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«EL RÍO SALADO EN LA HISTORIA»

ANDRÉS ATILIO SOBERANO –

 

Primera Parte.

COCO…  y  el río Salado.

Torrente salobre.

Nacimiento en el Nevado de Acay.

Cauce santiagueño.

Sobreelevación por sedimentación de arrastre.

Canales colectores.

Tráfico fluvial a Santa Fe.

El río Salado en la “Provincia Invencible”.

Último afluente, bajíos rellenados.

Hombres y hechos.

Siglo XVI.

Siglo XVII: dificultades y traslado de Santa Fe.

Siglos XVIII y XIX.

Proyecto para la navegación.

Caudal insuficiente

Tras un sueño.

Percepciones a mediados del siglo XX.

Los bañados comunales.

Siglo XXI

 

“EL RÍO SALADO EN LA HISTORIA”

 

En este cuarto año del siglo veintiuno, sigue imponiéndose la elocuencia del silencio…

 

Primera Parte

COCO…  y  el río Salado.

Torrente salobre…

El talentoso historiador Andrés Atilio Roverano, a mediados del siglo veinte destacó que “el río Salado presenta una similitud entre su trazado geográfico y su incidencia en la historia.  Así como une el imponente Ande con el caudaloso Paraná, atravesando el corazón de la República, cruza, en el tiempo, por casi todos los sucesos gravitatorios que plasmaron la vida nacional en sus respectivas épocas.”   Expresó que “el río Salado del Norte, el Inniati de los aborígenes… comprende una serie de cursos que, bajo distintos nombres forman una extensa línea fluvial” y “recibe las denominaciones de Calchaquí, de las Conchas, Guachipas, Pasaje o Juramento y, por último, Salado, que es con el que ha prevalecido por sobre todos.”  [i]

En aquel tiempo, señaló que “su recorrido total no ha sido determinado con precisión” y “de acuerdo con los cálculos que realizamos sobre el ‘Atlas de la República Argentina’, editado por el prestigioso Instituto Geográfico Militar, hemos logrado establecer, dentro de lo que puede permitir esta apreciación, que su recorrido es de, aproximadamente 1.495 kilómetros.

Nacimiento en el Nevado de Acay…

Nace el río Salado en el Nevado de Acay, situado en la provincia de Salta, y cuya cima alcanza una altura de 5.950 metros.”  [ii]

“Por el abra de esa cumbre desciende hasta el valle Calchaquí, en donde toma su nombre.  Sigue hacia el sur y luego de recorrer 30 kilómetros, alcanza la actual población de Poma, a 2.900 metros sobre el nivel del mar.  A poco de esta localidad recibe, sobre su margen derecha, el tributo del arroyo Poma, que desciende de las sierras de Pastos Grandes.

Antes de llegar a la altura del paralelo 25, el río Blanco le ofrenda sus aguas sobre la margen izquierda, en la cual encontramos más abajo, la pequeña población de Payogasta.  Todo esto dentro del departamento de Cachi, cuya cabecera es la localidad del mismo nombre y que, sobre la banda derecha, está situada a 2.300 metros de altura.  En este punto recibe las aguas del arroyo Cachi, que baja del nevado del que toma su nombre.  Luego de este paraje, que fuera antiguo solar de indios calchaquíes, pasa por San José de Escalchi, para penetrar en el departamento Molinos, en donde alcanza, primero Seclantás, a la izquierda, y más abajo, sobre la otra margen, el río Luracatao.”

“Al llegar a Angastaco, recibe el aporte del río del mismo nombre, y luego tuerce su curso hacia el sudeste hasta el meridiano 66, para tomar un poco más hacia el sur, sin abandonar la dirección al naciente.  Tributa sus aguas, sobre la orilla izquierda, el Amblayo” -Ambayo- “y más abajo, en la otra banda, encontramos la localidad de San Carlos, a 1.680 metros sobre el nivel del mar.  Ha recorrido el río hasta este punto 190 kilómetros, acusando una diferencia de pendiente de 4.270 metros.  [iii]

(Hay que tener en cuenta que en esa zona, actualmente es posible observar el Dique Los Sauces y el Dique La Dársena y una vez más, la obra del hombre revela su constante propósito de modificar -limitar…- la potencia de la naturaleza.)

 

Señaló Roverano hace cincuenta años, que el Salado, “más abajo del paralelo 26º, vuelca bruscamente su curso hacia el norte, al recibir las aguas del Santa María, que viene de Tucumán y de Catamarca.  Desde allí, recibe el nombre de río de las Conchas, que cambia luego por el de Guachipas, al penetrar en la quebrada de ese nombre.  Su curso, siempre hacia el norte, pero con inclinación hacia el este, pasa por Alemania y Talapampa, para alcanzar la localidad de Guachipas, a 1.130 metros sobre el nivel del mar. En este trecho el río va ensanchando su cauce y a unos 30 kilómetros de esa población recibe el gran aporte de las aguas del río Arias o de Salta, para, desde esa conjunción, volcarse pronunciadamente hacia el este, con el nombre de Pasaje o Juramento.  La primera de estas denominaciones se debe a que era el paso obligado del camino que venía del Perú a Tucumán.  Para cruzarlo, se había dado con un vado que sirvió durante muchísimos años… El nombre de Juramento lo lleva desde el 13 de febrero de 1813, día en que el general Belgrano hizo jurar a su ejército fidelidad a la Asamblea Constituyente que estaba sesionando en Buenos Aires.”  [iv]

[En esa zona se destaca el importante “Complejo Hidroeléctrico Cabra Corral ‘Presa General Belgrano’ (27 km.). Monumental presa erigida en medio de un bello panorama.  La capacidad de embalse es de 3.800 hm3., con un espejo de agua de 13.100 ha.; la longitud aproximada del embalse del Dique General Belgrano es de 515 m. Obra trascendente para la solución de problemas energéticos de una vasta zona del noroeste argentino, que asegura la irrigación de más de 110.000 ha., en las provincias de Salta y Santiago del Estero”. [v]

Miércoles 30 de abril de 2003- Hora 19.]

 

Andrés Roverano ha advertido que en tal recorrido, el río Salado “vuelve a dirigirse hacia el noreste… describiendo una media circunferencia… Más abajo, se dirige otra vez hacia el este y al pasar las localidades de Miraflores y de El Galpón, sobre las márgenes izquierda y derecha, respectivamente, toma definida dirección hacia el noreste.  En este trecho corre por un cajón y recoge el aporte del río Medina, que, desde el sur, baja de las sierras de Metán.”  En El Tunal se ha construido un dique, el río sigue su curso hacia el este, noreste y desciende hacia el sureste y en tal dirección, continúa sobre el territorio de la provincia de Santiago del Estero.

Cauce santiagueño…

Sabido es que el río Salado “pasa por el ya desaparecido bañado de Copo, que fue borrándose por la gran cantidad de material de arrastre, el cual, al irse depositando, colmó bajíos existentes, aunque dejando, por el lado este del actual curso, muchos cauces secos -’ríos muertos’, como les llaman en el lugar-” y así lo ha reiterado Andrés Roverano,  destacando luego: “…el Salado que, en lo que va de su recorrido por esta provincia, sirve de límite departamental, pasa luego por Churqui, cabecera del departamento Alberdi, y que se encuentra a 230 metros sobre el nivel del mar y a 625 kilómetros del nacimiento”.  A mediados del siglo veinte, “siempre con dirección sur alcanza las poblaciones de El Porvenir, San Gregorio y Esteros.  Entre Hoyo Cerco, la siguiente, y Villa Figueroa, distantes 120 kilómetros, se extiende el bañado de Figueroa que alcanza a tener, en algunos tramos, un ancho de más de 30 kilómetros.  En este trecho, el río presenta para cada una de sus bandas, dos regiones completamente distintas.

La de la margen derecha, salpicada de salinas, es infértil y desolada, y su escasa y raquítica vegetación le da la fisonomía propia de los lugares semi-desérticos.  Por el contrario, la región opuesta, es muy feraz, prestándose sus terrenos para toda clase de cultivos.  Es igualmente rica en bosques cuyas principales especies, que también encontraremos en el resto de la provincia, son: el quebracho colorado y blanco; el tacoyuraj o algarrobo blanco y el tacoyana o algarrobo negro, con cuyos frutos -vainas- se obtiene una harina con la que se prepara el patay, además de la añapa y la aloja, conocidas bebidas de origen indígena; la brea, el sauce, el mistol; la tusca, el guayacán, cuyo tronco hueco sirve de abrevadero en los tiempos de sequía, pues almacena el agua de las lluvias, el palo borracho… y una numerosa variedad de plantas menores.”

