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De la errante vida familiar (España, 1936-1939)

De la errante vida familiar.

Antonio.

Pedro.

Andrés.

Luisa.

Salvador

Francisco.

Ramón.

María.

José-Manuel

Carlos y Agustín.

Fidel

Víctor

Simón y Pablo.

Roberto.

Juan y Marta.

Enrique.

Rafael

Jorge, Mateo y Ángel

Jaime.

Lorenzo.

De la errante vida familiar…

Durante la guerra civil española se generó el éxodo de familias que buscaban un lugar donde seguir viviendo y en situaciones de extremo riesgo, algunos padres prefirieron entregar sus hijos a los grupos de ayuda social de distintos países, convencidos de que allí no serían perseguidos, sufrirían menos.

Los bombardeos sobre centros poblados provocaban la muerte de abuelos y padres, los niños huérfanos quedaban prácticamente desprotegidos hasta que alguna persona se acercaba a ellos con propósitos solidarios.

En el Consulado de España en Bayona, en la Delegación para Repatriación de Menores, en un documento consta que en una de las colonias de niños refugiados de España existentes en esa localidad,  estaba “una niña que representa tener unos cuatro años y cuyo historial es el siguiente: Al principio de nuestra guerra encontraron los Delegados de una colonia americana una niñita de unos meses que estaba abandonada en una casa donde había caído una bomba.  Los que la recogieron, dicen, hicieron indagaciones peor no encontraron a nadie de su familia ni a quien dieses datos sobre su personalidad.  La trajeron entonces a Francia donde está aún. Cursiva aquí.

Una señorita belga, ya de alguna edad, se ha encaprichado con esa niña y quiere llevársela a Brujas.  No conozco apenas a esa persona; el cónsul de su país da buenas referencias sobre ella: es católica, tiene una tienda de ropa blanca.

Los Delegados de la colonia de niños pretenden confiarle a la pequeña en cuestión sin hacer más averiguaciones ni preocuparse de requisitos.

Yo creo, sin embargo, que se podrían hacer todavía indagaciones y, de todas formas, que sería mejor que esa niña volviese a España para ser más tarde española, educada conforme a nuestros principios y no una ciudadana belga; bastante gente hemos perdido así.

Si a usted le parece hará el favor de hacer una encuesta para ver si se encuentra alguien de la familia de la niña y sino, y si usted es partidario que de todas formas vuelva a España, tendrá la bondad de reclamarla oficialmente.

Llaman a esa criatura Dolores Bombiela.  Está en la colonia Foster-Parent’s. Villa Roya. –28, Av. De la République. –  Biarritz.   /…/

 Firmado: Matilde Fernández de Henestrosa.”    [1]

“Palabras del Caudillo”

En el libro Palabras del Caudillo -editado en Madrid en 1943- reiteraron “declaraciones de Franco a Manuel Aznar – 31 de diciembre de 1938”:  [2]

“-Se ha referido usted antes a la necesidad de cubrir rápidamente en la población general de España las bajas producidas por la guerra; ahora alude a un futuro representado por cuarenta millones de españoles: ¿No considera usted que entre las bajas de guerra, a sus efectos, habremos de contar la cifra de presos y de emigrados, por ejemplo? 

-Plantea usted, con esa pregunta, una cuestión de enorme volumen que deseo contestar de una manera muy clara, me refiero al complejo y vastísimo problema de la delincuencia.  Su cifra impresiona; su gravedad y profundidad mueven a grandes y continuas meditaciones.  De un lado, me interesa vivamente guardar la vida y redimir el espíritu de todos los españoles que sean capaces hoy o mañana, de amar a la Patria, de trabajar y luchar por ella, de añadir su grano de arena al esfuerzo común.  Si aconsejamos el respeto al árbol y a las flores, porque representan riqueza o legítimo placer, ¿cómo no hemos de cuidar y respetar la existencia de un español?  De otro lado, no es posible, sin tomar precauciones, devolver a la sociedad, o como si dijéramos, a la circulación social, elementos dañinos, pervertidos, envenenados política y moralmente, porque su reingreso en la comunidad libre y normal de los españoles, sin más ni más, representaría un peligro de corrupción y de contagio para todos, al par que el fracaso histórico de la victoria, alcanzada a costa de tantos sacrificios.

Yo entiendo que hay, en el caso presente de España, dos tipos de delincuentes: los que llamaríamos criminales empedernidos, sin posible redención dentro del orden humano, y los capaces de sincero arrepentimiento, los redimibles, los adaptables a la vida social del patriotismo.  En cuanto a los primeros, no deben retornar a la sociedad; que expíen sus culpas, alejados de ella, como acontece en todo el mundo con esta clase de criminales.  Respecto a los segundos, es obligación nuestra disponer las cosas de suerte que hagamos posible su redención. ¿Cómo? Por medio del trabajo.  Esto implica una honda transformación del sistema pena, de la que espero mucho.  La redención por el trabajo me parece que responde a un concepto profundamente cristiano y a una orientación social intachable.  Los penales no serán mazmorras lóbregas, sino lugares de tarea; se instalarán talleres de distintas clases, y cada uno de los delincuentes redimibles elegirá la actividad que sea más de su agrado.  Al cabo de cierto tiempo, según las observaciones que sobre cada penado se hayan hecho, se les podrá devolver al seno familiar, en situación de libertad condicional y vigilada.  Si la conducta que observen acredita la sinceridad de la corrección y la verdad de su incorporación al patriotismo, esa libertad pasará a ser total y definitiva; si recaen en las vías delictivas, volverán a los talles penitenciarios.

           Para proceder con las máximas garantías de cierto, pienso que cuando se acerque el final de la guerra empiece a funcionar un Consejo o Tribunal Superior encargado de revisar todos los expedientes y todas las sentencias dictadas, así como las penas impuestas.  No para pasar una esponja, sino para que se vea con toda la escrupulosidad que la justicia requiere qué rectificaciones de todo orden exige la equidad.  En este punto de la justicia, yo no he variado de criterio desde el primer instante.  Mi línea de conducta de entonces es la de hoy. Habrá quien piense que se deben aplicar medidas de mayor rigurosidad en unos períodos que en otros.  A mi juicio, basta con ser justos en todos los períodos.  Yo no quiero ser otra cosa; ser siempre justo.  Claro está que, dada la fabulosa cifra de delincuencia, son inevitables algunos errores; como es inevitable que la aplicación estricta dé paso a equivocaciones aisladas en el sentido de la generosidad no merecida.  Pero nadie puede exigir que en tan vasta obra de reparación justiciera sea absolutamente todo tan perfecto como si estuviéramos llevando a cabo una tarea de arcángeles.  Si consigo devolver a la sociedad, limpios de alma y de corazón, a los delincuentes capaces de redimirse para España, me consideraré satisfecho; ello se deberá a la acción benéfica del trabajo sobre el hombre.

-¿No se corre el peligro de que el trabajo de los penales represente una competencia para la industria?

-No. Se estudiarán las cosas de modo que los presos no lleven a efecto trabajos capaces de competir con ninguna industria establecida.  Hay ya sobre esto estudios bien iniciados.

¿Y en cuanto a los emigrados?

