Cerca de los leones africanos.
(Pertenezco al grupo humano que reconoció por primera vez al león observando un dibujo en el primer libro de lectura para que como recurso visual apoyara el aprendizaje de la escritura cursiva y en letras tipo imprenta, también la descomposición silábica: le-ón.
¡Historia antigua!… Sucedió en el siglo veinte, a fines de la década del ’30, cuando los niños durante los primeros años de educación escolar aprendíamos a leer y a escribir, no sólo a reiterar algunos grafismos omitiendo vocales o consonantes ni tampoco repitiendo expresiones orales sin haber interpretado los significados.
Luego observé fotografías en otros libros y en blanco y negro, desde la pantalla cinematográfica era un llamado de atención el impresionante rugido del león de la Metro…
Mientras tanto, los leones seguían siendo los enigmáticos personajes presentados en diversos textos literarios: en fábulas, en cuentos, en poemas, en novelas.
También los he visto enjaulados en circos o en zoológicos.
A principios de la década del ’70, en Santa Fe de la Vera Cruz resultó conmovedor saber que un niño de aproximadamente siete años se había acercado a una jaula del circo instalado en la zona del puerto santafesino, aproximó su mano y de un zarpazo el felino le arrancó el brazo. Quienes estaban a su lado, escucharon que la primera reacción del niño herido fue expresar su preocupación por cómo reaccionaría su mamá.
En el ocaso del siglo veinte, en la “capital legal de la República” Argentina, está prohibido que los circos presenten animales “trabajando”… lógicamente exceptuado ¡el hombre!… equilibrista, malabarista… en el contexto de una sociedad donde confluyen la indiferencia, el egoísmo, la solidaridad…
Quedan aquí más señales que servirán para elaborar diferentes claves.)
Lazos y supervivencia…
Sabido es que los hombres pertenecemos al reino animal y somos mamíferos. En torno a los secretos del mundo animal se han publicado interesantes relatos. [1]
Acerca de los sentimientos familiares y de la importancia de los lazos familiares que aseguran la supervivencia, se ha destacado que “la etapa más peligrosa para la vida de un animal es la que comprende las primeras horas posteriores al nacimiento… Pero la cría cuenta con la ayuda de alguien que la defenderá de todos los peligros: su madre.”
Existe “la unión antes de nacer. El lazo que existe entre madre e hijo comienza, por lo general, antes de que ocurra el nacimiento de la cría.”
“Entre los mamíferos es muy común que la hembra, cuando nace su hijo, lo limpie con la lengua. El primer acto de cuidado materno ayuda a la cría a romper las membranas fetales y a limpiar las nasales para que pueda respirar. También seca la piel, lo que lo ayuda a conservar el calor, y dispersa los olores que pueden atraer a los depredadores. Lo más importante es que quizás este proceso une a madre e hijo por medio del olor. [2]
También se ha advertido que “la apariencia, el olor y el hecho de reconocer una voz ayudan a establecer uno de los más poderosos lazos de la naturaleza: el que existe entre padre e hijo.”
Se ha destacado que “los leones pueden ser los reyes de las estepas africanas; pero sus cachorros nacen ciegos e indefensos. Sus ojos no se abren hasta que han transcurrido seis días desde el nacimiento. La camada se compone de hasta cinco cachorros; para mantenerlos alejados del peligro, las hembras los esconden entre los arbustos.”
En tales circunstancias, “escoge con cuidado el lugar donde esconderá sus cachorros” y los traslada mediante “un mordisco cariñoso en la nuca”.
“Si las hienas o los perros de caza se acercan demasiado a sus crías, la leona las transporta una por una a un lugar más seguro… con rapidez y en silencio. La leona toma los cachorros por la nuca, y para evitar que se golpeen, los lleva con la cabeza en alto. Los cachorros permanecen inmóviles y no ponen ningún obstáculo. Los vástagos del león tienen la piel manchada, pero esas manchas desparecen cuando son destetados, a los tres meses de edad.”
