Despacho de comisión sobre “sedición”, “ética”.
Manifestaciones del convencional Dr. Antonio Cafiero.
Más acá y más allá de Karl Popper.
Ecos del sociólogo francés Alain Touraine.
Los “valores” en el sistema democrático.
Fusilamiento de Dorrego y los “golpes de Estado” en la Argentina.
1930-1983: veintiséis presidentes, trece “de facto”.
Memoria a partir del 24 de marzo de 1976.
Más conclusiones del convencional Cafiero.
Los golpes en el seno de “los golpes”.
El precio de las aventuras “golpistas”.
Armarse en defensa de la Patria. – Resistencia.
El Decreto 4161/56 y una anécdota.
Defender la democracia implica evitar la corrupción.
Opiniones del convencional Dr. Horacio Rossatti Piedra Buena.
En torno al “derecho de resistencia”.
Despacho de comisión sobre “sedición”, “ética”…
El 13 de julio de 1994 se consideró el dictamen en los Despachos 2 y 3 de la Comisión de participación Democrática.
El dictamen de comisión en mayoría sanciona:
“Incorpórase al capítulo segundo de la primera parte de la Constitución Nacional el siguiente artículo nuevo:
‘Esta Constitución mantendrá su imperio aun cuando se interrumpiere su observancia por actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático. Estos actos serán insanablemente nulos.’
‘Sus autores incurrirán en el delito de sedición, siendo pasibles de la sanción prevista en el artículo 29, inhabilitados a perpetuidad para ocupar cargos públicos y excluidos de los beneficios del indulto y la conmutación de penas.’
‘Tendrán las mismas sanciones quienes, como consecuencia de estos actos, usurparen funciones previstas para las autoridades de esta Constitución o las de las provincias, los que responderán civil y penalmente de sus actos. Las acciones respectivas serán imprescriptibles.’
‘Todos los ciudadanos tienen el derecho de resistencia contra quienes ejecutaren los actos de fuerza enunciados en este artículo.’
‘Atentará asimismo contra el sistema democrático quien incurriere en grave delito doloso contra el Estado que conlleve enriquecimiento, quedando inhabilitado por el tiempo que las leyes determinen para ocupar cargos o empleos públicos.’
‘El Congreso sancionará una ley sobre ética pública para el ejercicio de la función.’
Sala de la Comisión, 12 de julio de 1994.
Carlos V. Corach, Antonio M. Hernández, Juan C. Hitters, Graciela Bercoff, Carlos G. Spina, Elisa M. Carrió, María del P. Kent de Saadi, René S. Orsi, Marcelo Guinle, Adelina Dalesio de Viola, Guillermo E. Estevez Boero, Oscar R. Aguad, Claudia E. Bello, Rafael A. González, Juan P. Cafiero, Carlos Alvarez, Cristina Fernández de Kirchner, Alicia Oliveira, Eugenio R. Zaffaroni, Guillermo De Sanctis, Horacio Rosatti, Ricardo R. Biazzi, Jorge Yoma, Adolfo Rodríguez Saá, Ester Schiavoni, Juan C. Maqueda, Rodolfo C. Barra, Humberto Quiroga Lavié.
Con observación parcial:
Alberto Natale, Gabriel J. Llano, Ricardo J. G. Harvey, Fernando Saravia Toledo.
Manifestaciones del convencional Dr. Antonio Cafiero
En la sesión del 13 de julio de 1994 de la Convención Reformadora de la constitución Nacional, durante el debate sobre el despacho de la comisión que por mayoría había aprobado la inclusión de un artículo referido a la sedición, el Dr. Antonio F. Cafiero -convencional de la provincia de Buenos Aires-, expresó:
“Sabemos que las constituciones republicanas reparten la competencia entre la libertad de las personas, los derechos de las comunidades y sus asociaciones intermedias como se suele decir ahora y el Estado. Garantizan los derechos de las personas y, fundamentalmente, establecen las reglas del juego político que racionalizan y humanizan la lucha por el poder.
Pero así como vemos claro el concepto de orden constitucional y republicano que consagra nuestra Constitución y por ende sabemos lo que queremos defender, no es tan clara la defensa de la democracia.”