-No he dejado al margen de mi preocupación este problema.  Igual que ocurre con los delincuentes, hay dos clases de españoles destinados hoy a la forzosa emigración; un grupo, que está constituido por los jefes que de manera clara, indudable, son responsables de la catástrofe revolucionaria de España; junto a ellos colocamos a los autores de delitos de sangre, de robos, saqueos,  asaltos, violaciones, etc., etc.  Constituyen una verdadera minoría, en relación con el cuerpo social.  Estos deberán renunciar a vivir en comunidad con los demás españoles, igual que acontece con los criminales empedernidos.  El segundo grupo es el de los que no fueron sino instrumento engañado y envilecido de la maldad ajena; el de los que añorarán constantemente a España y serán susceptibles de amarla intensamente y de servirla.  Mientras residan en el extranjero, esos españoles del segundo grupo indicado, podrán llegar hasta a ayudarnos con eficacia.  Yo no estoy dispuesto a desentenderme de ningún compatriota en quien suponga un posible servidor verdadero de los ideales de la Patria.  Creo que en el extranjero, la España Nacional debe crear instituciones de cultura y de trabajo en las que esos emigrados encontrarán tarea, medios adecuados de subsistencia, calor español, posibilidades de un retorno, una vez que s e sientan libertados del veneno de sus doctrinas y de sus inclinaciones actuales.  Para ellos, igual que para los presos redimibles, fundaremos prensa especial, crearemos entidades editoriales, dispondremos una propaganda noble y digna.  Un día, al cabo del tiempo, podrán volver a su Patria, y nosotros les acogeremos, porque antes estaremos seguros de que recibimos a españoles resueltamente adscritos a la excelsa tarea nacional.  De modo que en la emigración no habrá ningún español abandonado a su suerte; todos los que amen a España sentirán el apoyo de la Patria y su protección.  A cambio de ello, nos ayudarán de muy diversas y legítimas maneras.  Estoy seguro de que será así.”

De la errante vida familiar…

La atención a los niños españoles durante la postguerra impuso la necesidad de tener en cuenta las experiencias familiares anteriores a los fines de la elaboración de diagnósticos.  Los especialistas Ramón Albó y Martí, E. Cuello Calón y  Ramón Trinchet registraron algunos de “los factores influyentes” en el “campo del abandono y de la delincuencia juvenil”.

“Al objeto de guardar la más estricta discreción, advertimos que los nombres que encabezan los casos son arbitrarios”.  [3]

 

Aquí, la reiteración literal de tales testimonios.

“a) MUCHACHOS DELINCUENTES”

Jurisdicción del Tribunal Tutelar de Menores.

Antonio

La planta del domicilio del menor “Antonio” abarca un ambiente grande, con una mesa y dos bancos rectangulares, hacia el norte está la letrina.  En esa dirección se comunica con la cocina y hacia el sureste con una pequeña habitación “echadero para tres personas” donde guardan ropa para dormir, igual que en el “echadero para tres personas” situado al noroeste de esa vivienda.  [4]

 

 

Nacido en fecha 9 de mayo de 1929.  Su padre poseía un pequeño taller de carpintería; fuéle de mal en peor y se vio obligado a traspasarlo.  Teniendo conocidos en una ciudad aragonesa, se trasladó allí, donde trabaja en su oficio.  Manda noticias a la esposa, pero no dinero, pues dice ganar escasamente para su propia manutención.  Ésta se dedica a la venta ambulante de mercancías de poca monta (sardinas, ajos, higos, etc.) en el Distrito V, sacando un jornal insignificante.  Vive con una niña de seis años, recogida en un piso miserable, a cambio de ayudar a la inquilina en el trabajo doméstico.  Tiene otros tres hijos internados en instituciones de beneficencia.  El hogar es amplio y soleado, pero desnudo y sin muebles; duermen en el suelo y escasea la ropa de abrigo.

El menor escapó por vez primera de su casa cundo apenas contaba siete años, dedicándose a la mendicidad.  Esto lo hizo muchas veces: se iba y, pasando un tiempo, regresaba nuevamente para reincidir a los pocos días.  Durante la guerra permaneció en las colonias de refugiados de Torre Foronda, Alella, San Feliu de Guixols, y en “La Paloma”, de Barcelona. Después trabajó en casa con su padre, hasta que éste vendió el taller de carpintería.  Entonces, abandonado a la vagancia, entró a formar parte de una familia de rateros, que se hizo célebre por sus graves fechorías.  Frecuentemente dormía fuera de casa.  Acostumbrado a ir con mujeres fáciles, últimamente padeció blenorragia.

La observación psicológica señala, además de su retraso mental (CI 70), algunas irregularidades de tipo psicopático y una extraordinaria inclinación por las películas de misterio.

Pedro

Nacido el 7 de julio de 1928 de padre natural, un oficial de la Marina, que desapareció a la muerte de la madre del menor, ocurrida a consecuencia de un aborto provocado cuando Pedro contaba seis meses.  Se hizo cargo del niño una tía materna, que vive “amigada” con un empleado de cierta posición, a quien el menor llama su “padrino” y que, además, mientras éste trabaja, se dedica a la prostitución clandestina, la cual manifiesta que durante un año el padre mandaba todos los meses cincuenta pesetas para mantener al chico y que después se perdió la pista.  Los referidos viven realquilados en unas espléndidas y cómodas habitaciones del barrio de Escudillera..

El menor que mencionamos tiene instrucción muy deficiente, debido al abandono en que vivía, a su asistencia irregular a la escuela y a los cambios frecuentes de domicilio.  Sucesivamente, ha trabajado en varios talleres de metalistería, imprenta, hojalatería y en una casa de productos de belleza, permaneciendo escaso tiempo en cada ocupación.  En la actualidad se halla internado a disposición del Tribunal Tutelar, incurso en delitos de hurto de joyas de valor a unos vecinos por reincidir en la vagancia y fugas del hogar.  Tres veces faltó a dormir en su domicilio (él dice que por temor a las riñas que le daba el “padrino” a causa de sus correrías), recogiéndose en casas de mala nota que estaba acostumbrado a frecuentar.

De la exploración psicológica se deduce que se trata de un débil mental (CI 60) totalmente corrompido por la inmoralidad.

Andrés

Nacido con fecha 13 de mayo de 1930 en un hotel de un pueblo de la costa, de padre tuberculoso, oficial de correos, el cual se separó de su mujer hace trece años, “legalizando” su situación mediante divorcio en 1931.  Ésta vive rodeada de comodidades y refinado gusto, haciendo vida marital con un cantante de zarzuela, acompañada de su hija de diecisiete años, la cual estudia con singular provecho la carrera de Filosofía y Letras. Ambos hijos dan al referido cantante el nombre de “padre” aun sabiendo que el legítimo vive.  La familia goza de simpatías en el barrio, cuyos vecinos informan de su buena moralidad, cuidado por los hijos y rasgos caritativos.

El menor de referencia, actualmente internado a disposición del Tribunal Tutelar, está incurso en los delitos de hurto y fugas del hogar paterno.  A pesar de que sus “padres” se han preocupado seriamente de su educación, habiéndole matriculado en un establecimiento religioso, en el cual llegó a terminar el primer curso de Comercio Mercantil, el muchacho abandona los estudios con el pretexto de querer trabajar de impresor.  Finalmente fue puesto en un taller de este ramo, pero muy pronto cambió él mismo de colocación, habiendo desfilado en pocos días por tres imprentas distintas y por una industria vidriera.  Durante este tiempo, con el objeto de -él dice- “ir al cine”, montar en bicicleta los domingos y leer novelas históricas” comete varios hurtos en el vecindario y en su propia casa, dándose consecutivamente a la fuga del hogar, al cual regresaba muy e noche “por temor a ser castigado”.  En una de esas andanzas con otros vagabundos contrajo el vicio de masturbarse.  Según manifiesta su hermana, carece de amistades, cada día se vuelve más huraño e insensible y expresa su temor por tratarse de “un incorregible”, que lleva camino de convertirse en criminal”.

En la exploración psicológica demuestra este muchacho una inteligencia despejada (CI 94) y cierto grado de cultura, patentizado en las definiciones exactas y precisas de las pruebas de vocabulario.

Luisa

El domicilio de la menor “Luisa” abarca dos ambientes y en la reproducción del croquis consta:  “c. Luna (Distrito Vº)”.

