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Elsa Amanda Hufschmid

Elsa Amanda Hufschmid.

Datos en una “biblioteca virtual”.

Julio de 2000.

En el rumbo de la Educación por el Arte.

Ya falta poco.

Despertar

Carta a alguien solo.

Encuentro en la “Asamblea”.

Generosa entrega.

Maestra.

Testamento.

Llora conmigo, vecino.

Frida Kahlo.

Hoy, 26 de agosto del 2003.

Certeza

Agosto de 2004: tarde luminosa.

Manos.

No me olvides.

Ruego.

 

Datos en una “biblioteca virtual”…

Recorriendo la biblioteca virtual, a fines del siglo veinte es posible encontrar algunas señales dejadas por Elsa Amanda Hufschmid, en el camino entre la ribera y el Infinito:

“Nací un 8 de diciembre de algún año de este milenio.

Hace seis años me di cuenta de golpe que no era nadie, que nada había hecho por mí. De pronto estaba más sola que una lechuga, y para peor con bastantes años sobre mis arrugas…

Decidí que mi diván de psicólogo estaba en una biblioteca, y comencé a descifrar mediante escritores, buenos o mediocres, quién podía ser y que podía hacer, al vivir cien vidas y meter en mi imaginación todo lo maravilloso e insólito que me descubrían…

Supe que nada sabía y que hasta el final la lectura sería mi amiga fiel.

Hoy cometo una infidencia, quiero ser escritora, quizás escribiré mi primer novela titulada: ¿Quién soy?”

 

 

Julio de 2000…

Elsa Amanda Hufschmid participó en las actividades del Taller Literario Temps era Temps, coordinadas por Sergio Ferreira y Amor Perdía Amati.

Al final del prólogo del libro editado por el Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral durante el mes de julio de 2000, esta advertencia:

“…Como en toda la literatura antigua, la ‘preparación de las armas’ es un capítulo importante y singular para la batalla que luego vendrá. En el taller se preparan las armas, se conocen sus filos, el efecto devastador de sus golpes, aprendizajes necesarios para el combate personal con la palabra y la hoja en blanco (después Temps dirá).” p. 8

……………………………………………………………………………………………………….

 

Elsa Amanda Hufschmid en la primera página de su libro De mí… reiteró esas señales acerca de su trayectoria.

 

 

En el rumbo de la Educación por el Arte…

Junto a la escritora Idilia Vouilloz, condujo el Taller Literario “La Madeja”, los días jueves, en la Biblioteca del Centro Español de la capital santafesina.

Durante la Asamblea de la SADE (Soc. Argentina de Escritores, filial Santa Fe), a fines del año 2003, fue electa Vocal 3ª.

 

No ha sido por casualidad que las íntimas pulsiones de Elsa Amanda hayan completado la trama donde perduran estas señales:

 

Ya falta poco.

 

Solo días te faltan para ya, algún minuto,

de algún 31, de algún diciembre,

parirás, remanido segundo milenio.

¿Qué sangrante monstruo saldrá

de tu vientre?

Tu alarido desgarrador se multiplicará

en la intimidad del arenal,

en cada ínfimo átomo de aire.

Temblará la tierra de Sarajevo

recién fertilizada con huesos y sangre.

¿Parará un segundo la hambruna universal?

Los poderosos ¿buscarán en su interior,

con la secreta esperanza de hallar una víscera útil?

¿O simplemente entraremos al 2000

con toda esta magra y sucia realidad.

Con esta profunda y guardada expectativa

de cambiar algo.

Algo, aunque sea muy pequeño, mínimo.

Le exijo a la vida me permita

participar de algunos de estos cambios.

Le ordeno a mi corazón salir indemne

de este parto cercano.

 

Despertar

Me arrullaba la delicia

del líquido en una panza.

Llegaba, tenue, una nana creada para mí.

A veces, algo crispaba sus sueños.

Un día, negros tacones, movieron,

violentos, mi cuna inviolada.

El grito ahogado, la carrera loca

y entre balazos, un ¡ALTO!…

… luego la nada.

No eran las voces, sus voces,

no eran las manos, sus manos.

No hubo pechos tibios con leche dulzona.

Esta no es mi sangre, ni éste mi nombre.

Me miran ojos de otro color,

y mecen brazos con otro olor.

Y creceré con una sombra pegada a mí,

y soñaré con susurros de voces distintas,

y seré casi hombre, yo y la sombra.

