En la punta del bambú un tordo.
Beatriz Vallejos (1922-2007)
Es oportuno reiterar algunos datos recopilados por Mariano Puente y publicados por la escritora santafesina Gloria de Bertero en su libro Quién es ella en Santa Fe, primer tomo editado en 1995.
Beatriz nació en 1922, en Santa Fe de la Vera Cruz, capital de la provincia de Santa Fe, República Argentina. Hija de un farmacéutico que hablaba en lengua “guaraní” y disfrutaba leyendo a los clásicos de la literatura francesa del siglo diecinueve. Así fue como “la introduce en los infinitos dominios de la literatura. No menos poderosa es la influencia de la madre, una italiana que a los quince años debe afrontar la travesía oceánica con destino a estas tierras.
Así es como su padre -jardinero además por vocación-, y la madre, ‘maga en la cocina y diestra en el manejo de las agujas’, influye en la futura creadora.” p. 574-576
Durante la adolescencia egresó de la Escuela Normal Nacional de su ciudad natal. En 1944 obtuvo el primer premio en el “Concurso poeta joven inédito” por su poemario “Alborada del canto”. Residente en Rosario, durante el bienio 1948-1949 estudió en la Facultad de Filosofía y Letras.
Junto al artista plástico Carlos Valdés Mujica fallecido en 1961, había aprendido la técnica “laquista” y en 1962 presentó en Rosario sus primeras lacas, al año siguiente con auspicios de la “asociación de Arte”, en el “X Salón de Arte Moderno” de esa ciudad, en el Museo “Carlos Castagnino”. En 1965 presentó varias muestras individuales en Rosario y su serie “Del viento y del agua”, en el “Simposio Nacional del Folclore” de Cosquín (provincia de Córdoba), donde dialogó junto al investigador y escritor Lázaro Flury acerca de la “Influencia del viento y del agua en la creación folklórica.” Desde entonces, expuso en ciudades de distintas provincias, en el Salón Cultura de Goya y en el Museo de Bellas Artes de Corrientes, donde en 1967 habló sobre “Transparencia y misterio de las lacas”. Dos años después, exhibición individual de sus obras en la Galería “Witcomb” de la capital federal y en el diario “Clarín” destacaron: “…Esa acaso misteriosa alquimia, en que juegan resinas y pigmentos para florar sobre madera con la sensación de un mensaje que está en el tiempo, tiene en Beatriz Vallejos a una extraordinaria intérprete… aflora el espíritu de su litoral a través de un hálito en que están mezclados el color y el aire, el clima y alguna leve referencia a esas cosas de Santa Fe que tan bien conocemos…”
En aquel tiempo desarrolló cursos sobre técnica laquista en escuelas e institutos de las citadas ciudades.
En 1984, expuso sus poemas en el Centro Cultural General San Martín de la ciudad de Buenos Aires. Sus obras fueron difundidas por distintos medios periodísticos, entre ellos los diarios “El Litoral” de la capital santafesina; “La Capital” de Rosario; “La Gaceta de Tucumán” y en la revista “Criterio”.
Sus obras integran varias antologías. “Miguel Brascó, en Antología de la poesía universal al incluir poemas suyos expresa: ‘La poesía de Beatriz Vallejos tiene suficiente dosis de misterio y verdad como para perdurar en la memoria lírica de la provincia. El nombre de Beatriz Vallejos está vinculado a las letras de Santa Fe y Rosario, a las que honra por igual, equitativamente’.”
En la edición del viernes 15 de enero de 1988, el escritor Enrique Butti reiteró lo expresado por Beatriz durante un reportaje:
“…Hay que extraer la palabra del silencio con cuidado. Sólo tomo del silencio las palabras necesarias. El silencio es el padre de la música. El misterio es el hijo de la transparencia.”
Título de obras editadas:
- 1952: Cerca del cielo.
- 1963: La rama del ceibo.