La puerta ubicada al sur permite ingresar a una habitación donde hay fogones, un armario y “una cama ocupada por el matrimonio con dos mantas y una almohada”. Tabiques hechos con cañas separan del sector donde hay un “armario deteriorado, una mesa deteriorada, cinco sillas, cinco tablas para dormir con su manta correspondiente y “dos baúles unidos con tablas, colchoneta y dos mantas donde duerme la abuela.  En el ángulo norte, tras un pequeño espacio separado con “arpillera” está la letrina y todo ese ambiente, tiene una puerta para ventilación con “balcón”.

 

 

Nació el 25 de marzo de 1931.  El padre se desinteresa completamente de la marcha de la casa, e indiferente a la conducta de los hijos, pretende vivir sin trabajar.  Su oficio es peón albañil, manifiesta que invierte los días paseando “cuando el sol está alto” en espera de hallar colocación.  A menudo discute, blasfema y hasta pega a la esposa por no tener el dinero que él le pide.  Ésta trabaja de noche en las casas que le requieren para ello.  Es una mujer abnegada, abierta de espíritu y que no se arredra ante el problema del hogar.  Dice que no logra imbuir a su esposo de la idea de la necesidad de trabajar y que, por eso, ella no puede parar nunca.  Además de la menor de referencia, viven en la casa la abuela materna y cuatro hijos, de los cuales trabajan los dos mayores y los pequeños asisten a una escuela municipal.   Constituye el hogar un tugurio sucio, inhóspito, reducido, cerrado al aire y a la luz, carente de camas y cristales; en un ángulo del mismo existe un montón de mantas y de sacos que, por la noche, se extienden sobre unas tablas de madera utilizadas para dormir, empleando las cabezas de familia la única cama existente.  Si se uniesen los sueldos de los que producen, podrían vivir con decoro, pero la pasividad del padre y la ausencia de la madre han llevado a los hijos a autogobernarse en tal forma que individualmente procuran todos entregar lo menos posible de su sueldo.

La menor está incurso en delitos de hurto, que niega rotundamente, y en fugas constantes del hogar.  Su arraigado hábito de vagancia hizo que, con frecuencia y sin motivo aparente alguno, se ausentara días enteros de su casa, errando a la ventura, dedicada en las Ramblas a la venta de “barretas” (de pan) y de tabaco, a comisión, ayudando a descargar bultos en el mercado de la Boquería e implorando por las esquinas la caridad; en tales ocasiones, dormía en el Metro o en los bancos de los jardines.  A los once años asistió irregularmente durante un curso a la escuela, por lo que apenas sabe leer y escribir.

La observación psicológica nos señala su retraso mental (CI 73) y no pocas huellas derivadas de una desmesurada afición al cine truculento.

Salvador

Nacido el 31 de diciembre de 1626, de padre natural, de oficio sastre, casado y con hijos, el cual, pro desavenencias matrimoniales, se separó de su familia, amancebándose con la madre del menor.  Vivió con ella siete años, abandonándola (para unirse con la otra) a pesar de haberle dado palabra de casamiento.  Ésta, por otro lado, es una mujer ruda, mal hablada y analfabeta, que, a los catorce años, fue engañada por un cuñado, de cuyas relaciones nació un niño que dio a luz en la Casa de Maternidad y falleció a los dos meses, a consecuencia de difteria.  Más tarde, se casó con un obrero, peón albañil, con el cual vive actualmente en buena armonía, a pesar de su jornal insuficiente.  Ella trabaja de sastresa a destajo en un taller del “barrio chino”.  Aun cuando reúnan un regular sueldo entre los dos cónyuges, el no poder permanecer la mujer en la casa hace que el dinero sea mal administrado y todo desatendido, comiendo con frecuencia en las tabernas “para no perder tiempo encendiendo fuegos”.  El hogar es un tugurio insalubre, maloliente y falto de lo más indispensable; duermen en jergones echados por el suelo.

Existen, además, para el menor sus padrinos, a quienes quiere, según dice, más que a sus propios padres y con los cuales ha vivido largas temporadas.   Éstos son sujetos de mala conducta, de dudosos medios de vida y, además, están reñidos con los padres del muchacho.  La enemistad reinante entre padres y padrinos, con sus opiniones personales imbuidas al menor, han redundado en descrédito del mal ejemplo de unos y de otros.

El menor se halla actualmente internado a disposición del Tribunal Tutelar, incurso en graves delitos por hurto e intento de violación.  Estuvo un año como aprendiz en una fábrica de limas, saliendo de allí acusado de un robo de herramientas, que asegura no cometió.  Pasó luego a una imprenta y, aprovechando la existencia de material (papel, sobres, sellos de goma, lápices, etc.) y la poca vigilancia, acostumbróse a cometer pequeños hurto para tener algún dinero, “pues, como únicamente ganaba quince pesetas semanales, no tenía para nada”.  Éste fue el pretexto que dio a los suyos, cuando un mes después abandonó el trabajo y dedicóse definitivamente a la vagancia.  En sus correrías anduvo con toda clase de chicos, especialmente con mayores, aficionadísimos a las películas de acción, compañeros de vagabundeo e iniciados en las malas artes del robo.

Descuidado por sus padres y padrinos, pasaba días enteros en la calle, dedicado especialmente al asalto de azoteas, con el fin de llevarse la ropa que pudiera, acciones cometidas ordinariamente de noche y con ayuda de dos amigotes más, conocidos del barrio.  Repetidas veces faltó a dormir.  Dado el medio en que vivía y el frecuente dinero de que se hacía dueño, acostumbróse a gastarlo con mujeres públicas, “cohabitando y yendo al cine con ellas”.

De la observación psicológica resalta su débil mentalidad ( CI 52), su doblez, corrupción y frío maquiavelismo. La importancia del caso requiere ser matizado con algunos datos extractados del expediente, según es de ver.

21-XI-1935. – Los padrinos del menor comparecen ante el Tribunal, recabando la autorización para la tenencia legal del chico, debido a que en su casa le dan malos tratos y su padrastro le profesa gran odio.

7-X-1935.-  De información realizada se desprende que los padrinos son gente inmoral, y carece de fundamento cuanto dijeron acerca de los padres, no procediendo, pues, acceder a su demanda.

14-IX-1940.- Comparece ante el Tribunal la madre del menor, solicitando el urgente internamiento de su hijo en una institución de reforma, por observar mala conducta en su casa y en la de los padrinos, robar a esos y a otros vecinos, quedarse el dinero que le daban para ir a comprar e intento, por tres veces, de violar una niña de diez años, introduciéndose por una ventana elevada, con gran riesgo de su vida.

21-X-1940. – Atendida la petición, en menor ingresa en una institución de reforma.

13-VI-1941. – El padrino del menor solicita tenerlo, alegando ser mejor su compañía que la de la madre.

19-VII-1941.- La madre no acepta lo que el padrino pide, porque a su influencia atribuye el mal comportamiento del hijo hacia ella.  Manifiesta que se compromete a buscarle trabajo en el plazo de un mes.

25-X-1941. – Vista la pasividad de la madre, el Tribunal accede a lo solicitado por el padrino y le entrega el menor.

17-IX-1942.-  El padrino pide el internamiento del menor en un establecimiento de reforma, debido a su mala conducta y por dedicarse a robar ropa y dinero de su propio domicilio.  En esta fecha pasa de nuevo a vivir con la madre.

14-XI-1942.- Es detenido por la policía, por sustracción de una colcha, en la calle de San Sadurní, e internado en un establecimiento de reforma.

“b) NIÑOS MORALMENTE ABANDONADOS.

Jurisdicción de la Junta Provincial de Protección de menores.

 

Francisco

Nació el día 20 de abril de 1929, en uno de los suburbios de la ciudad.  Su padre, de oficio pintor, es un alcohólico perdido, por lo demás, observaba buena conducta y su jornal era suficiente.  La madre ingresó, hace algunos años, en un establecimiento psiquiátrico, habiendo sido la conducta del marido, y por ello la desgracia en que se hallaban sus hijos, el motivo desencadenante y exteriorizador de su psicopatía.  Los hijos eran cuatro, todos varones, los cuales permanecieron casi un año abandonados, hasta que el caso llegó a conocimiento de la Junta de Protección de Menores, acordando su ingreso.