Un día, un resplandor, un estilete penetra en mi cabeza,

la verdad se funde con la sombra y mi cuerpo,

y formamos un solo ser, gigante y ansioso de saber,

hallar, oler, encontrarse con fantasmas,

lastimar sus rodillas, sangrar las uñas

removiendo tumbas.

Y comenzar.

Por fin.

Desovillar muy lento y a tramos, la historia.

 

Carta a alguien solo.

Esta carta no tiene destinatario, ni dirección alguna.

La escribo, subo en lo alto de un edificio y dejo que el viento la deslice a su antojo por las calles o plazas, o quizás, con mucha suerte rodará por la arena de alguna lejana playa.

Y dice así:

A vos te digo, hermosa persona, de figura lánguida, ojos ardientes, boca sensual, manos inquietas, llenas de urgencias. Mírate bien, siente con pasión y comprobarás todo lo bueno que te pasa.

Piénsate deseada, joven, vital.

Mientras lees esta carta, estaré mirándote, desde un átomo de aire, endereza tu espalda, mira hacia el frente, pon con firmeza tus zapatos en la tierra y arremete contra el viento, sin acomodar tu pelo, que ondee libre; cierra tus puños y créete que lo que lees alguien lo escribió pensando en vos, quizás, amándote.

Estoy segura, que la desdicha de ayer y las lágrimas de anteayer, y el hambre de amor de la semana pasada, se irán borrando muy lentamente y esa sonrisa que se amplía y ese correr hacia no sé dónde será la mejor posdata de ésta mi última carta.

Yo

Encuentro en la “Asamblea”…

Verano de 2004: renovación de autoridades en la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) Filial Santa Fe.  Reunión informal convocada por la presidenta Prof. Alba Yobe de Ábalo, realizada en el Club Social Sirio Libanés y momento en que leí otra vez el nombre de Elsa Hufschmid, sin poder conocerla personalmente porque no había podido asistir.  El propósito de ese encuentro era completar la elaboración de la lista que se debía presentar de acuerdo al Reglamento y ella sería una de las integrantes.

Recién el día de la Asamblea pudimos dialogar brevemente al finalizar ese acto. Enseguida percibí la confluencia que vinculaba distintas historias: nuestras familias estaban relacionadas desde las primeras décadas del siglo veinte.  No fueron necesarias más palabras porque se impuso la elocuencia de los hechos y de algunos silencios…

Después, extensas conversaciones por teléfono y un evidente entendimiento durante una tarde compartida en nuestro hogar, donde la madreselva y el jazmín no son sólo dos enredaderas, sino un símbolo…

(En el álbum familiar siguen estando en blanco y negro o en sepia, antiguas fotografías con rostros de personas con quienes las dos hemos recorrido algún sendero, en diferentes circunstancias.)     

Generosa entrega…

Es el comienzo de marzo. Suena el timbre y el mensajero avisa que trae un sobre.  Pido que lo deje en el buzón y enseguida lo retiro, me emociona saber que es otra respuesta de una amiga del alma… Leo su esquela y ordenadas cronológicamente las páginas con sus poemas, logro que otra pausa me ayude a crecer desde este lugar donde convergen el sosiego y el asombro.

Maestra

(Dedicado a Cristina Pepe)

Disecadora de palabras, desmenuza sus savias

Y algo más.

Maestra del verbo, nutre su espíritu

trasmitiendo su saber.

Se desliza gozosa sobre los decires de Lorca

y los laberintos griegos no le niegan sus dioses.

Los poetas la eligieron,

los escritores susurran en su oído

las recetas de sus manjares,

que ella saborea y comparte

con los hambrientos de esa ambrosía

que es la Literatura.

Muele muy fino la roca

hecha de frases o conjuntivos,

dejando que la arena

fluya lento entre sus dedos.

Siempre un polvillo,

dorado y volátil escapa al viento

y aquí estamos, tus escuchas,

esperando.

Febrero 2002.

Testamento

Por si la insobornable Muerte,

que no sé porqué es femenina,

ni me interesa averiguarlo,

se le ocurriera llegar en estos días,

éste es mi deseo.

Y que se cumpla.

Es una orden.

Trasladarán mi cuerpo hasta una isla,

y junto a un ceibo o espinillo,

abrirán la fosa.

Desnuda entre las raíces, retozarán los humores,

y mis huesos escaparán por los poros de la tierra

en coloridas fosforescencias.