Sobreelevación por sedimentación de arrastre…

Destaca Roverano que “el cauce principal del río corre en medio de grandes lagunas, arroyos, zanjones y bajíos, resultantes de las continuas mudanzas que son consecuencias de la obra de sobreelevación que provoca la sedimentación de los materiales de arrastre y de suspensión.  La pendiente tan poco pronunciada contribuye a producir este fenómeno.” Por ello, expresa que “en los últimos veinte años” -es decir desde principios de la década del ‘30-, “se han realizado numerosas obras de encauzamiento, tendientes a impedir los efectos desastrosos que se ocasionan durante las avenidas, y las cuales han cambiado, en gran parte, la fisonomía hidrográfica de este bañado…”

Canales colectores…

El perseverante y responsable maestro-historiador, aporta luego interesante información para algún estudio comparativo: “Así, en la parte del este, encontramos La Lagunita, lugar en que se han construido actualmente canales colectores que, además de servir para la irrigación, contribuyen a fijar un lecho más estable.  Antes de la pequeña población de Desbastadero, hallamos el bañado del Este, luego Bandera Bajada, debajo de la cual se une al salado el río Cuchi Pozo, que nace más al sur, en una laguna de la zona.  En estos parajes se encuentra el lugar llamado La Tapa, con cuyo nombre los pobladores expresan gráficamente la función obstaculizadora que cumple la lama de las crecidas.  Aguas abajo está la población de Quimilioj, debajo de la cual se cierra el bañado de Figueroa.  En la parte opuesta… se encuentran las salinas, que en algunas épocas del año dan al agua el gusto que ha servido para denominar al río, y más al sur la laguna de Juan Cruz.  Entre ésta y el cauce principal corre el río La Guardia, que va a desembocar en la laguna de Jume-Esquina, cuyo embalse se ha proyectado y que termina casi enfrente de la ya mencionada localidad de Quimilioj.  La citada laguna toma su nombre de un vegetal característico de toda la provincia: el Jume… un arbusto achaparrado, de hojas carnosas… que al enredarse y entrelazarse unos con otros forman los renombrados jumiales santiagueños, que ponen un rasgo dispar con el resto de la flora provincial, tan rica por la variedad de sus especies.

Villa Figueroa, extremo sur del bañado que hemos descripto, está situada sobre la margen izquierda y a 188 metros sobre el nivel del mar.”

Hay que tener en cuenta que actualmente en aquella zona fue construido el extenso Canal de la Patria y el Dique Figueroa.

“A partir de este punto el Salado va corriendo entre barrancas que alcanzan alturas, como frente a Suncho Corral, de más de 7 metros.  El cajón, en esta localidad, tiene un ancho de cerca de 40 metros.  En este trecho y hasta el bañado de Añatuya, el río sirve de límite a los departamentos de Sarmiento y Matará.  En Suncho Corral, capital de este último departamento, y situada a 133 metros sobre el nivel del mar, el Ferrocarril Nacional General Belgrano” -apuntaba Roverano a mediados del siglo veinte-, “cruza el Salado, al que acompaña hasta más debajo de Tacañitas.”

(También en este punto, es imprescindible evaluar significativos cambios porque a fines del primer gobierno del General Juan Domingo Perón se construyeron nuevos ramales, luego se modificaron algunos tramos de esos servicios. Durante la primera presidencia del Dr. Carlos Saúl Menem -riojano, Justicialista-, el Congreso Nacional sancionó las leyes pertinentes a sucesivos procesos de privatización.)

Tráfico fluvial a Santa Fe…

Hay más datos de interés aportados por Andrés Roverano si se intenta establecer una comparación: “Hallamos, después la estación Matará, cuyo pueblo viejo se encuentra sobre la banda opuesta.  Desde esta antigua localidad, cuya iglesia parroquial data del año 1723, se realizaban periódicos tráficos fluviales con Santa Fe, según afirma el doctor Cervera en su ‘Historia de la Ciudad y Provincia de Santa Fe’, de acuerdo con lo consignado en actas del Cabildo de esa capital.

Aguas abajo y al oeste, se encuentran los vestigios de un lecho muerto que, al haberse unido al actual río Mailín, sirvió, hace muchísimos años, para ligar el Salado con el río Dulce, conjunción que se produjo en el lugar llamado Reducción de Abipones.  /…/ Estas desviaciones de curso se produjeron en varias oportunidades, durante la época colonial, debiendo el Cabildo de Santa Fe, en el año 1655, reclamar ayuda a Santiago del Estero para que se realizaran los trabajos necesarios a fin de que el río retomara su antiguo y natural cauce…” Luego, señala Roverano a la situación de la estación ferroviaria de Lajta Mauca, -en la margen izquierda- y “aguas abajo en la banda opuesta, la pequeña población de Rincón de la Esperanza marca el comienzo del bañado de Añatuya. Tiene éste un largo superior a los 40 kilómetros, con un ancho máximo de 7.000 metros y está orientado hacia el sudeste”… Durante la época de las grandes avenidas, el río no trae material de arrastre, presentando un aspecto de inmensa y limpia laguna.  Paralelamente y durante toda esta zona, acompaña al Salado un brazo llamado río Icaño -”nombre quichua que significa chingolo”-, entre los cuales se hallan numerosas lagunas, siendo la más extensa de ellas la de Bracho.”

(El historiador Diego Abad de Santillán, refiriéndose a los estudios arqueológicos de los hermanos Wagner, reitera que “un yacimiento importante de osamentas fue el de Icaño, sobre el Salado, de entierros aislados y de una fosa común; también están deformados los cráneos según el tipo tubular erecto”… “Habrían sido de estatura mediana, de cabeza braquioide, de cara ancha y nariz mediana” y “esos rasgos permiten atribuirles un origen racial brasílico.”)  [vi]

Después, Roverano menciona tres poblaciones: Añatuya, Simbol Bajo y Tacañitas -tres estaciones-, la primera: “capital del departamento General Antonino Taboada y un importante nudo ferroviario”, fundada por ley provincial del 15 de diciembre de 1903”.  Explica que “a lo largo del río Icaño, se encuentran las poblaciones de Herrera, Colonia Dora e Icaño” -R.N. 34- y aclara: “Icaño es un antiguo pueblo que fue refundado cuando el establecimiento del entonces Ferrocarril Central Argentino.  Al nuevo trazado se le dio el nombre de ‘Esteban Rams’, denominación que no halló eco entre sus pobladores que lo siguieron llamando con el tradicional y viejo nombre aborigen.”  [vii]

(Susana Beatriz Grassino, en su análisis integral de la provincia de Santa Fe, explica que Esteban Rams es el nombre del pueblo fundado en 1889 por don Pascual Rams y su nombre recuerda al explorador de los ríos Salado y Dulce 1800-1867.)

 

Después del encuentro con Icaño, el sinuoso y turbulento río sigue su curso y destaca Roverano que al llegar a “Real Sayana, el Salado corre por un cauce ya definido y penetra en el departamento Belgrano con dirección sur. Su trazado, a medida que se acerca a la provincia de Santa Fe, se va haciendo más sinuoso, y antes de alcanzar estación Pintos, toma nuevamente hacia el este, describiendo una gran curva, la que al entrar en esta provincia, se dirige un poco hacia el norte.”

Hasta ese lugar, el río Salado ha recorrido aproximadamente 1.050 kilómetros: 540 en Salta y 510 kilómetros en territorio santiagueño.

 

El río Salado en la “Provincia Invencible”…

Con precisión, Andrés Roverano explica que este caudaloso río, penetra en el territorio santafesino “por el departamento 9 de Julio, con dirección N.N.E., en los 29º 25’ de latitud sud y 61º 58’ de longitud oeste” y “al llegar a Tostado se encuentra a 80 metros sobre el nivel del mar, se dirige hacia el naciente, con una leve inclinación hacia el sur, punto que seguirá con pequeñas variantes hasta su desembocadura.”  En esa región (departamentos Vera y San Justo) “grandes esteros, bañados, lagunas y arroyos le imprimen una característica singular”.  Es posible comprobar que “casi sobre el límite con la provincia del Chaco, comienzan estos accidentes lacustres, con numerosos esteros” y nombra: “la extensa Cañada de las Golondrinas y la extendida laguna La Loca.  Hacia el sur de ésta, se encuentra el estero de la mencionada cañada, que termina frente a las lagunas La Blanca y Palo Pelado.  De esta última, parte hacia el sur la cañada de Chatales, de donde nace el arroyo La Sarnocita, que corriendo hacia abajo, con una leve inclinación al oeste, desagua en la Laguna de las Pencas, llamada también Cueva del Tigre.  La laguna La Blanca da nacimiento al arroyo Golondrina, que desciende hasta la dilatada laguna del Palmar, en donde desemboca. En su recorrido atraviesa numerosas lagunas, como las de La Melada, del Isoati, del Toro, del Cerrito, de los Flamencos y de la ya citada de las Pencas, que recibe al arroyo Sarnocita.  En el noroeste de la laguna del Palmar nace el río Calchaquí, cuyo curso pasa por la laguna de su nombre, conocida también por laguna de las Aves.  En la parte norte de este río desemboca un arroyo formado por la confluencia del Guampitas, al naciente, y el de los Perros, al poniente, que nacen en los respectivos esteros de sus nombres.”  Luego, Andrés Roverano explica que desde el meridiano 29º 38’, el Calchaquí va corriendo paralelo al Salado, por el este, desagua en él, en el mismo lugar donde “sobre la margen opuesta, desemboca el arroyo de las Conchas.  Más abajo, por la misma banda, recoge las aguas del arroyo de las Vizcacheras.  Alcanza luego estación Petronilla” -del ferrocarril “Belgrano”-; pasa “al oeste de San Justo -cabecera del departamento de ese nombre.  Toma levemente hacia el naciente, para colectar las aguas del arroyo San Antonio, a los 1.340 kilómetros de su nacimiento, y antes de llegar a la altura de la ciudad de Esperanza, recibe su último afluente, que es el arroyo Cululú, conjunción que se produce a los 65 kilómetros de su desembocadura.”