Ejemplos de compañerismo…
“En cualquier manada de leones, la mayoría de las hembras son parientes, debido a que sólo en circunstancias excepcionales abandonan la manada en la que nacieron. Una leona que amamanta a cuatro cachorros puede estar alimentando a hijos de cuatro distintas madres. Probablemente, la razón de este comportamiento altruista es que, amamantando a sus jóvenes parientes, la hembra siente que ayuda a criar individuos que son parte de su familia y que tienen algunos de sus mismos rasgos.” [3]
“Los leones son la excepción a la regla de soledad de los felinos. Ellos viven en manadas, en las sabanas de África, y se ayudan mutuamente para criar a los hijos, y cooperan para obtener alimento”. [4]
Con respecto a la alimentación de las crías con “leche materna” también hay notables diferencias entre los leones, porque generalmente “la mayoría de las madres las destetan entre los 5 y los 12 meses” y “un león marino de las Galápagos amamanta a su cría hasta que ésta cumpla dos años”…
El juego…
Tal como sucede con la persona humana, “los juegos que practican los animales jóvenes les ayudan a desarrollar las habilidades necesarias para su vida adulta”. [5]
“La vida es un juego interminable para los leones jóvenes. Un par de hermanos pueden empezar su día jugando con sus colas, saltando uno sobre otro o golpeándose con las patas en cualquier parte del cuerpo.
Este juego se convierte en una sesión de lucha libre cuando el par de cachorros ruedan de un lado a otro golpeándose y mordiéndose. También existe el juego de las patadas, en el que los cachorros golpean al compañero con las patas delanteras. El juego de la caza requiere más energía. Aquí, uno de los cachorros acecha al otro para luego abalanzarse sobre él. Este juego no se practica necesariamente con otro león: un grillo o la cola del padre sirven para el mismo propósito.”
Cerca de los leones africanos…
A mediados de la década del ’50, el inquieto e inquietante Anthony Cullen después de participar en sucesivas expediciones, escribió una interesante novela: Así es África y en el décimo capítulo describió distintas experiencias relacionadas con la vida del león… [6]
Estaba convencido de que “de todos los animales africanos, el león es quizá el más interesante. No es que sea siempre, precisamente, el más majestuoso, el más ‘terrible’ o el más admirable, ya que tales características varían con la definición y las circunstancias. Pero siempre resultan interesantes por su aureola innegable, por la nobleza de sus líneas, por un código de conducta que no excluye una rareza de carácter, la posibilidad de una sorpresa. Y, tal vez principalmente, por su influencia sobre todo el ritmo de vida en cualquier sector de planicie y selva. Donde el pasto y el agua rigen los grandes ciclos, las emigraciones en masa, son los carnívoros y principalmente el león, los que determinan el temperamento y el ritmo del comportamiento animal dentro de la zona de su influencia local.
He visto las señales del león por lo menos un millar de veces. Nunca pierden interés. Empezando de algo apenas notable, nunca se sabe, exactamente, qué es lo que ha de encontrarse al final…
A veces se trata de uno o más probablemente de os leones adultos; a veces de un par o un grupo de leonas, alguna de ellas con cachorros o bien toda una familia, patriarcal, serena. Es siempre imposible predecir, y a veces difícil de explicar, las cantidades y la distribución de edades y sexos en los leones.”
“Mientras otros animales tienen su carácter bien definido, o, en el caso de la elefante hembra o el rinoceronte, es imposible prever nada el león es capaz de poner en ridículo las previsiones más lógicas. Parecen dueños de personalidad y hasta de idiosincrasia.
La gran mayoría de los leones, aunque no se encuentren completamente satisfechos, parecen contentos de holgazanear. Nunca buscar el ejercicio y parecen inmunes al atractivo de la diversión o la escapada. Cuando el sol está alto, se contentan con pasar horas durmiendo a la sombra. Por otra parte, si se los tienta, algunos leones son capaces de ‘jugar’. He visto un partido de ‘gato y ratón’, especialmente tratándose de una leona, que se compenetra del pasatiempo.”
