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José Carmelo Busaniche… ¡el maestro!

Prédica desde la Cátedra.

Homenaje a José Carmelo Busaniche, maestro.

 

José Carmelo Busaniche, nació el 4 de mayo de 1910.

Falleció el 6 de septiembre de 1978.

No ha sido por casualidad que su amigo a perpetuidad, el distinguido escritor Gastón Gori haya sentido el impulso de escribir:  [1]

“Cuando cada año indique como fecha el 4 de mayo será día muy sensible para nuestra vida cultural, pues será para el historiador y escritor, aniversario de su nacimiento.”

“Fue un notable trabajado con documentos del archivo de la provincia al que concurría asiduamente y tomaba los apuntes que utilizaría sin demora publicando sus Hombres y Hechos en el diario El Litoral con lo que ha llegado ampliamente al público como anticipo de la edición del libro.”

 

 

“…La educación es una tarea de siembra, y en la siembra que se deja de hacer se van sacrificando algunas generaciones. Por eso, no se puede perder más tiempo. ¿Sabe cuál es la frase que el general Perón no dijo, pero que, a lo mejor, pensó? La única realidad es el aula. Allí se juega todo. Tanto, que si el sistema es malo pero el docente es bueno el alumno igualmente avanza.”

 

Pedro Barcia – Febrero de 2004.

Miembro de la Academia Argentina de Letras.

(Diálogo con la periodista Verónica Chiaravalli,

Diario “La Nación” de Buenos Aires.)

 

 

 

José Carmelo Busaniche, prédica desde la Cátedra…

José Carmelo Busaniche, dedicado a la docencia, ejerció la cátedra de Historia Argentina en la Escuela Normal Nacional y se destacó como profesor en la Escuela Superior Nacional de Comercio «Domingo Guzmán Silva» de Santa Fe.

Autor de numerosas investigaciones consultando nuevas fuentes de información, entre ellas la documentación pertinente al gobierno de don Mariano Vera; los antecedentes del Congreso Constituyente de 1853 a través del periódico «La Voz de la Nación Argentina» editado en Santa Fe durante aquellas memorables jornadas.  Admirador de la personalidad del autodidacto Domingo Silva, elaboró su biografía consciente de la importancia de las vidas ejemplares para ser emuladas en sus valores trascendentes.  Recopiló y publicó las leyes provinciales, primera obra de esas características en la provincia.  En 1946, Editorial Colmegna editó «Hombres y Hechos de Santa Fe», primera publicación de la «Colección Nuevo Mundo» dirigida por  el destacado escritor y periodista Luis Gudiño Krämer.

Homenaje a José Carmelo Busaniche, maestro

(En el invierno del ’97, Gastón está aproximándose a los ochenta y dos años y sigue siendo un ejemplo de lealtad y de tenacidad; trabaja con entusiasmo en el esbozo de su futuro libro, que ha de ser una aproximación a la trayectoria de José Carmelo Busaniche, su entrañable amigo, el destacado profesor en distintos establecimientos.  Recordamos con Eduardo algunas vivencias compartidas en aquella prestigiosa escuela y comencé a escribir…)  [2]

Acerqué en aquel tiempo tres páginas voladoras al Patriarca de los Pájaros:

Ayer

Es posible imaginar la emoción de don Luis Gudiño Krämer cuando en la segunda quincena de abril de 1946, tuvo entre sus manos un ejemplar de Hombres y hechos de Santa Fe, obra del historiador santafesino José Carmelo Busaniche nacido el 4 de mayo de 1910.

Desde otra perspectiva, es grato compartir la alegría del lector cuando logra adquirir el libro deseado y se admite el impulso vehemente de dejar algunas señales en sus páginas como indicio de un vínculo perdurable.  Así sucedió el 16 de noviembre de 1948, cuando Eduardo Rodolfo Fontanini, ex alumno de Carmelo Busaniche incorporó este título en su biblioteca.  Era el tiempo de los frecuentes encuentros con el maestro y amigo, que se distinguía porque recordaba el nombre y apellido de la mayoría de sus alumnos en la Escuela Superior Nacional de Comercio ‘Domingo Guzmán Silva’ de Santa Fe.  En aquella amplia casona de calle San Martín 1823 durante sus clases sólo se escuchaba su voz grave, porque todos sus discípulos eran conscientes de que sus amenos comentarios, no serían hallados en el tradicional texto aprobado para el aprendizaje de la Historia.  Aún se lo recuerda, cerca de la respetada directora Dra. Josefa Trento de Parera y de los excelentes maestros doctores Rodolfo Doglioli, Mariano Tissembaum, Leoncio Gianello… cuando evocaba algún hito trascendente en la vida de los argentinos, durante distintos actos dispuestos en el calendario escolar.  Carmelo Busaniche, sabía alertar a los jóvenes acerca de la importancia de conocer el pasado y sus protagonistas como soporte ineludible para poder analizar el presente. Indagó sobre la misión histórica de los hijos de Santa Fe y destacó en su libro la sentencia del gobernador Mariano Vera, el constructor de su autonomía: ‘La libertad comprada con sangre no se vende a precio alguno’.