La observación psicológica señala en este menor un carácter activo, rápido y juguetón, y una inteligencia despierta (CI 86).  De natural simpático y atrayente, sabe granjearse la amistad de sus compañeros y vive muy unido con sus hermanos.

Ramón

Nació en un hospital, el día 13 de julio de 1935, procedente de las barracas de Santa Coloma de Gramanet.  Su padre, de oficio limpiabotas, murió de pulmonía, cuando el niño contaba tres años.  Se ignoran datos de la madre.  Tiene madrastra, la cual padece tuberculosis y vive de la mendicidad, junto con una hermana mayor del menor.  Las condiciones del hogar son tan misérrimas, que se puede decir que no existe allí más que los harapos que llevan puestos y, por todo servicio, tres o cuatro sacos o cacharros rotos.  En un ángulo del barracón, construido con cañas y hojalata, hay una pila de paja sucia y húmeda.

El menor fue internado por la Comisaría de Beneficencia, recogido de la mendicidad callejera, hecho un verdadero pillete.  A pesar de la vida durísima que llevaba en su casa y en el arroyo de la calle, jamás se adaptó a la vida de la institución.  Sensual, perverso, insensible y muy mentiroso.  Su inteligencia acusaba debilidad mental (CI 60) y, dada su agitación y resistencia, no aprendió nunca a leer ni a escribir.  Se fugó tres veces, hasta que, por fin, fue trasladado a la jurisdicción del Tribunal Tutelar, e internado en un establecimiento de reforma.

María

Se desconoce la data de su nacimiento.  Su padre, sin profesión determinada, alcohólico e idiotizado, manifiesta al ingresar al niña (5-III-1941), que tiene trece años.  Su madre falleció de parto, dejando la menor indicada y un niño interesado con ella, que debía contar entonces unos seis años, aproximadamente.  El padre se ha vuelto a casar con una mujer que no se interesa en lo más mínimo por los hijos.  Viven en las barracas de “la Mina” cerca de San Adrián de Besós.  En el hogar, ambiento de desunión, escenas sangrientas de lucha, inmoralidad y miseria.

Se revelan en esta familia varios signos degenerativos somáticos y psíquicos (por ejemplo, idiocia en el padre y en los hijos, malformación de las manos -siete dedos- en el padre y en el niño, etc.).  La niña tiene una edad mental de 4-6 años.  Desconoce las letras y no sabe dibujar una línea recta.  Se come las uñas de las manos y de los pies (dice que “porque tiene ganas”).  Ha vagado por “la riera”, conducida por muchachotes que abusaban de ella.  Sufre psicastenia.

El dictamen nos señala que es anormal de la inteligencia y del carácter, y que no pudiendo adaptarse a la vida de familia y al curso escolar, es preciso internarla en una institución adecuada.

José-Manuel

Se ignora la fecha de su nacimiento, pero al ingresar en la institución (7-V-1935), se le suponen seis años.  Procede de unas barracas de los alrededores de Hospitalet, si bien cambiaron a menudo de domicilio, habiendo pasado temporadas en Casa Antúnez y en La Torrasa.  Su padre abandonó el hogar y murió en el frente durante la guerra.  Su madre, dedicada a la mendicidad, falleció de tuberculosis.  Entonces, los cinco hijos, que ya estaban muy desprendidos del control de la familia, se desparramaron cada uno por distinto camino, yendo  parar el mayor a Francia, las dos hermanas se perdieron en la prostitución del “barrio chino”, el que les sigue, incurso en graves delitos por hurto, fue internado a disposición del Tribunal Tutelar, y el más pequeño, a que nos referimos, después de andar algún tiempo a la ventura, ingresó en su establecimiento de la Junta de Protección de Menores.  (Los dos últimos fallecieron a consecuencia de la tuberculosis heredada de su madre, los años 1943 y 1944, respectivamente.)

La conducta de este menor ofrece la singularidad de haberse adaptado a la vida institucional muy tardíamente.  Se mostraba retraído, desconfiado, impío y rebelde, aprovechando cualquier ocasión para fugarse a la cabeza de otros niños, los más pervertidos.  Ejercía sobre ellos gran influencia.  Su última fuga, la de mayor duración, tuvo lugar el día 24 de marzo de 1941, regresando un mes después (26-IV-1941), recogido por los servicios de la Comisaría de Beneficencia, en tan lamentable estado de depauperación física y moral, de desnudez y suciedad, que a él mismo le impresionó tan hondamente, que, a partir de entonces, comenzó una nueva vida.  Inmediatamente ensancho el círculo de sus juegos y de sus relaciones sociales a todos los niños, se acercó a los mejores, mostrándose con todos abierto y cariñoso.

Carlos y Agustín

Estos menores ingresaron el día 14 de noviembre de 1940, acompañados por un bedel de la Diputación, en la puerta de cuyo palacio habían sido abandonados.  Vestían ropas muy usadas, pero iban limpios; se veía en ellos el cuidado y la solicitud de una madre.  En aquella fecha les fueron atribuidas las edades de cinco y siete años respectivamente. Los exámenes médicos constataron sarna y gran depauperación.  Al cambiarles la ropa, en el bolsillo del mayor fue encontrado un papel que decía textualmente:

“Abandono a mis hijos porque yo estoy enferma y no les puedo mantener; hace cinco días que apenas han comido, estoy harta de ir a todos los sitios y nadie me hace caso y no puedo resistir más; confío que alguien los acogerá y me los colocará en algún sitio; confío en la buena humanidad que no me los desampararán, pues lo hago con todo el dolor de una madre, pero prefiero esto a que se mueran de necesidad; yo indagaré dónde están, para ir a verles.”

Hasta la fecha nadie ha preguntado por ellos.  Los primeros días, debido tal vez a la debilidad que traían, estaban muy quietos, pero al poco tiempo se mostraron activos, bondadosos y sociables.  Agustín, el más pequeño, es bastante listo y bullicioso, y señaló al ingresar, una edad mental de 5;2 años.  Carlos que alcanzó la E.M. de 4;6 años, es serio, concentrado, tímido e introvertido.

“c) HIJOS DE PRESOS POLÍTICOS

Jurisdicción del Patronato de Nuestra Señora de la Merced para Redención de Penas por el Trabajo.

 

Fidel

Nació el día 21 de abril de 1928, en una institución benéfica, de esta ciudad, y se ha criado en las barracas de Coll-Blanch.   La habitación en que viven es un antro de miseria.  El padre del menor tiene veinte años más que la mujer.  Según ésta, la engañó cuando ella tenía dieciséis años; de los tres hijos que ha habido, reconoció sólo ala niña (“le chocó tener una nena”), los chicos llevan el apellido de la madre.  Antes de la guerra ya no llevaban buena armonía matrimonial: él, que cobraba un buen sueldo, por ser especialista fundidor, comía en un bar, y a la barraca sólo iba a dormir.  No soltaba ni un céntimo para la alimentación y vestido de los hijos y de la mujer.  Extremista de acción y, además, exaltado y con frecuentes arrebatos de cólera, le encontraron armas en su casa y actualmente se halla preso. La madre, que por medicación del Patronato, tiene internado al menor de referencia en una institución de la Junta de Protección de Menores, manda los dos pequeños que le restan a los comedores de Auxilio Social, y vive de la venta de la mitad del racionamiento (el que toca a los hijos), perezosa, sucia, desgreñada y con indicios de inmoralidad.  Además, sufre histeria.

El menor se muestra sociable, satisfecho y cariñoso, con fundo de honradez intachable.  La observación psicológica nos descubre en él un imbécil superficial (CI 47), tipo bobo.

