veintiuno.

Del “fondo íntimo de este escritor”…

Nuestra generosa amiga del alma, la perseverante lectora y escritora Mareili Sordello nacida y residente en Suardi (Departamento San Cristóbal, provincia de Santa Fe, República Argentina), me envió a principios de noviembre de 2005 algunas “Páginas selectas reveladoras del fondo íntimo de este escritor” y siento el impulso de reiterar ese texto literario completo. [6]

“Lo que la vida ha enseñado al escritor”.

Creo en una Justicia inmanente que a lo largo del tiempo infinito, distribuye a cada cual lo suyo, y asimismo, en el ser más puro, elevado y consecuente que haya visto la luz sobre la tierra, mi amigo dilecto, mi maestro, Jesús de Galilea.

Creo que todas las naciones deben deponer sus diferencias raciales y locales para fundirse en un solo molde político, económico, ético: la humanidad.

No hemos de perjudicar al prójimo, ni aún al que es malo o perverso, porque quien intencionalmente daña a su hermano, es ante todo un enfermo, y debemos curarle.

Servir en todo sitio, aquel en que nacimos o aquel hacia  donde el azar nos lleve, ya cerca ya lejos.  Cada cual es el rey de su voluntad, y del rey se dice, que es el primer criado de su pueblo.

Ha de respetarse toda idea, todo sentir sinceros, aunque nos parezcan equivocados desde nuestro punto de mira, gana más almas la caridad que la fe.

Ante la Naturaleza hemos de experimentar un religioso temblor, porque es ella, en sus árboles, en sus montañas, en sus mares y en sus valles, la que más diáfana y senilla idea nos transmite de lo eterno…

Si un partido político no tiende al bienestar del conjunto, a imitación de la colmena, sirve tan solo para el engrandecimiento de sus dirigentes.

Honrar a los padres antes que a todo otro ser y de ellos mayormente a la madre, y con más ternura que a aquél.  Quererlos mucho en vida, y en al muerte, reproducir, modernizada y embellecida su filosofía de la vida, si es que ella se ajustó a una dorada ecuanimidad, fue segura y valiente en loso trances amargos de la vida y se adornó de gentileza.

Ofrecer al amigo, al camarada, al compañero, un afecto sin las impuras alianzas del interés, una amistad hermanal, porque el hermano según la carne, si no es amigo, mal puede revelarse fraternalmente.

Amar mucho y bien, con poesía y elevación -lo material es secundario, la embriaguez mental que viene después, eso es lo permanente e inspirado.

No vislumbrar en el dinero, sino el símbolo de la libertad interior que nos brinda, emancipándonos de ajenas cadenas.

Asociarse, aunque solo fuera en espíritu a toda obra humana que aspire a la redención de los hombres.

Todo hombre es grande en la media que se revela tal como natura lo forjó, sin revestirse de inútiles disfraces o envolverse en falaces mentiras.

Un refrán árabe que quiere mover con el ejemplo a mayor virtud al hombre, le enseña que no ha de irse a la región de lo ignoto, sin antes haberse reproducido en un hijo, escrito un libro y plantado un árbol.

Prescindamos enhorabuena del vástago, si no somos lo suficientemente equilibrados y sanos como para engendrarlo fuerte y generoso: del libro, si no nos sentimos asaz instruidos como para componerlo bello y útil; mas, en cambio, plantemos siempre un árbol, y si fuera posible, dos árboles más; uno por el hijo que no tuvimos, y otro por el libro, que no nos fue dado el escribir!

(Coherente con lo expresado en esas circunstancias, exiliado en Suardi -departamento San Cristóbal-, provincia de Santa Fe, República Argentina-, hasta donde llegó junto al Padre Pedro Badanelli, suelen rememorar que durante un diálogo con ese amigo le había pedido que después de sepultarlo plantaran dos árboles junto a su tumba y así fue, en 1937 cuando inició su Último Vuelo pero después, desaparecieron los árboles… perdura su obra y ha recordado la talentosa Mareili Sordello, que en ese lugar suelen dejar como homenaje una flor ¡que es belleza!… como lo es también una mirada fraternal o un suspiro…)

Auto confesión

He aquí lo que yo diría acerca de mí mismo:

Aunque nacido en la Provenza suave de la América Ibérica, el Uruguay quizá su comarca más culta y pintoresca, soy escasamente de este continente, el menos interesante de todos ellos por su extremada infancia.

Mi fisonomía externa, así como mi mentalidad, han experimentado el influjo poderoso de los dos países que amo sobre manera, y donde mejor me he encontrado siempre: Inglaterra y los Estados Unidos. Inglaterra, en primer término, por estar allí el paraíso del niño.  En ella abundosa y ensoñada se deslizó mi infancia, en el aire leve de una atmósfera clara, rodeada de tierna serenidad.  Tres fundamentales verdades me fueron allí develadas: la afición efusiva a la Naturaleza, la pasión por la libertad política y privada y la genialidad del sentido común, sin el ejercicio del cual se malogran los más sazonados frutos.