En torno a la democracia…
“La democracia no tiene una extensa historia en el pensamiento político. No figura como sistema ni como concepto en la Constitución de 1853. Le ha costado mucho a este concepto, que hoy nos parece tan adentrado en nuestra vida colectiva, ganar el consenso que hoy tiene también a nivel universal. El sentido universalista de la democracia tiene hoy sus matices. No todo el mundo vive en democracia según la interpretamos a la manera occidental, con elecciones periódicas y libres y con ejercicio de una serie de libertades. Según las Naciones Unidas, cerca del 50 por ciento de la humanidad no conoce todavía en plenitud este sistema. De cualquier manera, la democracia se ha instalado con fuerza como un valor de aceptación universal.
Pero si rastreamos el origen de este término en la historia, observaremos las dificultades que surgieron para que se admitiera esta concepción que hoy parece tan lógica e irrefutable.”
Desde la época de Herodoto…
“Posiblemente el primer debate sobre la democracia lo describe Herodoto cuando analiza la polémica mantenida alrededor de la forma de gobierno de Persia. Darío, el rey, defendía la monarquía, y Megabizo la aristocracia, y se oponía a la definición que se daba de la democracia como ‘isonomía’; igualdad ante la ley e igualdad de los iguales, diciendo: ‘¿Cómo puede gobernar bien aquél que no ha recibido instrucción ni ha conocido nada bueno y conveniente y que trastorna los negocios públicos entrometiéndose sin discernimiento como un torrente desbordado. Nada es más necio que una multitud incapaz’. Esto se decía dos siglos antes de nuestra era.
Tiempo después, Platón consideraba la monarquía como la mejor forma de gobierno por la capacidad potencial de hacer el bien que otorga al gobernante, pero sostenía que conllevaba gravísimos peligros, ‘porque no hay nada peor decía que la corrupción de lo óptimo’. En cambio, la democracia, por ser la menos buena de las formas buenas, ‘si se corrompe -agregaba el filósofo- no será más que la menos mala de las formas malas’. Esto no es un acertijo ni un mensaje críptico sino la reproducción textual de una frase de Platón.
Y dice después: ‘La democracia es cansadora y no combina mucho de bueno ni de dañino’. Si me he permitido esta cita… es porque este concepto peyorativo de la democracia todavía tiene sus adherentes, aún en el siglo que vivimos. ¡Cuántos piensan que la democracia es ‘aburrida’ y que hay que accionarla de vez en cuando con algún golpecito! ¡Cuántos sostienen, como iba a sostener Aristóteles después de Platón, que en definitiva la democracia es ‘el gobierno con ventaja de los pobres que son los que más oprimen a los ricos, que son los menos’!
Aristóteles hablaba de la monarquía y decía que su degeneración era la tiranía; de la aristocracia y decía que su degeneración era la oligarquía, y de la ‘politeia’, cuya degeneración era la democracia. Por eso digo que la democracia tiene mala fama en la teoría política mundial en sus orígenes.”
Más acá y más allá de Karl Popper…
Algunos modernos teóricos de la democracia no niegan sus virtudes reales o potenciales, pero le limitan su sentido. Voy a mencionar a alguien que está considerado un campeón de la democracia: Karl Popper, el autor de «La sociedad abierta y sus enemigos» para quien la esencia de la democracia se reduce a la posibilidad de cambiar autoridades por medio de las elecciones. De ahí surgiría que Popper es un demócrata escéptico. ‘No sé si la democracia sirve para algo más que para cambiar de gobierno’, piensa.
Frente a estas visiones peyorativas y restringidas de la democracia están, por supuesto, también desde tiempos muy lejanos, los conceptos vivificantes y amplios de la democracia. Pericles, hablando de ella ante los primeros muertos de la Guerra del Peloponeso, decía: ‘Todos cuidan de igual modo de las cosas de la República que tocan al bien común, como de las suyas propias y ocupados en sus negocios particulares, procuran estar enterados de los del común. Sólo nosotros juzgamos al que no cuida de la República, no solamente como ciudadano ocioso y negligente, sino también como hombre inútil y sin provecho.’
