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Siglo XVII – Buenos Aires… ciudad, puerto, poder.

1650 – Traslado de la ciudad de Santa Fe.

1810-1910: Buenos Aires y la concentración del poder.

Siglo XX: representación y poder.

 

Sabido es que un territorio vasto plantea distintas dificultades no sólo para las comunicaciones, también para el gobierno.  Así sucedió en la época de la conquista española, cuando la Gobernación del Río de la Plata abarcaba distintas poblaciones, desde el Atlántico hasta más allá de la cordillera de los Andes y desde el sur, destacándose el puerto de Santa María de los Buenos Ayres y diversas ciudades hacia el norte, a ambos lados del río Paraná hasta llegar al puerto de Asunción del Paraguay y zona circundante.

Las naves que llegaban desde distintas latitudes generalmente anclaban primero en el puerto bonaerense y así comenzó su original historia, porque fue una ciudad que creció favorecida por el puerto, circunstancia que también determinó una concentración del poder.  Tanto en libros de historia como de literatura, hay información acerca de la presencia de contrabandistas, de buques dedicados al tráfico de esclavos y así fue como estas colonias de América empezaron a crecer con desigualdades, con privilegios y en algunos casos, la excesiva tolerancia aseguraba la impunidad.

En el extremo sur de América, diversos factores fueron provocando la declinación de Asunción y en 1597 le propusieron al rey de España que dividiera en dos la gobernación del Río de la Plata, estableciéndose como capitales los mencionados puertos: el de Buenos Ayres y el de Asunción.

Así lo decidió el rey Felipe III, al firmar la Real Cédula del 16 de diciembre de 1617 creando las gobernaciones del Río de la Plata y la de Guairá, más reconocida como gobernación del Paraguay.  Desde ese momento se acentuó el poder de Buenos Aires donde comerciantes y contrabandistas acordaban sus negocios generándose también conflictos por intereses económicos con los portugueses.  Desde España llegaba ayuda para defender sus posesiones y las luchas armadas afectaban también a los habitantes honestos que nada influían en aquellas administraciones.

La cédula real de 1617 estableció los límites de la jurisdicción de Santa Fe -sólo un distrito de la gobernación de Buenos Aires-, abarcando parte del actual territorio y el entrerriano hasta el río Uruguay.  En aquel tiempo, además de los problemas derivados de la pérdida de tierras y las lógicas reacciones de los indígenas, en Santa Fe debían protegerse de los barcos que navegaban por los anchos ríos con propósitos de invasión y de dominio. La ambición de quienes gobernaban este territorio americano, tanto portugueses como españoles también provocaba otras dificultades, porque concentraban las fuerzas para la defensa y la provisión de víveres y armamento en sus capitales dejando desprotegidas a las restantes ciudades, pueblos y fuertes.

1650 – Traslado de la ciudad de Santa Fe

No fue por casualidad que el 5 de octubre de 1650, el Cabildo santafesino dispusiera el traslado de la ciudad de Santa Fe que había sido fundada a orillas del río Quiloazas -el 15 de noviembre de 1573- buscando un lugar más al sur y también apto para servir como puerto.   Así fue como en “el rincón de la estancia de Juan Lencinas” se concretó la distribución de tierras y comenzó la edificación para el traslado de personas y de bienes.  Tales tareas abarcaron una década y el 31 de diciembre de 1662, por Real Cédula se satisfizo el pedido de los vecinos y Santa Fe fue reconocido como Puerto Preciso.  Desde entonces, quienes conducían las embarcaciones que navegan por el río Paraná tenían que  detenerse en Santa Fe para ser registrados todos los datos, incluso las pertenecientes a la gobernación del Paraguay.  Además de favorecer las recaudaciones, esa decisión contribuyó a estimular a los artesanos y artistas, porque podían exponer sus trabajos y venderlos a los circunstanciales viajeros.  El mayor impulso resultó evidente en las operaciones comerciales porque la mayoría de los productos de las zonas del oeste, incluso de Perú y Chile -también los de las misiones jesuíticas-, llegaban hasta ese Puerto Preciso y lógicamente para eso, se movilizaban las tropas de carretas que constituían una incipiente red de transportes.