“Además de ser dueño de un carácter los leones también poseen identidad. No hay nada asombroso en la habilidad de un cazador para reconocer los leones adultos, para poder decir dónde y en qué circunstancias se los encontró anteriormente. Los leones no son muy vagabundos por naturaleza; a menudo tienen que adaptarse a los movimientos y emigración de los animales menores”…
“No es normal que los leones muestren hostilidad o resentimiento. Como reacciones, son más frecuentes la indiferencia y hasta la nerviosidad. Generalmente, tienen a demostrar que no es prudente acercárseles”. /…/ “Resulta todavía menos común que un león muestre hostilidad hacia un vehículo de caza. Naturalmente demostrará hostilidad y en algunos casos nerviosidad o resentimiento. Sucede, en ocasiones y cuando se trata de un grupo numeroso, que una de las leonas adoptará una postura agresiva, nada satisfecha de ver violada su tranquilidad. Pero si los pasajeros se quedan quietos, hablan en voz baja -o se callan- y evitan agitar brazos y piernas visiblemente, en la mayoría de los casos los leones se mostrarán indiferentes a la presencia del coche”…
“Los leones tienen cierta realiza: a menudo crueles y casi siempre ociosos, son capaces de demostrar despecho, razonamiento o afecto. Resultan interesantes en todos los aspectos de su vida. Y cuando han llegado a la última etapa y sus fuerzas flaquean, es cuando se ven frente a mayores dificultades. Un león va muriendo poquito a poco y la hiena puede llegar a descubrirlo un poco antes del fin…
Pero en su pleno desarrollo es un animal magnífico. Naturalmente, suele exagerarse al respecto… [7]
(Como todos los felinos, “cuando es amenazado, reacciona mostrando los colmillos, agachando las orejas y emitiendo sonidos amenazadores… La patada de una cebra macho puede arrancar los dientes de un león, y la coz de una jirafa puede dejar inválido al rey de la selva. Además, hay testigos de que un órix pasán levantó a un león con los cuernos y lo lanzó a una gran distancia, y se han visto manadas de ñus pisoteando leones”.
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“Un león verdaderamente hambriento, generalmente un ejemplar ya entrado en años pero a veces un viril macho atrapado en alguna calamidad de la estación, puede constituir un espectáculo patético: intranquilo, consumido, prácticamente piel y huesos. En una oportunidad matamos a un león hambriento y al abrirlo vimos que se ha había estado alimentando de langostas, que habían privado a su mundo de todo verdor y vida. En otro caso que recuerdo, el estómago de un león hambriento apareció lleno de raíces no digeridas. En un safari maté un león que evidentemente estaba a la última miseria. Al examinar su cadáver vimos que su mandíbula estaba rota en tres partes, posiblemente por los proyectiles de un cazador nativo”…
“Los leones son capaces de resistir cierto tiempo sin alimento y lo que es más notable aún, sin agua”… “por lo menos siete días”… [9]
“El león no es amigo de hacer ejercicio, ni de imponerse privaciones frente a su capricho o la oportunidad… El período de gestación dura cerca de quince semanas… La fisiología del proceso de ayuntamiento no ofrece característica alguna especial en el león, pero de todos modos resulta fascinador observarlos, por su absoluta carencia de inhibiciones. Además del simple impulso puede observarse afecto, aunque sea transitorio, artificios, brutalidad algunas veces, y el jugueteo de la fuerza. El nacimiento de los cachorros difícilmente presenta dificultades. Generalmente nacen al abrigo de la maleza o de las rocas. A riesgo de destruir otro mito popular, el león no tiene ‘guarida’ y es muy difícil que se meta en una cueva.
La vida no es fácil para los cachorros. En realidad, la mortalidad es elevada. Por una parte, el raquitismo hace muchas víctimas, siendo más frecuente el caso entre los machos. Con frecuencia, la hiena se apodera de los cachorros poco protegidos o alejados del refugio; hasta se sabe de buitres que han matado recién nacidos aunque esto es menos frecuente. También se producen muchas muertes por inanición, como consecuencia de la pérdida de la madre… En líneas generales es exacto que el instinto maternal se halla sumamente desarrollado en la leona, y que su feroz instinto protector resulta muy peligroso para cualquier invasor.”