Víctor

Nació el día 18 de junio de 1833, en una importante población aragonesa.  Sus padres, simples artesanos, pero elementos relevantes de la revolución, pudieron atender con esmero a los cuatro hijos nacidos de este matrimonio, a los cuales no faltó, durante la guerra, la educación ni el alimento necesario.  Después de la batalla de Aragón (9 marzo-15 abril 1938), la familia se trasladó a Barcelona, instalándose en una magnífica residencia de los barrios aristocráticos de la ciudad.  Al terminar la contienda, el padre pudo pasar la frontera francesa, mientras la madre, acompañada de sus hijos, buscó refugio en una humilde vivienda del casco viejo de la ciudad; hasta que al fin, detenida, el Patronato se hizo cargo de los niños, ingresándolos en diversas instituciones infantiles.

El menor a que nos referimos, ha demostrado poseer agudeza e ingenio (CI 100), simpatía y sociabilidad.  Es, además, piadoso.  Si bien en los juegos se muestra bastante bruto y tozudo.

Simón y Pablo

Nacieron, respectivamente, el día 10 de septiembre de 1930 y el 20 de marzo de 1932.  Sus padres trabajaban en una industria textil, siendo los sueldos de ambos más que suficientes para vivir con cierta comodidad y para dar a los hijos la educación debida.  Al estallar la guerra, el padre formó parte del comité de empresa de la fábrica colectivizada y, más tarde, se incorporó como voluntario en una unidad de milicianos.  Después de la batalla de Cataluña (28 diciembre 1938-11 febrero 1939), pasó a Francia, donde en junio de 1940 fue hecho prisionero por los alemanes y encuadrado en un batallón de trabajadores.  En la actualidad, los hijos reciben noticias desde “un lugar” del territorio alemán.  La madre fue condenada por delito de rebelión militar, motivo por el cual los hijos fueron acogidos por el Patronato.  Mas, habiendo sido libertada, después de seis meses de reclusión y, asimismo, dispuesta por dicho Patronato la entrega de sus hijos, y conociendo al Junta de Protección de Menores que dicha señora no guardaba la debida fidelidad al marino, sino que, por el contrario, vivía en la mayor deshonestidad, dentro de su jurisdicción, acordó seguir tutelando a dichos menores, por su propia cuenta, como así tiene lugar.

 La observación psicológica señala las óptimas condiciones intelectuales (CI 95 y 83, respectivamente) y morales de ambos niños, así como su sincera piedad.  Sin embargo, en el mayor resaltan actitudes que le revelan como vanidoso, y en el más pequeño, una timidez exagerada, de la que ha empezado a luchar por liberarse.

Roberto

Nació el día 10 de diciembre de 1929.  El padre, minero y activo militante de una organización extremista, luchó en las barricadas y fue uno de los primeros voluntarios que se batieron en tierras de Aragón.  Su mujer empuñó también las armas y se fue al frente, de miliciana, con su marido.  Al terminar la guerra, él huyó a Francia, muriendo al cabo de tres años, de añoranza y penalidades, en un campo de concentración.  La madre quedó con los hijos, siendo al poco detenida y condenada a reclusión, mientras éstos, que eran cuatro, ingresaban en un establecimiento benéfico, excepto la mayor, que se puso a servir.

La condición del menor de referencia, así como la de sus hermanos, es realmente ejemplar. Talento (CI 90), entereza de carácter y virtud.

Juan y Marta

Nacieron el día 9 de abril de 1926 y el 15 de junio de 1937, respectivamente.  El padre, trapero de profesión, así como la madre, sin estar afiliados a ideología política alguna, aprovecharon la revuelta para unirse a las turbas dedicadas al incendio de iglesias y al saqueo de casas particulares.  Cometieron muchos desmanes, especialmente en la delación y el hurto y, según parece, también en delitos de sangre.  Al ser ocupada la ciudad, se sumaron tranquilamente al júbilo de la población; pretendiendo pasar como adictos al nuevo régimen, excusando sus fechorías con la versión de que con ellas habían “boicoteado” la república.  No había de valerles tan burda argucia y, en efecto, al poco tiempo fueron detenidos y condenados a graves penas. Los hijos, que, con la guerra, a pesar de ser menores, gozaban de absoluta independencia, no pudieron ser, de momento, atendidos por el Patronato, pues ignoraban los padres su paradero.  Mientras tanto, los dos mayores vendían todos los bienes, deshaciéndose del hogar (ropas, muebles, etcétera), y rápidamente lo despilfarraban  en el vicio, para morir, muy pronto, una de ellas, sifilítica y tuberculosa, mientras los dos hermanitos pequeños -lisiado el muchacho, y de dos años la niña-, errantes y sin rumbo, hubieran perecido de frío y de hambre, si una mano piadosa no los llevara al refugio del “Pabellón de Rumania”, y seguidamente, por gestión del Patronato, a uno de los internados de la Junta de Protección de Menores.

El muchacho se adaptó con dificultad a la vida de la institución, donde con hábil diplomacia supo esconder un cinismo sin límites y una maldad extraordinaria, habiendo sido uno de los menores que más interesaron, desde el punto de vista de la observación psicológica (CI 67).  El lisiado físico se había convertido en un verdadero lisiado moral.

 

“d) MENORES ESPAÑOLES REPATRIADOS DEL EXTRANJERO

Jurisdicción de la Junta Provincial de Protección de Menores, por delegación del Consejo Superior.

Enrique

Nacido con fecha 28 de mayo de 1928, en una ciudad aragonesa, al morir el padre, dos años antes de la guerra, se trasladó a un pueblo cercano, donde llevaban una vida, si bien indiferente en materia religiosa, desahogada y moral.  Al iniciarse la batalla de Aragón, en marzo de 1938, evacuó, en compañía de la madre, hacia Tortosa, y desde allí, por el litoral, según se iban desarrollando las distintas maniobras de la guerra, no pararon hasta Francia, pasando la frontera por el Perthus, el día 25 de diciembre.

Este menor, que a la sazón contaba diez años, en compañía de su madre, pasó sucesivamente hasta su regreso a España, en febrero de 1948, por los refugios de Bruyères y Busca, y por los campos de concentración de Argelès-sur-Mer, Bram y Rivesaltes.  El estado de depravación con que se reintegra a la patria es espantoso, pues además de estar iniciado en los vicios más abyectos, explica y aprueba con la mayor naturalidad e impudicia la vida desordenada de su madre, entregada a la prostitución con los jefes del campo.  Debido  esta última circunstancia, y por ello a los puestos de mando obtenidos por la madre, ese menor pudo estar bien alimentado y, contrariamente a lo que vemos en la mayoría de los casos, presenta un aspecto físico de notoria robustez.

Regresa completamente analfabeto y su inteligencia presenta síntomas de debilidad (CI 61) y embrutecimiento.

Rafael

Nacido con fecha 18 de abril de 1928, en una importante ciudad andaluza, de padres obreros, él encargado de una fábrica de aceite, y la madre ocupada en las labores habituales del hogar, recibe la formación religiosa en el colegio y posee, al estallar la guerra, una conciencia moral sana, pero preliminar.

Tiene nueve años cuando, con ocasión de ser ocupada aquella ciudad (febrero de 1937), es evacuado junto con una hermanita de seis.  El padre huye también.  La madre, gravemente enferma, muere de pena, al poco tiempo, abandonada en un hospital.  Durante dos años los niños peregrinan hacia Almería, Murcia y Barcelona, corriendo las vicisitudes de su padre, el cual estaba “enchufado” en la retaguardia del ejército republicano, mientras tanto, los niños comen con él en los bares, duermen en los refugios y en habitaciones realquiladas, y andando todo el día vagando por la calle.  En la evacuación de esta última ciudad (enero de 1939), el padre desaparece definitivamente y los dos niños son conducidos a Francia.