Pasaron los siglos, y hablando también ante los muertos de una guerra civil, en Gettysburg, Lincoln va a dejar esta definición que ha caracterizado el concepto democrático desde entonces: ‘el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo’. Y a propósito, también tengo que agregar que los hombres de mi partido que nos hemos adoctrinado en las denominadas ‘veinte verdades’, sostenemos que ‘la verdadera democracia es aquel sistema en donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés, el del pueblo’.”
Ecos del sociólogo francés Alain Touraine…
“Alain Touraine, para terminar con estas citas modernas, dice algo muy importante: ‘la democracia es el único sistema que combina eficazmente tres elementos: el conflicto, el consenso y el compromiso’.
Esto es lo que hacemos los políticos democráticos todo el día: confrontamos, consensuamos y después nos comprometemos. Ésta es la esencia del sistema. ‘La democracia -sigue diciendo Touraine-, supone una sociedad civil vigorosamente estructurada asociada a una sociedad política integrada y ambas sociedades deben ser tan independientes como sea posible del Estado’.”
Los “valores” en el sistema democrático…
Luego, el convencional Cafiero expresó: “…quiero dejar planteado este tema. Hablamos de la defensa del sistema democrático, pero digamos que el concepto democrático que queremos interpretar, es que la democracia no puede prescindir de los valores.
‘Una democracia sin valores -dice su Santidad Juan Pablo II- se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como lo muestra la historia’. Y agrega: ‘Si no existe una verdad última, las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder’. /…/ ¿Qué valores tenemos que insertar los demócratas en la democracia que conocemos hasta ahora para hacerla más prolífica, más duradera, más vital y más eficaz?”…
Fusilamiento de Dorrego y los “golpes de Estado” en la Argentina…
Manifestó el convencional Antonio Cafiero durante la sesión del 13 de julio de 1994: “La larga y cruenta historia de los golpes en la República Argentina comienza aquel infausto día en que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Manuel Dorrego, fue fusilado por Juan Lavalle, abriendo con ello un capítulo de veinticinco años de guerras civiles. Después de dictada la Constitución del 53, el país comenzó a transitar por otras vías, que también tuvieron sus ‘asonadas’ e intentos golpes, pero que permitieron la transmisión ordenada del poder durante varias décadas.”
1930-1983: veintiséis presidentes, trece “de facto”…
El convencional Cafiero se refirió al movimiento militar que el 6 de setiembre de 1930 derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen –en ejercicio de la segunda presidencia” y destacó:
“Entre 1930 y 1983 hemos tenido veintiséis presidentes, de los cuales trece han sido de facto; cinco fueron electos mediante el fraude o la proscripción de algunos de los partidos importantes de la República; solamente dos por procedimientos institucionales de reemplazo, y escasamente seis en elecciones libres. Sólo dos de estos veintiséis presidentes terminaron su mandato: Justo y Perón.
Esto refleja una suerte de mal endémico de la política argentina. Es difícil encontrar en la historia del constitucionalismo y de la política moderna un récord de esta naturaleza: que existiendo una Constitución que determina que el mandato presidencial dura seis años, el promedio sea de dos años y un mes de gobierno por presidente de la República.
Se ha generado así una tipología del golpe de Estado en la Argentina. De una simple ‘asonada’ dirigida contra gobiernos supuestamente débiles, corruptos, fraudulentos e incompetentes, como fueron los golpes de 1930 y de 1943, se pasó a la idea de restaurar el ‘imperio del derecho’, como en el 55. Ninguno de estos golpes tenían serias aspiraciones de continuidad; eran simples asonadas que buscaban al calor de circunstancias más o menos transitorias, modificar el orden y la autoridad existentes. Pero de ello se ha pasado a otro tipo de golpe de Estado. Se ha perfeccionado la técnica del golpe.”
