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Hugo Mandón  (1929-1981)

Aproximación a su trayectoria.

Libros editados.

De su legado poético.

“…por qué escribo…”.

Enumeración del dolor.

De mariposas.

Aves.

Cesa la lluvia.

Pájaros.

 

Aproximación a su trayectoria…

Hugo Mandón nació en 1929 en Larrechea -provincia de Santa Fe, República Argentina- y falleció el 11 de febrero de 1981 en Santa Fe de la Vera Cruz, capital de esa provincia.  Uno de los fundadores del Grupo “Adverbio”  junto a Gastón Gori, Miguel Brascó, Muñoz Unsain, Francisco Paco Urondo y José María Cocho Paolantonio, entre otros.  Primer presidente de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores, filial Santa Fe).  Dedicado al periodismo, elaboró libretos y participó en programas de LT 10 “Radio de la Universidad” Nacional del Litoral.

Libros editados.

  • “De la isla triste”
  • “Vengo de andar país”
  • “La gente y su sombra”
  • “Sutil y de aguas dulces”, poemas inéditos que la escritora Silvia Braun de Borgato seleccionó para la publicación realizada con la colaboración de Horacio Rossi, después de su Último Vuelo… [1]

Quienes se acercaron hasta su hogar en la esquina noroeste de Ituzaingo al 1600, han podido celebrar un encuentro con la palabra y a partir del ’76 han sentido también la incertidumbre que lo acosó en ese tiempo.

Al comenzar la década siguiente, el cáncer avanzó y una  vez más determinó el instante final de sus luchas y de sus obras.

De su legado poético…

Hugo Mandón, en febrero de 1981 -últimos días de su padecimiento debido a esa extenuante enfermedad-, necesitó confesar:

“…por qué escribo…”

 

“Si me preguntáis por qué escribo, debo decir que lo hago en procura de que despierten campanas desconocidas y en silencio que creo habitan en destinatarios eventuales; en procura de que tales campanas suenen y en su repique quieran unirse a mis campanas echadas a volar cuando escribo.

 

Y entre tales eventuales destinatarios incluyo, naturalmente, a la gente que amo y que está más cerca de mí.  Y lo hago, precisamente, porque mucho de lo que amo de ella me es desconocido, día a día presentido pero acompañado por la seguridad de que jamás será de mi conocimiento y dominio.  Y es a esa porción amada y desconocida de mi semejante adonde recurre mi poesía y también, ¿por qué no decirlo?, muchos de mis actos y mis palabras habituales.

Además, esta intencionalidad, me evita el riesgo de componer oraciones amenas, una de las enfermedades infecciosas más graves de la Poesía.”

                                                                                     Febrero 81.

 

(En Sutil y de Aguas Dulces. p. 147)

 

 

En esta reiteración, está implícito un homenaje a su trayectoria…

 

Enumeración del dolor

“para Nydia, conmovida” -su esposa…

(En Sutil y de Aguas Dulces. p.95)

 

Puedo esta noche enumerar el dolor

porque me lo han narrado en la vieja sollozante

esta mañana, sin casa, sin muebles, sin perros

esta mañana y para siempre

extranjera casual sin pasaporte en el país de la Caridad

árbol solo a partir de hoy en el erial de piedra apática

en la indiferencia  helada del vidrio empañado, en el fondo de los

caminitos que acercan a los cementerios

vieja sin perros, sin la madera apolillada y respetable

sin la enredadera que una vez floreció azul y el mate caliente

chico como un puño vivo en la bombilla de los besos

de la palabra, de la saliva sin uso, de la tarde desmayada vieja

sin gente ni cerca ni a la distancia, bandera doblegada

toda la vida, un universo según se dice, desgarrado,

roto, náufrago sin nombre en la islita de un pasillo sin voces,

sin pasos

 

puedo enumerar, no las lágrimas porque ellas son fugaces

pero sí, los espacios silenciosos entre los hipos del dolor

los paréntesis entre los vagones del recuerdo

bostezos de paisajes domésticos una vez compartidos

una vez creídos definitivos y sobados con tibieza

una cama vetusta donde alguien murió y otro nació sin querer

un ropero con el espejo quebrado por un signo maligno

perchas sin ropa, un reloj despertador roto, un cuadro musgoso

quizá un apagado florero, un resto de regalo de bodas

para siempre sin flores, amarillento como la piel de un muerto

 