Rafael tiene once años.  Se encuentra en la colonia organizada por la “Unión des Coopérateur”, en las cercanías de Gerardmer (Los Vosgos); la comida es excelente, el trabajo fácil, la holganza pródiga, varios estímulos adelantan el hervor de su pubertad, a pesar de su temperamento añoradizo y tímido.  La colonia se compone de trescientas muchachas y cien chicos de ocho a dieciséis años.  Ellas cuidan de las labores domésticas; los chicos se ocupan en a construcción de una carretera.  De día comen y juegan juntos; las veladas de invierno se hacen largas, sin clase ni biblioteca, y no es difícil burlar la ligera separación establecida. Se practica el galanteo. Son frecuentes los atentados de palabra y obra al pudor.  Y, por el camino equívoco de la amistad particular, Rafael es iniciado en un “onanismo” especial de tristezas y de caricias cada vez más íntimas; le repugnan, empero, los actos groseros que ve cometer.  No existe en el ambiente de la colonia ninguna preocupación religiosa; incluso las fiestas dominicales pasan desapercibidas. Ostenta la dirección del establecimiento un oficial francés, que apenas suele estar nunca.  En realidad, el viejo conserje del local, malhumorado y tiránico, cuida de los chicos, y dos señoritas españolas vigilan las muchachas.  Así transcurre gratamente medio año.

Al romperse las hostilidades (septiembre de 1939), la evacuación de Los Vosgos les conduce a un caserón de Bruyères donde viven amontonados niños y mujeres españolas en régimen carcelario: escasea la comida y el ambiente de suciedad y depravación se acentúa.  De ahí pasan al campo de concentración de Argèles-sur-Mer.  Nos resistimos a describir aquí los horrores, ya bastante conocidos, de este inmenso falansterio.  Rafael cuenta ya trece años y vive, por ser menor de dieciséis, con las mujeres y muchachas.  Dos hechos se fijan en su conciencia enturbiada: la salvaje persecución de las mujeres, llevada a cabo por los soldados senegaleses, y la seducción de las mismas por parte de los propios emigrados; de noche tienen que clavar las puertas de la barraca, y aún así no se libran de las escenas sangrientas de la violación.  Otro hecho, es el hábito del robo, condición casi indispensable para defenderse de los estragos del hambre y de las inclemencias del tiempo.  A la vista de tal ambiente, la sensualidad de Rafael evoluciona de modo algo singular, entregándose a la práctica secreta de perversas flagelaciones que pueden calificarse de masoquismo…

Posteriormente pasa al “Centre d’Hebergement”, de Rivesaltes, donde un nuevo elemento, saturado de consideraciones religiosas y sociales, el judío -checo, austríaco y polaco-, se mezcla en la conciencia de Rafael.  Nuestro menor visita con frecuencia el islote de los judíos y se convierte en vehículo del “marché noir” (estraperlo) entre hebreos y españoles.

Después de cinco años (enero de 1942), regresa a su ciudad natal, reclamado por unos tíos.

La detenida observación practicada para el estudio de este caso nos señala una inteligencia perfectamente normal (CI 91), un tipo de reacción objetivo y lógico y un carácter introversivo y acongojado.

Jorge, Mateo y Ángel

De siete ocho y diez años, respectivamente, al estallar la guerra.  Su padre era linotipista de uno de los diarios de una importante ciudad.  Profesaba ideas avanzadas, pero era moderado en la aplicación de las mismas, e incluso respetuoso con la vida religiosa que llevaban algunos de sus amigos.  Los niños fueron evacuados el 30 de septiembre de 1936, a Torrente (Valencia), donde permanecieron año y medio, pasando luego, sucesivamente, a San Román de Abella y a San Lorenzo de Morunys (Lérida) con estancias de tres y doce meses, acompañados por una tía soltera que trabajaba en lo que fuere.  El 28 de enero de 1939, evacuaron hacia Francia, estableciéndose durante tres  años, en Montauban (Tarn et Geronne).  De febrero a marzo se alojaron en el refugio del “Verger Departamental”.  En mayo pudieron hallar un pequeño piso por le precio de ochenta francos, que pagaban gracias a la pensión recibida del gobierno francés (el subsidio diario de 7’50 francos el cabeza de familia, más 3’50 francos por persona), con lo cual vivían muy estrechamente.  Su tía se ayudaba trabajando de sombrerera.

Durante este tiempo, los niños fueron matriculados en un importante colegio de la avenida Gambetta. Jorge explica que contaba entonces catorce años y que, por dificultad del idioma, tuvo que ingresar en el grado medio, integrado por niños de nueve y diez de edad; que no podía seguir el dictado, debiendo soportar por ello las burlas de los compañeros de clase…  Narra también el aspecto miserable que ofrecían los refugiados españoles llegados a Montauban, los crímenes y robos que perpetraron y la vida crapulosa que llevaban algunos grupos, compuestos principalmente por mutilados de guerra, que habitualmente se reunían en algunas tascas de mala fama, en los alrededores de la Plaza Royale (“La Casa del Crimen”, “La Casa de los Moros”, “La Casa de la Italiana”, etc.), ofreciendo a los ojos de los franceses una fisonomía triste de España.  Sus compañeros de clase se hacían eco del estado general de opinión que, con respecto a los españoles reinaba en Francia, dirigiendo a nuestros muchachos preguntas punzantes, que muchas veces degeneraban en riñas. C’est joli l’Espage?Est-ce qu’il-y-a des ecoles, des tranways, des cinemas en Espagne? “Aunque siempre nos tocaba las de perder, dice Jorge, a veces nos liábamos a puñetazos; generalmente, yo pensaba que era extranjero, que los extranjeros no tienen derecho a decir nada y me callaba, pero por dentro lloraba de rabia.”  [5]

Por aquel entonces empezaron a frecuentar una familia católica que, poco a poco, fue inculcando en la tía y a los niños las prácticas religiosas, encontrando en ello, según dicen, gran satisfacción y consuelo.  El 20 de octubre de 1940, debido a la guerra, el gobierno francés suprimió el subsidio.  Por esa causa, Jorge, se vio precisado a trabajar, entrando en el servicio de ficheros de la Compañía general de seguros “Yorkshire Insurance Company Limited”, cuya central de Paría había sido trasladada a Montauban, en noviembre de 1939, pero el día en que se firmó el armisticio (22-VI-1940), licenciaron a los empleados y la casa cerró sus puertas.  También la supresión de los contratos de trabajo con mano de obra extranjera, dejó cesante a su tía, debido a lo cual se trasladaron aun predio en las afueras de la ciudad, dedicándose a las labores de campo.  Esto coincidió con el ingreso de Mateo y Ángel al Petit Seminaire du Sacre Cœur.

Después de seis años de vivir separados de sus padres, estos menores se reintegraron a la patria el día 5 de abril de 1942, por un favor especial de la Providencia, estrechamente incorporados a la vida católica.  Debido a su clara inteligencia y generosa bondad, dejaron entre nosotros grato recuerdo.  Los más pequeños se habían hecho acreedores a la siguiente recomendación que nos es grato transcribir:

“Je soussigné, Superieur du Petit Seminaire de Montauban, certifié que N. et N., entrés dans la maisaon en octobre 1941, m’ont donné pendante six mois toute satisfaction; qu’ils presentent toutes dispositions requires pour la vocation sacerdotale et meritene par consequant d’étre reçus inmediatement dans un Petit-Seminaire d’Espagne – Faila a Montauban le 25-3-1942 – Signé- MAGNAUD.  /…/  [6]

Jaime

Nacido con fecha 29 de diciembre de 1931, en uno de los suburbios de una importante ciudad de la región cantábrica, fue evacuado a Bélgica, en mayo de 1937, cuando apenas contaba seis años y, posteriormente, a consecuencia de la invasión alemana, tuvo que refugiarse en Francia.  En el momento de su repatriación (octubre de 1943), ha olvidado completamente el español y el flamenco, lenguaje este último en que tuvo que expresarse durante tres años.

Luego reprodujeron en francés, el “texto taquigráfico de las conversaciones sostenidas con este menor”…

Finalmente, se destaca que “la moral de este menor es satisfactoria.  Presenta, en cambio, considerable retraso en la inteligencia (EM 10 años, según Pintner-Paterson), y en los conocimientos escolares.