Memoria a partir del 24 de marzo de 1976…
Sabido es que el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional anunciado por los integrantes de la Junta Militar el 24 de marzo de 1976 -después de la detención y traslado de la presidenta a Villa Angostura, cerca de la cordillera de los Andes-, en el mensaje dirigido al pueblo de la Nación Argentina, explicó los “fundamentos de la decisión adoptada por las Fuerzas Armadas Argentinas”
La cartilla que distribuyeron incluso en algunas escuelas, con tapas azulceleste y letras en negro-; se anuncia el “Propósito. Restituir los valores esenciales que sirven de fundamento a la conducción integral del Estado, enfatizando el sentido de moralidad, idoneidad y eficiencia, imprescindibles para reconstituir el contenido y la imagen de la Nación, erradicar la subversión y promover el desarrollo económico de la vida nacional basado en el equilibrio y participación responsable de los distintos sectores a fin de asegurar la posterior instauración de una democracia, republicana, representativa y federal, adecuada a la realidad y exigencias de solución y progreso del Pueblo Argentino”.
Inmediatamente, los “Objetivos Básicos” (nueve), siendo oportuno incluir aquí:
“2. Vigencia de los valores de la moral cristiana, de la tradición nacional y de la dignidad del ser argentino.
-
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- Vigencia de la seguridad nacional, erradicando la subversión y las causas que favorecen su existencia.
- Vigencia plena del orden jurídico y social.” /…/
- Ubicación internacional en el mundo occidental y cristiano, manteniendo la capacidad de autodeterminación, y asegurando el fortalecimiento de la presencia argentina en el concierto de las naciones.”
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Relea si lo cree conveniente, es una trascripción literal hasta el final de la página seis.
Más conclusiones del convencional Cafiero…
Ahora, es impone seguir rememorando lo expresado el convencional Cafiero durante aquella sesión del 13 de julio de 1994:
“En los últimos años hemos tenido episodios que hablan de una cierta institucionalización del golpe de Estado. Ya no opera en el vacío institucional; crea sus propios mecanismos supraconstitucionales y además ya no se fija, como en las asonadas anteriores, una meta transitoria. Ahora fija ‘objetivos y no plazos’, mentalidad autoritaria que hace del tiempo sólo una variable de ajuste de sus propias ambiciones personales.
Es así como en los últimos cincuenta años aproximadamente los argentinos nos acostumbramos a una doble institucionalidad: por un lado está lo formal, representado por la Constitución y sus normas y, por el otro, el hecho real, donde se producen los cambios de presidentes y de gobiernos de acuerdo con el golpe de Estado de turno. Todo esto pareció introducirse en la cultura política como un dato de la realidad.
Claro que esto no hubiera sido tan fácil si en esta especie de institucionalidad del golpe de Estado no hubiese existido el asesoramiento de los juristas, que en vísperas de las asonadas militares proclaman el estado de derecho y luego secundan a los golpistas; el de los políticos, acostumbrados a golpear las puertas de los cuarteles cuando perdían las elecciones, y el de algunos comunicadores sociales que por allí descubren que un general es silencioso en su sabiduría cuando no sabe qué decir, y poco menos se expone a considerarse un personaje de Jerzy Kosinski.” [1]
Los golpes en el seno de “los golpes”…
“Esto lo podemos ver en nuestra historia reciente y también en la parafernalia golpista que incluye todo tipo de curiosidades. Por ejemplo, el golpe dentro del golpe: Rawson contra Ramírez, Lonardi contra Aramburu, Onganía enfrentando a Levingston y éste a Lanusse, y Viola contra Galtieri, hasta llegar al día de los tres presidentes. El 11 de diciembre de 1981 hasta el mediodía era presidente el general Roberto Viola, durante la tarde el general Liendo y por la noche el vicealmirante Carlos Lacoste. Ocurrió en este país en nuestra época contemporánea, y no estoy hablando de los tres gobernadores de junio del ‘20 sino de los tres presidentes de diciembre de 1981.
Esto parecería un poco risible, pero también corresponde decir que en todos estos golpes, buscada o no sobre esto no pretendo crear una norma general porque no me gusta; tampoco deseo herir sin necesidad a nadie , siempre ha existido una influencia o una presencia internacional de los intereses económicos. Muchos de estos golpes no han sido tan asépticos.”