Último afluente, bajíos rellenados…

Tras acumular las aguas provenientes del arroyo Cululú, el río Salado avanza hacia el este pasando al norte de Esperanza; “vuelca enseguida hacia el sur, para entrar en una zona de bañados y meandros, que llega a tener, en algunas partes, un ancho de 3.000 metros.”  Desde el punto de vista del historiador, “estos bajíos, inmediatos a Santa Fe, situada sobre la margen izquierda, han sido recientemente rellenados en parte, proporcionando esta importante obra a sus barrios vecinos, la seguridad de no verse amenazados por las periódicas inundaciones y aportando, a la vez, la posibilidad de que puedan ser ellos un motivo más del progreso edilicio de la ciudad.

En la banda opuesta encontramos la antigua y progresista localidad de Santo Tomé, que, aunque fundada oficialmente el 12 de setiembre de 1872, tiene una existencia casi tan añosa como la capital de la provincia.”  [viii]

El historiador Roverano explica que “debajo de Santo Tomé, a poco más de una legua al sur, termina su curso el río Salado, en el del Santa Fe, por medio de dos brazos, y luego de haber recorrido en la provincia una extensión de 445 kilómetros.

El curso principal lo hace en el paraje denominado Cuatro Bocas, en los 31º 41’ de latitud sur y 60º 46’ de longitud oeste, y en donde el río Santa Fe cambia su nombre por el de Coronda.  El brazo secundario, llamado arroyo del Vado, desemboca aguas arriba y en los aledaños del Barrio Centenario de la ciudad de Santa Fe.

 

Hombres y hechos…

Es interesante otra aproximación al legado del historiador Andrés A. Roverano y en amarillentas páginas encontrar más señales y suficientes claves acerca de nuestra historia: descripción de sucesivos hechos a partir del siglo XVI, nombres de determinados hombres que se hallaron junto al río Salado[ix]

Siglo XVI…

1528  –   Expresa el historiador que “existe la posibilidad, muy remota por cierto, de que el primer encuentro con el río” haya  sido antes de 1543.  Sabido es que el 9 de junio de 1527, Sebastián Gaboto fundó el fuerte de Sancti Spíritu, “en la confluencia del Carcarañal con el Coronda” y que luego, “el veneciano disponía la partida de tres expediciones hacia el interior. Una que seguiría el río Curacuraz, es decir el Carcarañal; otra hacia los querandíes, al sur; y la restante hacia la región del caracarás, al norte.  Sólo regresó la primera, al mando del capitán Francisco César, quien trajo una suerte de fabulosas noticias sobre riquezas y tesoros que le habían proporcionado los naturales, no habiéndose podido establecer el itinerario realizado, sobre el que se han tejido muchas conjeturas y no poca leyenda.  De las otras dos, se ignora si regresaron.”  p. 39

              “…la que tomó rumbo norte”, es probable que la integraran “cuatro o cinco” hombres; que “hubiesen remontado el río Coronda, pues era la vía más natural que tenían hacia ese punto” y “en pocos días de marcha habrían podido llegar hasta la desembocadura del Salado”.  p. 40

1543  –   “Los aborígenes de la quebrada de Guachipas, que rondaban en las proximidades del valle de Lerma se sintieron azorados.  Allí, en sus dominios, gentes extrañas de rara vestimenta y blanca faz, hacían su aparición.  El recelo, el temor y la sorpresa, los hizo buscar rápido escondite entre los peñascales.  Desde lo alto atisbaban a los exóticos viajeros que seguían su marcha, firme y decidida, por las costas del Inniati.  Enseguida, el aviso a los caciques. Y pronto, la reunión de éstos en consejo de guerra.  Al principio, el interrogante y la duda y, después, la decisión: defenderse de los intrusos.  El capitán Diego de Rojas, al frente de sus hombres, marchaba con cautela y sin prisa. Cada paso podía ser una desagradable sorpresa.”

“Lo cierto es que, por la quebrada de Guachipas o por el valle Calchaquí, el descubrimiento del Salado del Norte le corresponde al capitán Diego de Rojas.”

Mayo:    “… Diego de Rojas, valeroso y decidido capitán, había salido del Cuzco por mayo de 1543, luego de organizar la expedición conjuntamente con Felipe Gutiérrez y Nicolás de Heredia. Más de 200 hombres habían logrado reunir para llevar a cabo la empresa.  Tres mujeres, una de ellas destello que encendería el drama inicial de la expedición, algunos esclavos y muchos indios del Perú completaban la misma.  Rojas había partido en primer término. Luego lo habían hecho, sucesivamente, Felipe Gutiérrez y Nicolás de Heredia, al frente de los contingentes restantes.”

Alude Roverano al historiador Salvador Canals Frau y considera que “el recorrido de los expedicionarios coincidiría con el camino indígena que unía el Perú con Tucumán”.  [x]

A la vera del Salado“Marchaba, sin saberlo, a la vera de un río que podía llevarlo hasta el destino que el licenciado Vaca de Castro, gobernador del Perú, le había señalado: las tierras del Río de la Plata.  Seguía a lo largo del río que habría de ser la salvación, más tarde y en otras tierras, de los restos de su expedición, que no presentía las tragedias que caerían sobre ella.”  p. 38

              “Rojas, con su expedición” recorría “la quebrada Guachipas”, “hasta llegar al valle de Santa María”, “debiendo librar en su recorrido, continuas guerrillas con los naturales, que acosaban sin descanso y emboscadamente a los españoles”, hasta llegar al valle de Santa María”.

1545Flechazo e confabulaciones… Desde allí, Rojas “bajó hasta la actual provincia de Santiago del Estero, en donde, en un encuentro con los juries o con los tonocotés, en Mocaquaxa, en las estribaciones de las sierras de Guasayán, fue herido con una flecha envenenada que le ocasionó la muerte, pese a los cuidados que le prodigó la mujer de Felipe Gutiérrez, Catalina de Enciso, a quien se acusó de haber provocado el fallecimiento para favorecer a su amante, que debía hacerse cargo, como segundo capitán, de la expedición.

(El historiador Diego Abad de Santillán ha expresado que cuando se fundó Santiago del Estero, “se bautizó la zona con el nombre de provincia “de los juríes”.  El nombre de la región se aplicó a los indios que la habitaban, sin tener en cuenta que se trataba de dos pueblos distintos: los lules y los tonocotés, uno atacante y otro atacado.  Ambos fueron denominados juríes, hasta que andando el tiempo se comenzó a distinguirlos”.  Se ha reiterado que “los tonocotés eran indios sedentarios que habitaban la región donde fue fundado Santiago del Estero por Francisco de Aguirre, es decir la llanura bañada por el río Dulce y por el Salado, entre los paralelos 26º aproximadamente de latitud sur.  Al norte se hallaban los lules y al sur los sanavirones”…  Por algún tiempo los cronistas españoles los confundieron con los ‘juríes’, indios lules que habían llegado desde su territorio chaquense a comienzos del siglo XVI y que se dedicaron al saqueo de las poblaciones tonocotés.”  Aclara que “los tonocotés eran de ascendencia brasílida, agricultores; pero influyeron sobre ellos las culturas andinas.” Luego destaca que “cuando se fundó Santiago del Estero, grupos de sanavirones fueron encomendados en vecinos de la nueva ciudad”…  [xi]

Destacó Andrés Roverano que “contraviniendo lo dispuesto en Cuzco, antes de la partida, el moribundo Rojas nombró jefe de la misma al joven Francisco de Mendoza, quien decidió deportar a Gutiérrez para el Perú.  Continuaron la marcha entre silenciosos enconos y recelos, y arribaron por octubre de 1545 al desierto fuerte de Gaboto, en donde encontraron una carta de Martínez de Irala, con noticias del Paraguay e instrucciones para llegar a él.  Hacia allí se dirigió Mendoza, pero luego de una marcha de 13 días, los soldados se resistieron a seguir adelante.” 30

Cruce del Salado: Roverano aclara que el “itinerario preciso se desconoce” y considera que “el joven capitán tuvo que haber cruzado el Salado, posiblemente, por su desembocadura o por algún lugar cercano a ella, pues las jornadas empleadas le habrían permitido alcanzarlo.  La gran inundación del Paraná y los bajíos infectos, descorazonaron a sus hombres que maltrechos y despeados, sólo pensaban en regresar.  Así determinaron hacerlo.  Y nuevamente habrán cruzado el Salado, cabizbajos, hoscos y preocupados por los incidentes que habían promovido entre los dos jefes.  El uno, altivo, soberbio e impetuoso: Mendoza; y el otro, silencioso, blando y traicionero: Heredia.”