América, por excelencia, los Estados Unidos, me impuso que sin ideales no se vive si se sabe de la dicha.  Todo americano se forja un ideal.  No importa cuál fuera él.  Le pertenece aquél y le anima, levantando a casa paso la losa de sus desilusiones.  No le preocupa otra cosa ni la crítica adversa,  le conmueve.  El país donde ha nacido, tiene fe inextinguible en su porvenir, y sobre su territorio, habrá a lo largo de muchos siglos aún, sitio par desenvolverse el ciudadano.  Esto ensancha con ansias infinitas el hambriento corazón.

El esperar del estadounidense ‘es la suerte que no ha sido probada, y la esperanza irrealizada, su ideal.’

Ello, no obstante, el espíritu mío se acomoda a todo lo justo y bello de cualquier pueblo del planeta.

He viajado lo suficientemente y he leído tanto, cómo para poder medir el alma de los pueblos, y saber que su grandeza proviene del claro e inteligente vivir individual.

Comulgando con los espíritus geniales a través de sus obras, soy presa de la ventura más lata e inspiradora que puede darse.

No conoce fronteras la curiosidad mía.  Todo problema le atrae, y no lo suelta hasta haberlo indagado debidamente.

Querría solo poder escribir libros que gustara conservar el lector y darlos a quienes los amasen como a sus propias almas,  El óbice de este arte literario, sería invitar a los amantes de la vida superior a una fiesta ensoñada, para contemplar espirituales paisajes.  Él se dirige a los sabedores, inefable lenguaje del alma, que tiembla de goce en todas las cosas hermosas del mundo.

Si alguien leyere alguna de estas obras, estimaría, exclamaran al cerrarlas: pasó un día con sus ensueños.

La moral, ¿puede haberla sin pureza de corazón? O cruz, ave spes unica.  No me mueve a aseverarlo hacer una frase profética sobre manera, mas, no hallo nada mejor que encierre mi íntimo sentir como este verso de Tennyson:

“Su fortaleza equivalía a la de diez hombres, porque su corazón era puro”.

Ansío volverme perfecto por la contemplación de la suma belleza: se me argüirá que el ideal es harto absoluto, mas que importa ello, si nos avecina más a lo divino.

¿Por qué desmayas?, preguntaba un peregrino de la vida eterna a otro mas mozo.  Y él contestóle: Yo vagué hasta morir.

Muy pequeño se ha de ser para resultar obsedido por sí mismo, ha sugerido un delicioso moralista, Abel Bonard, espíritu que tanto añora al dulce Marqués de Vauvenargues.

Obra maestra, obra de arte es la vida.  Cada día debemos tornarnos más conscientes de nuestra Divinidad.  Hemos de lograrla con la paciencia de la hormiga y el afán artístico de la abeja.  Así será el vivir digno de ser vivido.

Todo lo que es nuestro, desde la voz hasta una vocación poética, cualesquiera sean ellas y en las cuales pueda mezclarse la idealidad, significa para nosotros un medio de redención, una santa escala para treparnos al cielo.

Por más que lo intentemos no podemos prescindir del acaecimiento moral en la vida y en la filosofía de la misma.  Los angustiosos pregunteos acerca del humano destino, surgirán siempre del corazón de la misma lógica.

Nos hemos alejado de todo huero verbalismo, y sin embargo, hemos vuelto a las mismas interrogaciones por vía de la psicología experimental de Wundt y de Ribot, y, asimismo, de Charcot.

Existe un poder más allá de la materia, y podemos contar con él, en las vicisitudes de la vida cotidiana.  Ha sido esta última la heimarmene de más de una vasta mentalidad, inclusive las de Taine y de James de Harvard. ¿Por qué no podría también ser la nuestra?

Un espíritu infinito, con el que comulgamos de continuo, flota por doquier.

Esa mente, esa inteligencia divina es nuestro apoyo y nuestra liberación de todo mal.

La metafísica renovará nuestra vida en el sentido socrático: Conócete a ti mismo.

Finalmente austera esta disciplina, tenderá cual la de James a poetizar la existencia y a realizar el reino interior.

Adoro la vida. Una simpatía panteística me lleva a amarlo todo, encomenzando por el árbol mi silente hermano, y terminando por el más mísero de los criminales que purga su pena, en una lóbrega celda y tiembla de pavor.

Quisiera vivir en un sitio como Oxford, Florencia, Chartres o Salamanca, Heidelberg o Nüremberg, y que fuera prohibida la estada a quienes no fueran soñadores de sueños generosos, porque creo de corazón con Wilde, que la falta de imaginación hace malos a los hombres.

Las horas que más prefiero del incierto día, son las frescas, tempranas y levemente asoleadas de la mañana, y las tardías de la puesta. De las estaciones, amo el otoño y la primavera, tramos adolescentes del curso del año.

Cuanto es trozo de la arcánica e ignota región de los sueños, me atrae irremisiblemente, cual algo superior a las fuerzas materialistas que rigen la vida pedestre de los pueblos.

Tengo afición a los cuentos de hadas, a los simbólicos y a los aniñados.

Dentro del corazón del hombre cabe el del niño.

Asisto a diario, la mente cuajada de visiones, a prodigiosas aventuras del espíritu.

Es que cada alma verdaderamente grande, lleva listo para despertar, a un héroe dormido.