El precio de las aventuras “golpistas”…
“La revolución del 30 que los amigos radicales lo digan si no es así tenía olor a petróleo, según opinión de los más clásicos y eminentes expositores del radicalismo. En nuestro caso, debimos soportar las andanzas de la marina real británica, lo que inclusive fue denunciado en junio de 1955 por el propio radicalismo. Luego todo esto se fue refinando hasta llegar a la doctrina de la seguridad hemisférica, lanzada desde los Estados Unidos para dar paso a la doctrina de la seguridad nacional, presentada como el armazón teórico e intelectual que justificaba el golpe de Estado en nuestro país.
El precio que hemos debido pagar los argentinos por estas aventuras golpistas más allá de algunas anécdotas risueñas y otras que no lo son tanto ha sido tremendo”…
“…el golpe de Estado también ha detenido el desarrollo nacional.
A veces los economistas discuten las causas por las cuales el país no progresó con el ritmo que debió haberlo hecho y unos hablan de los modelos que nacen, se agotan y cambian; otros hablan de las interferencias de los poderes internacionales; y otros se refieren a otras causas. Digo, con mi larga experiencia en esta materia, que la principal causa de nuestra baja performance en el desarrollo de la República ha sido precisamente la interrupción violenta e intermitente de nuestro orden constitucional”…
Acerca de “el autoritarismo”…
El convencional Cafiero, en julio de 1994, leyó algunos apuntes “de un libro escrito por un psiquiatra:
‘El autoritarismo es una expresión delirante del yo’.
‘Como todo delirio es una forma de alienación de la personalidad y de trastrocamiento de la realidad’.
‘Esa expansión delirante del yo que se da en la personalidad autoritaria se caracteriza por la presencia en el sujeto de dos ideas delirantes típicas: el delirio de grandeza donde la persona se siente imbuida de una misión sagrada que cumplir y amolda el mundo a esa misión, considerándose el elegido y la megalomanía, cuando la persona refiere todo lo que sucede a su propio yo y considera a las cosas como una simple prolongación de sí misma’.
‘La personalidad autoritaria termina, entonces, víctima de su propio delirio cuando la realidad por algún motivo le desmiente su delirio megalomaníaco’.
No sé si todo esto que he dicho se ajusta estrictamente a lo que ha ocurrido con quienes han participado en los golpes de Estado, pero quiero rescatar la inocencia, la buena fe y, a veces, hasta cierto espíritu patriótico que ha animado a algunas de las asonadas, golpes de Estado, revoluciones o planteos militares o civiles que se han producido en la República en estos últimos sesenta años.
No quiero poner una tabla rasa que englobe a todos, pero soy consciente de que si a la distancia dibujamos imaginariamente la personalidad de muchos de los que intervinieron en los golpes de Estado, recordamos sus discursos, nos hacemos eco de sus pretensiones y de todo ese mesianismo que inspiró su acción antes, durante y luego de la toma del poder, nos daremos cuenta de que existe alguna caracterización bien válida para muchos de los que intervinieron en este tipo de actos”…
Armarse en defensa de la Patria. – Resistencia….
Después de otras consideraciones, el doctor Cafiero leyó “el artículo 21 de la Constitución actual:
‘Todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria y de esta Constitución’…
Dijo luego: “…Cuando hablamos del derecho de resistencia no nos estamos refiriendo al derecho clásico de la resistencia a la opresión sino al derecho a la resistencia, que puede ser activo o pasivo. En el país existe una forma argentina de resistir, que no consiste precisamente en tomar las armas. Esto lo saben los integrantes de la Unión Cívica Radical cuando declararon la abstención revolucionaria o la abstención lisa y llana; lo supimos nosotros, cuando votamos en blanco. Sabemos que el pueblo, sin necesidad de que esté prescrito en la Constitución Nacional, arma su propia resistencia. Por más que de alguna manera se haya querido poner algún cerrojo a nuestro pensamiento y a nuestra forma de actuar, de alguna manera siempre el pueblo se ha abierto camino para recuperar sus libertades.”