Conspiración y muerte: “Y habrán pasado el Salado confabulando la conspiración que terminaría con la vida de Mendoza a quien asesinó  a puñaladas el soldado Diego Álvarez, una vez llegado al Fuerte. Heredia, cuya existencia también terminaría trágicamente en el Perú, se hizo cargo de la expedición disponiendo de inmediato, emprender el regreso” y se “encaminaron hacia las provincias de los yuguitas y de los juries.  Menos de la mitad regresaban.”

Hambre y esperanza… “Las privaciones pusieron dramaticidad, los indígenas angustias, y la marcha se hizo cada vez más penosa.  Las regiones que cruzaban no les ofrecían nada para atenuar esos sinsabores.  Todo se hacía más difícil a medida que avanzaban.  La zozobra cundía.  Y el hombre comenzaba a crear serias preocupaciones e inquietudes. La situación se agravaba a cada paso.  La falta de alimentos era, por entonces, el desvelo de los expedicionarios. Debían encontrar una solución. Tenían que hallarla. Y con ella dieron: el río Salado.”  Así fue como “se remedió la situación”, al encontrar allí “algún máiz e mucho pescado’, como dirá años más tarde el soldado Pedro González de Prado, que integró la expedición…  Por sus costas siguieron, como asidos a lo que les había devuelto la vida, y al llegar a la actual provincia de Salta, lo abandonan frente al valle de Lerma para retomar el camino al Perú.”

“Los tres capitanes del descubrimiento del Tucumán, que fue un abrir de puertas a la tierra, se hallaron junto al Salado, como una expresión simbólica de la comunión que este río habría de tener con la historia inicial y toda de nuestra patria.”

1546 –    Mientras tanto, en la Asunción se habían tenido noticias, por los indios amigos, de que gente española se encontraba en el abandonado fuerte de Gaboto.  Se dispuso entonces que Felipe Cáceres pasara a esas tierras para investigar…” p.41

1547 –    Nicolás de Heredia “llegó al Perú”.  p.42  Expedición de Felipe Cáceres:  El historiador Roverano,  refiriéndose al río Salado, expresa: “En su expedición de 1547, Felipe Cáceres si es que no lo halló, pudo haber obtenido noticias de él, las que, quizá, se habrían difundido…”  p.51

Presencia de Juan de Garay:  Sabido es que el vizcaíno Garay, ese año conoció algunas regiones del río Salado, “por haberlas recorrido en 1547, cuando llegó al fuerte de Sancti Spíritu, en busca de los españoles que merodeaban por ella.”p. 53

1549 –    “Se delimitó la gobernación de Chile.  Este hecho, al parecer extraño y desconexo con el río Salado, tuvo suma importancia en lo que se refiere a la primera fundación que se efectuaría sobre sus márgenes.”  Antes de que finalizara 1549, encomendaron al capitán Juan Núñez de Prado salir de Potosí para la “erección de un pueblo en la provincia descubierta por Diego de Rojas“.. “se dirigió a la actual Tucumán”… p.42

1550 –    Fundación de la ciudad de “Barco”:  El capitán Juan Núñez de Prado, fundó ese año “la ciudad de Barco, en el sitio que se erigiría diez años después Cañete” y se dedicó “a la pacificación y reducción de los naturales de la comarca.  Con 25 hombres se encaminó a la región de los juries, remontando el río Dulce.”

Enfrentamiento entre españoles: “El 10 de noviembre de ese año, al pasar por la población indígena de Tepiro, le informaron que sobre dicho río, aguas abajo, había una ranchería de españoles. De inmediato tomó rumbo a Toama, que era el lugar señalado, atacando casi al anochecer a los españoles que allí se encontraban, todos soldados con los que el capitán Francisco de Villagra, que los comandaba, debía engrosar las fuerzas de Pedro de Valdivia, gobernador de Chile”.

Conflicto con Chile: “Lo cierto es que existía una invasión jurisdiccional ya que esas tropas no tenían la debida autorización para transitar o establecerse, aunque fuera circunstancialmente, en territorio ajeno.  Así lo interpretó Núñez de Prado y de acuerdo con ello procedió”, pero “luego de conocer las fuerzas de su adversario, muy superiores a las suyas, decidió abandonar el campo de su efímera victoria y regresó a Barco, hasta donde lo persiguió Villagra, imponiéndole obediencia al gobernador de Chile”…  Fue así como empezó el “conflicto jurisdiccional con Chile que duraría más de 10 años.” p.43

1551 –    “Núñez de Prado, con el pretexto de las continuas luchas con los indígenas y de lo poco conveniente del lugar, decidió trasladar la ciudad, tratando de allegarla más al Perú y de alejarla de la dominación de Valdivia.  En junio o julio de 1551 levantó en el pequeño valle de Quiri-quiri la primera población sobre el río Salado” –”cuyo nombre no cambió”, situada “un poco más arriba de la actual localidad de San Carlos, en la provincia de Salta.  Extraña contradicción: huyó de los españoles y, para sentirse más seguro de ellos, se estableció entre los irreductibles diaguitas de Juan Calchaquí.”

Desavenencias. Hubo desencuentros: “algunos soldados… encubriendo los verdaderos intereses que tenían con Villagra y Valdivia, personales algunos y políticos otros, manifestaron su disconformidad con el sitio elegido por Núñez de Prado, arguyendo que no respondía a las exigencias propias de una población”.  Se acentuaron los conflictos hasta que “una mañana aparecieron colgados de la horca los soldados Alonso de Larco y Antón de Luna.” p.43

Muerte y destrucción. – “La primera población fundada sobre el río Salado cobraba con vidas el tributo de la sed de la conquista.  El ambiente seguía descomponiéndose. Los calchaquíes, por otra parte, comenzaron a hostilizar a los españoles de Barco II.  Los acosaron con continuas guerrillas y les destruyeron los sembradíos.”

Núñez de Prado “entonces se dirigió a la Real Audiencia comunicándole que le era forzoso mudar la ciudad.”  El gobernador de Chile nombró “a Francisco de Aguirre teniente de gobernador de La Serena y de Barco” y en consecuencia, tomó de inmediato posesión de la primera “y luego se dirigió a la segunda.”

Francisco de Aguirre con sus hombres, “entró al valle Calchaquí, en donde don Juan hacía sus últimos aprestos para declarar una guerra abierta a los conquistadores y se dio a la tarea de someterlo, lo que consiguió luego de hacer prisionero al bravo cacique diaguita.”

“Núñez de Prado, ajeno a todo, se hallaba fuera de la ciudad, empeñado, también, en sojuzgar a los calchaquíes.  Pronto salieron algunas partidas en su busca.  Y mientras trataban de dar con él, el desplazado teniente de gobernador se presentó a Barco II.  Aguirre, de inmediato ordenó su prisión”.

1552Traslado de “Barco”:  Francisco de Aguirre, “capitán, decidido y temperamental, no habría de permanecer mucho tiempo a la vera de ese río”; continuó “su marcha hacia los juries y tras de él llevó a la ciudad, emplazándola en la actual provincia de Santiago del Estero”.

“Barco, pese al traslado, caía por la fuerza y sin derecho, otra vez en la jurisdicción  de Chile” porque el Salado, allá en Salta, pertenecía a la gobernación transandina.  Y mientras tanto, sus costas todas quedaban vacías de conquistadores, que continuaban adelante en busca de otras regiones para asentar en ellas nuevas poblaciones.”

1553 –    Fundación de Santiago del Estero.  En ese tiempo, Francisco de Aguirre había proyectado recorrer el río Salado y hacer una expedición hacia el este, donde descendía el ancho río Paraná.

1556 –    Reelección del gobernador del Tucumán (12 de mayo).  “Francisco de Aguirre, al ser reelecto gobernador del Tucumán, salió de Santiago del Estero en pos de realizar sus proyectos mediante la fundación de una ciudad, que no llegó a concretarse por el motín que terminó con su poder y con la expedición.” – “Probable ubicación de la villa” – Roverano analiza algunas hipótesis acerca del sitio previsto y reconoce que “Aguirre buscaba un puerto sobre el río de la Plata o, extensivamente sobre el Paraná” y anota “para consolidar la posición adoptada frente a este interesante tema, que siete años después Cabrera y Garay fundaron Córdoba y Santa Fe” (1573).  “Todo esto tiene relación estrecha con el río Salado, porque es muy posible que su curso fuera ya bastante conocido en este tiempo y se haya pensado, quizá, en él, como un medio de comunicación entre Salta y Santiago del Estero -el Tucumán de entonces- con el Paraná.”  p. 50-51

1558 –    Fundación de Londres: En 1557, el gobernador de Chile nombró teniente de gobernador y justicia mayor del Tucumán al capitán Juan Pérez de Zorita, quien al año siguiente fundó Londres, porque “traía un plan ya delineado, que tenía por objeto lograr la consolidación de las pretensiones  territoriales de Chile”.   El nombre elegido, es muy sugerente… Tras estar “establecido en Londres, ordenó al capitán Julián Sedeño dirigirse al valle Calchaquí con el propósito de buscar ubicación para la próxima fundación.”