Desearía que la mi vida abarcara la idealidad de todas las pasiones, de los pensares y todos y emociones… musicalizadas.

…llena de ruidos.

Sonidos y aires dulces que deleitan y no dañan.

Así definía el mago Shakespeare, este sentimiento de la vida como si se deslizara en la isla encanada de su “Tempestad”.

………………………………………………………………………………………………………………………

Trabajo con ahínco por algo que, por ser lo más deseado, jamás he logrado aún.

Y junto a ello, anhelo una calma reposada, más llena que la que haya conocido hasta ahora.

No tener otro afán, después del ser bueno y servicial, que la verdad –in vero mihi cara.

¡Cuán difíciles de alcanzar sois, deleitables cumbres de la perfección literaria y de la belleza moral!

La oración del hombre de Letras

Voy hacia Ti, dueño mío, inquieto y lleno de impureza.

Acaso haya vivido lejos de Ti, pero créeme mi alma, Te ha deseado íntimamente, o dueño mío.

Triste y desolado es el vivir, a no ser por las horas inefables que meditamos en Ti y en Tu hogar.

Perdóname mi abandono, hazme partícipe de Tu luz y fin de que se disipen las tinieblas y se prepare mi alma, a parlar contigo.

Bendice a los más cercanos a mi corazón. Déjales que Te busquen como yo te he buscado, a través del saber, del amor y del sacrificio.

Está cerca de vosotros.

Acrecienta, oh, Dios mío, en nuestro psique: el denuedo, la nobleza y el afecto leal.

En derredor nuestro, esparce los abundosos deleites de lo bello, de la independencia de ánimo y de la franqueza.

Depura nuestro entender par que admiremos cada vez más conscientemente las gracias y excelsitudes de la tierra bendita.

Renueva cada mañana con la gloria del sol: la alegría, el buen talante y las euforias serenas.

Mantiénenos consecuentes a los amigos, y a nosotros, fervorosos en el culto de la amistad.

Danos el denuedo necesario para defender a nuestras convicciones, al terruño que nos albergue, y al amigo en la adversidad.

Aléjanos del ocio innoble, de las habladurías, de la sátira mezquina o de la envidia ponzoñosa.

Detén en nosotros el avance del orgullo, la crueldad, la arrogancia o la mísera ingratitud.

Impera sobre el parlar nuestro, domeña el transporte de la ira y pon sobre nuestros yerros, el sacrificante velo de Tu gracia. – Así sea.

La oración de un adolescente heleno sobre el Acrópolis.

¡Pallas Atenea” espíritu fecundo y bello, alma de mi alma, vengo a tu templo, vibrante de una gloria purísima: el haberte descubierto el día en que amé a la belleza sobre todas las cosas.

Sólo me resta un remordimiento: el no haberte descifrado en la fisonomía de nuestro empíreo: en la faz de las aguas cristalinas del Egeo o en Olimpia, donde tus mancebos más gallardos y apolíneos, lucharon por la plástica hermosura.

Al escalar el monte dominador, que es tu asilo, virgen suprema de los rasgados ojos, me ha parecido identificarme con la esencia eterna de las cosas, con ese cendal, sutil, que oculta a mis pupilas el más allá.

He divisado, madre, intelectual, lo más eurítmico que es dable ver al hombre, y si hoy muriese, llevaría mi veste transitoria; la impresión más acabada del planeta.

Desde aquí contemplo el infinito azur y el limitado verde marino; y, entre ellos, a Athenas tu más excelsa creación. Aquí nací, tú lo quisiste, aquí aprendí tu culto incomparable; la alegría, el equilibrio físico, el trabajo, la valentía sobria y certera, el coraje lleno de gentileza, la elegancia en el decir, la afición a lo bello.  Aquí, a los pies del Acrópolis se deslizó mi vida como la de esos arroyuelos rumorosos que entre riberas arboladas de olivos y de plátanos, corren hacia el lago o la mar.

Aquí abrí mis ojos a la luz otoñal, entre los mármoles pentélicos que idealizaron Fidias, Ictino y Calicrates, artífices divinos del Partenón, que en lo futuro, cediendo al paso de lo humano oleaje, será reconstituido con almas, para que more en él la tuya inconmensurable.

Aquí, Atenea, se impuso tu divinal voluntad, que los hombres fuesen dichosos porque eran apuestos y, amaban tanto al cuerpo como a su alma; no exaltaban el uno para atenuar la otra.

Bajo el imperio siempre dulce y deseable de tu ritmo, se alzó la civilización inmortal.

Diosa virginal, invisible y eterna, al atisbarte con mi pensamiento, sueño en mi infancia y en las sensaciones de esa plástica edad, vuelven a ocupar, o acervo imaginativo.  Medito en la ruta sagrada de Eleusis, donde con mi padre, amigo de Sócrates, de temple viril y audaz, caminé por las mañanas heroicas, siguiendo en el día quinto a la procesión sagrada.

Al atisbar en el horizonte azulado los lejanos mármoles lucientes de Paros, que señalaban el recinto de la hierática polis, he experimentado el vértigo oriental por el misterio sombrío, olvidando, ay de mí, oh Athena, por un leve instante, tu tersa frente y tus claros ojos que miran sin turbarse.