- 1970: Otros poemas. (Mención de Honor Premio “José Pedroni” de la Dirección General de Cultura.
- 1980: Collar de arena.
- 1986: Pequeñas azucenas en el patio de marzo. (Rubén Sevlever, desde el diario El Litoral de Santa Fe, destacó que la autora “va desgranando su mágico espectáculo de atardeceres, vecinos y lugareños, entre flores y animales recónditos que van musitando la subjetiva trama que los anuda en su ancestral pertenencia a un ámbito que la memoria de la poeta testimonio y escenifica… Beatriz Vallejos ‘es’ entonces este patio y ‘vibra’ con las azucenas en ‘ese’ marzo de San José del Rincón.
- 1986: Horario corrido.
- 1986: Ánfora de Kiwi.
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Nuestro amigo Horacio Rossi propuso otro encuentro anunciando que Beatriz llegaría a San José del Rincón.
Sentí que estaba cerca, aunque no dialogaran nuestras miradas.
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Jueves 12 de julio de 2007. En el diario El Litoral de Santa Fe de la Vera Cruz, en las páginas 20-21, publicaron una nota de Roberto Daniel Malatesta titulada “Anudo mi palabra a la suya”, referida al libro “Beatriz” de María Teresa Andruetto. [1]
Releo y reitero algunos párrafos:
“…‘Decidí por una necesidad que me fue manifestando el texto en el mismo proceso del hacer, tomar las palabras de Beatriz Vallejos (muchas veces palabras, algunas veces frases), barajarlas y dar de nuevo, borrando a veces incluso su condición de cita’, dice la autora al final del libro. Y agrega: ‘Aparecieron frases mías’ y ‘vinieron también otros, textos’.
El poema entonces conjuga precisamente un diálogo donde la otea-autora se convierte en poeta-médium, la que deja pasar el lenguaje, la que deja que el poema se conforme abriendo la puerta a las apalabras que llegan de otro sitio a un nuevo sitio, a un nuevo poema.
El poema consta de tres secciones, Ayer, Hoy Coda Andruetto, y esto nos cuenta sus ‘apuntes sobre Beatriz’ al final del libro, visitó, luego de diez años de contacto con su poesía, personalmente a Vallejos. Estos encuentros se realizaron en 2001 en San José del Rincón, y en 2004 en un departamento de Rosario. Indudablemente la primera visita ha sido relevante para el poema, pues allí, en el pequeño pueblo costero, el ambiente lúcido de los poemas de la autora santafesina fue recepcionado con claridad por Andruetto. Colores, sonidos y aromas que conforman la poesía de Vallejos fueron palpados; allí estaba la paleta del pintor con la frescura desbordante, estaba la palabra no escindida de la naturaleza.
El hilo que persigue, esa pureza verbal construye el poema, pese a esto, entre la realidad y el poema no hay fisuras. Decíamos diálogo, decimos confirmación o constatación tal vez, que una garza sola es todas las garzas, que la unidad del todo puede representar esa clave de la brevedad de la poesía de Beatriz Vallejos, esa representación de la vastedad desde lo uno, esa lágrima que hace al río.
Coda es la última y breve sección, en ella se lee ‘un corderito / que vino a comer / de mi mano’. Quizás esto defina a Beatriz: la mano que deja venir y dar.”
Vi y miré, las reproducciones de lacas de Beatriz Vallejo: “La llama” y “Paréntesis ritual”. Sonreí ante la imagen de Beatriz sosteniendo una sombrilla de clara tela sobre varillaje de madera.
En la confluencia de la memoria y las intuiciones, una vez más me conmovieron algunas señales desde “el cerco del cielo”… [2]
¿Por qué en esta breve pausa estoy pensando en Juanele?