              Encarnizada campaña:  A fines de 1558, el capitán Juan Pérez de Zorita empezó una feroz persecución “contra las gentes de Juan Calchaquí, ahora al mando de Chumbicha, su hermano, a quien batió varias veces, persiguiéndolo hasta Tolombones, en donde lo tomó prisionero. Esto fue suficiente para que los naturales se sometieran.”

1559 –    “Córdoba de Calchaquí”Segunda población junto al  Salado:  Lograda la pacificación en el valle, entre febrero y marzo de 1559, el capitán Pérez de Zorita fundó “Córdoba de Calchaquí, en el lugar donde años antes había estado situada Barcos II.”  El río Salado veía levantarse la segunda población de sus márgenes.

Roberto Levillier avala así la importancia de esta nueva villa: ‘Córdoba, emplazada en el corazón de los diaguitas más belicosos, en el camino de los valles que llevan a Charcas y a Lima, era una defensa para Chicoana, siempre batida por indios pulares y podía considerarse el núcleo inicial de necesarias fundaciones en los valles de Salta y Jujuy’.”  p.47 

Entusiasmo fugaz: “La vida de Córdoba se desarrollaba con tranquilidad. Sus vecinos habían comenzado a trabajar con empeño para afirmarla definitivamente y lograr las ansiadas riquezas que les prometía América, en pos de las cuales estaban sacrificándose.  Pero la muerte del virrey Cañete, trocaría, con el nuevo teniente de gobernador Castañeda, la insipiencia del progreso por la desaparición de la naciente ciudad.”  p. 48

1560Otra fundación:  “Pérez de Zorita, completó la acometida hacia el Tucumán fundando Cañete”, como es sabido, en el mismo lugar “donde antes se había levantado Barco I”, cuyo nombre constituía un reconocimiento al fallecido virrey Cañete, quien fue reemplazado por el nuevo teniente de gobernador Castañeda.

Expedición hacia el Paraná:  “…El capitán Juan Gregorio Bazán, teniente de gobernador de Santiago del Estero, había salido de esta ciudad expedicionando hacia el Paraná, recorriendo parte del Salado y los lugares cercanos adonde Garay fundaría y se trasladaría después la ciudad de Santa Fe.

Mantuvo así en pie, los proyectos que había sustentado Francisco de Aguirre“ seis años antes.

“El pensamiento de la vinculación del Tucumán con el río Paraná seguía latente y los empeños posteriores concretarían esta idea, con las fundaciones de Córdoba y Santa Fe.  La ruta que la naturaleza había trazado con el río Salado, estaba próxima a ser una realidad.”

1562Despotismo y grito de guerra en Tucumán:  El recién nombrado teniente de gobernador Castañeda, apenas llegó a Tucumán, “dispuso la deportación a Chile de Pérez de Zorita  Los naturales que lo respetaban y acataban su mando, encontraron en la flamante autoridad la antítesis del anterior.  Juan Calchaquí, ya libre, comenzó a inquietarse  por el mal trato que ahora recibían sus gentes. El despotismo y el abuso de que eran objeto los naturales, movió al cacique a recriminar a Castañeda su injusto e inhumano proceder. ‘Bofetones e puñadas’ fue la contestación recibida del teniente de gobernador, que resonaron en el valle del Salado, haciendo eco en los corazones oprimidos y valientes de los calchaquíes, que sintieron en su misma carne la terrible congoja de la humillación inicua.  Y la reacción  no se hizo esperar.  El grito de guerra vibró en el valle, fuerte, fiero, desesperado y, porqué no, heroico también.  Los españoles quedaron confundidos y azorados ante la lucha desatada. Fue cruel, terrible, despiadada.  Cada peñascal, cada anfractuosidad” -cada cavidad sinuosa o irregular en el terreno-, “cada monte, era una sorpresa trágica para los vecinos de Córdoba que aventuraban a salir de la misma.”  A mediados de la primavera de 1562, los vecinos “estaban cercados.  Los calchaquíes cerraban su marcha sobre ella”.

22-11-1562Córdoba convertida en cenizas… “La ciudad fue presa del fuego, provocado por las certeras flechas de los indios.  El incendio no pudo ser sofocado y arrasó con toda la villa.  Algunas familias consiguieron huir a Santiago del Estero, otras pagaron con sus vidas el tributo de la impía conducta de Castañeda.  Así pasó, con un fin trágico, la corta existencia de la segunda población que se hiciera sobre el río Salado.”

1567Un alto en Esteco:  Fracasada la expedición de Francisco de Aguirre, su gente decidió detener al gobernador “con el pretexto de que la Inquisición lo reclamada, decidieron emprender el regreso a Charcas.  Se detuvieron en Santiago del Estero a fin de darle legalidad al motín, por medio de una información que levantaron con la adhesión de algunos vecinos, y luego hicieron alto en la región de Esteco, descubierta por Rojas, en donde Diego de Heredia y Juan de Berzocana echaron las bases de la ciudad de ese nombre, también llamada Cáceres, a orillas del río Salado, a una legua de la actual estación Las Piedras.”  Falta de legalidad: El gobernador interino de Tucumán, Diego Pacheco, advirtió “la falta de legalidad de la erección realizada, por carecer sus fundadores del mandato necesario” y al mismo tiempo, comprendió “que esa población, por su ubicación estratégica, podría desempeñar un valioso cometido en la avanzada que estaban realizando para la seguridad de las nuevas villas y los caminos que llevaban al Perú y a Chile”.

15 de agosto de 1567:  El gobernador Diego Pacheco, “decidió validar dicha fundación, “cumpliendo los recaudos pertinentes, bajo la advocación de Nuestra Señora de Talavera, cuyo nombre llevó la localidad a partir de ese día.  Entre 40 españoles se empadronaron los indios del lugar, cuya población algunos cronistas fijan en 40.000 almas, mientras que otros indican 30.000 y 8.000.  Lo cierto es que era muy numerosa, proporcionándole a los nuevos vecinos medios más que suficientes para todos los trabajos de la villa y los propios.  De inmediato se dedicaron a la labranza, cultivando maíz, algodón, trigo y cebada, y levantando viñedos que adquirieron cierta importancia por la calidad de las uvas.”  p.51

Talavera de Esteco y el vado: Destaca Roverano que “Fray Reginaldo de Lizárraga que la visitó, la describió así: ‘es abundante de mantenimientos y de frutas de las nuestras; en especial las grandes son de las buenas del mundo; edificada a la ribera de un río grande que en verano sólo se vadea.  Los vecinos estaban desconcertados con del asiento, porque la madre del río es arenisca y no pueden hacer molino en él…’ Este desagrado tomaría cuerpo con los años y daría lugar a la fundación de Madrid de las Juntas.”  p.52

Maltrato y reacciones:  “Al año siguiente de fundada, como los indios continuaban con sus malocas, solicitaron ayuda, y el gobernador de Santiago del Estero, el infatigable capitán Juan Gregorio Bazán, viendo que esa situación era general, decidió realizar una batida por el  Chaco, para lo cual partió de Talavera al frente de 40 españoles” y así logró “por un corto tiempo, la tranquilidad a los conquistadores de la región.”

1570 –    “El teniente de gobernador Felipe Cáceres, posiblemente acompañado por el alguacil mayor Juan de Garay, salió de la Asunción hacia el Río de la Plata, con el objeto de esperar en ese estuario al flamante gobernador de la provincia, el acaudalado Juan Ortiz de Zárate, que regresaba de España.

De esta expedición de Cáceres, la segunda que efectuaba por el río Paraná, no se tienen noticias ciertas de que se haya internado por las regiones del Salado”…

1572 –    Felipe Cáceres, “volvió a realizar el viaje hasta el estuario del Río de la Plata con la esperanza de poder recibir al nuevo gobernador.  En esta ocasión, sí, el vizcaíno Garay lo acompañaba.”