Anthony Cullen comenta que “en 1955, estando en Tanganyika” observó “ciertos grupos y familias de leones” y comprobó que “los cachorros cambiaban con frecuencia, y a voluntad, de madre. Por su parte, las madres parecían no tener inconveniente en alimentar a cachorros que no fueran los propios”. Explicó luego que estando en otro lugar, presenció “un hecho aún más extraordinario: unos cachorritos se acercaban gateando donde estaba acostado un enorme león de frondosa melena y trataron de alimentarse… Al sentir los hociquitos el león se irguió, atónito, y de un solo manotazo de su enorme pata apartó de golpe a todos los cachorritos.
No todas las leonas son tolerantes y asiduas en lo que a alimentación de la cría se refiere. No es raro que dejen a sus cachorros privados de atención durante horas enteras y esto explica el espectáculo bastante usual de leones adultos privados de su cola. Lo que sucede es simplemente que los cachorritos abandonados se vuelven desesperadamente hambrientos. Amontonados, adquieren el hábito de chuparse la cola unos a otros. Pronto, el apéndice se convierte en un muñón, que ya no se desarrollará nunca normalmente.
Muchas leonas se ocupan con seriedad y hasta ansiosamente de la tarea de educar a sus cachorros. En un safari nos encontramos de improviso ante el espectáculo de cuatro cachorros a quines su madre estaba enseñando el arte de la caza. Con tal objeto, la leona había elegido un cerdo salvaje al que quebrara las dos patas traseras. Luego se sentó impasible, observando cómo se desenvolvían sus hijos. Al principio, los cachorros procedieron con excesiva confianza, arremetiendo contra el truculento y todavía vigoroso cerdo. Pronto, dos de ellos rodaron por el suelo, sin otro perjuicio que el daño sufrido por su dignidad, pero entonces toda la táctica del cuarteto se modificó: sus movimientos e hicieron más precisos, más rápidos, y la agitación de sus colas dejaba traslucir su ira. Pronto el asunto dejó de ser un juego Usando precaución, coordinación y ya advertidos de la falta de equilibrio de la bestia herida, consiguieron reducirla, finalmente, y uno de los cachorros se abalanzó a su garganta. Era su primera lección, más bien sobre actitud general que sobre el arte de matar, -el verdadero aprendizaje tendría lugar después, con alguna presa más grande y veloz- y sobre la matera de utilizar y controlar la fuerza.”
“Siempre resulta grato e interesante tratar de deducir, por la ubicación y comportamiento de la madre, donde se encuentran los hijos. La leona emite un sonido especial, único, para llamar a sus cachorros: a menudo los hemos vito aparecer obedientes, rechonchos, inquietos, curiosos… y hambrientos.
El ‘idioma’ del león, por así llamarlo, es frecuente pero no siempre sencillo de comprender. A las 3 de la madrugada, en algunas zonas, se oye el rugido de los leones, con puntualidad casi sobrenatural. Estoy seguro de que tanto este rugido como cualquier otro, en distintas circunstancias, no carece de sentido sino que tiene la finalidad de ‘proclamar una zona’, recurso y objetivo nada raros en el mundo animal.”
“Generalmente, la serie de gruñidos que emiten los leones forman parte de su plan para manejar a sus presas. Excepto en una zona donde se le ha dado excesiva caza, un león bien alimentado ruge desde el lugar donde ha cobrado su presa al salir el sol. Si se aleja es que ya ha terminado y los restos quedan a merced de los que se alimentan de carroña.