Allá a lo lejos, besada por el sol mañanero, se extiende cual tu semblante tranquilo y penoso, la llanura de Maratón. Ahí, venciste tú, hija cerebral de Zeus.  El genio efebal de tus hijos, que fueron los primeros en atreverse a mirar cara a cara a los medos, cuyo solo nombre aterrorizaba a los pueblos, su fiebre por todo lo grande aletargó a la voluptuosa Medea.

Una chispa de tu divina lumbre, el mensajero soldado que en una carrera llegó del campo de la batalla más trascendente de la historia, a Athenas, para proclamar la victoria ante los magistrados, exhaló aquí acaso su postrer aliento.  Arrojado efebo, cuya hazaña ha de vivir tanto como el dorado recuerdo de Maratón.  Su hermosura corpórea era digna del entusiasmo que enciendes en las almas amantes del nativo suelo.  Para la gleba perfecto sobremanera, su pensamiento rebalsó lo humano, cuando expiró a tus plantas agitando el simbólico olivo.  Solo en el seno oceánico podía él descansar, ¡oh energía universal!

Athenas, Eulisis, Maratón, tres pliegues de tu peplo albo como la luz amaneciente.  Lo divino, lo humano, lo transitorio y lo eterno, todos han trabajado en la Helade para darle vida, ¡oh tú que eres lo único grande, lo solo bello, inmarcesible del pensamiento!

He venido hacia ti, o victoria sobre lo ideal, porque vanamente hasta este día había sentido palpitar en mí lo divino.

He permanecido muchas primaveras cabe tuyo, ¡oh Pallas!, sin avistarte, han sido otras tantas estaciones de tedio, de calentura sin remedio, de actividad sin objeto.

Tan solo ayer, extenuado de andar, casi asfixiado por el polvo del camino, columbrando el firmamento como  para pedirle alguna partícula de su luminosidad, te he percibido en lo más alto de la rocosa colina.  Allí estabas tú, ¡oh Eterna!, y yo, doncel de Athenas, ignoraba tu hogar.  Por fin te encuentro, esencia perenne de las cosas.

Madre ideal, obrera de lo infinito, ama de la humanidad, inconmensurable y eterna, mi alma arde por sondear tus secretos, pero, ¡ay de mí!, tú eres más bella y perfecta de lo que jamás yo pueda imaginarme.  Tú estás más allá de todos mis intuires.  El hombre te ha querido limitar a la forma que a su alma encarcela, o insensato sueño de invierno, porque eres tú lo infijable, lo que siempre ha existido y lo que irremisiblemente será.

Empecé a adorarte cuando Phoibos Apolo, con un ademán de exquisito amante, alumbraba tu mansión de mármol; ya son pálidos y tenues los hilos áureos de la pitia cabellera, y aún escucho en mi interior la música de una interrupta admiración. Todavía me absorbe tu veteado rostro; aún nos e ha agotado el venero del amor que hacia ti me lleva.

Mi vivir, mi adolescencia, límpida y juguetona, jamás me hicieron tan seductores como ahora que te glorifico ¡oh Pallas Athena!

Ya Artemisa en su incesante correría por los espacios estelares se encamina a encender ante tu efigie la argentina luz.

Siento que me duermo. En el umbral augusto de tu templo he de descansar, mientras mi alma libertada de su corpóreo camarada, vaya vibrando hacia ti para absorber un lampo de tu tez, ¡oh eterna, oh activa, o belleza inmortal!

Qué héroe de novela quisiera yo ser

Si me fuera permitido por el género de la pregunta, escogería los rasgos de varios protagonistas de novelas predilectas, y con ellos compondría un ser ideal de claros méritos, de alma fragante, de arrastrada voluntad, de fisonomía heroica, capaz de enamorarse de la verdad, y cuyos años mozos no se hubieran dado punto de reposo en señalarse como un carácter noble a carta cabal.  El héroe mentado habría de saber conservar en la lucha el gesto ello, y no habría de avenirse por completo con las paganías modernas sino en punto a lo bello.

El personaje novelesco que más se avecina a esta ideación, el que más prodiga estos pormenores, es Roberto Elsmere, protagonista principalísimo de una revelación muy celebrada de Mrs. Humphrey Ward-  Tuvo esta obra, aparecida en 1888,  una resonancia extraordinaria, por dar ella expresión fidedigna a un drama íntimo de conciencia, y asimismo por revelar, agrandando y embellecido, uno delos aspectos más atractivos de la vida inglesa cuando ella se alista al servicio de un severo ideal de altruismo.

Y, ¿por qué desearía yo el confundirme con este héroe tan ajeno al mundo en que me debato solitario?

Porque, desde luego, halla un eco acucioso en mi corazón las ansias de ese espíritu por alcanzar la verdad, y me conmueven también, y hondamente las agonías de sus indecisiones.  Me atraen los individuos como este desatado ejemplar del carácter inglés, porque sabe contraer responsabilidades sociales políticas y religiosas, y asimismo, porque conserva a lo largo de las vicisitudes de la lucha aquellas predilecciones del espíritu y de la ética que recibiera en el regazo del materno hogar y que más tarde se fortifican en la cálida atmósfera de un hogar hermoso.