(Es interesante lo que reitera el historiador Leoncio Gianello: “según dato aportado por el Dr. Juan Álvarez, el empadronamiento realizado en 1759, registraba más de 900 carretas viandantes contando tan sólo las de Santa Fe y Coronda”.)  [1]

1810-1910: Buenos Aires y la concentración del poder…

Mientras tanto, Buenos Aires seguía creciendo porque proveían de mulas y ganado, necesariamente las embarcaciones tenían que volver a navegar por el delta y hacer una escala en ese puerto antes de avanzar hacia el océano Atlántico.

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Después del 25 de mayo de 1810, resultó más evidente el poder establecido en Buenos Aires.  Frente al Cabildo de aquella Plaza Mayor se manifestaron algunos vecinos y quedó constituida la primera junta de gobierno dependiendo de los pregones o de los chasquis que tuvieran tales noticias en las restantes poblaciones.  Si el perseverante brigadier Estanislao López no hubiera defendido el territorio santafesino de los frecuentes ataques de las fuerzas armadas que respondían al gobierno de Buenos Aires, otro habría sido el límite sur de la provincia invencible porque el sur era frecuentemente invadido y para alejarlos, se tuvieron que invertir enormes recursos humanos y materiales.  El caballo era la víctima primera, porque morían después de enormes esfuerzos o en los campos de batalla y en esa lucha cuerpo a cuerpo, también caían heridos o morían, jóvenes indios y gauchos obligados a pelear debido a las ambiciones de poder de integrantes del mismo país.

Cuando se sancionó la Constitución Nacional, Buenos Aires había decidido separarse del resto de las provincias unidas del río de la Plata y reconoció ese texto constitucional al ser declarada capital de la República.

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A fines del siglo diecinueve ya se acentuó esa concentración de poder porque se fueron contratando las obras de construcción de vías y estaciones de ferrocarriles, todas partían de la ciudad de Buenos Aires como si fueran las varillas de un asombroso abanico.

Mientras en las provincias vivían los que disponían de abundantes bienes y quienes soportaban la muerte de sus hijos durante sus primeros años de vida, en Buenos Aires prepararon los festejos del Centenario recibiendo a invitados especiales de reinos y naciones de distintas latitudes.

Siglo XX: representación y poder…

En el Congreso Nacional están representadas todas las provincias y si se pudiera reproducir lo que consta en los diarios de sesiones, se podría diferenciar quienes realmente han sido los representantes del pueblo y quienes durante tales períodos se han dedicado más a la acción política partidaria, ya que es sabido que la trama de los comicios, necesita de una urdimbre que se va preparando lentamente…

Con otras características, se mantuvo esa tendencia durante las cuatro primeras décadas del siglo veinte y en la siguiente, el desarrollo industrial amplió las posibilidades porque desde distintas provincias se trasladaron a Buenos Aires grupos familiares que en algunos casos, ni siquiera disponían de una vivienda ni de recursos  para establecerse. Así fue como en los suburbios vivían como podían, los hombres trabajaban como jornaleros generalmente en la construcción o como auxiliares en diversas explotaciones comerciales e industriales.  En los censos, en los resultados de sucesivos comicios, Buenos Aires señalaba con cifras cuál era su posición con respecto a las otras provincias.

El resultado paradojal ha sido que otros  provincianos -e inmigrantes- han incrementado la población de Buenos Aires y aparentemente, cuando la nostalgia los acosa demasiado, expresan alguna evocación sobre sus orígenes pero esa actitud, resulta insuficiente para revertir el excesivo proceso concentrador que en varias oportunidades se ha intentado limitar proponiendo el traslado de la capital federal.

(Han sido trámites fugaces, tal vez alguna interesante especulación que derivó en negocios inmobiliarios…

Pero si se avanza en esa dirección, habrá que escribir varios capítulos, seguramente varios tomos…)

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A comienzos del siglo veintiuno, ya nada asombra… “si algo se sabe”, acerca de historias  de la Historia de los argentinos

Síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

[1] Gianello, Leoncio Doctor. Historia de Santa Fe. Buenos Aires, Plus Ultra, 1978, 3ª edición, p. 85.

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