En medio de la luz
La levedad de la luz inunda transparente.
Hoy, mi corazón, está con el sosiego necesario
para que la palabra juegue entrelazando las cosas y los seres.
Invitado ocasional de la luz y de la palabra
inclino todo mi ser para un poema
que aún no sé cómo empieza y, menos aún, cómo darle fin.
Pero escribo en este estado de gracia
en medio de un mundo desgarrado
que escapa de ser nombrado con certeza.
Más, estoy en estado de gracia en medio de la luz.
Que me duele el alma, que me duele el cuerpo
que me duele todo en medio del estado de gracia.
Y me dejo estar por un momento
para que el dolor y su llanto
para que la muerte absurda
para que la guerra, lo enfermo del hombre,
para que los niños del hambre
no se olviden
no se ignoren…
Y ella, muy ella, sonríe
La muerte aúlla afuera. Se trepa a las espaldas
escarba en el hueco que cada uno tiene
y se instala.
Uno, después de andar caminos descubre
que ella aullaba dentro. Lo otro, lo primero,
es una estrategia a la que acude para no mostrar su rostro.
Ahora, habiendo traspapelado memorias
acudo a ella para consulta y le digo:
celebro la vida, planto mi manzano,
alumbro los afectos. Y ella, muy ella
sonríe.
Arde el aire de luz
Arde el aire de luz
en ella
arden:
las oscuras razones
todo el silencio
sílaba a sílaba
arden
los gestos
toda la orfandad
lo vano y efímero que mis manos sostienen.
Ardo
de memoria
en la luz
y de todo lo que en ella persiste
estás tú,
con los más bellos gestos
portando la luz en el aire que queda.
Desde la talla original de la luz y de la sombra
-momento lúcido y sombrío de Dios-
la aurora deslumbró a la noche, donde se cobijara
y, todo, fue
desde entonces
¡a s o m b r o!
Luciérnagas alucinan el andar
No hay por qué apurar el paso
Me están esperando para completar la ronda
para celebrar la amistad.
En tanto
detengo de tanto en tanto mi andar
en las lucecitas que milagran la noche
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