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Siglo XVII: dificultades y traslado de Santa Fe…

En 1612 falleció el cacique Juan Calchaquí que ejercía el “poder supremo sobre todos los naturales del valle”. Entre sus subordinados era “muy respetado y querido” pero tras su ausencia definitiva comenzaron los alzamientos y hasta los sacerdotes jesuitas Juan Darío y Horacio Morelli optaron por alejarse de ese lugar. En el año 1626, ya estaba habitado y con plantaciones de viñas, “el pago de abajo, camino de Santo Tomé”, zona que “iba a ser motivo de interés” como “lo demuestra el hecho de que al año Hernandarias obtuviera, por merced de Francisco de Céspedes, gobernador del Río de la Plata, de quien dependía Santa Fe, ‘tierras en el Salado Grande hasta su definición’. Esta estancia, que había pertenecido al general Juan de Garay estaba situada en ‘la boca del río Salado de la dicha banda del dicho río 14 leguas de esta ciudad, el cual asimismo desde la fundación de esta ciudad se le llama la isleta de los Calmis’…” y “esa posesión iba a darle a Hernandarias muchas preocupaciones por los litigios que le trajo el extravío de los papeles que certificaban su propiedad.” p.66-67

Mientras tanto, continuaban los ataques de los aborígenes en las zonas próximas al río Salado y también al río Paraná.  Destaca Roverano que “los santafesinos se encontraban desolados.  La ciudad estaba constantemente amenazada por los naturales, el tránsito de los caminos era inseguro y las estancias empezaban a despoblarse.  Las defensas de la ciudad no eran suficientes, los soldados pocos y las armas menos”.  En consecuencia, el maese de campo Pedro Ruiz de Baigorri, nuevo gobernador del Río de la Plata, “envió tropas para realizar otra campaña contra los aborígenes, con el propósito de aquietar los vehementes deseos de los santafesinos que amenazaban con abandonar la ciudad si no conseguían el traslado de la misma, dispuesto ya con fecha 24 de noviembre de 1650.  El fracaso de la expedición decidió la iniciación de la mudanza, que comenzó a verificarse el 20 de febrero de 1653.  Se alejaban del Chaco, rumbo al sur, en busca del nuevo emplazamiento que estimaban, por sus naturales características, como un verdadero reducto para detener y defenderse de las interminables malocas.  El río Salado al oeste, el Santa Fe al sur y al este, y la Laguna de Guadalupe al oeste, circundaban el nuevo sitio.  La operación iba a ser lenta y concluiría recién en 1660, pero podía pagarse ese precio -abandonar 80 años de lucha- porque la posición encontrada les pareció más promisoria”.  Durante siete años “los ambulantes santafesinos” demostraron tener “un alto y estoico espíritu”.  Hacia 1655, “las estancias del Salado, principales fuentes de recursos de los más importantes vecinos, fueron saqueadas alevemente.  Las otras corrieron parecida suerte.”  p.71-74

En aquel tiempo, “el Salado, saliéndose de su cauce, en Santiago del Estero, se había unido al del río Dulce, perdiendo su curso el caudal acostumbrado, ya que los arroyos que le servían de afluente en el resto del camino, no eran suficientes para atender las necesidades propias de las estancias de su vera.  El ambulante Salado jugaba una desafortunada pasada a estos hombres de acero.

Lejos de atribularse, esto fue un acicate para sus patéticas luchas.”  Lograron que las autoridades “dispusieran lo necesario a fin de hacer retornar el Salado a su natural cauce”; “casi tres años llevaron los infructuosos trabajos realizados, cerca de la actual localidad de Matará.  Imperturbable permanecía el río ante las pocas vigiladas tareas que efectuaban unos cuantos indios” hasta que el teniente Juan Torres de Herrera abandonó ese “estéril empeño, le pareció más conveniente a sus intereses, abandonar la obra y arrearse 2.000 vacunos que merodeaban por las cercanías.

¡Qué marcado contraste entre este desaprensivo aventurero y los infatigables luchadores de Santa Fe, que no cejaban de capear tormenta tras tormenta con imperturbable denuedo.

Todavía no acabarían con esto las dificultades.  La inundación de fin de año puso un tinte sombrío en los esperanzados esfuerzos de los criollos santafesinos.

La belicosidad de los indios, la mudanza de la ciudad, la veleidad del Salado y la desmesura del caudal de los ríos que la circundan, cayeron sobre Santa Fe al igual que un azote divino que perseguía la paga ineluctable del tributo que estas tierras le imponían a esos intrépidos mancebos, como exigiéndole probanza de sus derechos sobre el suelo portentoso y promisorio del que estaban a la conquista.

¡Y de qué manera evidenciaron su amor a la tierra!  A esa tierra sin oro y sin plata.  A esa tierra que los vio nacer.  A esa tierra que se estremeció con el latir apremiado de sus varoniles corazones.  A esa tierra que bebió sedienta sus gotas de sudor hombrío, recibidas con el amor de la madre que ve llegar a su regazo al hijo que acaba de nacer.

Y en ese entonces de 1655 nació verdaderamente Santa Fe.  Había cumplido como nadie, y si los hijos que vendrían tenían por porvenir aciagas horas, el temple de la herencia los impulsaría a seguir luchando con la misma fe y con el mismo denuedo que nunca perdieron sus padres.”  Dos años después, un hijo de Hernandarias, el maese de campo Juan Arias de Saavedra  emprendió una campaña “hacia los montes calchaquíes del Chaco” y “las victorias logradas sobre los indios permitieron terminar la mudanza de la ciudad, con cierta tranquilidad, pese a algunos malones aislados.” p.76-77

Tras el traslado desde el primer asentamiento, en la nueva “Santa Fe de la Vera Cruz” también se repartieron las tierras y al fundador Juan de Garay le correspondían los terrenos ubicados entre la confluencia de los ríos Paraná y Salado.  Luego pasaron por herencia a don Hernando Arias de Saavedra, el austero Hernandarias y cambiaron de dueño en varias oportunidades hasta que fueron adquiridos por los jesuitas para instalar allí la Chacarita, productiva iniciativa de la Compañía de Jesús…

 Siglos XVIII y XIX…

El teniente de gobernador santafesino Francisco Javier de Echagüe y Andía, tenía “39 años de edad cuando, el 13 de julio de 1733, asumió la tenencia” debido a la grave enfermedad de Francisco de Ziburu.   Roverano reiteró que “se había distinguido en la lucha contra el indio, a la que se dedicó desde muy joven.”  Desde entonces, “la serenidad y el aplomo del valeroso santafesino mantenían sorprendidos e inquietos a los soberanos indígenas.”   En la década siguiente (1743), soportaron epidemias de viruela “que causó numerosas bajas en la escasa población de Santa Fe, y entre ellas, la del insigne don Francisco Javier de Echagüe y Andía”… Roverano, p. 102

En 1761, los jesuitas instalaron la estancia de Santo Tomé; construyeron el Oratorio y sabido es que. seis años después por orden del rey de España Carlos III tuvieron que abandonar todas las colonias americanas.  En aquel tiempo, soportaban el asedio de los aborígenes pero ese Oratorio no fue destruido.  Luego, tales bienes de los jesuitas fueron adquiridos por don Francisco Solano Frutos y aproximadamente en 1789 comenzaron a construir algunos ranchos donde vivían personas de escasos recursos y desocupados.  Hacia 1810, parte de la población ya empezó a participar en los movimientos políticos para defender a la provincia de las frecuentes invasiones provenientes de Buenos Aires…

“El 25 de agosto de 1815, Santa Fe es ocupada por las fuerzas que, al mando del general Juan José Viamont“ -Viamonte- “y bajo el nombre de Ejército de Observación, el gobierno central disponía en esa ciudad con el propósito de restablecer su autoridad y de velar los movimientos de Artigas“ -José Gervasio- que intentaba avanzar desde la zona entrerriana.  También se expresaba la necesidad de proteger a la población ante frecuentes incursiones de los aborígenes, ya que “el 18 de octubre, por el Salado, habían invadido algunas estancias, causando destrozos y muertes.” Destaca Roverano que “el 2 de marzo de 1816, el teniente Estanislao López rompió lanzas contra los invasores” y así fue como “Viamont, ante estos desplazamientos, decidió ocupar el estratégico paso de Santo Tomé”.Roverano, p.125

El gobernador interino Estanislao López, necesitaba organizar la provincia y “contener las invasiones de los indios. En el año 1819, éstas recrudecieron y por junio la irrupción de los aborígenes puso en serio peligro a la ciudad.

Como de costumbre se acercaron a  Santa Fe por el Salado y la atacaron por el noroeste, causando muertes y cautivando a cuanto vecino caía en sus manos.  López decidió, como medio perentorio para defensa de la ciudad, la construcción de una zanja desde la laguna Setúbal hasta el Salado.  Todos los pobladores, provistos de palas y picos, se dieron a la tarea de efectuar la obra, que dirigió, por encargo de las autoridades, el vecino Marcos Ansina.  Este extenso foso, que perduró muchísimos años, sirvió, con la ayuda de las fuerzas que lo recorrían, para detener el peligro de la indiada, evitando su proximidad a la ciudad.”   Roverano, 132.

“Las costas del Salado eran el teatro de continuas escaramuzas y guerrillas”…

Proyecto para la navegación…

Después de la firma del Acuerdo de San Nicolás, don Manuel Taboada -gobernador de Santiago del Estero- “se dedicó a los trabajos de encauzamiento del río Dulce, permaneciendo en contacto con Leiva“ -Manuel- “a la sazón en Santa Fe”.    Ambos analizaban “la posibilidad de utilizar el Salado como medio de comunicación” y  así fue como “el 13 de julio de 1855 partió la expedición desde Santa Fe”.  Relató Roverano que el gobernador José María Cullen y su comitiva, acompañaron al comodoro estadounidense Thomas Jefferson Page -”el rubio marino norteamericano”-, llegado al país dos años antes, “con el propósito de estudiar la navegación de los ríos interiores”, aprovechando las disposiciones vigentes.  Viajaban en el pequeño vapor Yerba de “12 caballos de fuerza, que había sido traído de su país en secciones y que se armó en el puerto del Tigre”.