¿Será porque en el paréntesis ritual se enciende la llama?…
¿Qué paréntesis? ¿Cuál llama?…
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Leo, releo y reitero, los poemas de María Teresa Andruetto publicados en “Beatriz” y seleccionados por el perseverante Roberto Daniel Malatesta:
Ayer
I
Detrás del cerco de flores,
la mariposa en la pared de cal
y el grito de los teros
(hila la lumbre, Amor, y amanece)
Celia
me guió
por el jardín
entre las cañas.
(¿hasta cuando este ayer?
había retablos en la mesa
y ese poema que habla de la luz
y las naranjas.
En la puerta, ella abrió el Ubajay.
sentémonos aquí,
dijo,
de orilla a orilla,
que está buena la luz para ver.
(alguien levanta un vaso
y resplandece).
Hoy
Con esa edad de Jacinto,
ay, y ese aire vendrán
a verme, en un collar de arena
anudo mis palabras a las tuyas.
Escribo:
tenías, Beatriz, un corderito
y su pelo era blanco como la nieve.
Era, en griego, como la nieve.
Las lacas del Imaginero
con espinas de peces de tu río
y con nácar son ahora souvenires
sobre la mesita.
un corderito tenías
en el idioma de las gárgaras del rocío.
y en el idioma del pan.
¿hay un idioma del pan?
tu pelo es blanco
como la nieve.
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Poemas de Beatriz…
En 1980, Beatriz Vallejos publicó su poemario El collar de arena y es oportuno reiterar lo expresado por Gloria Mende de Bertero en su aproximación biográfica porque “es considerada una de las altas voces del litoral e, incluso celebrada calurosamente por Juana de Ibarbourou’.”
En la punta del bambú un tordo
Flexible la caña
cimbra la proximidad
de la tormenta. Intenso
sobre el gris
el pájaro asentado prueba,
entre las últimas hojas
un extraño amor al viento.
Teje
De la Antología “A la madre”, selección de María Elena Walsh.
Sólo existen tus manos,
la hebra que trae, a cadencia,
el murmullo de un dialecto lejano.
Más allá del mar.
Al pie la mecedora
con la muñeca de ojos fijos
viajo conmigo en tu ovillo.
Yo que soy una flor
en tus laderos de esmeralda
entiendo, mirándote,
el lenguaje de la bruma.
Entre “el soplo y el viento… delanada… SIN EVASIÓN” pulsan en la memoria más señales determinantes de sucesivas claves, mientras “campanas de mimbre” anuncian que “son de agua también las razones de los pobres”. [3]
“Toca andar de silencio
la nota pura.
Duerme del agua
Irupé
Duerme del agua.”
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“De este río la imprecisa luz
que todo lo borra”.
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“Sin más
sin menos
mi poema imperfecto
sin más
sin menos”
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“De mariposas en las sienes
Del confín del día estoy aquí.”
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Sin evasión
bajo la nube tóxica
escribo poemas
bajo la nube tóxica
escribo poemas
poemas sin palabras
bajo la nube tóxica.
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Corazón de árbol
Nave de un cántico
El invisible entorna
arias
de una lejanía.
¿ocultas gemas?
para irisar
la humana transfiguración?
lejanos cánticos
lejanos cánticos
míticas parcelas de la dicha
es aún la ofrenda
es aún la ofrenda
Esplendor de los pétalos
Esplendor de los frutos
Toda perfección de inocencia.
Amados rostros
juegos del sol
Amados rostros.
Escribió su amiga Celia Fontán, acerca del poemario Sin evasión:
“…escrito en abril de 1992, en la ciudad de Rosario, culmina con el poema ‘Corazón de árbol’ que participa del fervor de las plegarias. Surgido del sortilegio de la luz y de las voces siempre lejanas, nos interrogamos leyéndolo sobre las palabras que Raúl Gustavo Aguirre escribió a propósito de ‘El collar de arena’ en 1980: ‘en toda verdadera poesía, aquello que es exaltado y cantado no es, en última instancia, sino el milagro de la existencia’. Allí donde todo resplandece vuelven los rostros amados para guiar el cántico hacia la ofrenda perpetua del poema.·
Por algo, Roberto Daniel Malatesta sintió el impulso de escribir: [4]
Toda ventana requiere de mucho cielo,
todo pensamiento grandes masas de aire fresco.