Otra de las motivaciones de esta dilección mía se encuentra en el acendrado cariño que mantiene siempre vivo Roberto por su universidad, ubicada en esa villa incomparable de Oxford, cuyo soberano encanto actúa con fruición sobre quienes aman sobremanera las humanas tradiciones que las generaciones de estudiosos han ido acumulando allí desde hace más de ocho siglos.

La religión de Elsmere no se define como éste o aquel modelo establecido, sino como el anhelo fundamental del espíritu humano que indaga con entusiasmo apasionado la verdad de su sino más allá de todo investigar científico.  Esta tesis constituye para él mi héroe, el norte primordial de su existencia.  Todos sus actos se desenvuelven con la lógica y coherencia hacia esa finalidad.  Su postura de buceador de las causas primeras de las cosas, que persiste y se agudiza a lo largo del tiempo, remata en la duda, seguida de una angustia maravillada.  Brotan entonces en la imaginación de Roberto, imágenes vivas y dolientes, y se aplaza para uno y otro día su grave resolución de admitir la duda acerca de los orígenes de su fe.  Estos pregunteos lo precipitan en una crisis religiosa, que malgrado su dolorosa intensidad no lo privan de ejercer la caridad.  El pueblo en que ha nacido Roberto se inclina siempre ante la acción constructiva que crea andando el tiempo las fuerzas que le han de orientar.  Rehuye él instintivamente la vacua ideología que se enreda en logomaquias temerarias y enervantes.

No existe en él en grado superlativo, el trágico antagonismo entre el idealismo y el llamado a la acción, sus dudas religiosas no obstante, sigue viviendo entre los hombres, que ayer conducía espiritualmente, porque siente con fuerza que su misión es elevarlos sobre su miseria.  La religión de Roberto, además de ansia del más allá, es una fuerza activísima, una necesidad social.  Empero, como en todo hombre superior se mueve la vida de Roberto, en un mundo de ideas, cuyas insospechadas perspectivas se abren paso hacia los ojos de su espíritu.

No cabían en los cálculos de esta naturaleza apasionada, que a medida que la ciencia y sus métodos críticos arraigaran en él, se produciría esa embriaguez intelectual que tantas veces suele conducir al agnosticismo más cabal.  Las ahincadas lecturas de Elsmere que pasaban tan sólo por un pasatiempo nobilísimo, vuélvense de pronto un poder corrosivo, que socava los fundamentos históricos de su fe.  Pláceme la hechura espiritual de este ser porque sus creencias resultan un acuerdo entre el espíritu de autoridad y del libre examen. Cae finalmente nuestro predilecto víctima de su confianza en el solo poder de la inteligencia para columbrar las eternas verdades.  Se entabla luego un drama de conciencia, que arrastra consigo la paz doméstica del hogar del idealista.  Su esposa se aleja de él, cuando se percata que su compañero ha perdido en parte la fe de sus mayores.  Se entrega entonces Roberto con voluntad serena y pura a un apostolado laico, cuya moral belleza se hace tan comunicativa, que termina por doblegar el encono de su esposa.  Triunfa después esta alma que ha sabido sobreponerse a todas las inquietudes de su conciencia con entera buena fe.  Durante el curso de estos predicamentos contrae Roberto una grave dolencia, que en resolución es tan sólo la fiebre de acción que lo consume.  Quebrantado su físico por su celo extraordinario en elevar su prójimo, muere Roberto Elsmere mártir de sus convicciones.

Hombres así, puros y sinceros, contribuyen a mejorar a la comunidad, porque han vivido mejorándose a sí mismos.  Ello es un alto ideal, y, confieso, cándidamente, que es también el mío.

                                                           (Textos en páginas 51 a 65, fotocopiadas.

                                                           “A. Nin Frías y su Obra”.

                                                           No disponibles datos sobre la editorial.)

“Comentario”

Mareili Sordello me envió otras páginas voladoras, evidentemente es la fotocopia de las páginas finales de un libro publicado por Alberto Nin Frías porque en el encabezamiento, está impreso el número 324 y tal nombre y apellidos; al final del Comentario hay un logotipo: la palabra FIN sobre CLARIDAD -nombre de la editorial- y dos estilizaciones de figuras humanas, hombres desnudos empujando con manos y rodillas tales claves.  En la página siguiente, la reproducción de la fotografía de un hombre parado cerca de una ventana con los postigos abiertos, acariciando con la mano derecha a su perro que está parado en dos patas junto a un pequeño cantero, sobre un piso de mosaicos blancos y negros.  En esa página, manuscrito con letra inclinada, angulosa:

Bosque

Se calcula que la 3ra. Parte de la riqueza forestal de Norte América la ha consumido el fuego. / Desde 1870 existe archivo sobre los fuegos /  anualmente se incendian bosques por valor de 12 millones de libras, y con amasadas, 20 millones de acres con árboles tiernos anualmente, la repoblación de los cuales, exige un gasto de 40 millones de libras

Aquí, la reproducción de la página 324, en cursiva lo que está manuscrito y que termina cerca del margen inferior con un hombre poco legible, semejante a H. de Brisne.