“Al llegar a Monte Aguará tuvieron que detenerse, pues la bajante del río no les daba cauce suficiente para continuar navegando normalmente.”  Avanzaron hacia el norte con algunas carretas, “hasta tanto dieran con un tramo que les permitiera seguir bogando.”   En consecuencia, Page informó que “el Salado podía ser navegable en una extensión de 800 millas”… Roverano, p. 149-150

“Ante el éxito logrado por Page, la firma Smith Hermanos y Cía. decidió encarar formalmente, la navegación de los ríos Salado y Dulce.  Interesaron al gobierno de la Confederación en sus propósitos, encontraron en él una firme adhesión.

Preparado el respectivo contrato, el mismo fue firmado en Paraná el 14 de enero de 1856, representando a las autoridades nacionales el ministro del Interior, Santiago Derqui, que siempre estuvo dispuesto a ofrecer su colaboración en estos proyectos”.

“El convenio establecía una concesión por el término de 15 años, siempre que la misma se efectuara con buques a vapor, debiendo realizar además del tráfico de mercaderías, el transporte de pasajeros.  Para facilitar las operaciones necesarias, el gobierno les cedería terrenos de propiedad en los puertos de Santa Fe y Rosario”…

Así fue como siguieron explorando el río Salado hacia el noroeste de Santiago del Estero. Semanas después, desde Paraná informaban: “El río Salado o Juramento es navegable en toda la estación desde Santa Fe hasta Sandía-Paso, a cuarenta leguas de la Ciudad de Santiago del Estero.  La sola dificultad que se encuentra y esa desaparecería con algunos trabajos está en el Estero del Bracho, cuando el agua está muy baja.

Término medio, el cauce del río tiene diez cuadras, y en la parte más baja, seis pies. Desde Diciembre hasta Junio, el río será navegable hasta la Provincia de Salta.”

Como aún suele suceder, el doctor Salvador del Carril en ejercicio del poder ejecutivo nacional, el 17 de diciembre de 1856 ordenó que “se le concedieran medallas de honor” a quienes participaron en aquella expedición, “las que fueron entregadas, en una sencilla ceremonia, por Esteban Rams“.  Aquel año, en el sur santafesino también fue explorado el río Carcarañá…  Rams en enero de 1857 inició su primera expedición con “mejores auspicios, pues, el 23, el gobierno de la Confederación aprobaba los estatutos de la Compañía de Navegación del Río Salado, cuya administración sería ejercida por Rams, con el asesoramiento de una Junta Inspectora que integrarían 3 accionistas.  Se autorizaba un capital de $ 400.000.- el que tendría que ser cubierto para julio de ese año.”  Durante ese viaje, “lo acompañaba por disposición del gobierno, el ingeniero Rodolfo Blandoswky, quien llevaba la misión de levantar un plano del río y de recoger cuanta observación de carácter científico pudiera ser de utilidad para el estudio del mismo.”

Caudal insuficiente…

“La bajante del río no les permitió seguir muy adelante” y se detuvieron en Monte Aguará.  Rams regresó a Santa Fe, no pudo viajar en el vapor “Río Salado” que había adquirido para su empresa, porque “al intentar navegar el río, sufrió una avería”.  Intentaron “la limpieza del cauce del Salado con las dos rastras  compradas” pero “a cada momento se enganchaban en los raigones, tarea que lo demoraban y, muchas veces, le insumía toda una jornada.”  Regresó hasta Monte Aguará y con tales experiencias, impulsó la ejecución de “trabajos de limpieza del cauce del río” y así fue como el 17 de noviembre de 1858, partió una nueva expedición por el Salado. “La altura del río, en época ya de creciente, permitió que los navegantes pudieran seguir aguas arriba de Monta Aguará, paraje que no siempre tenía cauce suficiente”.

Lograron llegar “hasta Guaype, población situada 5 leguas al norte de Matará”.  Luego, descendieron y como suele suceder, el ingeniero constructor Juan Coghlan -europeo contratado por el gobierno de Buenos Aires-, elaboró un extenso informe para que imprimieran en París, previéndose la constitución de la sociedad “Esteban Rams y Cía.”, con una duración de 32 años… Roverano, 159-161

“Y por último, con gran visión publicitaria, describía la artería fluvial de esta manera: ‘El río Salado, situado al norte de la Confederación Argentina, es navegable sobre un recorrido de más de 1.500 kilómetros, desde la ciudad de Santa Fe hasta la provincia de Salta.  En comunicación con el Atlántico por el Paraná y el Río de la Plata desde Santa Fe, el Salado atraviesa las provincias de Santa Fe, Tucumán y Salta, y las pone en comunicación con el sur de Bolivia.  Este río servirá, también, para el transporte de los productos de la provincia de Jujuy, situada sobre su costa izquierda; y de los de la muy rica Catamarca, sobre su costa derecha’.  Como se ve, quien redactó el folleto no era muy ducho en geografía argentina.  En sus andanzas por Francia conoció a Juan B. Alberdi, al que atrajo con sus proyectos. El gran constitucionalista, que se desempeñaba como embajador en esa nación, trató de ayudarlo, para lo cual se inhibió de separar de su cargo, de acuerdo con las instrucciones que llevaba, al cónsul argentino en París, Pedro Gil, que, era, a la vez, gestor de la empresa de Rams, con lo que le hubiera acarreado a la misma dificultades que sólo podían salvarse con la inmunidad diplomática.”  Roverano, p. 161

Tras un sueño…

“De regreso a Santa Fe, animado por el éxito de sus gestiones en Europa”, Esteban Rams obtuvo el apoyo del gobierno y decidió viajar en “un gran carruaje” con el apoyo de cuatro carretas que transportan provisiones y equipaje.  También marchaban “200 caballos, 20 mulas y 52 vacunos, 2 de ellos vacas lecheras. El indio Romualdo Isatti, experto y muy conocedor de esas regiones, oficiaba de baqueano.”

“El 9 de noviembre de 1862, a las 2 de la tarde, Rams partía del hotel del Comercio, de Santa Fe, al frente de un gran convoy”. Lo acompañaban el coronel José Antonio Álvarez de Condarco oficial mayor del ministerio de Guerra de la Confederación; Thomas J. Hutchinson, cónsul inglés en Rosario… el padre Pedro Viña, superior de los jesuitas de Santa Fe, cuya orden, ese mismo día, se establecía de nuevo en la ciudad, después de la expulsión en 1767; el ingeniero civil Williams H. Coock de la sucursal Rosario del Banco Mauá de Río de Janeiro… los señores Felipe Catena y Rodolfo Zavalía.  Además como escolta, iban  40 soldados de infantería y 9 de caballería, a las órdenes del teniente Hipósito Roland” (sic) “y del alférez Luis Andrade.”

Pararon la primera noche “en la estancia de Domingo Crespo, situada a 2 leguas de la ciudad” y al día siguiente, temprano, cruzaron el Salado por el paso de Mihura, paraje en donde hoy está situado el conocido puente de ese nombre”; luego llegaron a  Esperanza… y siguieron hacia el noroeste, hasta que en Monte Aguará comprobaron las dificultades existentes para la navegación en el siguiente tramo.  En ese lugar, Hutchinson escribió sus impresiones en torno al arroyo de la Soledad…

“… El 25 de diciembre de 1863, se procedió a inaugurar, en una ceremonia muy simple, las obras de ‘canalización, desmonte y limpieza del antiguo cauce del río Salado, comprometiéndose a establecer en dichas colonias de 3.000 a 5.000 familias extranjeras.  El gobernador Nicasio Oroño habíale facilitado todos los medios legales necesarios para llevar a cabo esta nueva empresa.”  Roverano, p. 166-167

El 17 de abril de 1867, Esteban Rams estaba en Buenos Aires y fue otra de las víctimas del cólera.

 

Percepciones a mediados del siglo XX…

Destaca Roverano: “Desaparecido Rams, el río que sabe de montañas, de esteros y de llanuras, comenzó a dormirse entre los rubios trigales que sus desiertas aguas nutren.

Y la misión de ser camino, murió con la muerte de su Visionario.

Y hoy, como ayer y siempre, cruza nuestro suelo en un abrazo manso y generoso, sirviendo de ubre gigantesca a las áridas tierras de Santiago, que beben con avidez desmedida sus aguas rumorosas.

Se fue con Rams su destino de porvenir, y quizá, en sus costas despobladas, camine presurosa y diligente, como fue su vida, el alma buena de su Empresario, que habrá de acariciar, trémula y ansiosa, en las noches del tiempo, las apacibles aguas que les fueron indómitas.”