El silencio es siempre próximo a la luz
y la luz es mojada de cielo.
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Viernes 13, leo en la edición impresa del citado diario vespertino:
Falleció ayer en Rosario la poeta Beatriz Vallejos. Nacida en la ciudad de Santa Fe en 1922, es autora de una obra poética singular, basada en la brevedad y la síntesis entre lo profundamente local y la universalidad más espiritual. Publicó desde 1945 numerosos poemarios, entre los que se destacan «Collar de arena» (1980), «Horario corrido» (1985), «Lectura en el bambú» (1987), «Sin evasión» (1992) y la antología «El cántaro» (2001), editada en Buenos Aires por Javier Cófreces, en la que se recoge una muestra muy representativa de la totalidad de su obra. En sus últimas creaciones, consistentes en exquisitos trípticos montados como miniaturas, la palabra se integra a la calidez de la laca y la madera.
Domingo Sahda la incluyó en sus cuadernos sobre «Creadores de la Región» y el Taller de Cine de la UNL produjo en 2002 el cortometraje «El cerco del cielo», con dirección y guión de Rosa Gronda. Su obra ha merecido elogiosos comentarios de escritores como Raúl Gustavo Aguirre y despertado el interés de las más jóvenes generaciones de poetas. Precisamente Roberto Malatesta publicó en el día de ayer, en las páginas centrales de El Litoral, un comentario sobre un libro de María Teresa Andruetto, inspirado en su figura.
Recientemente en Rosario, se le brindó un emotivo homenaje en reconocimiento a su trayectoria literaria, al que aun pudo asistir, a pesar de su salud ya muy quebrantada, acompañada de sus familiares y amigos.
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Rememoro el último encuentro en el Museo de la Costa, cerca de Alcides Hugo Ifrán.
– ¿Dónde aquel pañuelo?
¡Albricias!
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Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.
Viernes 13 de julio de 2007 – Hora 22:27:32
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Otra confluencia…
Alfredo Di Bernardo, en su mensaje número doscientos trece de “El Regalador”, escribió:
¡Hasta siempre, Beatriz!
“No creo en la muerte. Yo creo que somos una vibración infinita”.
Beatriz Vallejos
Escritora y plástica argentina (1922-2007)
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[1] Andruetto, María Teresa. Beatriz. Córdoba, Editorial Argos, 2006.
[2] “El cerco del cielo”. Cortometraje de la destacada documentalista Rosa Gronda.
[3] “Sin evasión” Poemas de Beatriz Vallejos. “El soplo y el viento”, Nº 23, septiembre de 1992, “Poetas de Santa Fe”, ediciones delanada, editor Roberto Aguirre Molina. Títulos de obras de Beatriz Vallejos: 1945: Alborada del canto. 1952: Cerca pasa el río. 1963: La rama del seibo. 1970: Otros poemas. 1980: Espiritual del límite y El collar de arena. 1985: Pequeñas azucenas en el patio de marzo y Horario corrido. 1986: Ánfora de Kiwi. 1987: Lectura en el bambú. En la colección “El soplo y el Viento”, Nº 3 / 1987: Poemas; Nº 8 / 1989: El Ángel; entre otros.
[4] Malatesta, Roberto. Flores bajo la lluvia. Buenos Aires, Ediciones del Dock, septiembre de 1998, p. 55. Título: “Poema construido sobre pocas palabras” / Versos siguientes y finales: “Toda ventana piensa un cielo, / el cielo lava en su sangre la luz, / purifica el silencio.” Poemarios publicados: 1987: Casa al sur; 1991: La prueba de la soledad; 1992: Del cuidado de la altura del níspero, 1994, Las vacas y otros poemas (entre otros)…