 

Ejemplo digno de loa, por estar arraigado en el amor al árbol, pasión muy nipona, desde luego, por el nombre de Kuni Matsuo, el autor de una Historia de la litera-

 

COMENTARIO

Fui a pasar unos días en el seno de esta familia excepcional y puedo decir que si en algún sitio de la tierra se empezó a vivir de la felicidad social humana, fue en la preciosa chacra de Le Canet. Pero esta experiencia encantada de mi vida estudiantil, fue de funestas consecuencias para mí, pues el estar al lado de tanta grandeza moral, de tanta sencillez de espíritu y tanta exquisita bondad, estas últimas me incapacitaron para poder vivir feliz en una sociabilidad, la sudamericana, que parece cifrar su superioridad en el aislamiento de sus componentes.  El comunismo de esta familia ejemplar, dotada de una inteligencia vasta y genial, se me hace el sueño social de Jesús realizado sobre la tierra.

No en vano se ama al árbol, él reserva para sus electos las dichas más puras y las más perdurables.

Mientas amemos a nuestros semejantes y a la verdad, daño alguno nos podrá alcanzar.

 

Cultura Japonesa desde los tiempos arcaicos hasta 1935.-  significa aquel: copia de pinos / Otro detalle de naturófilo: siempre lucen flores sobre su mesa de escribir.

Anotó Mareili cerca del margen superior: “La persona que me regaló estas páginas me asegura que lo manuscrito fue escrito por Nin Frías ¿será verdad?  Se non è vero è ben trovato.”

Alberto Nin Frías, algunas obras editadas…

Entre sus obras es posible mencionar:

  • 1900: Ensayo sobre Enrique H. Taine y sus ideas. “En Francés, sobre una Sociedad Internacional para propagar el idioma y la literatura Españoles (llamada ‘Sociedad Cervantes’ de la que es fundador); Ensayos literarios e históricos (entre los cuales se encuentra una refutación al estudio del Profesor Rodó sobre la civilización Americana del Norte).
  • 1901: Ensayo sobre los cien mejores libros. Publicado en “Vida Moderna”, junio de 1901, dedicado a la Sra. Emilia Pardo Bazán.
  • 1902: Ensayos literarios e históricos (Entre ellos, Ensayo sobre Vida Nueva de J. E. Rodó -refutación sobre sus valoraciones acerca de América del Norte-; El ideal religioso y la literatura que vendrá…)
  • 1904: Nuevos Ensayos de crítica e historia.
  • 1907: Ensayos literarios e históricos (Segunda edición revisada. Entre ellos han mencionado: Ensayo sobre una sociedad para propagar la cultura y lengua españolas; Ensayo sobre la filosofía de la historia de España (dedicado a Miguel de Unamuno, homenaje de simpatía intelectual.)
  • 1909: Ensayo sobre el nuevo movimiento social del doctor Josiah Strong.

Ídem, sobre la República de Platón desde el punto de mira sociológico; ídem sobre el interés filosófico del ‘Sueño de una noche de verbena”; ídem sobre la filosofía de la vida tal como lo describe: ‘Como gustéis’, de Shakespeare (Todos estos estudios están escritos en inglés.) ‘Ensayos sobre la religión’, siendo estos un análisis sobre el idealismo desde el punto de vista Cristiano.)

  • 1910: Carta a un escéptico. – El árbol (“Estudios sobre la naturaleza que contribuyeron mucho al afianzamiento del ‘Día del ‘Árbol’ en el Uruguay, instituido en 1899 y más tarde en España.
  • 1911: La fuente envenenada. (“Novela psíquica dentro de las ideas ‘New Thought’,”)
  • 1912: Sordello Andrea, sus ideas y sentires.  Novela de vida interior; “autobiográfica, llama el ‘Whilhelm Meister Español’, una síntesis hermosa de aspiraciones hacia la nueva vida del espíritu en el sentido Hegeliano”…
  • 1916: El árbol. (ese dato podría corresponder a una reedición.)
  • 1917: Marcos, el amador de la belleza.  “Novela que trata de la familia Médici, durante el Renacimiento en Florencia.  Ha sido llamado ‘un libro de oro’ para la juventud de América.”

Un huerto de manzanas. “Estudios sobre la educación desde el punto de mira de la naturaleza.”

  • 1924: El carácter inglés – Sus relaciones con la novela contemporánea. (Libro publicado por Coop. Edit. Buenos Aires.)
  • 1932: Alexis o el significado del temperamento urano. (Madrid.)
  • 1933: Homosexualismo creador. (Considerado un libro clave en la literatura hispanoamericana, probablemente el primero sobre ese tema escrito en idioma castellano.  400 páginas, 36 láminas.)

Nin Frías en la obra Póstuma de José Enrique Rodó

Sabido es que a fines del siglo XIX, el joven escritor uruguayo Alberto Nin Frías publicó en francés un Ensayo sobre Taine y otros ensayos literarios e históricos, dedicándole algunas páginas a la refutación de lo expresado por José Enrique Rodó acerca de la cultura estadounidense.