Lorenzo

Nació el día 30 de octubre de 1929, en un pueblecito de las cercanías de Madrid.  Su padre trabajaba en una empresa de construcciones aeronáuticas, habiendo sido evacuado con los cuatro hijos y la mujer a Reus (Tarragona), en agosto de 1936. Residen en esta población cerca de un año y los pequeños asisten, mientras tanto, a la escuela “Carlos Marx”.  Son trasladados a Molins de Rey (Barcelona) y a Tortellá (Gerona), pasando en diciembre de 1938 la frontera francesa.  Entonces el padre es internado en el campo de concentración de Sept Fonts (Pau) mientras que la madre con los hijos son conducidos al “Centre d’Accuiment” de Orleáns.  Al estallar la guerra (3-XI-1939), el padre pasa de obrero fundidor en las factorías de Firminy (Cerca de Saint Etienne), pudiendo reclamar su familia y vivir con ella en esta población por espacio de tres meses.  Firmado el armisticio (22-VI-1940), tuvo que abandonar esta contrata, no hallando otra colocación que la de minero en los pozos más profundos de “La Ricomarie”, explotación carbonífera situada cerca de Saint Etienne: el padre es empleado en abrir nuevas galerías, mientras que su hijo mayor, que a la sazón cuenta trece años, conduce los caballos de tracción de vagonetas a 700 metros de profundidad, durante una jornada de trabajo de casi doce horas.  La colonia minera estaba compuesta por españoles y polacos de la guerra de 1914.

Resaltaban en este menor su depauperación física, su torpeza intelectual (CI 68) y el desenfreno de sus viciosas costumbres.

Esteban

Nació el día 17 de agosto de 1928, en una pequeña localidad castellana. Al estallar la guerra tenía ocho años.  En 1937 fue evacuado a Barcelona, formando parte de una colonia compuesta de 350 niños madrileños, apadrinada por los argentinos con destino a Teyá.  El día 1 de enero de 1939 fueron trasladados a Francia y desde allí distribuidos por diversas naciones.  Un grupo de 50 y entre ellos nuestro menor, fue asignado a Rusia: “Los había que iban contentos, porque querían ver países; yo me escapé y me refugié en Saint Denis… huí cuando nos embarcaban en Dunquerque, porque aquello estaba muy lejos de mi patria”.  Internado en el refugio de Cluny, le reclamó para su guarda y cuidado una familia francesa de distinguida posición, cuya cabeza, oficial de la Marina, al venir la invasión alemana (junio de 1940), pasó a Suiza.  Entonces él se “enganchó” con una columna francesa en retirada, con el propósito de llegar a España y, montado sobre un carro de municiones, hostigados continuamente por la aviación alemana, a las dos semanas llegaron a Toulouse, coincidiendo con el preciso día que se firmó el armisticio (22-VI-1940).  De allí le mandaron al de Rivesaltes, en que permaneció siete meses, y sucesivamente al de Bacareux, desde donde, después de tres meses de estancia, fue mandado a la “404 Compañía de Trabajadores Extranjeros”.  Desde ahí, escapó al poco tiempo, por no poder resistir el durísimo trabajo que llevaban, siendo detenido en seguida y mandado a una “Compañía de Trabajadores Agrícolas”, donde la vida era más llevadera.  Al poco tiempo, el Gobierno de Vichy les obligó a firmar un contrato de trabajo con los alemanes, pasando a la zona ocupada, pero estando en Ponpiúr se fugó de nuevo hacia la zona libre, donde fue detenido e internado, por segunda vez, en Rivesaltes.  Últimamente después de seis semanas, se evade del campo de concentración y logra pasar la frontera española el día 15 de noviembre de 1942.

Este menor conoce la vida depravada de los refugios y de los campos, pero debido a su carácter ponderado y sobrio y al miedo de contraer las terribles enfermedades en que han caído muchos de sus compañeros, confiesa practicar sólo de vez en cuando el onanismo.

Ofrece una inteligencia normal (CI 88) y un carácter activo, juicioso, decidido y valiente.

¿René o Juan?

“René” es un niño español que, al parecer, se llama “Juan” y que probablemente procede del barrio marítimo de nuestra ciudad (Barceloneta).  De ser así, su padre desapareció en la batalla del Ebro; su madre y la abuela a consecuencia del bombardeo.  En este caso, el niño fue recogido por unos periodistas extranjeros cuando apenas contaba cuatro años, a fines de 1937.  Ha permanecido en Bélgica y en Francia, habiendo regresado a España,  a raíz de la ocupación alemana, el día 20 de julio de 1940.  El niño, que en esta fecha cuenta unos siete años, presenta todos los síntomas de la neurosis de espanto.  A pesar de que se ha convencido de que en nuestro país no hay guerra, no obstante, apenas oye las sirenas, no puede evitar un temblor de pánico y esconderse debajo de las mesas. El recuerdo de sus verdaderos padres, así como la idea de la composición de la familia, aparecen tan confusas como puede deducirse de la siguiente conversación que transcribimos:”

(Texto en francés que en síntesis expresa: “…En Bélgica estábamos muy bien… pero después vinieron del frente y de la aviación… Mi mamá está en Francia, mi papá también y el señor que me pagaba el cine, los domingos.  Mientras tanto yo voy a ver a la otra mamá de España y retornaré… Yo tengo muchos parientes… dos en Bruselas… Berta y Pedro… uno en Avignon… Tengo también otra que es nombrada “señolita”…  Me han dicho que yo tengo dos padres que son “papá “ y “mamá”…   Es la guerra!”

Repatriación de los niños españoles…

Desde el periódico La Vanguardia, editado en Barcelona, el 11 de marzo de 1939, difundieron lo expresado el día anterior: “…la Diputación va a proceder a la repatriación de asilados de otras provincias” con el propósito de “conseguir, lo antes posible, la normalización en la vida de los diversos organismos que le están confiados, y accediendo a la vez, a ruegos que se le han formulado”…

El 21 de ese mes, con el título “Normas para facilitar la repatriación de los niños enviados al extranjero” reiteraron una información de Burgos, acerca de que “entre los documentos recogidos en Barcelona como pertenecientes al denominado Ministerio de Justicia del Gobierno rojo u organismos dependientes de qué, se han encontrado ficheros o relaciones de niños evacuados a diferentes naciones.  Como en dichos documentos no constan los nombres de los padres o representantes legales de aquéllos, con el fin de poder suministrar, tanto al Consejo Superior de Protección de Menores, como a la Delegación extraordinaria  de repatriados del Ministerio, los mayores datos o facilidades para la feliz consecución de la misión que le está encomendada, se hace saber a los padres y tutores, o parientes que tengan hijos o parientes menores de edad en paradero desconocido o que presuman que los mismos han sido evacuados al extranjero, lo comuniquen directamente y con la mayor urgencia al Ministerio de Justicia”.  Indican luego los datos de identidad de padres, domicilios, o parentesco y “la fecha en que le vio por última vez o en que se encontrara según las últimas noticias que de él poseyera.”

El 2 de abril incluyeron una noticia del día anterior, proveniente de Madrid: “Repatriación de los niños que fueron sacados de España”.

“A las dos de la tarde, el presidente de la Diputación recibió la visita del comisionado directamente por el Generalísimo, don Antonio Maceda, ex concejal del Ayuntamiento de Madrid, a quien le fue confiada por el Caudillo la delegación extraordinaria de protección a menores para repatriar a los desgraciados niños que fueron llevados al extranjero por los rojos, para explotar turbiamente su desamparo con fines políticos.”

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“Las gestiones de evacuación de la infancia dieron comienzo en mayo de 1937 por esta misión extraordinaria de protección de menores, que estuvo siempre en contacto directo con el General Jordana, que transmitía las inspiraciones del Generalísimo y de la Junta de Burgos.