En el último párrafo del primer capítulo del libro El río Salado en la Historia, escrito a mediados del siglo veinte, Andrés Roverano expresó:

“Muere el Salado en un rincón humilde y escondido. Las varillas, los juncos y el todavía silvestre pastizal, enmarcan su pequeña boca, que brinda sus a veces cansadas o murmurosas aguas al Santa Fe, hijo menor del poderoso Paraná.

Allí, en ese apacible lugar termina su dilatado y vario recorrido este río entero y gauchamente nuestro, que conoció, en su camino y en el tiempo, el sonar firme de los cascos de los heroicos centauros de Güemes, el andar decidido de los valerosos soldados del patriarcal Estanislao López y supo de la fe de los hombres de Belgrano, que marcharon tras de su jefe para brindarle a la naciente bandera la gloria de los primeros triunfos.

Allí, en ese sitio agreste y recatado, muere con la misma modestia de los hombres que han sabido ser grandes en las alturas y que se ofrecen sumisos y pequeños ante la insondable sentencia de la muerte.”

Los bañados comunales…

Será interesante observar una vez más, el mapa dibujado por el señor Juan Signes para completar la información dejada por el perseverante Andrés Atilio Roverano, tras su investigación acerca de… El Río Salado y la Historia.

En ese plano -reproducido en la página quince de esta transcripción-, está delineada la desembocadura del río: están trazadas las vías del ferrocarril General Belgrano; las rutas 19, 11; los cursos del arroyo “El Vado”; del río “Santa Fe”; el arroyo “El Negro” y el arroyo “Espinallar· -en la Isla Los Melados- limitando con el canal de Acceso…

 

Es indescriptible la impresión que produce ver en este otoño del 2003, al pujante río Salado desbordado… y a miles de personas, desamparadas…

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Siglo XXI

Arte de Florentino Sánchez. 2002

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De acuerdo a lo convenido, transcurre el tercer año del tercer milenio.

Hoy, 11 de mayo de 2003, se impone el silencio mientras el eco de lejanos acordes es otro sugestivo llamado de atención[1]

 

“¡Oíd, mortales! el grito sagrado… ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!…”

 

Desde Salta siguen bajando las aguas del inquieto e inquietante río Salado, naturalmente buscando su ancestral lecho, su escabroso cauce…

 

(Primera Parte del libro

“Turbulencia salobre” escrito durante la creciente del Río Salado, y e desborde del 29 de abril de 2003. Inundación hasta los techos de las viviendas en todos los barrios del oeste de la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz, capital de la Provincia de Santa Fe, República Argentina. En algunos sectores no hubo escurrimiento de las aguas durante más de una semana.)

 

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[1]  Ibarra Grasso, Dick Edgar. Argentina Indígena.  Buenos Aires, TEA, 1991, p. 490. El autor reproduce el jeroglífico publicado en la “Revista Geográfica Americana” de Buenos Aires, Nº 139, abril de 1945, p. 220 y explica: “Himno Nacional Argentino en la escritura jeroglífica de Bolivia.  Se lee en zig-zag, comenzando por arriba a la izquierda.  Contiene el coro y las estrofas que comienzan por: ‘Oíd mortales.  De los nuevos campeones, Pero sierras y muros y No los veis” …según el padre –Porfirio-  Miranda Rivera, en su libro Quipus y jeroglíficos (1958). # Pbro. Porfirio Miranda de Rivera –Alcalde de Morovis (1952-1953); autor de la versión quechua del Himno Nacional Argentino.

Citas y Notas (Primera Parte).

[i]  Roverano, Andrés Atilio. El río Salado en la Historia. (En memoria de don Andrés G. Roverano, mi Padre y Amigo). Santa Fe, Editorial Colmegna, 28 de enero de 1956, p. 9-20.

[ii] Hay datos diversos acerca de esa altura: “5716” está escrito en el mapa reproducido en la Guía turística del Automóvil Club Argentino, titulada “Por las rutas argentinas”, edición de Reader’s Digest, terminada de imprimir el 15 de diciembre de 1999, en España).  En la página 4 consta: “La presente publicación se ajusta a la cartografía oficial establecida por el Poder Ejecutivo Nacional, a través del Instituto Geográfico Militar –Ley 22.963-…

[iii] El río Angastaco acumula el caudal que nace en el cerro Vicuñorco (5249 metros sobre el nivel del mar) y otras dos vertientes del sureste.

[iv] Andrés –Coco– Roverano, reitero la descripción de ese lugar expresada por “Concolorcorvo, en su ‘Lazarillo de Ciegos Caminantes’…” # Un monolito señala ese Lugar Histórico Nacional cerca del “Río Juramento (49 km)…” donde “se practica la pesca deportiva”.

[v] Guía Turística del A.C.A. (edición Reader’s Digest, 1999); p. 254.

[vi] Abad de Santillán, Diego. Historia Argentina, t. 1, Buenos Aires, TEA, 1965, p. 61.

[vii] “Icaño” es también el nombre de una localidad catamarqueña, situada al sureste entre Ancasti, y San Antonio.

[viii] Roverano expresó que en esa fecha, “siendo gobernador de la provincia Simón de Iriondo, se dictó un decreto creando dicha localidad.  En realidad, la población existía desde muchísimos años atrás.” (ob.cit. p. 144)

[ix] Roverano, Atilio Andrés. El río Salado en la Historia. Santa Fe, Colmegna, 28 de enero de 1956, p. 37 y siguientes.  Téngase en cuenta que en esta trascripción aparecen en negritas todas las reiteraciones de Salado, río Salado, el Salado…, aún cuando en el citado libro estén con escritura normal, sin subrayado.

[x] Canals Frau, Salvador. “La Entrada de Diego Rojas”, en Anales del Instituto Étnico Nacional, Tomo IV, 1951.

[xi] Abad de Santillán, Diego. Historia Argentina, t. 1, Buenos Aires, TEA, 1965, p. 58; p.64.  “Los tonocotés sembraban varias veces por año; cultivaban maíz, zapallos y frijoles; practicaban también la caza, la pesca y la recolección, la pesca solían hacerla en una especie de ‘corrales’ que formaban en el río, donde atrapaban los peces con redes o a flechazos con el arco; también pescaban a mano, sumergiéndose en el agua.  Recolectaban la fruta del algarrobo, del chañar y las tunas; y criaban ñandúes y otras aves domésticas.  Vestían un delantal corto de plumas de ñandú los hombres, de tela de camélido o de fibras de caraguatá las mujeres.  Los hombres usaban al cuello un collar de plumas y las mujeres se cubrían con unas mantas incluso el busto y se adornaban con chaquiras de huesos de buitre… Conocían el hilado y el tejido y la alfarería…” (p.61-62) “El ocaso de la población tonocoté se inicia con la llegada de los españoles a su región y con el sistema que introdujeron de las encomiendas, especialmente tratándose de indios ‘de mucha razón’, según los describió Alonso de Vera y Aragón, sedentarios y agricultores.” /…/ “La pluralidad de lenguas era una traba para la catequización y se dio preferencia al quichua como lengua común… Desapareció de ese modo la lengua originaria y muy pronto en toda la región no se habló más que el quichua, lengua importada del Perú”… (p.63) # Ibarra Grasso también expresa que hay aún un problema que “dista mucho de ser solucionado… tenemos una serie de nombres históricos de la región, que han sido interpretados diversamente, y una serie de hechos arqueológicos con los cuales lo anterior no ha podido ser ajustado en la forma clara que tendría que resultar”. Reitera que “en la región santiagueña existían dos pueblos: los juríes, que serían agricultores sedentarios, y los lules, que eran nómadas y guerreros, y que en sus excursiones estaban destruyendo a los anteriores.  Así el concepto parece claro, pero luego se complica; el nombre de juríes desaparece en las crónicas, y en su lugar aparece el de tonocotés”.  Manifiesta que “algunos autores han interpretado el nombre de juríes a través del quichua suri, avestruces o ñandúes, y entonces identifican a los juríes con los lules, por el hecho de ser éstos nómadas.  Pero no resulta claro por el hecho de que los lules no eran tan nómadas, ya que tenían pueblos estables rodeados de empalizadas y provistos de postes totémicos esculpidos. Además, el problema se complica en su fase lingüística”, porque “se ha perdido por completo” la primera gramática “de la lengua tonocotés”, y la posterior fue denominada gramática “de la lengua lule y tonocoté… como si se tratase de la misma lengua”.  Explica también que “Canal Frau entiende que los tonocotés eran un pueblo de origen amazónico, algo andinizado en su cultura. Antonio Serrano”., “sostiene que los juríes eran un pueblo distinto del de los tonocotés, envía a estos últimos más hacia el Chaco” y reconoce que “se trataba de un pueblo de agricultores sedentarios.”  Insiste Ibarra Grasso: “…ambos habitaban la región de Santiago del Estero”… “en la época de la conquista… sin que con ello admitamos por completo la idea interpretativa de la identificación de ambos pueblos”. (Ob. cit. p. 341-342).

 

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