Aquí, lo publicado en una edición de las “Obras Completas” de Rodó, en la parte pertinente a su obra póstuma, punto 10. “Crítica Literaria”:

VIII

Si se me pidiera una fórmula que caracterizase  en breves términos el espíritu del autor de los Nuevos Ensayos de Crítica literaria y filosófica, diría simplemente: “Alberto Nin Frías es uno de los pocos orientales con quienes se puede mantener una conversación que dure más de diez minutos sobre puntos de filosofía, de literatura o de arte.”  Me explicaré, par que no se atribuya a mis palabras un sentido que no tienen.  No significa esto negar que existan, y hasta abunden, entre nosotros, en relación con lo limitado del ambiente, los espíritus capaces de conversar con conocimiento, discreción y gracia sobre esos o parecidos temas.  Lo que falta es la persistencia del interés.  Si se inicia una conversación con un espíritu criollo, por culto que sea, sobre cuestiones de tal índole, al breve rato la inevitable tangente elude el círculo de la conversación con esta fuga desconcertadora: “Y a propósito, ¿qué ha oído Ud. decir de Mariano Saravia?…” o bien ¿Quién se llevará la senaturía por el departamento Tal?” “¿Qué harán los blancos en noviembre?” etc., etc.

Alberto Nin Frías habla poco de Mariano Saravia y de lo que harán los blancos en noviembre, y en cambio habla mucho, y muy bien, de libros nuevos; de ideas literarias, filosóficas y religiosas; de obras artísticas; de recuerdos de viaje, y de otras cosas de que no suele hablarse en los fogones de los campamentos ni en las tertulias de los clubs políticos.

No Hace mucho tiempo que, comentando otro libro de Nin Frías, señalaba yo lo diferente, y aún opuesto, de nuestros respectivos puntos de partida, en nuestra orientación ideal.  Él procede (decía) del protestantismo; yo, del helenismo; pero después de anotar esta diferencia agregaba que, a pesar de ello, nuestros espíritus se aproximan más cada día y convergían a un mismo término, porque toda la gran ruta ideal, no importa cual sea, lleva en dirección a la armonía, a la amplitud, a la comprensión de todo lo bueno, a la amistad con todo lo hermoso.

Y he aquí que ha llegado la ocasión de que luchemos juntos; porque ésta es la hora en que me ha tocado asumir, contra ciertas tendencias, la defensa de la tradición cristiana y del ideal cristiano, a pesar del paganismo de mi imaginación y de mi gusto artístico.

He explicado recientemente cómo cabe participar sin contradicción de ambas devociones.  La obra de Grecia perdura en lo mejor de nuestra mente; es el sentido de lo bello, la investigación metódica, el pensamiento libre.  Sin la persistencia de esta obra, el cristianismo sería un veneno que consumiría hasta el último vestigio de civilización   Las esencias más salutíferas, los específicos más nobles, son terribles venenos, tomados sin medida ni atenuante.  Es una gota de ellos lo que salva; pero no por ser una gota deja de ser la parte esencial en la preparación en que se les administra. Lo que en la redoma del farmacéutico da el olor aromático, el color, la eficacia medicinal, la virtud tónica, es a menudo una gota diluida en muchas partes de agua. El agua fresca y preciosísima, el agua pura de la verdad y la naturaleza es lo que Grecia ha suministrado al espíritu de nuestra civilización   Agradezcamos esta agua, pero no desconozcamos por eso la gota de quintaesencia que la embalsama y le da virtud de curar y la guarda de que se corrompa.

Ambos principios han llegado a reunirse en la complejidad de nuestra alma, en nuestro concepto de la vida, pero no sin conflicto frecuente, no en síntesis perfecta y estable, sino más bien como mezcla que sólo se consigue por la tenaz agitación del vaso en que los dos elementos se contiene.  La concordia definitiva, la unión íntima y segura ¿es asequible y se producirá alguna vez?  Cabe esperarlo de esta miseriosa alquimia que tiene por laboratorio el tiempo y por material las ideas y los sentimientos humanos.

Uno de los conductores de almas que en nuestro ambiente, pueden cooperar con más eficacia a esa tarea, es sin duda, Nin Frías.  Pertenece al escaso número de los escritores que, en nuestro idioma, tratan con amor y conciencia el problema religioso (así lo ha reconocido Unamuno) y el suyo es principalmente el mérito de haber atraído a ese alto objeto la atención de nuestra juventud.  Su interpretación y comprensión del cristianismo es amplia, delicada y profunda, y no excluye un vivo y justo sentimiento del espíritu clásico.  Este cristianismo sabe el modo de sacrificar, sin inconsecuencia, en el altar de las Gracias.  Tiene un hondo sentido moral y religioso, y tiene además un claro sentido de lo bello.  Forma parte de ese simpático grupo evangelista que cuenta en nuestra juventud con espíritus tan generosos y bien dotados como los de Santin y César Rossi, Martínez Quiles, Nin y Silva, Emilio Gillardo, etc.  Bien sabe Nin Frías -y no hay por qué callarlo aquí- que yo no creo en el acierto y eficacia de este movimiento, tal moco está encauzado y supeditado a una ortodoxia religiosa.  Comprendo y aplaudo el fondo cristiano; pero no me explico el apego a dogmas que constituyan una ‘impedimenta’ enorme para la propaganda racional, ni me place la vinculación con el carácter protestante, que creo que no se adaptará jamás -por razones étnicas invencibles- al ambiente de nuestros pueblos, y que, históricamente representan una tradición contraria a las raíces de nuestro espíritu, al genio de la raza, a las voces que gritan desde cada gota de la sangre de nuestras venas. (1) Mucho más me agradaría un cristianismo puramente humanitario, a lo Channing o a lo Tolstoi.