Una firma es la señal que perdura en la amarillenta página donde Busaniche destaca la digna renuncia de Sañudo cuando ‘llega a Santa Fe la orden de Urquiza restableciendo el uso de la divisa punzó, ‘como honroso distintivo que manifiesta la unión general de las Provincias de la Confederación’… Sin la insignia no se permitía a persona alguna presentarse en actos públicos, en la iglesia ni en los tribunales.  Los contraventores eran considerados ‘enemigos del sistema sagrado de la federación’ y castigados con al prisión y el escarnio.  La orden de Urquiza se recibió en Santa Fe con disgusto pero fue Agustín Sañudo el más exaltado… se negó a usar el odioso distintito…” y “prefirió abandonarlo todo, la patria y la familia, y sus esperanzas de descanso en el hogar doméstico’ porque no aceptó colocarse esa divisa antes de obtener la autorización para celebrar su matrimonio.  A Sañudo no lo tentó el cargo de gobernador ni la banca como senador nacional; prefirió vivir en Salto hasta el momento de su fallecimiento.

El maestro Busaniche en su interesante obra, propone tener en cuenta otra lección, la del sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento, presidente de la Nación en oportunidad de su visita a Santa Fe, «en los últimos días de enero de 1870».  «El 28 de enero el presidente Sarmiento y la comitiva partieron hacia Esperanza» y allí visitaron las dos escuelas -católica y protestante-, donde la educación incluía la enseñanza religiosa; comprendió de inmediato la influencia perjudicial que esa división acarrearía para el porvenir de la colonia, decidió afrontar la cuestión. Los incitó a no rendir culto al fanatismo de las creencias, a mantener en alto la bandera de la tolerancia recíproca y a vivir como una sola familia, en el seno de la tierra que habían aceptado por segunda patria…»

En la trama de los recuerdos se recrean interesantes imágenes y después de una aproximación a la obra del maestro Carmelo Busaniche, la memoria contribuye a ampliar las percepciones.

Cuando el peregrino conoce la historia de los santuarios es inevitable rememorar el origen de esas informaciones y en Santa Fe de la Vera Cruz, las enseñanzas de Busaniche se reaniman al entrar a la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen:  «Los viejos hogares abrieron sus puertas a los hombres nuevos.  Con su ayuda tuvieron su iglesia.  Don José Freyre y Andrade donó el terreno de Comercio y La Rioja para que allí cumpliera su propósito el Presbítero Doldán y se alzara la pequeña capilla del puerto.  Fue colocada luego bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen y se le designó segundo titular a San Pedro Telmo, patrón de los marineros.

El 29 de junio de 1865 tuvo lugar su inauguración… luego, unidos los hombres del sur y los hombres del norte, volvieron juntos a sus hogares por las calles polvorientas.  Era como un símbolo del espíritu nuevo, que anima desde entonces a la ciudad vieja».

Hoy

Sucedió la mañana del viernes 21 de junio de 1996, la pantalla del televisor parecía una ventana abierta, generosa en la proyección del lejano paisaje.  Árbol, rancho, laguna y cielo, representaban los símbolos admirables de al vida en la llanura, que el pintor sintió suya y logró representar en aquel sugestivo cuadro. [3]

Hubo silencio tas el eco de las voces que agobiaban con al reiteración de entrecortados mensajes, referidos a la crueldad de los pigmeos de la década del 70.  Inesperadamente se proyectó la imagen de Gastón Gori, el gigante de las letras.  Al ser reconocida su voz, sus amigos se emocionaron.  La paciente lectora tenía sobre la mesa de luz el libro de tapas duras en cuya cubierta se superponen ocres, se destaca el título y las letras verdes identifican al autor, al maestro José Carmelo Busaniche.

Incorporó como anteportada, la carta abierta difundida en el litoral el jueves 2 de mayo de 1996, dos días antes del octogésimo sexto aniversario del nacimiento del notable trabajador Carmelo Busaniche.  [4]

Como sucede en algunas pausas, los amantes amigos dialogaron convencidos de los límites que rodean a las emociones en diferentes vivencias.  Determinados momentos dejan huellas insoslayables en la memoria y día a día se elabora el sutil e irrepetible inventario de lo cotidiano.  Aunque se hayan ampliado los espacios y distintos compromisos acosen imponiendo inevitables distancias, en lo íntimo perduran los rasgos de los rostros, el tono de las voces y el perfil de las conductas de quienes hemos admirado.