y puedo seguir, indefinidamente

porque indefinida, profunda, extensa es la tristeza

universal en la cabeza inclinada del hombre frente a ella

y trémulas sus pobres manos secas

cuando las tiende, en la oscuridad, hacia otra mano

en este caso la mano vieja sollozante

ya sin casa, sin muebles, sin perros

a punto de quedarse, oh desolada, sin historia

sin siquiera un fantasma de la que fue su identidad.

 

Agosto de 1979.

De mariposas

“para Laura S. Mandón” –su hija…

(En Sutil y de Aguas Dulces p.94)

 

Hay quienes infortunadamente incurren en el frágil

destino de ciertas mariposas de la noche.

Fascinadas irresistiblemente por lámparas engañosas

se precipitan hacia las llamas implacables.

Luego, de la vitalidad del color palpitante de

aquellas mariposas quedan

insignificantes cenizas, polvo estéril que el viento

lleva prontamente.

Las lámparas prosiguen ardiendo.

 

Aves

(En Sutil y de Aguas Dulces p.128)

A la hora sombría del ocaso ayer

yendo hacia la noche del oeste

por sobre mi balcón pasaron aves negras

volando con disciplinado cansancio.

 

Entonces pensé en funerales y silencios

sucedidos en un perdido y lluvioso pueblo del otoño.

 

Hoy, a la primera hora, otras aves

cruzaron el cielo de mi casa.

Eran blancas y volaban con ímpetu y desorden hacia el sol

pensé entonces en cosechas, en muchachas, en sandías

mientras crecía la ebriedad de la  mañana.

 

He demorado más de un día

en darme cuenta de que eran aquellas mismas aves.

 

Cesa la lluvia

(En Sutil y de Aguas Dulces p.42)

Cerrar el libro otra vez

encender el cigarrillo sin placer

 

mirar el humo azul de pura pereza

mirar la puerta cerrada, bien cerrada

tomar la copa y beber el fuego efímero

no tener ya nada que hacer

ni siquiera esperar

afuera cesa la lluvia

se piensa descuidadamente

‘los paraguas gotean’

o bien ‘en la tierra negra brotarán los hongos’

no abras nuevamente el libro

apaga el cigarrillo, no mires la puerta

no bebas, no esperes

no pienses en paraguas ni hongos

la lluvia ha cesado

eso es todo.

 

(Con el decir de Horacio Rossi:

“…Hugo Mandón habita cada hermano. Está aquí.  Aquí está.  Podemos sonreír y decir: gracias.”

Miro la contratapa de un libro y veo su fotografía: está una vez más con sus gruesos anteojos, observando… y fumando, como era su costumbre.  Necesito releer otra escritura suya de febrero de 1981:

Pájaros…

En cada parábola que emprende el pájaro / su vida está jugada al azar / Y el pájaro pierde / y así es como se producen largos, tenues arcos de silencio / a través de las tardes y los aires sosegados.

Y si bien es cierto que el pájaro será otra vez / renacido, bullicioso, aleteante / por el nuevo vuelo proyectado, ineluctable / no lo es menos que el pájaro habrá de morir de nuevo.

Así es cómo el pájaro resume muertes innumerables / acopia muertes de otros pájaros y también de hombres.

De estos nadie sabrá jamás si viajeros extraviados o sombras vacilantes expulsados de la ciudad amurallada.”

¡Gracias por tan bello legado!…

Nidia Orbea Álvarez de Fontanini / 2001.

 

[1] Mandón, Hugo. Sutil y de aguas dulces. Santa Fe de la Vera Cruz, sin fecha, Equipo Editorial Secretaría de Prensa y Difusión de UPCN – Unión del Personal Civil de la Nación, Santa Fe-; Colección Papiro Azul -idea y autores seleccionados por Silvia Braun de Borgatto- de ADEIS: agrupación de escritores independientes santafesinos.

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