En ciertas oportunidades la palabra ‘lenguaje’ constituye el término más adecuado. Un león ruge, proporcionando información y esperando una respuesta, para ponerse en contacto con sus compañeros. /…/ Una vez que se ha establecido contacto ya no sigue avanzando, sino que, durante varios momentos, prosigue el ‘intercambio de ideas’. Enseguida se pone en busca de su compañero, o tal vez sucede todo lo contrario ¿De qué estaban hablando? ¿Del movimiento de sus presas, de la competencia de alguna pieza recién cobrada, de señales de peligro? ¿Quién puede decirlo? Es innegable que existe el contacto deliberado, la comprensión es evidente: se ponen de acuerdo para realizar un plan mutuo.
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“Es verdad que los leones son dueños de gran fuerza, pero a veces se exagera mucho sus hazañas. /…/ Es fascinante observar a un león macho actuando con una presa. Desde el punto de vista del león, la situación ideal sería que la matanza siempre se produjera a cubierto -para evitar molestas intrusiones- y a la sombra. Naturalmente, esto resulta difícil en la práctica, y el león permanece parado sobre su presa, moviendo inquieto la cola, quizá gruñendo irritado y mirando el lugar que ha elegido para consumir la misma, considerando, evidentemente, el trabajo que le va a dar llevarla hasta allí. Hasta que se decide… Aferra su presa muerta y comienza a moverse con las patas rígidas, los músculos de su cuello y flancos tensos por el esfuerzo, deteniéndose cada tanto para tomar alientos. Cuando se trata de una leona, la técnica suele diferir: muchas veces las he observado arrastrando una presa hacia atrás, en dirección al lugar elegido.
El león tiene algo más que la fuerza bruta: hay una fluidez y un estilo que los reviste de sorprendente agilidad… Los leones que se trepan a los árboles son generalmente machos jóvenes o hembras de cualquier edad, aunque debe decirse que su propósito no siempre es claro. En algunos casos se trata, sin duda, de parte de un ‘juego’; en otros des una maniobra deliberada para descubrir o vigilar la caza; en el resto puede ser idiosincrasia o capricho”.
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“Cuando una leona está en celo y se encuentra en la vecindad de dos machos adultos, generalmente se produce una feroz batalla. A veces se ha sugerido la teoría de que la leona se lanza a una exhibición de coquetería, tratando de mostrarse provocativa, con el objeto de que ambos rivales se ataquen a muerte Pero esto no es exactamente la verdad. En esas condiciones la hembra resulta de interés orgánico antes que sentimental para los machos, que por cierto no necesitan mayor incentivo que éste. Tampoco parece verdadero, dentro de lo que es posible interpretar el comportamiento animal, que la leona prefiera un macho determinado: en realidad no podría elegir. Pero cuando han elegido por cuenta de ella, o cuando un gran macho es el jefe indiscutido del grupo, es capaz de comportarse como una vampiresa. [10]
Frecuentemente, en los grupos de leones, se producen tumultos que a juzgar por el ruido asumen las características de un combate homérico, pero generalmente no se trata más que de indignación y protestas. Con frecuencia las disputas se originan en la repartición del alimento disponible y son olvidadas al día siguiente. Pero a veces, el tumulto puede ser de una naturaleza distinta y más grave. Cuando la familia ha crecido y el león viejo advierte que los jóvenes machos van adquiriendo poderío, los aleja para que ‘se arreglen’ por su cuenta. Si no hacen caso de las insinuaciones serán exterminados, y está comprobado que una cantidad de muertes entre los leones tienen este origen”.
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En una oportunidad, Anthony Cullen y yo vimos un macho adulto con la cola mordida a unos diez o vente centímetros de la raíz, pero sin otra señal de lucha. Esto debe haber sido sumamente penoso y también… bastante desconcertante para el animal en cuestión. Para el león, la cola no es sólo un apéndice o un índice de humor, sino parte de todo su mecanismo de agilidad y equilibrio.”