Mi placer por la vida será absorbido por la savia,

y llegaré hasta las puntas de las espinas

o el amarillo del polen, con él iré en picos

y plumas, hasta otro árbol,

que me recibirá goloso.

Convertida en pétalos recorreré lugares,

pedazos de mi piel, adherida en hojas,

reciclada en humus, realimentaré brotes y semillas.

Y otra vez, allá iré al sol,

a la lluvia, al viento, al mundo.

Ésta será mi zancadilla a la MUERTE.

A esa larga y misteriosa segunda vida,

que espera allí, agazapada,

a carcajadas secas y crueles,

segura de mi llegada.

Diciembre 2002.

Llora conmigo, vecino.

 

“Llora, oh, llora,

porque hemos perdido

la nación azteca…”

 

Así habló el antiguo poeta.

Llora, vecino, llora,

porque hemos perdido

parte de nuestra historia,

nuestros recuerdos, parte de nuestra esencia.

Estaba en papeles, cartas, fotos, documentos,

muebles, libros, años de trabajo.

Perdimos la belleza de nuestras flores,

las mascotas compañeras.

Despide con dolor y rabia

cada pedazo

que amontonas en la calle.

No intente desembarrar ese diccionario,

ni el Martín Fierro,

ni aquél primer poema tonto a la luna.

Llora, vecino, te espera gran trabajo.

No volverá la emoción

de mirar las fotos de tu boda, la primera sonrisa de tu nieto,

los rostros en sepia de tus abuelos.

Llora, las lágrimas salarán tus penas

pero darán fuerza a tu espíritu.

Y renaceremos.

Hoy el agua es enemiga sin culpa.

Su sino es avanzar,

pero también enriquecer la tierra.

Guarda en su seno el mayor tesoro.

No la odies.

Vuelve a la lucha.

También es nuestro sino.

Estamos vivos.

No falta más.

Mayo 2003.  [1]

Frida Kahlo

Hay una belleza infame en su rostro,

arrogancia, desafío, lucha.

Lucha por ser mujer,

pero vivir libre como el hombre.

Odia y ama sus dolores.

Desata tormentas su cuerpo.

Las perfectas líneas americanas

de su cara de princesa maya,

causa revuelo en los espíritus.

Heredó de su padre germano,

resistencia, vigor, empeño.

Del duro México

la morbidez de sus formas,

la innata sensualidad que desmayó

sensatez y cordura de hombres y mujeres.

Reconocidos políticos y artistas

sucumbieron ante su presencia,

arrolladora y libertina.

Con su sino de huesos rotos,

años de sufrimientos presa de corsé de acero.

En sus autorretratos gritaba al mundo

el padecer sin concesiones.

Nació con el fuego de la revolución de Zapata.

Un dios de Oxaca la dotó de sensualidad y pasión.

La Frida es América joven y pujante,

que reclama con urgencia por sus exuberantes riquezas.

La Frida es la MUJER que exige,

vehemente y generosa,

un lugar que en siglos le fue negado.

Junio 2003.

Hoy, 26 de agosto del 2003

Martes. Un día más en optimista básico.  Un día menos en odioso pesimismo.

Pero no igual a otros; es muy especial.

Tendríamos el privilegio absoluto, en millones de años futuros, de tener cerca, por única y absoluta vez, para los habitantes de este globo, convulsionado e inseguro, al planeta Marte.

Al rojo e ignoto planeta que tiene muy alterados a ciertos personajes.  Nadie comprende, nadie entiende porqué, con todos los enigmas sobre salud, hambruna, guerras, injusticias y muertes inocentes, a enfermos mentales que ocupan los poderes mundiales, se les ocurre gastar dineros, energías, materia gris, en averiguar qué contiene.

¿Y si sus habitantes son más ambiciosos, más crueles y mezquinos que nosotros?

Lo averiguarán los seres que dentro de millones de años gocen de este aire perfumado, de este cielo azul negro y de esa enorme estrella rojiza que hoy estoy mirando con bastante indiferencia.

Sólo el frío intenso que cala mis huesos.

(Concurso “Ocurrió Hoy”

Municipalidad de Venado Tuerto (Santa Fe).

“Mención de Honor”.)

Certeza

Un desafío a mis dudas,

amarte… necesitarte,

un desafío a mi corazón.

Reto a mis incertidumbres.