Hoy se renovó el asombro cuando Eduardo nombró a Nabucodonosor y sonrió…  La convivencia durante cinco décadas facilita el descubrimiento de indicios de complicidad en determinados gestos y en consecuencia, se aceleran las preguntas.  Después de algunos monosílabos, supe que no se refería al príncipe que organizó el ejército para desalojar a los egipcios, hasta que 597 años antes de Cristo saqueó el templo y deportó parte de la población hebrea de Babilonia, movilizando grandes fuerzas para obligar a los pobladores de Tiro a resistirse durante trece años para finalmente, entrar triunfante en Jerusalén…

Esa sonrisa era la confirmación de un grato recuerdo.  El maestro Busaniche en sus clases reiteraba el nombre del rey Nabucodonosor, el gobernante piadoso y sensible que reorganizó y embelleció la ciudad, mientras distintos intereses generaban una compleja trama de fuerzas internas, donde el sector militar promovía el expansionismo y el clero poseía la mayoría de las tierras y controlaba parte de la actividad económica.  El maestro era admirado y respetado; había demostrado con frecuencia ser piadoso porque toleraba algún olvido sugiriendo otro repaso.  Al saludar a sus alumnos cuando se encontraban caminando lentamente por calle San Martín o por General López, irradiaba su cordialidad cada vez que pronunciaba sus nombres.  Se reflejaba su ternura en los espontáneos juegos de sus hijos…

El reloj indica que llegó el momento de continuar mi misión personal desempeñando otros roles y se plantea la inevitable conclusión de esta breve reseña. Siento que estas líneas son un símbolo del espíritu viejo que anima desde entonces a la ciudad nueva, porque perdura el valor de la lealtad y se consolida el sentimiento de gratitud, pilares de una fraternal convivencia.

Intuyo el eco de la voz de Busaniche desde la calle General López transponiendo las torres de la Iglesia del Carmen donde tañe todavía la campana del Cabildo santafesino y ese eco misterioso adquiere resonancia en la calle Laprida, donde cerca de la bignonia, Gastón Gori, el amigo, el gigante de las letras… sigue regalando su amor y su talento.

Se aproxima septiembre, retornan sentimientos de alegría por algunos nacimientos y de tristeza por las despedidas…

En el sexto día, recordaré una vez más que en 1978, José Carmelo Busaniche pasó a la inmortalidad y uniré su nombre a mis plegarias.

 

 

Nidia Orbea Álvarez de Fontanini

20 de agosto de 1997.  Hora 18:30”

 

 

(La generosidad de Gastón me estimuló en el momento de momento de entregarle esa simple escritura…

Nos conocemos lo suficiente como para comprendernos.)

 

 

[1] Gori Gastón. José Carmelo Busaniche. Santa Fe de la Vera Cruz, Municipalidad de la ciudad de Santa Fe, abril de 1998; p. 24.. Intendente: Dr. Horacio Daniel Rosatti. Secretario de Gobierno, Cultura y Acción Social Ing. Ezequiel Martín Balbarrey (intendente a partir del 10 de diciembre de 2003) – Subsecretaria de Cultura Prof. María Celia Costa. #  En la primera página Gastón necesitó expresar: “Agradezco al Dr. Julio Busaniche y al Ing. Jorge Busaniche la colaboración prestada y el material gráfico que ilustra este libro.  Agradezco a las profesoras Sr. Catalina Pistone y Sra. Nidia O. de Fontanini, también al Prof. Miguel Ángel de Marco  y al Ing. Víctor Nicoli sus testimonios sobre Busaniche. Agradezco también la colaboración de María Alejandrina de los Milagros Sebastián ya Mónica Marangoni, por cuya intervención y corrección de los originales manuscritos el texto pudo ser publicado.”

[2] Eduardo Rodolfo Fontanini Doval, ha sido mi amante amado hasta el 1º de julio de 2000 a las 0:15, momento de su último desprendimiento.  Sigue siendo la luz que hace posible la proyección de mi sombra…

[3] Carranza, Fernando, pintorMi rancho” integró la escenografía de “El programa de Santo” –Biasatti– difundido por Canal “TN” –Todo Noticias de la Capital Federal cuando participó Gastón Gori.

[4]  Busaniche, José Carmelo Hombres y hechos de Santa Fe – 4. Santa Fe, Ediciones Colmegna, Colección Nuevo Mundo, abril de 1946.  Es justo recordar que esa colección fue dirigida por don Luis Gudiño Krämer.  El escritor y periodista José Luis Víttori al describir «la región y sus creadores» incluye datos que confirman parte de su trayectoria: Don Luis Fernando Santiago Carlos Gudiño Krämer era entrerriano, nacido en Villa Urquiza el 28 de enero de 1898 y falleció en Córdoba el 20 de septiembre de 1973. Vivió en distintos pueblos de la costa santafesina y durante veintidós años residió en Santa Fe de la Vera Cruz (1938-1960).  Al llegar a esta ciudad ingresó como redactor al Diario «El Litoral» y al año siguiente, diversas circunstancias motivaron su ascenso como jefe de redacción, cargo que ejerció hasta su jubilación.  Excelente narrador, publicó cuentos y novelas; se destacó como ensayista y crítico de arte.

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