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Relata Syd Downey -el compañero de ruta del escritor- que fue invitado “en Tanganyika, a presenciar de cerca el acuchillamiento de un león por los Masai” y luego reitera lo que necesitó expresar “en una carta escrita inmediatamente después de regresar de ese safari”…
“Mi propio sentimiento personal es que se trata de la crueldad más brutal y nauseabunda que haya presenciado nunca. Jamás volveré a mezclarme en eso. Un hermoso león de melena fue elegido y luego rodeado por unos 25 Masai, fuera de los vehículos desde los que nosotros y los filmadores habían sido transportados hasta el lugar del hecho. El pobre animal se encontraba tan aterrorizado y confundido por la cantidad de enemigos que parecía incapaz de intentar defenderse. No presentó resistencia alguna y fue acuchillado a muerte… La gente puede pensar que esto sea señal de bravura, pero yo sólo deseo poder borrarme todo ese recuerdo de la memoria.” /…/ “En la desagradable realidad y en primer término, estos incomparables individuos se dedican a recoger ciertos ingredientes de la corteza de un árbol determinado, que hierven hasta que se forma un caldo espeso. Beben esta poción. No estoy versado den las consecuencias expresadas en términos médicos, pero aparentemente los llena de falso valor, histérico celo y los hace inmunes a la sensibilidad, a la razón, al miedo. Veinte, treinta o cuarenta de ellos se lanzan luego a la búsqueda de un león. El animal -asustado, rodeado- no tiene una sola oportunidad contra la amenaza y el asalto de este círculo de espantosas lanzas. Después de la hazaña, de la salvaje y drogada excitación, los Masai son presa, uno a uno, de una especie de ataque. Echan espumarajos por la boca y caen amontonados al suelo, de donde se levantan con la mirada extraviada, debiendo ser reducidos.”
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Anthony Cullen terminó ese interesante libro expresando:
“Peligro por todas partes… tremenda resistencia vital… fragilidad aparente… he aquí las características típicas del África”.
Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.
[1] Los secretos del mundo animal. Buenos Aires-Madrid, Reader’s Digest, 1994, p.52-53. Uno de los tantos libros de esa editorial que nuestro amado Eduardo Rodolfo Fontanini Doval seleccionó e incorporó en nuestra biblioteca familia. En las entrelíneas de esta página, algunas señales y las claves que orientaron sucesivos diálogos…
[2] Ibidem, p. 262. “Algunas madres, por ejemplo, son capaces de identificar la ropa de sus hijos guiadas sólo por el olfato, y las personas entrenadas para este propósito pueden identificar más de 10.000 aromas”.
[3] Ídem, p. 80.
[4] Íd., p. 157.
[5] íd., p. 72.
[6] Cullen, Anthony. Así es África. Buenos Aires, Ediciones Selectas, 1961, p. 127-164.
[7] Expresó el autor al comienzo de ese libro, que era biográfico y que las actitudes de las personas y de los animales correspondían a hechos reales. En el párrafo siguiente escribió: “No puedo decir, en puridad de verdad, cuál fue el león más hermoso que haya visto. Tal vez el llamado ‘Moru King’ –que murió alrededor del 1951- y era, en esa época, el más hermoso ejemplar existente. Lo fotografíé varias veces con su compañera, otro noble animal aunque no del mismo tipo. Una de las fotografías apareció en un folleto de Parques Nacionales y ha sido reproducida en las estampillas del África Oriental” (p. 134) “…antes de la guerra, vi un grupo de veintiséis leones en un safari de Tanganyika. El grupo mayor en toda mi experiencia –veintisiete animales, encabezados por dos soberbios machos- lo encontramos en Kenya, durante un safari con Anthony Cullen, en 1958.”
[8] Los secretos del mundo animal. Ob. cit., p. 254.
[9] Así es África. Ob. cit. p.141-142.
[10] Los secretos del mundo animal. Ob. cit. p. 262-263. “Los machos copulan cada 25 minutos durante varios días con una sola hembra. Generalmente, hay dos o tres machos adultos en una manada, y si sólo una hembra estuviera en celo, ellos pelearían para tener el privilegio de aparearse con ella. Habría heridos, y este resultado iría en detrimento de la manada, que necesita machos fuertes y sanos para su protección”. # “Sensibilidad masculina. Después de percibir el olor de una hembra, un león africano arquea el labio para analizar el mensaje contenido en el aroma”.