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En la mañana de hoy y procedente de Alicante, llegaron cincuenta pequeños. Acudieron a esperarles las autoridades y familiares, desarrollándose emocionantes escenas de alegría, acompañadas de frases de entusiasmo y gratitud para el Caudillo, que devuelve sus hijos a unos padres atribulados.  Los niños, que por diferentes causas no han sido todavía recogidos, serán distribuidos en varias instituciones benéficas.

Mañana, y también de Alicante, llegará otra expedición.

Esta noche, llegaron procedentes de Irún, 270 muchachos que se encontraban abandonados en el extranjero.

La Diputación les ha dado albergue en el Colegio de San Fernando y ahora se fijarán los días, horas y condiciones en que sus padres y familiares habrán de hacerse cargo de estas criaturas, que proceden de Francia, Bélgica, Inglaterra y Suecia.

Hasta la fecha van repatriados unos 9.000 niños.  Se calcula que hay aún en el extranjero unos 30.000.  La mayoría de estos 30.000 niños se encuentran en Bélgica, Inglaterra, Francia, Suiza, Suecia, Dinamarca, etc.  También quedan en Rusia 3.000 criaturas, que asimismo serán repatriadas.

Merece destacarse un hecho que pone de relieve hasta qué extremo llegaba la insensibilidad de los gobernantes rojos en sus turbios manejos internacionales.  Cuando sacaban a estas criaturas, en atropelladas expediciones, para obtener el efecto político que buscaban, lo hacían en tales condiciones, que muchos llegaron enfermos, y es considerable también el número de herios e accidentes ocurridos durante el transporte.

Los niños llegados ahora a España vienen perfectamente atendidos y en condiciones inmejorables, expresando su alegría, no sólo por el regreso, sino por la sensación que experimentan de verse de nuevo en un mundo civilizado, que para las criaturas sólo tiene cariño y ternura.

 

En el periódico La Vanguardia de Barcelona, el 7 de diciembre de 1939 reiteraron lo expresado en Madrid el día anterior acerca de “la repatriación de los niños que los rojos expatriaron y que se encontraban en el extranjero”.

Es oportuno reiterar algunos párrafos:

“En Rusia, especialmente, este contingente de pequeñuelos españoles constituyó un plan de campaña de las propagandas y proselitismo comunistas.

La ferocidad marxista llegó hasta el extremo de destruir antes de la liberación de Barcelona los ficheros en los que constaban los nombre, antecedentes y procedencia de los expatriados voluntarios.  De este modo, la labor -como ya el Gobierno Negrín conocía- de repatriar a España esos millares de pequeños expatriados forzosos, se hacía más difícil y complicada. /…/  Para dentro de poco se anuncia la llegada de un gran contingente que procede directamente de Rusia.  Esto representará, en los deberes de tipo económico, un gran problema de carácter social y político.

Los que fueron enviados a la Rusia soviética han permanecido dos o tres años en el ambiente comunista.  Hay que desinfectarlos en el aspecto físico, pero en el moral es necesario también afrontar una labor ímproba de desintoxicación.

Muchos de los que allí han permanecido están ya frisando en los dieciséis años, edad la más peligrosa para la captación y proselitismo de la gran máquina de propaganda que es el Soviet, y para devolverlos a la sociedad y al seno de su familia será preciso una tarea de españolización y atracción al ideal nacional y cristiano de España.

Esto es, a grandes rasgos, la función que ejerce la Delegación extraordinaria y la Junta Provincial de Protección a la Infancia de Madrid.”

 

Un año después, el 31 de marzo de 1940, en una edición de Solidaridad Nacional, destacaban que “han muerto en el extranjero 4.000 niños españoles de los 40.000 expatriados por los rojos. /…/  Rusia se niega a devolverlos”.

En esa crónica informaban que murieron “2.000 en Francia y los restantes en Méjico, Rusia e Inglaterra; en una palabra, en esos mundos de Dios, que con todo su “humanitarismo” no consiguieron conservar lo que se les había entregado parafines de propaganda venal.

Y no lo consiguió tampoco, porque fueron bastantes las naciones que, con los dientes y las uñas, defendieron los despojos de una carne inocente, por cuya conservación se les daban buenas prebendas.  Rusia, no obstante sus promesas, fue, entre todas, la que con sus obras se opuso siempre a los anhelos de nuestro invito Caudillo.  En Rusia hay 4.000 españoles, cuya documentación pudo recoger, con mucho trabajo, el señor Maceda, delegado de Franco para la repatriación de menores, pero a la cifra indicada se pueden añadir otros 2.000 más, de los cuales no se encuentra  documentación por ninguna parte

En México hay unos 550 niños más.  La distancia, amén de las dificultades económicas, hacen muy difícil la repatriación.  La vuelta a España de cada uno de esos niños cuesta 125 dólares, y gracias a la generosidad de algunas familias de los Estados Unidos, bastantes han podido volver a sus hogares y al seno de la Iglesia católica.

13.000 niños han sido repatriados de los 28.000 que fueron evacuados a Francia.  Algunos de estos se encuentran en la actualidad en los campos de concentración.

Suiza, Bélgica e Inglaterra fueron las naciones que mayores facilidades dieron para la evacuación.  De los 5.000 niños llevados a Inglaterra sólo quedan en ella unos 500.  Y todos ellos fueron tratados bien, oral y materialmente.

Y no queremos terminar esta relación, sin mencionar que entre los muchos benefactores de los niños, merece especial mención S. S. el Papa Pío XI, de grata memoria, y el actual Sumo Pontífice, que ha colaborado con el señor Maceda para librar de los dolores a los niños, víctimas del odio, y que por obra de nuestro Caudillo, serán los mejores paladines del Imperio español.”

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Emocionan esos ecos de  lúgubres sones tras la guerra: voces de quienes no necesitaban hacer esfuerzos para demostrar que eran los vencedores y la elocuencia del silencio de los vencidos…

En estos primeros años del siglo veintiuno, distintos canales de televisión difunden documentales con testimonios de españoles que siendo niños fueron expatriados.  Alrededor de una mesa estaban ubicados mujeres y varones que retornaron tiempo después y rememoraban sus vivencias.   Era emocionante escucharlos refiriéndose a la nacionalidad porque ellos sentían que allá, en Rusia eran “los niños españoles” y cuando regresaron a su patria escuchaban que aludían a ellos como “los niños rusos”

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Nidia A. G. Orbea Álvarez de Fontanini.

Martes, 21 de febrero de 2006 – Hora 00:35:44

 

 

 

[1] Piquer y Jover, José María. El niño abandonado y delincuente. Prólogo del P. Fernando Ma. Palmés, S. I., profesor de Psicología y Decano de la Facultad Filosófica del Colegio Máximo de San Ignacio. Premio Pelfort 1945, de la Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País. Barcelona-Sarriá, Barcelona, 1946, p. 253.

[2] Ibídem, p. 247-248.  Al pie de ese “Documento 1”: “(Del libro Palabras del Caudillo, Madrid, edit. Vicesecretaría de Educación Popular, 1943, p. 500-503.)

[3] Ídem.

[4] Id. p. 227.  En la figura 38, incluyen el plano con el título “c Mediodía (Distrito Vº) y esta descripción corresponde exactamente al gráfico y a las pertinentes explicaciones.

[5] Tras varias décadas sin ejercitar en “francés”, traduzco al castellano: “Es linda España?  Es cierto que hay escuelas, tranvías, cines en España?”

[6] “Yo… Superior del Seminario de Niños de Montauban, certificó que N.N, ingresó en esta casa en octubre de 1941, nos ha dado durante seis meses total satisfacción, ha presentado todas las disposiciones requeridas para su vocación  sacerdotal y merece por consiguiente ser recibido inmediatamente en un Seminario de Niños de España.  Hecho en Montauban el 25-3-1942. Firmado: Magnaud.

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