El Decreto 4161/56 y una anécdota…
Con su singular estilo, el convencional Antonio Cafiero una vez más, contó “una anécdota” de la que había sido “testigo en los tiempos de la dictadura que se conoció con el nombre de ‘revolución libertadora’. Como todos sabemos, el decreto 4161” -se refería al firmado el 5 de marzo de 1956 por las autoridades que detentaban el poder ejecutivo nacional-, “prohibía mencionar el nombre de Perón y cantar la marcha peronista. Entonces, ¿qué hacían los muchachos? Silbaban la marcha como una forma de resistir; era un símbolo de resistencia. “ /…/ “Un buen día uno de nuestros muchachos se encontraba en una esquina deseoso de cantar la marcha, porque no había perdido su militancia y vocación política, pero se contenía porque pensaba que en las cercanías podía encontrarse algún agente de policía. Pero en determinado momento pasó un camión con personas que entonaban con gran fervor la marcha partidaria. Así, no pudo contener su impulso, corrió detrás del camión, se subió a él esto lo supimos por las declaraciones del propio autor del hecho, quien nos lo contó cuando nos visitó en nuestro lugar de residencia y cantó a voz en cuello lo que durante meses venía guardando en el corazón, y después de un rato preguntó:
-‘¿Ustedes a dónde van?’
-‘A Villa Devoto’, le respondieron.”
Explicó después: “…cuando hablamos del derecho de resistencia no nos referimos al hecho de tomar las armas. Eso no es lo que queremos, porque el pueblo siempre se las ingenia para finalmente imponer su voluntad.
Por ello, a quienes dicen que todas estas prescripciones harán que el futuro golpista no quiera dejar nunca el gobierno, les pregunto si algún golpista dejó el gobierno por propia voluntad o si se fue diciendo ‘tienen razón’ /…/ Son los hechos, la historia y las resistencias visibles e invisibles las que de alguna manera derriban, doman y vencen el espíritu golpista.”
Defender la democracia implica evitar la corrupción…
Refiriéndose a un artículo sobre la ética, dijo el convencional Cafiero, en aquella memorable sesión del 13 de julio de 1994:
“…si queremos conservar esta forma de gobierno, uno de los males de la democracia que deberemos atacar es el de la corrupción, que es lo que un autor moderno denomina como la cleptocracia. Justamente en este mal que se extiende por las democracias más avanzadas, por las menos avanzadas y por las más subdesarrolladas los enemigos de la democracia encuentran el elemento en el que basar sus críticas a un sistema en el que no creen psicológica, social ni políticamente.
Por esa razón, considero que la inclusión de esta cláusula constituirá una señal que los constituyentes del ’94 le enviamos a toda la sociedad argentina. Nosotros somos los primeros en asumir el reto de la lucha contra la corrupción; nosotros somos quienes queremos que en el documento máximo que estamos reformando se inscriba el principio de que sin ética no hay democracia y que con corrupción vuelve el totalitarismo. Subrayado aquí.
Por eso decidimos incluir este artículo; sabemos que tal vez lo hicimos bordeando los límites de la ley 24.309, pero estamos convencidos de que va quedar como una conquista de esta Convención cada vez que se diga que la corrupción tiene un sentido atentatorio contra el sistema democrático, al igual que la sedición. Estos son dos delitos de los que todos nos queremos defender, porque atentan contra el sistema democrático. De ahí la inclusión de la cláusula que estamos considerando.”
* * * * * * * * * * * * * * * *
Opiniones del convencional Dr. Horacio Rossatti Piedra Buena.
Considero interesante reiterar aquí, lo expresado durante la sesión del 13 de julio de 1994, por el convencional santafesino Dr. Horacio Rosatti Piedra Buena, acerca de “la democracia” y sugirió que “nos preguntemos qué perdemos cuando nos quedamos sin el sistema democrático.”
Desde su punto de vista:
“…Cuando perdemos el sistema democrático, más allá de interrumpir un conjunto regular de normas jurídicas, estamos perdiendo la oportunidad de discutir. Cuando perdemos el sistema democrático nos quedamos sin la posibilidad de hablar de nuestras preferencias, de conocer y de enriquecernos. Si no tengo con quien debatir mi verdad, voy a considerar que mi verdad va a ser la verdad para todos. A su vez, si mi prójimo no tiene con quién debatir su verdad va a creer que la suya es la verdad, a secas, para todos. Cada uno desde su posición, sin poder interrelacionar nuestras pequeñas verdades, se enfrentará con el otro creyendo que tiene la verdad absoluta.