El raro desasosiego de los anocheceres,

mi espalda desnuda de tus abrazos,

desprotegida… desangrada.

Un desafío a mis convicciones

la soledad es buena compañía,

sin amor se vive igual

palabras… palabras…

Falta la tibieza de una mirada,

las manos transmitiendo calor.

Una palabra justa que llena un vacío,

tu presencia, allí, al alcance de mis ojos.

El sutil… invisible hilo que nos sujeta.

La distancia que transparente emociones,

sensaciones y pensamientos.

Y esas dudas que desvanecen,

que van apagando una a una.

Incitan… apuran… exigen,

el regreso.

Agosto de 2004: tarde luminosa…

Una vez más, en la confluencia del amor y de las evocaciones, junto al árbol casi en letargo, sigue generándose la latencia de los brotes nuevos y así nació “De mí…”

“Ecos de íntimas vibraciones

compartidas cerca de un generoso hombre: Silvestre Hufschmid”…

 

Casi en la mitad del recorrido, dos poemas señalan un rumbo certero:

Manos.

Beso tus manos, mi nieto,

tibias y suaves.

Las apoyo en mis labios,

mientras miro tu cara,

una lágrima emocionada, también asoma

a gozar de tu sonrisa.

¿Qué destino hay en tus manos?

Se ensuciarán con tinta de colores,

barro, arena, aserrín o carbón.

Manejarán aviones, barcos, bisturíes,

computadoras o simples bicicletas.

Ensuciarán paredes, bailarán, trompos,

escribirán poemas, hojearán libracos,

acariciarán mujeres.

Firmarán actas, recibos de sueldos,

alzarán hijos, nietos y contarán con tristeza

la flácida jubilación.

 

Y un día muy lejano… yo no lo veré,

se cruzarán sobre el pecho, arrugadas y cansadas,

y volarán hacia mí.

 

En un lugar de ensueños,

debajo de un árbol pleno de flores azules,

mis manos recibirán las tuyas

y sonreiremos, felices.

No me olvides

Cuando veas una cejita del sol

asomando sobre la isla,

y mires la luna bailar

al ritmo del vaivén del río.

 

Cuando escuches el trino

de esa calandria madrugadora,

y el vuelo rasante de alguna avispa

acompañe tus pasos por la costa.

 

Cuando una triste llovizna

levante un vaho grisáceo

del espejo sucio de las aguas,

y si por si acaso la voz del Nano Serrat

se escuche en el aire del atardecer,

piensa en mí, sólo eso, piensa en mí.

Ruego

Cuando escuchen caer la blanda llovizna,

o sople violento el viento cordillerano,

y las gaviotas del lago dancen graciosas sobre la playa.

 

Cuando la primera nevisca

caiga sobre los grises techos del barrio

y apague las últimas rosas de la abuela,

y sus ojos descubran la primera estrella

en el azul negro del cielo de Bariloche,

piensen en mí.

 

Solo eso, piensen en mí.

 

 

Tras vincular las remembranzas “de la vieja Suiza” con la presencia inalterable de su abuela, Elsa Hufschmid necesitó expresar:

“Chau, Oma ya nos encontraremos, lo sé, estarás sentada en aquel sillón de mimbre, leyendo, debajo del limonero.

Espérame.

(Dedicado a Elizabetha Hass.)”

 

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¡Gracias Elsa, por compartir esta alegría vivir y vibrar…

…este placer de servir!

Nidia Orbea Álvarez.

De mí… sigue su camino.

Rumbo al sur llegó hasta Sauce Viejo, hasta la tierra de los frutillares cerca del río Coronda…

Sólo los duendes saben hasta dónde sigue sorprendiendo, con palabras y sensaciones…

Santa Fe de la Vera Cruz, agosto de 2004.

 

 

 

 

[1] En  la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz, capital de la provincia de Santa Fe, ya el viernes 26 de abril de 2003 se advertía que desde el norte seguía pujante su curso el río Salado.  En el sector noroeste del departamento La Capital ese fin de semana llovió con intensidad y empezaron a inundarse algunas calles.  Las defensas insuficientes y la potencia del oleaje determinaron el inmediato avance del río y el martes 29 de abril -¡día del animal!-, en pocos minutos varios barrios del oeste quedaron cubiertos por las aguas, en algunas zonas el agua cubrió entre diez y cuarenta centímetros las veredas y las viviendas.  Elsa Hufschmid soportó esa inexplicable experiencia…

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