Pero como quiera que sea, Nin Frías y el grupo a que pertenece constituyen una fuerza positiva y fecunda en el conjunto de nuestras energías intelectuales y morales. Tienen un ideal, un rumbo firme y generosos; y es les da derecho al respeto y la simpatía de todos los que también aspiran a tenerlos.  Hombres nuevos de entusiasmo e ideal necesitamos; hombres capaces de apasionarse por ideas y de convertir este entusiasmo en voluntad perseverante,  Así habrá luz y fuera en el espíritu de la juventud lo mismo cuando la pasión del  ideal se personifique en el socialista Furgón que cuando se encarne en el evangelista Nin Frías.

Yo, que no me considero extraño en ningún campo donde un sentimiento desinteresado vivifique cualquier anta concepción del bien y la verdad -porque debajo de estas “cortezas de las almas” que llamamos ideas, busco lo hondo, que es la voluntad y la intención y la fe-, dentro hoy en el templo de paredes desnudas y escucho con recogimiento el coro de creyentes.

(1)  (Al reproducir Alberto Nin Frías este juicio en su opúsculo La vida del estudiante y la moral (Montevideo, Tipografía de J. E. Pedralba, 1906), intercala aquí una nota de discrepancia que dice así:  “No concordamos con el ilustre crítico en esto, pues si ello fuese cierto el Catolicismo no se avendría tampoco con el espíritu inglés, norteamericano y germano.  Toda idea absoluta tiene en sí el germen de algún concepto erróneo.  Y la idea traducible de dividir a la humanidad en razas cerradas ofrece amplio tema para discutir. Hoy día esta cuestión de las razas ha entrado en un período de rudos ataques, y con razón, pues se ha abusado de los elementos simples para generalizar de una manera equívoca y falsa. A.N.F.)

Bibliografía de crítica en Libros y Enciclopedias.

En un folleto titulado “A. Nin Frías y su Obra”, del que se han rescatado pocas páginas, están impresos estos datos:

 

  • -Diccionaire International des Ecrivains du Monde Latin.  Roma. 1906.
  • -La vida superior: Alberto Nin Frías: Un estudio por Manuel Núñez Regueiro, Rosario, 1910, Opúsculo e 99 páginas.
  • -Alberto Nin Frías: estudio extenso por Juan Mas y Pi. 16 páginas. En “Renacimiento”.
  • -Conferencia del doctor César Viale en la Asociación Cristiana de Jóvenes. Abril de 1916. Opúsculo. 10 páginas.
  • -Alberto Nin Frías por Juan M. Filartigas. Opúsculo de 10 páginas, editado por el “Centro Soiza Reilly” de Paysandú.
  • Enciclopedia Angl.-Americana, tomo Uruguay.
  • Ver VI Bibliography Special Uruguayan Literature by Sturgis.  E. Leavit reproducido en volúmenes V, Nº 2 y 3, marzo y mayo 1922, de Hispania, Leeland Standford Uty California.

 

              Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

 

[1] Ensayos de crítica e historia. Valencia, F. Sempere y Cía., p. VII – libro disponible en la Biblioteca “Dr. José Gálvez” de la  Nacional del Litoral, en Santa Fe de la Vera Cruz, República Argentina.  En el logotipo de la editorial “Arte y Libertad”.

[2] Ibídem, p. V y VI.

[3] Nin Frías, Alberto. El carácter inglés – Sus relaciones con la novela contemporánea, Buenos Aires, Coop. Edit. Lda., Agencia General de Libros y Publicaciones, 1924.

[4] Han difundido esta información: En el año 1977 la Secretaría de Cultura de la Comuna local remozó la tumba que guarda los restos del poeta uruguayo colocando una foto del extinto y una placa recordatoria. Como anécdota para el día de los Santos Difuntos, Francisco Mandolini pintó el sepulcro en homenaje a este destacado hombre de letras. Esos datos fueron obtenidos a través de los artículos publicados en La Gaceta de Suardi, firmado por Líder Soldano y del libro “Suardi, sus calles y sus nombres” de nuestra perseverante escritora Mareili Sordello.

[5] Mareili Sordello, desde Suardi –lugar de nacimiento y de residencia hasta la actualidad- me envió el 3 de noviembre de 2005 algunas páginas voladoras y entre ellas, la titulada “Alberto Nin Frías El ‘mirlo blanco’ del novecientos’ Carina Blixen” publicado en el diario “El País” – 2003.

[6] En el encabezamiento de esas páginas fotocopiadas (51-65) está escrito “A. Nin Frías y su obra”.

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