Es decir que la interrupción del sistema democrático elimina la posibilidad del enriquecimiento y el ejercicio de la tolerancia. Diría más: quita la posibilidad y en esto recojo lo que se ha dicho por parte de la doctrina en cuanto al valor epistemológico de la democracia de tener decisiones y preferencias debatidas, escuchadas y mejoradas sucesivamente por quienes participan en esta comunidad.
Seguramente si no acepto las verdades del otro me enfrentaré con él para proponer mi propia verdad. Esto ha ocurrido en la historia argentina desde 1930, con excepciones que no hacen sino confirmar la regla. Si existe una devaluación personal grande por el hecho de no poder debatir y compartir mis ideas con el otro, la devaluación social es mucho mayor porque lo que se pierde es la solidaridad y el tejido conectivo que permite a una comunidad sentirse partícipe de un destino común.
El ser humano que no puede conversar sus cuestiones públicas y políticas con sus semejantes en una comunidad porque se lo ha privado del sistema democrático, puede refugiarse en su vida interior, en su ‘hobby’, en sus familias y en sus amistades; en cambio, la sociedad no tiene este tipo de refugios y ve irremisiblemente perdida la posibilidad de construir libremente sus preferencias, la de discutir cotidianamente sus valores y la posibilidad concreta de elevarse.”
En torno al “derecho de resistencia”…
El convencional Dr. Rosatti Piedra Buena, manifestó que “de ningún modo la inclusión del derecho de resistencia a la opresión puede ser visto como un cheque en blanco para atentar libremente contra los poderes del Estado, sino todo lo contrario, para que la propia comunidad sea el sujeto jurídico final de defensa de las instituciones.”
Insistió en que la inclusión de esa cláusula, “está dada en función del valor que los argentinos le otorgan a su norma fundamental, razón por la cual no constituye una apología del golpe de Estado o de la guerra civil, sino todo lo contrario.
En cuanto a la cláusula sobre la ética, considero que es un avance. Por supuesto que podríamos ver la parte vacía del vaso, pero preferimos ver la parte que está cubierta y señalar que es un verdadero avance respecto de la situación actual. Digo esto porque entiendo aquí ya se ha dicho que al sistema democrático se lo agravia tanto cuando se procura asumir los cargos públicos por mecanismos diferentes, como cuando desde el mismo sistema se incurre en actos de corrupción que violan la forma republicana de gobierno.”
(Lecturas y síntesis: Nidia Orbea de Fontanini. 1995.)
[1] Jerzy Kosinski (1933-1991). Nació en Lodz -Polonia-; allí vivió y estudió hasta que en 1957 decide emigrar a Estados Unidos donde elaboró su obra en inglés. Se ha reiterado que es un viajero que pasa de un continente a otro, viaja por países europeos e hispanoamericanos. Fue profesor en las Universidades de Yale y de Princetown.
Se suicidó en 1991.
Obra literaria y distinciones: En 1968, por su libro Pasos recibió el Premio “American National Book Award”. Algunos dicen que es una novela, otros que es un volumen de cuentos, son relatos casi autobiográficos donde confluyen experiencias y sentimientos que están latentes en la memoria del autor, vinculando su terruño natal y el nuevo espacio adoptado para seguir viviendo… En Francia le otorgaron el premio al mejor libro de autor extranjero por El Pájaro pintado (1965); después publicó Cockpit, Cita a ciegas, Juego de Pasión… En 1975 logró una difusión internacional con Bienvenido Mr. Chance (Being There, 1971) y por la adaptación en guión para una película, obtuvo un “Oscar”. Presidió el Centro Americano del Pen Club”. Participó en organizaciones no gubernamentales en defensa de los derechos humanos y dirigido por Warren Beatty, en el film Rojos interpretó el rol del revolucionario Zinoviev. La editorial Seix-Barral editó “En busca de Goddard”. Una de sus obras destacadas por las frecuentes citas es Desde el Jardín, por la que recibió el Premio como mejor guionista, que anualmente otorga la Corporación de Escritores de Norteamérica. (Lecturas de NOF. 1994.)